ODALISCA 57

«Locos».

Charles se aclaró la garganta en respuesta al franco murmullo de Demus.

«Dijeron que no creían que la carta hubiera llegado, así que lo comprobarían ellos mismos».

«Si no pudieron leer las letras de mi respuesta, todos los miembros de esa familia deben de tener problemas de vista, ¿no?».

Demus estaba seguro de haber enviado la misma respuesta tres o cuatro veces, y Charles estaba tan desconcertado como Demus molesto.

«Dijeron que Lady Luzia Malte nos visitará en persona y nos pidieron que nos preparáramos para ello».

«Cierto, así que dije que no, pero parece que no lo entendieron en absoluto».

Torciendo los labios, Demus miró el periódico con fastidio.

La noticia de la visita del cardenal incluía los nombres de algunos de los nobles más destacados que le servían. Luzia Malte, la preciosa y única hija del Ducado de Malte, estaba entre ellos.

«¿Qué harían si le disparan mientras pasea sin miedo?».

"La visita del Cardenal esta vez se hace bajo el nombre de peregrinación por la paz. Aunque no sea por el nombre de Malte, cualquiera que haga daño a los peregrinos se enfrentará a una reacción violenta de los miembros de la Orden de todo el mundo."

«Ajá, por eso deben de ser tan testarudos».

Demus hizo una mueca y se echó hacia atrás. Se reclinó más en la silla y se apretó la sien.

«¿Creen que voy a abrirles la puerta porque tengo miedo de la Orden?».

«Existe la posibilidad de que así sea».

Que conste que Luzia Malte no era una mujer estúpida. Como hija de una familia noble de alto rango, era muy culta y estaba muy orgullosa de su sangre. Era la clásica aristócrata que sabía utilizar a la gente en su beneficio y ejercer el poder.

Además, era miembro de la gran familia Malte, una de las nobles más poderosas de Torsten. Nada había ido contra su voluntad en su vida.

Era muy diferente del comportamiento arbitrario de Demus. A diferencia de él, Luzia tenía una arrogancia natural que le venía de nacimiento. Su elección de venir en persona esta vez también se basaba en esa arrogancia.

Esto significaba que los límites de su pensamiento eran claros, pero probablemente ella no era consciente de ellos.

«No sé por qué ésta es tan tonta cuando las dos crecieron sin dificultad».

«... ¿Perdón, señor?»

Charles pensó en el comentario de Demus con una expresión de desconcierto en el rostro, y luego, un poco más tarde, lo comprendió plenamente.

«Bueno, ya que lo mencionas, te informaré de que he concluido mi investigación adicional sobre la señorita Rhodes».

El informe que Charles había dejado a un lado para dar la noticia urgente se colocó tardíamente sobre el escritorio de Demus.

"Sus padres eran artesanos, cuyos principales clientes eran aristócratas. Sólo tiene un hermano, una hermana menor, y ningún otro pariente con el que esté en contacto. Su infancia fue relativamente corriente, y su reputación como alumna del internado Clemence fue equívoca. Perdió a sus padres tras graduarse y empezó a dar clases particulares a través de contactos que hizo en la escuela. Al parecer, se desplazaba mucho por su trabajo. No tenía muy buena reputación en sus anteriores lugares de trabajo».

Demus enarcó una ceja mientras hojeaba el informe y escuchaba la voz de Charles.

«Qué inesperado».

No veía a Liv Rhodes como una mujer con mala reputación.

«¿Por qué su reputación en la escuela era equívoca?».

"Puede que sufriera un poco a causa de los cotilleos. Teniendo en cuenta que el internado Clemence es mixto y tiene un alto porcentaje de aristócratas, sospecho que su vida allí no siempre fue fácil».

Demus recordó su rostro, que tenía un cierto algo que evocaba el ego sádico de los demás. No creía ser el único que lo sentía así.

Aunque no fuera por eso, ella, objetivamente hablando, no era una persona fea, y probablemente hizo un buen trabajo en la escuela, así que alguien le habría cogido cariño.

«¿Y en sus anteriores lugares de trabajo?»

"Tenía buena reputación cuando era tutora a corto plazo. Sin embargo, en los dos lugares en los que trabajó como tutora interna tenía mala reputación».

Carraspeando, Charles continuó su informe en tono tranquilo.

"En el Vizcondado de Karyn, la echaron por intentar seducir al hijo mayor del Vizconde, en el Condado de Lucette, la despidieron por su falta de aptitudes para la enseñanza. En el Condado de Lucette, se negaron a pagarle tres meses de salario por su bajo rendimiento, y en su lugar le cobraron los gastos de manutención, lo que provocó más conflictos."

Tres meses de salario. No sabía mucho al respecto, pero podía suponer que era mucho dinero para Liv. Demus miró el informe con incredulidad. Al parecer, se habían hecho cargo de los gastos de manutención, pero a ella no le habían pagado.

"Parece que lleva mucho tiempo luchando por llegar a fin de mes. No podemos descartar la posibilidad de que esté intentando hacerse con una parte convirtiéndose en amante de un noble"

Tras darse cuenta del inusitado interés que Demus mostraba por Liv, Charles se ofreció a investigarla más a fondo. Le inquietaba que su amo, que nunca había mostrado mucho interés por las mujeres en su vida, pusiera tanto empeño en ella.

Naturalmente, desconfiaba de ella, ya que tenía un pasado tan escandaloso.

Demus comprendía la reacción de Carlos. Para quien lo viera desde fuera, parecería que el comienzo de aquella relación era un esfuerzo unilateral y desesperado por parte de Liv.

«Si fuera esa clase de persona, se habría instalado en cualquier parte».

respondió Demus con indiferencia, dejando el informe y frotándose el rabillo del ojo.

«Al menos se ha portado bien últimamente...».

Cuando se encontraron en el invernadero, ella lo rechazó sutilmente, diciendo que no podían acostarse porque venía con Coryda.

Podía haberla obligado, pero no lo hizo. Le gustaba la forma en que Liv no actuaba como si se hubieran convertido en algo por el mero hecho de tener sexo, o de haber cambiado particularmente. Mejor, era lo bastante racional como para pensar en su hermana delante de él.

Sin embargo, eso no significaba que fuera a tolerar la existencia de Coryda para siempre.

Aun así, eso bastaría para que ella hiciera lo que él quisiera en cualquier situación.

«Puede que sea mejor así».

«¿Perdón, señor?»

"Un ego que crece sin dificultad se quiebra fácilmente a la menor provocación. Probablemente debería deshacerme de esta molestia ya que estoy».

Charles miró a Demus con curiosidad. En lugar de explicárselo, Demus dio unos golpecitos con la pluma en un punto del periódico. Allí, punteada con tinta negra, estaba la fecha de la visita del cardenal a los peregrinos.

El periódico no lo mencionaba en detalle, pero lo más probable era que los peregrinos de avanzada llegaran primero a Buerno, y que el cardenal llegara unos días más tarde junto con el resto del convoy.

«Dado que la fecha de su solicitud para visitarme precede a este día, es probable que Luzia llegue a Buerno antes que el Cardenal».

Mirando los puntos de tinta, Demus ordenó a Carlos.

«Reserva una ópera a tiempo para la visita de Luzia».

«... ¿Opera, señor?»

La incredulidad fue tiñendo poco a poco el rostro de Carlos.

«Si haces eso delante del público... no podrás evitar que corra el rumor dentro de Buerno».

«Nunca iba a mantenerlo oculto para siempre, así que no importa».

Aunque no expusiera el rostro de Liv Rhodes, su aparición con una mujer bastaría para hacer bullir la ciudad. Sin embargo, esto no molestaba a Demus. Estaba acostumbrado a que hablaran de él y, al contrario que en el pasado, ya no estaba en condiciones de ser cuidadoso con su comportamiento.

«Además, ¿qué tiene de malo que corra un rumor?».

«No, claro que no... para ti, mi Señor».

Desoyendo los dudosos murmullos de Charles, Demus hizo rodar la pluma que tenía en la mano sobre el periódico. Unas gotas de tinta salpicaron, mojando las letras.

Si se revelaba que la mujer que se relacionaba con Demus era Liv Rhodes, probablemente Liv se alteraría un poco... pero estaba seguro de que lo manejaría con moderación.

Y si las cosas se ponían tan problemáticas que dejara su trabajo como tutora de la familia Vendons, eso sería aún mejor.

«Ah, y me gustaría que te compraras unas joyas».

Sin ningún otro sitio al que acudir, ella se establecería a su sombra, y él disfrutaría de su nueva colección.

Era generoso con su dinero cuando se trataba de objetos preciosos de colección, así que seguramente ella estaría encantada con el resultado.

Como la primera noche que habían compartido.

***

Millian gritó con fuerza en cuanto vio la cara de Liv.

«¡Aah! Maestra, ¿has visto la lista de los peregrinos?».

"Está bien, está bien. Todo el mundo ha hablado de ello».

respondió Liv en tono ligero.

Ni siquiera tuvo que buscarla en el periódico. Todo el mundo hablaba de ello en la calle.

De camino al trabajo en la finca Vendons, Liv había oído una y otra vez algunos nombres de los transeúntes que le habían dejado los oídos doloridos, y ahora esos nombres amenazaban con salir de la boca de Millian.

"¡Es Malte, el Malte! Dios mío!"

«Veo que tu interés por Torsten sigue siendo fuerte».

"¡No es Torsten, sino Malte! Son los protagonistas de la ruptura de compromiso que conmocionó al mundo no hace mucho!"

Millian, devota de las novelas románticas, ahuecó las mejillas y chilló varias veces. En su mente, hacía tiempo que Lady Malte había sido honrada como una noble valiente que se negó a casarse por su apasionado amor.

Además, Lady Malte era conocida por ser una mujer hermosa con el pelo rubio color miel. Probablemente no le faltaba nada para ser la heroína de muchas novelas románticas.

"¿Recuerdas lo que te dije antes? Que la maestra Camille conoce a alguien que sirve al cardenal. Pues bien, ¡he oído que es íntimo amigo de Lady Malte! También está en la lista de peregrinos».

A estas alturas, Camille parecía no tener ningún deseo de ocultar que ocultaba una identidad extraordinaria. Liv sonrió con satisfacción y asintió, en cierto modo no sorprendida por la noticia.

«Entonces, ¿esta vez se alojarían en la finca Vendons?»

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