Reina de las Sombras 13
Hurelbard (3)
Toc, toc.
Lunarin respondió rápidamente a la llamada fuera del salón y la confirmó.
"Señorita, la modista Lusen ha llegado"
"DÃgale que pase"
Cuando se dejó caer el permiso, la ayudante y los sirvientes traÃdos por el embajador Lusen trasladaron diligentemente los vestidos, las cortinas bordadas y las alfombras al salón. Elena salió de la terraza y entró en la habitación sólo después de que el dueño Lusen dejara la tienda intacta en el salón.
"Saludos a su Alteza la Princesa"
"Gracias por venir. ¿Me ha dicho el mayordomo que usted se encargó del vestido para la fiesta de cumpleaños?"
"SÃ, en realidad fue una llamada a la medida"
"Vamos a ver el diseño"
La modista Lusen asintió e indicó a la asistente que trajera las notas del diseño. Elena, a la que le entregaron una nota de diseño, la ojeó con pesadez. La modista Lusen reaccionó con sequedad y se puso nerviosa.
"¿No te gusta?"
"La lÃnea está bien, pero el encaje es poco convencional. Además, los patrones y diseños son muy clásicos"
"¿Ah, s� Si tienes un estilo que quieres, lo reflejaremos activamente"
Ahora bien, si cambiaba el diseño, serÃa difÃcil producirlo para la fiesta de cumpleaños. Sin embargo, como era la orden de la princesa Verónica, no lo expresó.
"Lo único que quiero es un vestido que se adapte a mi posición de estrella social. Ya sabes, como la VÃa Láctea en el cielo nocturno, una sensación de luz de estrella"
"¿Luz de estrellas?"
Lusen, el modista que preguntó, arrugó las cejas. Era una petición demasiado abstracta para atenderla.
"Cuando se ilumina, se vuelve más colorido. Un vestido que me hace destacar como la VÃa Láctea de cinco colores en el cielo nocturno"
"Galaxia, VÃa Láctea"
"Es fascinante sólo imaginar un vestido con una impresionante luz de estrellas"
"¡Oh! Tengo una idea aproximada de lo que se siente. Me prepararé con toda mi energÃa"
Elena sonrió en silencio mientras observaba a Lusen, que parecÃa decidido.
'No te esfuerces demasiado. Todo lo que tienes que hacer es traer un vestido ultra caro con joyas costosas como rubÃes, zafiros y perlas'
Estaba claro que se quedarÃa muy corto. El tiempo será corto, y la armonÃa se arruinará por el vestido que sólo persigue el glamour.
'No me importa'
No querÃa hacerse notar con el vestido, ni pretendÃa llamar la atención. Elena ideó un plan deliberado. ¡Devorar la riqueza del Gran Duque! Sólo imaginarlo le emocionaba todo el cuerpo. Elena gastó una cantidad limitada de dinero bajo el control de Leabrick. Como una mesada. Ella lo tomó tontamente pensando que era natural.
¿Por qué? Ella es una falsa Verónica. Es una sustituta.
Pero ahora que lo miraba, no habÃa ninguna razón. A partir de la fiesta de cumpleaños, todos los nobles del Imperio la aceptarÃan como la princesa Verónica. Elena era tan buena como real al ser reconocida por la sociedad. En cuanto se dio cuenta, no tenÃa intención de gastar el dinero de acuerdo con el control de Leabrick.
Elena planeaba convertirse en la mejor mujer de lujo del continente. Las riquezas del Gran Duque que no se secan permanecerán secas. Y el vestido, las joyas, los zapatos y los accesorios que compró serán eliminados por separado. En particular, los vestidos con joyas de poco valor tenÃan un bajo Ãndice de reducción.
En otras palabras, significaba que Elena se convertirÃa en un fondo secreto que puede ser operado en secreto tan pronto como los bienes de lujo comprados con la riqueza del Gran Duque se eliminó.
"Oh, casi lo olvido, pero no le digas a nadie más que a mà que has cambiado el diseño del vestido. Quiero sorprender no sólo a mi padre sino también a los aristócratas que vinieron a celebrar el cumpleaños"
"Mantendré la boca cerrada"
Elena cambió de tema sólo después de seleccionar varios vestidos más.
"Eso es todo en cuanto a los vestidos, y vamos a ver las cortinas bordadas"
"SÃ, son cortinas que tienen bordados de copos de nieve sobre seda del norte"
Después de que le explicaran todo, Elena eligió las cortinas y las alfombras que le gustaban y las instaló en su habitación. Poco después de terminar sus tareas, la visitó la rutina del carpintero.
El carpintero, que fabricaba muebles utilizando dos cosas aparentemente improbables, mármol y madera vieja, era uno de los mejores artesanos del imperio. Tras solicitar la fabricación de camas, mesas auxiliares, armarios para la ropa y gabinetes que reflejaran el gusto de Elena, el rutinario carpintero volvió a trabajar.
'¿Leabrick está atrasado? Creo que ya es hora de que venga'
Fue cuando Elena se sentó en la terraza a disfrutar del té y de la puesta de sol.
"Mi señora. La vizcondesa Leabrick está aquÃ"
"DÃgale que pase"
El tÃtulo oficial de Leabrick era el suyo. Un imperio con mayores derechos para las mujeres que otros paÃses, donde podÃas tener un tÃtulo de sede si eras mujer. Leabrick, que entró en el salón, encontró a Elena sentada en la terraza y abrió los ojos con fiereza.
"Necesito tener una larga charla con Su Alteza, asà que quédate fuera"
"SÃ"
En cuanto Lunarin bajó, Leabrick salió a la terraza, en la que soplaba aire frÃo.
"Liv, ¿estás aquÃ? Siéntate aquÃ. El sabor de beber té negro mientras se ve la puesta de sol es excelente"
La expresión de Leabrick se volvió más frÃa ante la invitación de Elena, que estaba cómodamente sentada.
"¿Qué estás haciendo?"
"¿S� ¿Qué?"
Elena, un poco avergonzada por la cortante pregunta, dejó la taza que sostenÃa.
"Debà advertirte que no actuaras arbitrariamente. No sólo quemaste tus vestidos y cortinas, sino que trajiste a una modista y a un carpintero... Te lo advertÃ. Quiero que me consultes y pidas permiso para cualquier cosa"
"...¿Era esto algo para lo que necesitaba permiso?"
Los ojos de Elena se llenaron de lágrimas. Con una expresión inocente, Leabrick reprimió su irritación con una paciencia sobrehumana.
"¿Asà que pensaste que no necesitabas permiso?"
"Pensé que este pequeño asunto podÃa ser decidido a mi discreción incluso sin el permiso de Liv"
"¿Qué?" gritó Elena.
"Lo sé. Pensé que Liv estaba siempre ocupada y que, en el mejor de los casos, no podÃa preguntarle por cada pequeño cambio de vestido o de muebles. ¿He hecho algo mal?"
"DeberÃas haber preguntado. ¿No pensaste que se podÃa sospechar de ti?"
La expresión de Elena se tornó seria ante la palabra sospecha.
"¿Por qué iba a ser sospechosa? No tengo ni idea. Liv, ¿qué he hecho mal? Por favor, dÃmelo. Lo arreglaré, para que no vuelva a suceder, ¿de acuerdo?"
"..."
Leabrick se quedó momentáneamente sin palabras cuando le volvieron a preguntar. HabÃa dudas, pero nadie en el Gran Ducado sospecharÃa que Elena era una falsa. Esto se debe a que ella echó a todos los que tenÃan un poco de relación o recordaban a Verónica. El comportamiento de Elena sólo habrÃa sido visto como caprichoso.
"No hay nada tan temible como los chismes sociales. El contacto con gente de fuera puede ser la causa del incendio"
"Oh, por eso. Lo siento. Pediré permiso, aunque sea trivial. Asà que perdóname por mi error de hoy, Liv"
Leabrick asintió de mala gana ante la sincera petición. Definitivamente fue ella la que tomó la iniciativa, pero se sintió incómoda porque pensó que la habÃa detenido sin saber dónde.
Elena, por el contrario, estaba muy satisfecha. Era porque habÃa evitado astutamente el interrogatorio de Leabrick y, al mismo tiempo, habÃa algo que atrapar.
'¿Quieres permiso? Lo haré si quieres'
Si ella iba a seguir el ejemplo, ella seguirÃa a Leabrick sinceramente.
'Pero eso no será necesariamente algo bueno'
Ella no tenÃa intención de escuchar lo que Leabrick quiere.
***
Leabrick siempre estaba presionado por el tiempo. Su carga de trabajo estaba más allá de la imaginación, ya que no habÃa lugar en el Imperio donde el poder del Gran Duque Friedrich no tuviera rival. Era difÃcil encontrar algo fuera de su alcance, desde los asuntos comerciales más importantes hasta las reuniones privadas de los aristócratas de la periferia.
Leabrick se quitó las gafas y se acarició los ojos apagados.
'Es demasiado tiempo para ir desde y hacia el Ducado'
Pero era una elección inevitable. La ausencia de la princesa Verónica era un duro golpe para la estructura sucesoria del Gran Duque. En particular, Sir Ren de la familia Bastache, que era independiente de ellos, era joven pero no es en absoluto un humano fácil.
Ahora que el Gran Duque Friedrich gozaba de buena salud, ella contenÃa la respiración, pero si la ausencia de la princesa Verónica se prolongaba, es probable que se alzara como heredero de la Gran Casa hablando por las venas. Para evitarlo de antemano, fue hasta el otro lado del continente y se tomó la molestia de traer a Elena.
Era la mejor opción para Leabrick, pero los documentos de aprobación amontonados y la agenda que habÃa que tramitar eran suficientes para que incluso la inteligente mujer se sintiera cansada y sensible.
Toc, toc.
La llamada sobresaltó a Leabrick. Estaba segura de que habÃa acordado no dejar entrar a nadie.
"Soy yo, Liv"
Fue Elena quien abrió la puerta sin permiso e inclinó la cabeza.
"Lo siento, he oÃdo que me has dicho que no deje entrar a nadie"
"No, no te quedes ahÃ. Entra"
Mientras hablaba con aire de disgusto, Elena, que se habÃa dado cuenta, entró en silencio en la habitación.
"Me dijiste ayer que pidiera cosas y decisiones triviales"
"Lo hice"
"No tengo zapatos que ponerme, asà que creo que tengo que reunirme con los dos artesanos y pedirlos por separado. ¿EstarÃa bien?"
"SÃ"
La expresión de Elena se iluminó cuando Leabrick aceptó a la ligera.
"¿De verdad?"
"Dijiste que lo necesitabas. Dile al mayordomo que traiga a uno de los mejores artesanos de la capital"
"Muchas gracias por tu preocupación, Liv"
Elena agitó su falda como si no pudiera ocultar su alegrÃa, saliendo del despacho.
Leabrick volvió a dirigir su mirada a la pila de documentos que tenÃa que tratar. Aunque el flujo se vio interrumpido por la repentina visita, se sintió aliviado de poder prestar especial atención a la gestión y el control de Elena, que seguÃa siendo insuficiente en el servicio.
¿Y tal vez una hora más tarde?
'Según el informe, el vizconde Bianca tuvo un contacto informal con la familia imperial...'
Fue cuando se preocupó por el tratamiento problemático.
Toc toc.
Elena asomaba la cabeza mientras levantaba la cabeza por reflejo ante el golpe.
"Siento interrumpir, Liv. Tengo una pregunta"
"¿Qué está pasando?"
Preguntó Leabrick, conteniendo su irritación.
"Después de vestirme, no tenÃa collares ni pendientes que ponerme"
"Dile al mayordomo que traiga a un joyero de la capital"
"¿De verdad puedo hacer eso?"
Elena hizo brillar sus ojos.
"¿Hay algo más de lo que quieras hablar?"
"¿Qué? No"
"Entonces vete"
Elena salió del despacho asintiendo.
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