Reina de las Sombras 149
La vÃspera (2)
Elena recordó a las dos personas que habÃa enterrado en su corazón. Han escapado sanos y salvos, están vivos, les va bien y están sanos... Las palabras enterradas en su corazón se amontonaban como bultos.
Cuando abrió el salón y tuvo una pequeña influencia, se sintió inmediatamente abrumada por el deseo de encontrarlos. Pero se contuvo. Le preocupaba que sus padres se enfadaran por su venganza. Un poco más, un poco más, lo pospuso asà y finalmente llegó aquÃ.
Emilio le dijo cuidadosamente.
"¿Por qué no los conoces ahora?"
"No"
La respuesta de Elena, que parecÃa que iba a reunirse de inmediato, fue inesperada. Elena movió sus emociones detrás de sus ojos rojos.
"Es bueno que estén, y me muero de ganas de saber que están bien. Más tarde, los buscaré con un poco más de tiempo"
"Benefactor"
Elena hizo como si nada hubiera pasado. Ella querÃa correr incluso ahora... pero no era tan tonta como para no superar los sentimientos del momento.
"El Gran Duque sigue vivo. Me pregunto si Leabrick está realmente fuera de la escena, y el Gran Duque Friedrich está sólo ahora en el frente. Tengo que aguantar. Mis padres podrÃan estar en peligro"
Elena y el Gran Duque no pueden vivir bajo el cielo. Un Gran Duque asà está vivo y bien. Ella no sabÃa qué harÃa el dÃa en que sus padres fueran descubiertos. Más bien, serÃa mejor posponer el reencuentro. No era demasiado tarde para visitarlos después de esta venganza.
'SÃ, asà está mejor'
Ahora le duele un poco, pero palpita como si le hubieran clavado una espina...
"Me encargaré de esos dos"
"Me alivia un poco que Emilio haya dicho eso. ¿Has oÃdo algo más sobre ellos?"
Emilio le contó todo lo que habÃa oÃdo. Se establecieron en el norte del paÃs y se dice que trabajaron en el negocio del vino. Añadieron aguardiente al vino para desarrollar vinos licorosos, que empezaron en pequeñas tiendas y ahora son tan populares que se entregan a los aristócratas del norte.
Elena estaba muy orgullosa de los dos que se establecieron en una tierra exótica sin ninguna conexión. El método de fundición del vino de Oporto estaba escrito en una carta entregada por Elena, pero era su capacidad de éxito. Cuando estaban hablando de mucho, Khalif que salió, volvió.
"Estoy aquÃ, ¿eh? ¿Estuviste aquÃ?"
Khalif se desplomó en el sofá vacÃo. Su rostro cansado mostraba dificultades.
"Senior, estás con la cara medio desencajada. ¿Es por el trabajo de ese dÃa?"
"¿Es porque estaba asustado? TodavÃa es difÃcil conciliar el sueño con la sangre y los cuerpos que vi ese dÃa"
"Lo siento. Es por mi culpa..."
Elena lo sentÃa de verdad. Vio morir a una persona delante suyo. Sólo eso era impactante, pero como sufrÃa un miedo extremo a morir, ni siquiera un hombre adulto serÃa capaz de superarlo mentalmente.
"No, no pretendÃa molestarle para que se disculpara"
El amortiguado Khalif cambió de tema rascándose la nuca.
"Deja de hablar del pasado. ¿Cuál es tu próximo plan?"
"Tomarse un respiro"
Elena continuó con calma.
"Voy a trabajar como L durante un tiempo, y voy a reforzar el interior del salón. Necesito algo de tiempo para recoger las partes podridas del Gran Duque. Estoy pensando en vender una trampa"
"¿Quieres echarle tierra encima?"
"Hasta ahora he sido pasivo, pero las cosas han cambiado. Voy a cazar"
Elena ha tenido muchas restricciones. Como ella planeaba evitar la vigilancia de Leabrick, tenÃa una opción estrecha. Pero ya no. Elena fue capaz de tomar la iniciativa de romper con la vigilancia y la opresión del Gran Duque.
"Revisé los estados financieros y los informes comerciales que me dio Emilio. Lo esperaba, pero los ingresos por inversiones inmobiliarias superaron mis expectativas"
"SÃ, me pareció caro, pero se alinearon nobles y comerciantes que quieren comprarlo más caro"
"Supongo que es cierto que los bienes inmuebles no traicionan a menos que haya una epidemia o una grave sequÃa"
Elena tenÃa una profunda sonrisa en la boca. Recientemente, los precios de los terrenos alrededor del salón se dispararon hasta el techo del sitio. El anexo, más grandioso y elegante que el edificio principal, fue resaltando la belleza del edificio, y a medida que la basÃlica, un gigantesco edificio rectangular de usos múltiples, tomaba su dignidad, el precio de los terrenos fluctuaba.
'Fue una buena idea comprar los terrenos y edificios circundantes en cuanto pude'
Elena vio al Gran Duque ganar cantidades astronómicas de dinero con el negocio de la calle Noblesse. Se dio cuenta de la importancia de la inversión inmobiliaria al ver cómo los terrenos de los barrios bajos comprados a precio de ganga se convertÃan en un plumero de oro.
AsÃ, hubo más de un centenar de edificios, bosques y terrenos comprados en la capital a nombre de L. Además, la diferencia de la venta era lo suficientemente grande como para quedarse después de construir nuevos salones. En nombre y realidad, no era suficiente para ser llamado el mayor financiero del Imperio.
"Senior"
"¿Por qué me llamas asà otra vez? Tengo mucho trabajo. Consigue que otro lo haga"
"La gente me malinterpretarÃa como un mal patrón. Por favor, arregla un asiento con los maestros"
Khalif, que habÃa estado flácido como un repollo en vinagre en el sofá, se levantó de un salto, sorprendido.
"¿Por qué? ¿De verdad vas a despedirme?"
"No le des la vuelta. Estoy intentando establecer una relación"
"¿Relación?"
"Han sido apadrinados por mÃ, pero no pueden insistir hasta cuándo. Es la mente del maestro que no se puede comprar ni con mil millones de dólares, y voy a mantenerlos cerca a partir de ahora"
Por eso patrocinaba a los maestros de la época y mantenÃa una estrecha relación con ellos a través de Khalif, un broker de arte, desde sus dÃas en la academia.
En ella se encontraban los maestros de la época, calles de arte punteras y centros culturales adelantados a los tiempos.
Cuando el cuadro de Elena esté terminado, la calle Noblesse perderá terreno. Los aristócratas sensibles a la moda y que valoran sus opiniones artÃsticas acudirán a esta calle donde nacen los salones.
"Veo lo que quieres decir. Lo programaré"
"Por favor, añada un mensaje para el Conde Willem y la familia Bastache. Espero que podamos vernos juntos"
Preguntó Khalif como si estuviera sorprendido.
"¿Su Alteza y Ren juntos?"
"SÃ, tengo algo que discutir"
Mientras Elena huÃa al salón, una colaboración entre Sian y Ren trajo a Reinhardt. Gracias a esto, consiguió desviar la atención de Elena, y el Gran Duque que trasladó a los Caballeros sin informar a la familia imperial se puso bastante difÃcil. Elena no desaprovechó esta oportunidad y quiso aislar aún más al Gran Duque polÃticamente. Entonces, la ayuda de esos dos era absolutamente necesaria.
"Me entristece escuchar eso. Su Alteza, aunque salga herido, lo está discutiendo con Ren, ¿y no lo va a discutir conmigo?"
"Si usted..."
"MÃrala hablar. Vamos a hablar de ello. Eso... Bien, trampa. SÃ, hablemos de una trampa otra vez"
Khalif con los brazos cruzados abrió los ojos. Era una señal de que no se darÃa por vencido hasta que lo discutieran. Como si no pudiera evitarlo, Elena dijo.
"Destruiré la ambición del Gran Duque"
"Bien, bien. DeberÃas ser ambiciosa. Pero, ¿cuál es la ambición del Gran Duque?"
Los ojos de Elena se profundizaron. Ella sabÃa el verdadero propósito del Gran Duque Friedrich, que nunca habÃa hablado antes.
"El Regente"
"¿Qué?"
"Tomar el control del Imperio en nombre del Emperador"
"¡Hic!"
Khalif, lo suficientemente sorprendido como para que su corazón revoloteara, hipó.
***
El piso franco del que salió Verónica era triste. Si no fuera por el lujoso carruaje que habÃa en la entrada, era tan lúgubre que podrÃa creerse abandonado. Los pasos del Gran Duque Friedrich sonaban en un lúgubre calabozo al que no se podÃa llegar.
"¡Ayúdenme! Me he equivocado. Ahora puedo hacerlo"
"Por favor, sáqueme. ¡Alteza! Le diré todo. ¿S�"
A pesar de la ferviente petición de los que estaban atrapados dentro de los barrotes, el Gran Duque Friedrich no dio ni una sola mirada. Estar atrapado aquà significaba por sà mismo que eran los que luchaban contra el Gran Duque, los inútiles o los que desobedecÃan. Deteniéndose al final del pasillo, el Gran Duque Friedrich miró por encima de los barrotes de hierro.
"Estás ridÃcula"
Leabrick, que se quedó con media cara por el encierro, levantó la cabeza. Llevaba el pelo desordenado y su pulcro vestido estaba sucio. No habÃa ni rastro de la mujer que sacudÃa el imperio con el cerebro del Gran Duque.
"Tsk, tsk, te ha ganado una chica que ni siquiera conoce las raÃces del ducado"
"..."
"La Leabrick de la conspiración parece haber tenido muchas burbujas en su reputación. O, después de probar el éxito moderado, se volvió arrogante"
Los ojos de Leabrick temblaban ante los insultos del Gran Duque Friedrich. PodÃa soportarlo tanto como él quisiera. Lo que era más miserable que eso era que Elena la pisoteaba tanto que no podÃa negar ni una palabra.
"... Mátame"
"¿Quieres que te mate?"
El Gran Duque Friedrich reÃa y reÃa.
"Esto es difÃcil. ¿No me veÃas demasiado misericordioso?"
"..."
"Me piden que pague una gran multa por mover a un caballero sin permiso en la familia imperial. ¿Eso es todo? Los nobles hablan mucho de tu mando de los Caballeros"
Leabrick se puso meloso. Fue un error y un fracaso. No tenÃa nada que decir aunque tuviera diez bocas. Mirándola evitando el contacto visual, el Gran Duque Friedrich dijo sarcásticamente.
"¿Has mirado aquà dentro? La mitad de las personas atrapadas aquà son obra tuya"
"S-Su Alteza"
"Sigue pudriéndote aquà dentro. Cada dÃa mÃrate en su lugar y desespera, Leabrick"
Cuando mencionó su nombre, los labios de Leabrick, que ya se habÃan vuelto azules, temblaron. El Gran Duque Friedrich revoloteó como si disfrutara de su reacción.
"¿No lo sabes de nuevo? Me pregunto si mi opinión cambiará con el tiempo. Entonces puede que piense en tu talento y te saque de allÃ"
"Por favor..."
El Gran Duque Friedrich se dio la vuelta con una pequeña risa, como si no pudiera oÃrla. Al poco tiempo, la quietud que se habÃa instalado sobre la parpadeante luz de las velas fue rota por los gritos de los prisioneros.
"¡¿Tú eres Leabrick?!"
"Me has encerrado aquÃ. Soy inocente!"
"¡Te voy a matar! ¡Te voy a matar y yo también moriré! Ugh!"
Los prisioneros atrapados en los barrotes de hierro dijeron varias palabrotas y se volvieron locos. Como dijo el Gran Duque Friedrich, la mitad de ellos fueron engañados por la conspiración de Leabrick o fueron tomados de manera hostil y atrapados aquÃ.
"Basta ya"
Leabrick levantó las piernas y se acurrucó. Sólo por el hecho de estar atrapada, sufrÃa un horror y una desesperación terribles, y cuando los abusos, los insultos, los menosprecios y los desprecios de los prisioneros con resentimiento se vertÃan, no tenÃa ninguna habilidad mental para enfrentarse a ellos.
"¡Por favor, basta!"
Leabrick se tapó los oÃdos con ambas manos y gritó. Sin embargo, sus gritos no sirvieron para nada más que para estimular aún más a los prisioneros que se encontraban en el mal. Más bien, se volvieron más intensos, como si trataran de aplastar su mente. Durante mucho tiempo.
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