La Princesa Monstruosa 99
Secuestro (10)
En lo que a mà respecta, nuestro perezoso emperador simplemente estaba reorganizando el orden de sus hijos por edad, entonces, ¿cuál es el gran alboroto?
Por supuesto, si todos estuvieran sujetos al mismo estándar, el más joven, el tercer prÃncipe Miriam, deberÃa haber estado sentado. Pero como era hijo de la emperatriz, estaba excepcionalmente sentado. Vivian no se atrevió a opinar sobre el asunto, pero el escape de Judith de la sala del trono le pareció inaceptable.
"Princesa, el producto terminado ha llegado".
"Tráelo aquÃ".
Mientras tanto, el objeto que le habÃa confiado estaba terminado. Revisé lo que llevaba Marina.
A primera vista, los artÃculos en el casillero parecÃan baratijas ordinarias, pero no lo eran. Eran piedras preciosas que habÃan sido procesadas con mi magia, al igual que las piedras mágicas que otros magos llevaban como ayuda.
Naturalmente, nunca antes habÃa mirado algo asÃ. En todo caso, me habrÃa reÃdo de los magos cuyas estadÃsticas eran tan bajas que necesitaban complementar su magia de esta manera.
"Bueno, al menos no se mezcla con las otras gemas".
"Buen trabajo, puedes guardarlo".
"SÃ, princesa".
Pero ahora lo necesitaba para mÃ, en caso de que mi magia de repente se volviera difÃcil de lanzar, como lo habÃa sido esta vez.
Aún asÃ, no querÃa que me vieran usándolo, asà que se me ocurrió una manera de transformarlo en otra cosa y llevarlo en mi persona.
"Estoy seguro de que la emperatriz estará encantada de verlo. Hasta ahora solo has estado poniendo tus joyas regaladas en tu joyero".
No, solo lo saqué para un solo uso ...
No le dije a Marina que esta gema no era una gema normal, sino que fue procesada con mi poder mágico, asà que ella simplemente asumió que habÃa cambiado de opinión y sacó una gema de mi madre que no habÃa visto en mucho tiempo.
Mientras veÃa a Marina salir de la habitación de nuevo con el joyero, dije de pasada.
"Marina, si alguna vez necesitas hablar conmigo, por favor hazlo".
Luego se detuvo. Ella estudió mi rostro por un momento, luego sonrió con su habitual sonrisa irónica.
"SÃ, lo haré. Y puedes descansar, princesa".
Observé sin palabras mientras abrÃa la puerta y salÃa. Marina estaba actuando como de costumbre en mi presencia, pero sentà una inquietud en ella que no habÃa sentido antes. No le habÃa hablado de las piedras mágicas que habÃa hecho el otro dÃa en el salón del Conde Cannon, y fue por esa incomodidad.
-Hmph, tengo hambre.
Una voz desde la esquina interrumpió mis pensamientos.
-Dijiste que me darÃas algo delicioso, pero no cumpliste tu promesa, y el otro dÃa, fuiste el único que entró oliendo delicioso, ¡mal!
El monstruo púrpura, todavÃa atrapado en su jaula en la esquina de la habitación, rebotaba arriba y abajo en su asiento, expresando su disgusto hacia mÃ. Hablé con la criatura púrpura, que estaba haciendo algo llamado aprendizaje, y ahora hablar el idioma era más natural para él que antes.
"Si alguien te escucha, pensará que te estoy matando de hambre. ¿Has estado comiendo todo lo que puedes tener en tus manos, y ahora estás diciendo tonterÃas?"
La criatura era omnÃvora y se comÃa todo. Incluso le di algo de comida animal como prueba, y se lo comió todo, aunque de todos modos fue solo la energÃa de los seres vivos lo que este monstruo succionó.
Después de observarlo por un tiempo, noté que cuanto más absorbÃa la magia de cosas como frutas y agua, más oscuro se volvÃa su color.
"Asà que ese color púrpura me dice algo sobre su concentración mágica de sangre ... o algo asÃ'.
Pensé que probablemente tenÃa razón, ya que noté que el color de su cuerpo se desvanecÃa lentamente con el tiempo.
Miré a la criatura púrpura en el nexo y la saqué con la mano. A estas alturas, se habÃa acostumbrado a mÃ, y no temblaba en mi mano.
"Curiosamente, siento un poco de ellos en ti".
-¿Ellos?
Esos bastardos del Reino de Solem. Ellos fueron los que abrieron la grieta a voluntad, por lo que no era de extrañar que tuvieran algo en común con los monstruos que vivÃan allÃ.
Hablaron a la ligera sobre su relación con Judith, con la esperanza de ganar mi simpatÃa y cooperación, pero en otros aspectos eran tan inútiles como Lakhan en las mazmorras. Miré a la criatura que se retorcÃa y pensé.
'¿DeberÃa mostrárselos?'
Tal vez reaccione si lo toco.
-¡Eit!
Fue entonces cuando la criatura malva, poniendo los ojos en blanco, intentó escapar. Se aprovechó de mi agarre aflojado y saltó por la ventana abierta con un rebote.
¡Duende!
-¡Kkueng!
Pero la rebelión del púrpura fue demasiado breve. La persona en la parte inferior de la ventana saltó y agarró a la criatura cargando con una mano para detenerlo.
El joven pelirrojo levantó la vista y me vio en la ventana.
"Gerard, tira eso aquÃ".
"Lo llevaré arriba".
Antes de que pudiera decir algo más, la figura de Gerard desapareció ante mis ojos. Un momento después, hubo un suave golpe en la puerta.
"Solo tÃralo abajo".
"¿Cómo pudiste hacerle algo tan grosero a la princesa?"
No sabÃa de qué estaba hablando, ya que generalmente era muy bueno para ser grosero. Tomé el bulto púrpura de Gerard, que pareció encogerse en un instante.
"Qué valiente de tu parte tratar de escapar mientras te miro a la cara".
-Kuheien.......
"¿Prefieres que te envÃe al Salón de las Noches Blancas? Escuché que tienen pocos especÃmenes en el laboratorio en estos dÃas, y estoy seguro de que estarÃan felices de tener uno tan vivo".
-¡Ah, no! ¡No quiero eso! Me gusta estar aquÃ.
Rápidamente frotó su cuerpo contra mi mano.
-Me gustas más de mi especie, asà que dame algo sabroso y mantenme cerca.
Supongo que es aprender después de todo... Sentà que me estaba jugando una mala pasada, sabiendo que estarÃa menos enojado si se me colgaba asÃ, fingiendo ser débil.
Fue entonces cuando Gerard, que me habÃa estado observando a mà y al monstruo, habló.
"Princesa ... Parece que tienes el pasatiempo de recoger cosas desechadas y criarlas".
Por alguna razón, su voz sonaba un poco diferente de lo habitual cuando dijo eso, y giré la cabeza para mirarlo. Como de costumbre, los ojos de Gerard estaban un poco secos y frÃos.
"¿Vas a dejar que los que recogiste no hace mucho también vivan?"
Tan pronto como escuché las palabras de su boca, coloqué la monstruosa criatura en mi mano de nuevo en el cÃrculo.
Lo que Gerard estaba diciendo ahora, incluso si no lo decÃa en serio, eran los magos del Reino de Solem en los que habÃa estado pensando hace un momento.
Cuando fui a reunirme con ellos por separado la noche del secuestro, sin saberlo, Gerard me acompañaba.
Naturalmente, originalmente tenÃa la intención de dejar el palacio solo, pero él y yo estábamos vinculados por la huella subordinada.
Como si me hubiera estado prestando atención en medio de la noche, Gerard me siguió tan pronto como salà de la habitación y bloqueé mi camino.
"Si no te gusta que te siga, lleva a Lord Lombell contigo".
Miré sin palabras a Gerard mientras estaba frente a mà ese dÃa, pero finalmente acepté su compañÃa, por lo que sabÃa que no habÃa entregado a los secuestradores a la corte imperial, sino que los habÃa mantenido en confinamiento privado.
Gerard me miró a la cara tan quieto como siempre.
No les habÃa contado a los demás lo que habÃa visto de mà ese dÃa en el almacén del bosque. No me habÃa visto entonces, pero me imagino que no era una vista bonita, dada la forma en que su rostro se habÃa vuelto rÃgido de miedo al verme.
"Era Lakhan, y le gané a ese loco tan fuerte como pude. Rodé por el suelo del vagón y del almacén, y mi ropa estaba sucia".
Es por eso que Gerard ha estado en mi mente desde entonces. También parecÃa sentirse mal por la gente del Reino de Solem, a quien habÃa salvado.
"Entonces ... ¿Qué quieres?"
"Debe haber una razón por la que nos dejaste aquà en lugar de arrastrarnos de regreso al palacio como Lakhan, entonces, ¿qué quieres?"
"Los mantendré vivos por un tiempo, tengo un uso para ellos".
Tomé una manzana de la mesa de al lado y la metà en el lÃmite. La criatura me fulminó con la mirada, pero se enfrió, absorbiendo la energÃa.
"Tú y yo somos más compatibles de lo que pensaba, Mirayu Hyers. Bueno, en primer lugar, la grieta que has creado ..."
Me reà en silencio al ver a un monstruo asÃ, y pude sentir a Gerard, de pie a mi lado, estudiando mi rostro.
"Lo abrirás cuando quiera, donde quiera".
La sonrisa en mis labios se torció en una sonrisa sombrÃa al recordar las caras estúpidas de la gente del Reino de Solem que habÃa quedado desconcertada por mis palabras ese dÃa.
La caza finalmente fue mañana, y estaba deseando que llegara.
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