Reina de las Sombras 163
Un lugar para estar (6)
Schwaltz, la esposa de un noble capitalino, el vizconde Billy, estaba de mal humor. HacÃa tiempo que habÃa invitado a sus conocidos, pero no podÃa unirse a la conversación. Le daba la impresión de que ella, la protagonista y organizadora de la jornada, se estaba quedando atrás en el tema. No era muy agradable.
"El pañuelo es muy bonito. ¿De dónde demonios la has sacado?"
"Probablemente no la consigas. L me la regaló"
"¿L te regaló una bufanda?"
"SÃ, tócalo. Es una mezcla de seda y cachemira, asà que es muy lujosa, ¿verdad?"
"..."
A Schwaltz no le gustó esta situación. El dÃa de la ceremonia de finalización del anexo del salón, ella, que seguÃa a Verónica, se sintió muy incómoda al mencionar a L y al salón.
"Dejemos de hablar de esto. Creo que he hablado demasiado de pañuelos"
"Lo sé. Hablemos de otra cosa"
La joven, que leyó la incomodidad de Schwaltz, se apresuró a dar por terminada la conversación.
"Entonces, Leona, ¿llevas una pulsera que no he visto nunca?"
Schwaltz cambió de tema. Se interesó por las pulseras bonitas que le llamaban la atención todo el tiempo.
"¿De verdad?"
"Déjame ver"
Leona, que de repente recibió la atención de la joven, extendió su muñeca como si estuviera avergonzada. Después de tejer el oro rosa en pequeñas piezas, se puso un zafiro azul. La pulsera era sofisticada a simple vista.
"Vaya, es muy bonito verlo de cerca"
"Debe ser de un maestro artesano. ¿Dónde lo has comprado?"
"Hazme saber a mà también. Lo quiero de verdad"
Lady Leona, que no podÃa superar la urgencia de su entorno, se tapó los labios.
"Me lo regalaron"
"¿De quién?"
"No es de Sir Zergadis, ¿verdad?"
"N-no, él y yo no tenemos ese tipo de relación"
Leona se sonrojó y se apresuró a agitar las manos. Sir Zergadis era un hombre que ella solÃa tener en mente, por lo que le daba vergüenza sólo con mencionarlo.
"¿Entonces de quién lo has sacado?"
"Vamos. No estarás intentando guardártelo para ti, ¿verdad?"
"¿Sabes que Lady Leona es as�"
"¿Qué soy yo?"
Finalmente, Leona respondió titubeante.
"En lugar de conseguirlo de alguien, fui al salón y accidentalmente gané el premio..."
"..."
La respuesta de Leona provocó el silencio. Las damas miraron los ojos de Lady Schwalzt. A la hora del té, donde se intercambia información y se comparten intereses y aficiones, la conversación en sà no se establecÃa más que en el salón. Por ello, la influencia y la repercusión cultural del salón eran grandes entre los jóvenes aristócratas de la capital.
Por ello, aunque hablaban de diversos temas, la última era sin duda una conversación de salón.
"..."
Schwaltz se sintió fatal aunque se vio obligada a sonreÃr. Estaba completamente alejada de la hora del té para mostrar su participación en la facción de Verónica. Lo que era más irritante era que se quedaba atrás en las áreas en las que se enorgullecÃa de la moda y las tendencias que las damas que venÃan a la hora del té ahora.
"Oh, cierto. He oÃdo que te han invitado a la hora del té de la princesa"
"SÃ, ahora que lo pienso, en dos dÃas"
Leona, que desconfiaba del incidente anterior, cambió de tema. Entonces, las damas dijeron una palabra como si estuvieran esperando.
"Vaya, te envidio. Estás invitada por la Princesa..."
"¿Dices que la mansión del Gran Duque es más elegante que el Palacio Imperial? Por favor, dime cuando vengas"
Gracias a esto, la boca de Schwaltz se cubrió con una verdadera sonrisa.
"Supongo que han invitado a un mercader del norte a la hora del té".
"¿De verdad?"
"SÃ, se dice que el único negocio en el imperio para hacer negocios con el Gran Duque"
"Vaya, un comerciante como ese debe tener muchas joyas raras"
"Eso he oÃdo. Asà que estoy deseando que llegue. No tienes la oportunidad de guardar cosas que son difÃciles de ver en el Imperio, ¿verdad?"
En el centro de la conversación, Schwaltz hizo gala de su relación con Verónica y presumió de ella. Las jóvenes abrieron los ojos en redondo y la miraron con envidia.
'¿No serÃa mejor la Gran Casa que el salón?'
Schwaltz, lamentando si seguir a Verónica en su corazón era algo bueno, se decidió. No creÃa que no hubiera razón para decir que el Gran Duque estaba por encima de la familia imperial. Schwaltz recuperó la confianza y dirigió la hora del té de forma animada. Ahora que hay un rincón de fe, ya no es necesario dudar ni intimidarse.
Pero su confianza no tardó en romperse.
***
Invitada a la hora del té de Verónica, Schwalts se dio cuenta de que estaba lejos de lo que pensaba. El tamaño de la magnÃfica mansión, de la que se sabe que es comparable a la del palacio imperial, era sorprendente, pero sólo eso. El estilo gótico tenÃa un gusto huérfano pero no sentÃa la atractiva belleza de lo llamativo.
'Creo que el anexo del Salón es mucho más magnÃfico y elegante'
Aunque no quisiera compararlo, el salón, construido en forma de una enorme cúpula, era tan impresionante que no resultaba inspirador.
'El mobiliario del salón también es un poco...'
Daba un ambiente tranquilo y sosegado, pero era muy anticuado.
'Comparado con eso, el salón es...'
Escuchó que Gaff y sus discÃpulos, venerados como los mejores carpinteros del Imperio, hicieron todos los muebles del salón. Eran realmente geniales, pero contenÃan el esplendor único de lo antiguo.
Fue entonces. Verónica, con un vestido de sirena con una figura distintiva, saludó al invitado con una sonrisa. Se entabló una conversación, pidiendo té y café a su gusto, y comiendo pasteles servidos por los chefs de postres.
'Incómodo'
Schwaltz no se sentÃa cómoda en esta posición, como si llevara una ropa que no le quedara bien. La razón era Verónica.
Schwaltz querÃa aprovechar esta oportunidad para acercarse a Verónica. Verónica era la única heredera del Gran Ducado. La consideraba positiva no sólo por su propia seguridad, sino también por su matrimonio y su familia. Pero cuando abrió la tapa, ella no era asà en absoluto.
'Ni siquiera sabe hablar correctamente'
La atmósfera no autorizada y prepotente de Verónica era incómoda de ver. Lo era aún más porque se trataba de una clara relación vertical.
Schwaltz no era el único. La mayorÃa de los seguidores de Verónica eran aristócratas que entraban en el Salón Secreto y estaban influenciados por su propia mentalidad y cultura de espÃritu libre. En consecuencia, no estaban muy interesados en la hora del té, cuando este tipo de relación vertical era forzada y formal.
'No es divertido'
'Hay mucha más información útil y buena cuando vas al salón...'
'No puedo sacar el tema del salón y estoy tan frustrada que tengo que tener cuidado con lo que digo'
'No he venido aquà para hacer esto'
Aunque no se expresaban, los pensamientos internos de las jóvenes no eran muy diferentes. Verónica comprobó la hora y sonriendo dijo.
"Ya es la hora. Ha venido un comerciante del Norte que lleva más de cien años comerciando con el Gran Duque. Tengo sus joyas y gemas nobles expuestas abajo, asà que vamos a verlas juntos"
Los ojos de las damas medio muertas estaban vivos. Por fin llegó el momento culminante de la hora del té de hoy. Siguieron a Verónica al salón del primer piso con emoción. Las damas, que vieron preciosas joyas y accesorios en la vitrina de cristal, se dirigieron hacia allà como si estuvieran hechizadas.
"Esto..."
La decepción se extendió por los ojos de las damas que miraban los objetos expuestos.
'Creo que vi este collar en el salón hace unos meses'
'Me gustan los zafiros, pero su trabajo es hortera'
'¿Mis ojos están mal? No me entra por los ojos'
Las joyas del Norte que maneja el salón se traen a través de la Corporación Castol. Por ello, siempre manejan sólo lo mejor, y pasa por las manos de los mejores artesanos del salón. Como el salón lo trata como una prioridad y vende los artÃculos restantes fuera, el nivel se ha visto obligado a bajar.
¿Qué debo hacer? Dijo que era un mercader del norte, y me golpeó con una gran explosión'.
'No deberÃa tener la hora del té por un tiempo'
Verónica sonrió sin conocer los sentimientos internos de las damas que trataban de manejar sus expresiones faciales.
"¿Qué te parece?"
"Es muy bonito. Este colgante de collar, wow, no puedo dejar de admirarlo. Los rubÃes del Norte son los mejores"
"Cómpralo si te gusta. Le dije al comerciante que prestara atención al precio"
"¿Qué? SÃ... Lo pensaré un poco. Hay tantas cosas que me gustan..."
Las señoras estaban avergonzadas y rodeadas. Ya habÃan visto collares más sofisticados y valiosos en el salón, y no querÃan gastar dinero para quedarse atrás.
Al final, algunas señoras, que no consiguieron la recomendación y el sentido del deber de Verónica, compraron a regañadientes el anillo o la pulsera más baratos.
Verónica dio por terminada la hora del té y concertó una cita para la próxima vez.
"Pronto tendremos un recital con el pianista Luvsky en el anexo de la mansión. Por supuesto, le invitaré con cultura aristocrática"
"Oh, un concierto en solitario. La princesa es demasiado noble"
"He oÃdo hablar del nombre Luvsky. He oÃdo que es un gran pianista"
Las damas dijeron que lo esperaban con ansias. Sin embargo, a diferencia del exterior, el interior era diferente. El recital de piano, aburrido y desigual, carecÃa francamente de interés. Era una mera formalidad.
"Te enviaré una invitación, nos vemos ese dÃa"
Verónica se despidió, lo que equivalÃa a un aviso y salió del salón. Muchos se sintieron decepcionados por la apariencia autoritaria de Verónica, aunque sus superiores no aprendieron a hablar de sus subordinados.
La expresión de Schwaltz al regresar a la mansión en el carruaje era sombrÃa. Esto se debe a que nunca habÃa experimentado una hora del té tan impresionante y sin sentido.
"Ja"
De repente, sintió envidia de las damas que entraban libremente en el salón.
Un dÃa en el que los suspiros eran profundos. Dos invitaciones llegaron a su mansión.
"Está aquà después de todo"
El rostro de Schwaltz estaba apagado cuando abrió la invitación enviada por Verónica. Era la primera vez en su vida que no tenÃa expectativas ni emoción. Schwatlz se dirigió a otra invitación.
"Es del Salón Secret, ¿verdad?"
Schwaltz se puso enferma cuando vio la invitación con el sello de L. A pesar del ruido, le sorprendió la amplia generosidad de L que le enviaba una invitación.
"¿Me invitas a un desfile de moda?"
Sorprendida por un momento, la excitación le inundó como una ola. La primera invitación fue la de L. Pensó que habrÃa suficiente justificación, y que de todas formas serÃa suficiente con llevar una máscara.
"¿Eh? Espera un momento..."
Schwaltz, que estaba emocionada por ir al salón, comprobó las dos invitaciones con una sensación de incompatibilidad. No tardó mucho en tener la cara blanca.
"¿Las fechas se solapan?"
***
"¿Vendrán?"
Khalif se mordió las uñas con nerviosismo. Más que la ansiedad por el primer desfile de moda, le interesaba saber si los seguidores de Verónica buscaban el salón hoy.
"Van a venir"
"¿Cómo puedes estar seguro de eso? Dijiste que coincidÃa con el recital de piano de Verónica hoy"
A pesar del lloriqueo de Khalif, a Elena no le temblaron los ojos.
"Van a venir, pase lo que pase. Verónica nunca podrá llenar las carencias que sienten"
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