La Princesa Monstruosa 80
Nuevos comienzos y emociones profundas (1)
"De repente no sé qué está pasando".
Y a medida que pasaba el tiempo, Judith finalmente se calmó, se sentó en su silla y dijo con un sonido de resoplido.
"Estoy desconcertada por algo que ha pasado y que no me esperaba, pero no hay nadie que me explique la situación con detalle y me diga que de repente tengo que hacerme unas pruebas raras...".
Saqué un pañuelo de papel de delante de ella y se lo tendÃ, y Judith lo aceptó con una sonrisa. Luego giró suavemente la cabeza hacia un lado y, resoplando, se sonó la nariz.
"DebÃas de estar sola y asustada".
Toqué lentamente con la mano la taza de té que habÃa sobre la mesa.
Levantheon, que me habÃa traÃdo aquÃ, se tapó la boca con el puño, como si se emocionara al ver el dramático reencuentro entre Judith y yo de antes. Luego, tras dejar ordenadamente que una tonterÃa disolviera la nostalgia entre las hermanas, abandonó la habitación a solas.
"Yo también estaba preocupada. Algo te pasó de repente, asà que te investigué y me dijeron que no podÃa verte en el Salón de la Noche Blanca".
"¿Intentabas verme?"
"Entonces, ¿cuántas veces llamé a la Sala de la Noche Blanca y nadie te avisó?".
Mentà sin poner saliva en mis labios.
Sin embargo, Judith también dibujó una sonrisa feliz en su rostro, que aún tenÃa lágrimas en los ojos, como si me hubiera creÃdo a pies juntillas.
"Ya está bien porque has venido".
Su cara sonriente aún parecÃa tan inocente y tonta.
"Ahora creo que puedo hacer bien el resto de los exámenes. Ya no tengo miedo porque te he visto".
La magia de Judith, aún inestable, revoloteaba brillante y sedosa como un diente de león en una suave brisa.
Me pregunté si a estas cosas también les afectaba mi estado de ánimo.
"SÃ, no queda mucho por probar, asà que no tardaremos".
Me reà y le di una palmadita en la cabeza a Judith.
"Ah, y feliz cumpleaños. Sé que es tarde, pero no pude celebrar ese dÃa por tu despertar mágico".
Pero en mi mente tenÃa un pensamiento verdaderamente oscuro y brutal que era completamente distinto de lo que parecÃa por fuera.
QuerÃa agarrar cada gota de la magia de Judith que parpadeaba en la punta de mis dedos ahora mismo. Sólo querÃa aplastar la magia que zumbaba alegremente en mi apretón apretado, pisotearla como un insecto hasta la muerte, y aplastarla.
"Más tarde, cuando acabe la inspección y estemos fuera, los dos podemos montar una fiesta".
Pero ostensiblemente, reà suavemente y susurré una promesa que no estaba en mi mente.
Para mÃ, Judith volvió a reÃr con cara de felicidad.
A diferencia de antes, cuando la conocÃ, no pude quedarme sentado mucho tiempo, odiándome a mà mismo por encontrarla un poco entrañable. Hoy, por primera vez en mucho tiempo, sentà que soñarÃa con la mujer arrancando plumas de pájaro en un invernadero.
***
"En primer lugar, princesa, sobre el vÃdeo de la piedra mágica que vendemos este mes. ¿Por qué no la presentas con la que se le ocurrió a Gerard?".
Las palabras de sugerencia que me dirigió Marina desviaron mi mirada de lejos para mirar por la ventana.
"Oh, ¿es hora de presentar otra piedra mágica visual?".
"SÃ, quedan unos dÃas para que acabe el plazo, pero pensé que ya era hora de decidir un tema".
Marina sufrió una secuela bastante larga después de la competición de espadas fundadoras cuando se enteró de que el caballero de la armadura negra era Gerard. Sin embargo, pronto se le pasó el susto y pareció pensar más bien que se trataba de una buena oportunidad.
"Desde la última competición de espadas, la popularidad de Gerard ha aumentado considerablemente. Asà que creo que serÃa una buena idea aprovechar esta oportunidad para exponerle gradualmente al mundo exterior, empezando por la piedra mágica de vÃdeo, con el fin de cambiar su percepción a gran escala."
"Es una buena idea. Hagámoslo".
"SÃ, creo que serÃa mejor hacerlo de la forma más natural posible, pero tengo un par de proyectos en los que he estado pensando de antemano. ¿Te gustarÃa escucharlos una vez?"
"SÃ, hazlo".
"... ¿No me estás escuchando ahora mismo?"
"SÃ, sÃ".
PodÃa sentir la flexión engrosándose en la frente de Marina.
Mientras ella decÃa, de hecho, la mitad de lo que acababa de oÃr fluÃa hacia mis oÃdos.
No sólo ahora, sino últimamente, no importaba lo que me dijeran, no sonaba bien en mis oÃdos. Tal vez era porque por alguna razón mi espÃritu habÃa estado en un lugar muy diferente en este momento.
"De verdad, es curioso cómo Gerard apenas ha respondido a nada de lo que le he dicho últimamente, pero ¿hasta la Princesa está as�".
Se quejó Marina frustrada.
"Y también esa criatura mágica en la habitación de la Princesa. De repente has pillado algo raro".
De repente mencionó la criatura púrpura que habÃa recogido.
Marina no sabÃa que era un monstruo del crack. Porque aún no habÃa aclarado los hechos.
Yo nunca habÃa llevado a Marina a las grietas, las grietas nunca se habÃan abierto cerca del Palacio Imperial, y ella nunca habÃa visto al monstruo de cerca. Asà que ella parecÃa pensar que la mancha púrpura no identificada serÃa sólo una rara criatura mágica o algo asÃ.
No habÃa pasado por alto el posible peligro, asà que habÃa puesto varias capas de guardas en el monstruo que habÃa traÃdo al Palacio Imperial para mantenerlo también alejado de Marina.
"Si le parece solitario a la Cuarta Princesa, ¿qué tal si le consigo otro animal verificado? Seguro que hay muchos mucho más bonitos y lindos. PodrÃas llenar el invernadero con nuevos canarios como hiciste antes".
"No, he abandonado esa afición".
Cuando hablé con decisión, las cejas de Marina se inclinaron con pesar.
"Y no quiero que sean bonitos y monos".
"¿Qué pasa?"
"Entonces tendrá que gustarte".
La expresión de Marina se volvió misteriosa.
ParecÃa como si no supiera de qué más estaba hablando.
AñadÃ, volviendo la cabeza hacia la ventana.
"Yo me lo perderÃa".
Inmediatamente me pregunté a solas qué estaba pensando, y un momento de comprensión pasó por el rostro de Marina en la ventana.
Inmediatamente la expresión de sus ojos al mirarme se volvió solemne.
"SÃ, si lo vas a tener a tu lado, serÃa perfecto que se viera asà de raro".
Marina parecÃa acordarse de mi madre y de Miriam.
Al final, me hizo una reverencia sin decir palabra y salió del dormitorio.
- Ssiii, qué malas sois...
En ese momento, una voz feroz llegó desde la esquina como si le temblaran los dientes de rabia.
-¿Qué me pasa? ¡No parezco raro!
El monstruo que escuchó toda la conversación entre Marina y yo en las salas se estremeció y sacudió su torso morado claro y gritó con voz agitada.
-¡Soy guapo! ¡Soy guapo! ¡Vosotros sois malos...!
"SÃ, soy guapa, mona y un poco mala".
-¡Tú no, yo! ¡Estúpido imbécil! ¡Idiota asqueroso!
El monstruo abrió los ojos en triángulo y me miró fijamente.
Aun asÃ, no me asusté en absoluto, quizá porque parecÃa muy redondo.
"Eres ruidoso, asà que por favor cállate".
Lo estoy, ni siquiera estoy de buen humor hoy, e incluso esta cosa me está poniendo de los nervios.
Estaba un poco molesto, y el monstruo saltó ligeramente de su posición como si quisiera ser malo conmigo otra vez. Pero este monstruo era realmente un monstruo aburrido, asà que pronto perdió fuerza y colgó perezosamente en el suelo como un malvavisco derretido.
-Heunng, acosando a tu parentela. Realmente malo...
Entonces, justo cuando el monstruo gruñó de frustración, me di cuenta rápidamente.
Aparté la mirada de la ventana y vi la cosa gelatinosa de color púrpura claro.
A diferencia de mi plan original, habÃa descuidado esta cosa durante unos dÃas porque mi entusiasmo académico se habÃa enfriado tras conocer a Judith en el Salón de la Noche Blanca el primer dÃa que la llevé a palacio.
"¿A qué demonios te refieres con "tú y tu parentela"?".
Me levanté de mi asiento y me acerqué a la conclusión que habÃa puesto en un rincón.
"El que vi antes también dijo eso. ¿Por qué soy de tu especie?".
Agarré a la criatura de color morado claro que rodaba por mi mano y la levanté.
"Tú eres un monstruo y yo soy un ser humano".
Ante mi frÃa mirada, el monstruo inclinó su cuerpo de lado a lado como si estuviera confundido de nuevo.
-Yo no sé esas cosas. Tú sólo eres nosotros, nosotros somos tú. Todos somos de la misma especie...
"Entonces, tú y yo somos especies diferentes. ¿Cómo te atreves a ponerme al mismo nivel que tú?".
El estúpido monstruo seguÃa parpadeando y abriendo la boca como si no entendiera lo que querÃa decir.
Miré al monstruo, cuyo discurso no podÃa entender, con frustración.
No sabÃa si esto iba a aclarar mi curiosidad académica sobre las grietas y las criaturas monstruosas que salÃan de ellas.
¿Por qué no me ocupaba de esta cosa y me compraba otra?
-Waah, waah. ¿Por qué me miras con ojos de miedo otra vez? ¡No me mates!
Sin embargo, el monstruo era lo suficientemente ágil como para darse cuenta de que estaba pensando cosas malas sobre él.
Ahora mismo me costaba pensar en otra cosa en relación con los monstruos o con enfrentarme de nuevo a esta cosa. Asà que tras un pequeño chasquido de lengua, volvà a dejar al monstruo en mi mano en el suelo. Sentà que tenÃa que salir para variar.
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