Perséfone 47
Engañado
Sus interminables gemidos y su mano que no encontraba nada a lo que agarrarse temblaban como las ramas de los árboles del bosque. Cuanto más hacía ella, más perdía Hades la cabeza.
En este momento, lo que más no podía soportar era a sí mismo. La chica no lo amaba, pero desde el momento en que lo supo, pareció perder la razón.
No podía permitir que ella lo engañara y huyera de él, de él que se convirtió en un desastre como si le hubieran destrozado las entrañas. Mientras vagaba por la superficie, decidido a encontrar la isla de Deméter, sufría más ira día a día. Fui engañado, pensó. De quién era la culpa de que yo sólo fuera una marioneta en manos de la joven diosa, pensó. Si pudiera superar eso, sería suficiente.
Sin embargo, eso era imposible.
"¿No creías que te encontraría? ¿Realmente lo creías? ¿Creías que la protección de Deméter era tan grande? ¿Eh?"
La burla perfecta.
-Esa es la hija de Demeter. ¿No lo sabías ya que estáis muy unidos? No estaba seguro al principio, pero definitivamente lo vi. No escuchaste la historia de la hija virgen que Deméter apreciaba tanto que la atrapó en una isla.
Las palabras de Hermes resonaron en sus oídos...
Hades no olvidó las palabras de Perséfone cuando se le presentó.
-Mi madre está preocupada por mí porque me quiere demasiado. Mi madre me llamó Kore porque quería que fuera Kore para siempre, y las otras ninfas que la escucharon me llamaron así, por lo que se convirtió en un apodo.
Todo tenía sentido...
"Fue tu mayor error confesar que creías en un ser humano"
Dijo, refiriéndose al astuto Sísifo, a quien Perséfone confió una vez.
Sísifo era un embaucador, sin embargo, cuando mencionó a Perséfone a Hades, el señor del inframundo le creyó. Hades optó entonces por hacerse cargo de los problemas de Zeus y Sísifo, que nunca había esperado que se convirtieran en algo importante para él. Dijo que tendría piedad con el humano que engañó a la muerte.
- Me he estado preguntando, señor. Es decir, ¿qué diosa te ha ofendido? Veo, señor, que tiene miedo de que ella no sea perdonada por usted por hacer algo. Ella dijo que casi había terminado, pero algo salió mal, y quería algo desde el principio, así que se quedó a tu lado... Sísifo había dicho.
-Cómo, cómo te atreves a socavar mi autoridad y...
Todo apuntaba a la deshonestidad de Perséfone. Ella era aún más cruel que Sísifo. Ella incluso había exprimido el juramento de Hades bajo la premisa de "no importa lo que haría, debes perdonarme".
Sea o no este sentimiento de cuidado, amor y traición era una obsesión con los votos, Hades se ha perdido a sí mismo. Perdió su antigua calma e impasibilidad... La ira que sentía ahora era una prueba de ello.
Era difícil juzgar si Hades estaba trabajando en este momento, o si estaba atrapado en un tornado de ira. Ni siquiera estaba tan irritado en el Valle de Tempe, que fue la batalla más feroz contra los Titanes.
"¡Oh, Hades! ¡Ohh!"
"Te gusta cuando duele, ¿eh? Ya puedo sentir cómo te mojas"
Su comportamiento rebelde se acabó. Perséfone le dio la bienvenida, aceptando su carne dentro de ella. Con el pene de Hades bombeando profundamente dentro y fuera de ella, rozó su eje pegajoso con los dedos. La sensibilidad hizo que la cabeza le diera vueltas.
"Chica, ¿quién te crees que eres?"
Ahora no era la chica que se llamaba a sí misma "Niasis"
Hermes había dicho que era la hija de Deméter, pero Hades no la conocía. Sólo sentía que en su corazón sólo quedaba la chica que le ocultaba todo, aún atada por el juramento.
Perséfone. Ese era su verdadero nombre.
No le importaba ni un poco que fuera la hija de Deméter ni que siguiera viviendo su vida en la tierra.
"¿Realmente pensaste que Deméter podría ocultarte de mí para siempre?"
Era como un subproducto de la vida ser el dios de alguien, el amigo de alguien, el hijo de alguien. Lo mismo ocurría con la cuestión de estar involucrado con una chica que vivía en la superficie. Ella ya lo había engañado, y Hades no sentía que tuviera una razón para respetar su vida.
Fue ella quien puso sus manos en el casco invisible y provocó la situación con Ceres. Era siniestro que alguien con un rostro amable y suave pudiera hacer algo así, pero efectivamente fue ella.
No habría sido una coincidencia que ese mismo día ella jurara sobre el río Estigia. Como había dicho Sísifo, era para evitar meterse en problemas. El precio del pecado contra alguien que engaña a la muerte -pues ella ya ha hecho un juramento- se mantendrá en secreto para siempre.
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