Llora Hermosamente 23
Damia miró el rostro de Klaus después de una larga ausencia con una mirada desconocida. HabÃa sido un chico delicado y sensible cuando era joven. Cuando vio que se habÃa convertido en un joven grande, parecÃa una persona nueva.
'He oÃdo hablar de tu amistad con Cesare, pero nunca pensé que te verÃa aquÃ'
Pero ahora no era el momento de sumergirse en los sentimientos del pasado. Ante las repentinas palabras de Klaus, Louise pareció firmemente ofendida.
"¿Por qué odio a Damia Primula? No tiene nada que ver contigo"
Klaus se rió de la actitud de Louise.
"Ah. Es obvio; no puedes ocultar tus sentimientos. Parece divertido tomar una amiga de Noona ¿Damia?"
"¿Por qué? Ahora vamos. ¿Sientes pena por ella?"
"Bueno, un poco"
Klaus confirmó en un tono limpio. Louise gritó ante su respuesta.
"¿Por qué demonios a los hombres sólo les gusta esa chica? ¿Qué es lo que me falta o menos cuando se trata de Damia Primula?"
"¿Acaso no tienes nada aqu�"
Klaus se apretó el pecho y se rió. A Damia no le resultaba familiar esa expresión de picardÃa.
La cara de muñeca de Louise, que presenció este movimiento, se puso roja al instante. Aun asÃ, su complejo y sentido de inferioridad se elevó mientras levantaba la mano.
"¡Klaus, cómo te atreves a burlarte de mÃ......!"
"Uy..."
Klaus, cuya edad era activa en la actividad fÃsica, evitó su mano sin dificultad. Sin embargo, no pudo escapar de sus patadas bajo la generosa falda.
"¡Oww!"
Klaus recibió una patada en la espinilla con sus zapatos puntiagudos. Él frunció el ceño, y sus ojos mientras miraba a Louise se volvieron fieros. ParecÃa decir que soportarÃa que le pegaran una vez por una broma, pero no lo soportarÃa si le pegaban más.
Al ver esto, Louise apretó los dientes con rabia y se obligó a bajar el pie. Estaba en el mismo barco que él, le gustara o no. Si ella creaba más resentimiento entre ellos, nada bueno saldrÃa de ello.
"¡Deja de bromear y céntrate en lo que tienes delante! ¿Entiendes?"
Louise le espetó y se dio la vuelta. Temblaba de rabia y se alejaba como si no quisiera estar en el mismo espacio que Klaus.
"SÃ, sÃ, sÃ. Cuando te pongas en contacto con Cesare, ¡no te olvides de decÃrselo! No vuelvas a 'parpadear'"
Por supuesto, no hubo respuesta. Klaus se frotó la espinilla magullada, mirando en dirección a la desaparición de Louise.
"Qué carácter"
Klaus chasqueó la lengua con desagrado y finalmente se marchó. Damia contuvo la respiración y esperó a que sus pasos desaparecieran por completo sobre el pasillo.
"....."
ParecÃa que todos se habÃan ido de verdad. Damia suspiró y relajó su cuerpo. Después de estar muy nerviosa durante mucho tiempo, estaba muy cansada.
Estaba a punto de empujar la puerta de la taquilla cuando una gran mano apareció por encima de su hombro, agarrando su delicada muñeca.
Damia se sorprendió tanto que su corazón se agitó. Su cuerpo tembló al darse cuenta de que habÃa olvidado por completo al hombre que tenÃa a sus espaldas.
"Oh, ¿Lord Akkard?"
Damia le devolvió la mirada con cuidado. No era lo que pretendÃa, pero el movimiento se acercaba al de una bestia feroz.
Era inevitable. Akkard se reflejaba tenuemente en la sombra más clara de la puerta desde las sombras oscuras y exudaba una sensación de peligro. Especialmente sus afilados ojos que brillaban bajo las gruesas cejas.
"No salgas todavÃa"
Susurró brevemente a Damia, disuadiéndola. Damia estaba desconcertada. El sonido de barrer vino de alguna parte.
"Es una criada"
Damia se sintió avergonzada. Ciertamente, parecÃa un poco difÃcil salir ahora. La criada estaba barriendo un pasillo sin nadie más y se sorprenderÃa si alguien saliera de repente de la taquilla.
Y además, dos de ellos.
Sobre todo si la pillaban escondida con Akkard, habrÃa rumores extraños. Damia apartó de mala gana la mano de la puerta. Y se sorprendió y se puso rÃgida cuando intentó retroceder de forma sobresaltada.
'Ah, otra vez...'
Lo sintió. Algo de ella la apuñalaba ferozmente detrás del culo. Estaba caliente y duro, como si fuera a atravesar su ropa ahora mismo.
"Hey, Sir Akkard..."
Damia le llamó por su nombre sin saber qué hacer. No podÃa entender por qué su miembro era tan feroz; ni siquiera era de noche.
El rostro que le devolvÃa la mirada era lastimero y bonito, y los ojos azules que se balanceaban bajo las largas pestañas se agrandaron porque no sabÃan qué hacer. En cuanto lo vio, su ingle se llenó de energÃa.
"Si no quieres que te atrapen, quédate quieta"
Susurró Akkard, que tenÃa los dientes apretados con fuerza, y trató de recuperar el aliento. Pudo ver cómo Damia se ruborizaba cuando su aliento calentado por el deseo tocaba sus orejas. Como si fueran de porcelana, las blancas y delicadas orejas estaban coloreados de rosa rojizo en el extremo.
En cuanto vio esto, Akkard giró literalmente los ojos.
No puedo soportarlo más
Ha sido paciente durante mucho tiempo. No fue intencionado, pero estaba sujetando a Damia por detrás.
Su vestido de fiesta de té de verano era fino y ligero. Más allá de la tela suave como la seda, las nalgas suaves y regordetas de Damia se sentÃan claramente. Sólo un toque harÃa que cualquier hombre jadeara, se pusiera duro y sobresaliera como un perro cachondo en celo.
Por si fuera poco, también tenÃa una rica cabellera y un buen aroma que salÃa de su blanco cuello. Sólo eso matarÃa a decenas y Damia Primula incluso se inclinó hacia adelante en esta situación.
Asà que su culo naturalmente presionó contra él. Era descuidada y se frotaba suavemente contra él, alimentando el deseo del hombre.
Por lo tanto, todo era culpa de Damia que ahora estaba en celo.
Asà que tienes que asumir la responsabilidad
Con los ojos tenuemente brillantes, Akkard abrazó su esbelto cuerpo con fuerza desde atrás. Luego alargó la mano y empezó a apretar sus voluptuosos pechos por encima de la ropa.
"¡......Sir Akkard!"
Sorprendida, Damia le llamó con un sonido sofocante e intentó quitarle la mano. Pero Akkard ignoró su voz y le puso los dientes en el cuello.
"¡Ah!"
"Shhh. Si sigues haciendo ruidos fuertes, podrÃan abrir la taquilla..."
Advirtió, mordiendo su largo y blanco cuello como un ciervo. Y malhumorado, comenzó a acariciar su pecho con más ahÃnco.
Un inimaginable pecho grande llenaba la palma de su mano, dándole una orgullosa plenitud. Cuando pasó un par de dedos por sus picos, pudo sentir sus pezones erguidos bajo el fino vestido.
"Están de pie, ¿verdad?"
Cuando la escupió intencionadamente para avergonzarse, pudo ver cómo su cuello se ponÃa más rojo delante de él. Era tan linda mientras luchaba por contener la voz. Entonces Akkard abrió la parte delantera del vestido y le tocó directamente los pechos.
El cuerpo de ella se estremeció mientras él pellizcaba sus temblorosos pezones y le daba vueltas y vueltas. Además, con la oreja temblorosa de ella en su boca, brotó un dulce gemido.
"¡......unghn!"
Las lágrimas brotaron en los ojos de Damia. Las burlas y las caricias a sus pechos eran demasiado provocativas, asà como las burlas con la lengua que penetraban en su oreja. Incluso cuando ella intentaba evitarlo, él no se movÃa como si sus brazos fueran de hierro.
La lengua, que entraba y salÃa de las orejas, tocó sus redondas orejas y chupó la tierna carne que habÃa detrás de la oreja, para luego morderla. La sensación que se originaba en un pequeño lugar a menos de medio palmo de la palma de la mano la engullÃa y sacudÃa todo su cuerpo.
Fue el momento en que Damia tembló sin cesar ante lo desconocido. Una mano que le apretaba el pecho bajó hasta el ombligo y escarbó en el dobladillo de la falda.
"N-no..."
Damia se apresuró a cerrar los muslos. Sin embargo, como si se riera de sus esfuerzos, la gran mano de él se coló por el hueco.
Con su mano callosa, las yemas de sus dedos grandes y ásperos tocaron suavemente su delicada entrada. Mientras los dedos calientes de Akkard presionaban lenta y suavemente contra su hinchada y ligeramente gruesa conchita, su obscena miel rezumaba y fluÃa desde el interior.
"Se está mojando"
Akkard gimió como si la estuviera reprendiendo, pero jugó con ella con sus manos. En su sensible conchita, separó sus suaves labios como pétalos con dos dedos y su dedo medio la acarició y luego aplastó la parte superior de su clÃtoris. Como reacción, la miel caliente volvió a brotar del interior de su entrada.
Damia le devolvió la mirada, jadeando casi llorando. HabÃa una persona fuera de la taquilla y parecÃa que no sabÃa cómo hacerlo. Su cara, tan abrumada por el placer que no sabÃa qué hacer, despertó aún más el sadismo del hombre.
"Qué tonta"
Ese tipo de expresión facial es contraproducente. Besó la sien de Dama y susurró con un cariño horrible.
A diferencia de su voz lenta y oscura, su comportamiento se volvió más urgente y áspero. Después de bajarse bruscamente los pantalones, agarró el suave culo de Dama y empezó a frotar su pilar en su diminuta y blanca ropa interior que se revelaba bajo la falda levantada.
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