Llora Hermosamente 28
"¡Señorita!"
Desde el final del pasillo, el sonido de los sirvientes corriendo en respuesta a la llamada de auxilio de su señora. Cesare miró su mano vacÃa que Damia habÃa deslizado con una cara que no pudo leer.
Damia creyó ver amargura en su expresión. Pero al momento siguiente, Cesare sonrió sorprendentemente.
"No tiene sentido mencionar mi nombre, Damia. Se supone que aún no he vuelto, asà que será mejor que seas inteligente"
"....."
"Y no le abras más las piernas"
Damia frunció el ceño mientras escuchaba los rápidos comentarios finales de Cesare. Hoy hablaba con enigmas, pero Cesare saltó por la ventana y desapareció antes de que ella pudiera organizar sus pensamientos.
"Señorita, ¿Qué sucede?"
"¿Se encuentra bien, mi señora?"
Los sirvientes, que entraron corriendo, abrieron la puerta y miraron dentro de su habitación. Pero Cesare ya se habÃa marchado.
"Damia, ¿qué ocurre? ¿Qué ocurre?"
Noella, que se despertó del sueño, apareció con la cara ligeramente hinchada y preguntó preocupada. Aunque Damia era su hijastra, parecÃa estar sinceramente preocupada y preguntándose si le habÃa pasado algo. Noella salió con tanta prisa que hasta las zapatillas que llevaba en los pies estaban desniveladas.
"Madre"
Damia se mordió los labios y estudió el rostro de su madrastra. ¿SabÃa Noella que Cesare habÃa vuelto? Si lo supiera, serÃa natural que se lo dijera; pero, ¿por qué no dijo nada?
Damia bajó los ojos para ocultar sus dudas. Y se disculpó ligeramente con educación, como si no fuera nada.
"Debo haber tenido una pesadilla, madre. Fue tan vÃvida que pensé que alguien habÃa entrado realmente en mi habitación. Siento la molestia"
QuerÃa morderme la lengua para decir esto aunque no habÃa hecho nada malo. Pero ahora tenÃa que hacerlo.
El norte era un lugar pequeño. HabÃa pocas caras nuevas. Al cruzar un puente, seguro que te topabas con alguien conocido. Sin embargo, la reputación de Damia se irÃa al garete si se extendiera el rumor de que un hombre misterioso y monstruoso irrumpió en el dormitorio de una virgen soltera.
'Quizá eso es lo que pretendÃa Cesare'
Damia estaba furiosa, pero se apartó por ahora. Ahora hay demasiados oyentes, incluidos los empleados. Consciente de ello, lo pintó como si no fuera gran cosa y mandó salir a los sirvientes que seguÃan mirando por la habitación.
"Disculpen las molestias de la noche. Pueden irse todos"
"SÃ, señorita. Que tengan una buena noche"
Los sirvientes se retiraron con miradas perplejas y expresiones confusas. Pronto, Damia y Noella fueron las únicas que quedaron en su dormitorio.
"Me alegro de que no haya pasado nada. Uf, estaba muy preocupada y pensaba que te habÃa pasado algo"
Noella, aliviada e ignorante, contuvo su corazón palpitante. Mientras el Conde, su marido, estuviera fuera, ella estarÃa en problemas si algo le sucedÃa a su hija. Pensó que era una suerte que sólo fuera una pesadilla.
"Te vi mayorcita que creà que habÃas crecido del todo, pero incluso tú tienes dÃas asÃ"
Noella, que se tapó la boca y rió aliviada, estaba a punto de darse la vuelta. Pero Damia extendió rápidamente la mano y la agarró de la manga. Le susurró en voz baja al oÃdo, que miró hacia atrás sorprendida y curiosa.
"Pero es raro, madre. Cuando me desperté... vi a mi hermano, Cesare"
En mi habitación.
Los ojos de Noella se agrandaron al escuchar las palabras de Damia. Damia mantuvo la mirada en su rostro y estudió su reacción con atención. Los ojos escarlata de Noella evitaron su brillo y, como si estuviera avergonzada, apenas respondió:
"Pero Cesare aún no ha regresado del Templo, querida. Además, no es el tipo de niño que se colarÃa en el dormitorio de su hermana adulta... Probablemente lo viste mal: medio dormida"
Damia bajó los ojos, guardando su expresión. Era una respuesta como ella esperaba. Por eso Cesare le habÃa advertido que no servÃa de nada mencionar su nombre.
Si ella decÃa que alguien que no estaba aquà entraba en el dormitorio. ¿Quién iba a creer lo que decÃa Damia? No habÃa duda de que su acusación serÃa descartada como un sueño.
Aunque Damia insistiera y anunciara seriamente el asunto, la pérdida era más importante que la ganancia. Un hermanastro sin parentesco se escondió en el dormitorio de su hermana en medio de la noche-Ha.
No habrÃa mayor escándalo en la comunidad conservadora del norte. La preciada familia de Damia pasarÃa a ser maltratada en el malvado boca a boca del pueblo.
Cuando Damia pensó en que el honor de su familia serÃa mancillado y despedazado en innumerables ocasiones, sólo habÃa una respuesta posible.
".......... SÃ. Como estaba durmiendo, puede que lo haya visto mal"
Pero un dÃa haré que Chesare pague por lo que hizo.
Damia sonrió, con una sonrisa perfecta, mientras reprimÃa su furia interior.
Cesare estaba visiblemente agitado cuando ella sacó a relucir las "cosas" del Templo. Era la primera vez que lo veÃa tan alterado, tan escurridizo y astuto como era, como una serpiente.
'Debe ser importante'
¿A quién deberÃa investigar para saber más sobre esos objetos? ¿Akkard? Escucharon la misma conversación en la taquilla juntos.... ¿entendÃa él lo que significaba esa conversación?
Damia pensó en la mano caliente de él, que le revolvÃa la falda sin vacilar, incluso en la taquilla. Y luego en Cesare, que le apretaba el cuello exhortándola a elegirlo con sus persistentes ojos.... naturalmente, un suspiro cansado fluyó entre sus labios.
"Haaaa"
Su cuerpo no valÃa nada para el hombre que amaba, pero habÃa demasiada gente que no le importaba que la codiciara.
"¿Qué? ¿Es eso cierto?"
Cecil se asustó, agarrándose las dos mejillas. Estaba encantada de ver a Damia, que la visitaba incluso en un dÃa de lluvia.
Pero su elegante rostro estaba ahora sorprendido y temeroso. Era por la advertencia que le habÃa hecho Damia.
"¿Loise Ferira me va a dar algo?"
"SÃ, Cecil"
Damia asintió en señal de confirmación. Por mucho que se esforzara en vigilar a Cecil, no podÃa ser más cuidadosa que ella. También era la responsabilidad y la vida de Cecil, asà que tenÃa derecho a saberlo.
"TodavÃa no sé lo que Louise está tratando de alimentarte, pero..."
"¡Veneno! ¡Estoy seguro de que es veneno! ¡Louise Ferira, esa chica va a conseguirlo!"
Cecil, que se levantó de su asiento, perdió su habitual compostura y se enfureció. Habiendo sufrido a Louise en el pasado, estaba completamente indignada.
"Cálmate, no creo que sea veneno"
"¿Entonces qué podrÃa ser? ¿Crees que ella me darÃa ginseng rojo? ¡¿Y desearÃa que estuviera sano?!"
Gritó Cecil, que recientemente nombró el alimento más popular importado del continente oriental. HabÃa otra razón por la que estaba tan harta de Louise.
"Damia, ya lo sabes. El hecho de que nuestra familia tiene un negocio con el Conde Ferira!"
SÃ, el marqués Evergreen, hacÃa negocios en la distribución de minerales del Norte a la capital. Y desafortunadamente, el proveedor de los minerales era el Conde Ferira.
Debido a esto, Cecil estaba angustiado. No querÃa tener nada que ver con Louise, pero debido al negocio familiar, tendrÃa que seguir relacionándose con ella, lo que lo hacÃa aún peor.
"Es hora de renovar nuestro contrato anual, ¡asà que nos reuniremos la semana que viene! Estoy segura de que me envenenará entonces, ¿Qué debo hacer? ¿Qué debo hacer?"
Cecil iba de un lado a otro de la habitación con pasos ansiosos y estaba perdida. Damia la miraba, suspiraba y le agarraba la mano.
"¡Te estás perdiendo, Cecil! Siéntate por ahora. Vamos a pensar juntas"
La sugerencia de Damia de pensar "juntas" funcionó un poco. Cuando una estaba nerviosa, lo mejor era hablarlo con su mejor amiga.
Cecil, que estrechó la mano de Damia, se desplomó en el sofá, murmurando,
"No sé si es veneno o no, pero ¿por qué Louise intentarÃa obligarme a comerlo? ¿Qué demonios busca?"
Estoy segura de que codicia mi broche de perlas negras del sur que he estado escondiendo
Cecil habló con seriedad. Sólo con esas palabras, estaba claro que su ansiedad la estaba afectando.
"Bueno... umm"
Damia sacudió la cabeza con una mueca de amargura, devanándose la cabeza en busca de alguna posibilidad de que Louise o Cesare pudieran tener como objetivo a Cecil.
El marqués Evergreen, la familia de Cecil, era una de las más prestigiosas del Norte. Por lo tanto, tenÃa mucha influencia, tanto en los negocios como en las conexiones personales.
'Asà que están tratando de reclutar a Cecil, la hija única'
Damia suspiró. Era mejor cuando pensaba que el propósito de Louise Ferira se debÃa a un resentimiento personal. Sin embargo, nunca hubiera podido imaginar que habrÃa una complicada conspiración que implicaba al Templo y a Cesare.
"Lo siento mucho, Cecil, Cesare está de vuelta....... pero no sé dónde se esconde"
Necesitaba encontrarlo para obtener una pista. Damia suspiró, echando hacia atrás su larga cabellera. Entonces Cecil, que se calmó un poco, respondió.
"No pasa nada. SabÃa que tu hermanastro harÃa algo asà algún dÃa"
"¿Cómo lo sabÃas?"
"Sólo. Sólo un presentimiento"
'........ Me temo que sÃ'
Damia miró a Cecil con una mirada ridÃcula. Sin embargo, Cecil parecÃa severa a su manera.
"¿Te acuerdas? Cuando Kael recibió una notificación por haber aprobado el examen de ingreso a la Jaula de Paladines"
"SÃ"
Damia asintió con la cabeza. ¿Cómo podrÃa olvidar ese dÃa? Fue un dÃa en el que se rompió el mundo de cristal que habÃa construido durante diez años.
HabÃa sido el cumpleaños de Cecil. Por lo tanto, muchos invitados, incluyendo a Damia, estaban presentes. AsÃ, el protagonista del dÃa debÃa ser Cecil.
El padre de Kael, el marqués Roysten, no era un villano. Sin embargo, su defecto era que tenÃa poco tacto. Cuando estaba a punto de salir de casa para asistir a la fiesta de la familia Evergreen, le llegó una carta de aceptación en el Templo.
La noticia de la aceptación del segundo hijo hizo saltar de alegrÃa al marqués de Roysten. Incluso llevó la carta a la fiesta de cumpleaños de Cecil. Y se mostró bullicioso con todos los presentes, incluida la persona implicada, Kael.
Como aristócrata del norte, era un honor poder servir al Templo. Todos felicitaron a Kael Roysten por su incorporación al Santo.
Excepto Damia y su amigo Cecil Evergreen.
"Ese dÃa, lloraste mucho. Tonta"
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