La Princesa Monstruosa 40
Una codiciada manzana envenenada para ti (2)
'La herida parece estar casi curada a este nivel. Podré deshacer el vendaje por completo en la próxima semana, más o menos".
Cuando Arbella habÃa sido estrangulada en aquella cama, Gerard habÃa sido tomado bajo su protección y tratado de sus heridas en el Primer Palacio Imperial.
Gerard se sentó en su silla y miró a la mujer que lo habÃa tratado.
La doncella de pelo morado oscuro era la doncella que una vez habÃa llamado Marina la Primera Princesa Arbella.
"Princesa..."
Cuando Gerard abrió la boca, la criada, que estaba organizando vendas y medicinas, detuvo su mano.
"¿Por qué no puedo verla después de ese dÃa?"
La última vez que Gerard vio a Arbella fue cuando se desplomó en su habitación después de hacer una especie de grabado de subordinados.
SentÃa curiosidad por Arbella, que no habÃa dado la cara desde entonces.
"Quieres salir de aquÃ, ¿no?"
"Sostén mi mano ahora"
"Entonces me haré cargo del resto"
Ese dÃa, cuando Arbella apareció del cielo y le ofreció su mano, pensó que el susurro en su oÃdo era tan dulce como un caramelo.
Cuando se encontró con sus ojos, de un azul más claro que el del cielo, no pudo pensar en otra cosa que en cogerle la mano.
Tal vez fuera porque todo habÃa sucedido tan repentinamente.
Gerard no podÃa decidir si habÃa tomado la decisión correcta.
En ese momento, habÃa estado tan concentrado en salir de la Sala de la Noche Blanca que no habÃa tenido tiempo de pensar en nada más.
Pero ahora se preguntaba si realmente era el mejor camino y se cuestionaba su propio juicio.
Asà que Gerard querÃa volver a ver a Arbella.
SentÃa que si la miraba de nuevo, sabrÃa la respuesta correcta.
Él... también estaba preocupado por ella, porque habÃa caÃdo inconsciente ese dÃa.
Y el hecho de que aún no se hubiera disculpado con Arbella por lo ocurrido en el invernadero hacÃa que un rincón de la mente de Gerard fuera incómodo.
Asà que cuando preguntó por el paradero de Arbella, los frÃos ojos púrpura claro de la sirvienta se deslizaron hacia él.
"La princesa no tiene tiempo para dedicar a un simple escudero"
La sirvienta, Marina, se mostró frÃa con Gerard todo el tiempo.
"Asà que no te hagas la ilusión de que eres especial para ella sólo porque tienes la suerte de formar parte de su poder gracias a su misericordia y bondad"
Desde que Arbella habÃa decidido mantener a Gerard a su lado, no parecÃa tomarse bien su presencia.
Especialmente ahora que no le gustaban las palabras de Gerard, eran especialmente más espinosas que de costumbre.
Era obvio por qué a Marina no le gustaba Gerard. Gerard era el hijo de un vil pecador.
Por eso no le parecÃa adecuado para su amo, la princesa.
No era algo nuevo, ya que lo habÃa oÃdo tantas veces durante su estancia en el Salón de la Noche Blanca que le habÃan salido callos en los oÃdos.
Marina parecÃa tener mucho que decir a Gerard, pero se mantuvo callada.
Al cabo de un rato, Marina suspiró febrilmente y recogió una de las piedras de maná que habÃa colocado antes sobre la mesa.
"En cualquier caso, ya que se te ha asignado permanecer en el Palacio Imperial para servir a la Princesa, debes adquirir un nivel de educación que no comprometa la dignidad y el prestigio de tu maestro. Por lo tanto, hoy comenzaré tu educación básica"
Marina volvió a su postura tranquila, activó la piedra de maná y salió de la habitación.
"Voy a enseñarte sobre la mente que debes tener como papel hasta que te cures. Mientras miras esto, intenta sentir respeto y reverencia por tu maestro en lo más profundo de tu corazón"
Gerard miró rápidamente hacia la puerta por la que habÃa desaparecido Marina y giró la cabeza hacia delante.
HabÃa una luz que salÃa de la piedra de maná.
"... ¿Educación?"
TodavÃa no habÃa decidido exactamente lo que iba a hacer aquÃ, y no habÃa tenido noticias de Arbella al respecto, asà que no sabÃa qué demonios esperaba ella que aprendiera. Pero no habÃa ninguna razón por la que no pudiera ajustar su ritmo, si era necesario.
De todos modos, ella le habÃa dicho que cultivara el respeto y la reverencia hacia su maestro, asà que era obvio que intentarÃa lavarle el cerebro inyectándole la historia y los logros de la familia imperial, etc., tal y como habÃan hecho en la Sala de la Noche Blanca.
Sin embargo, también era cierto que se sentÃa interiormente decepcionado al pensar que Arbella podrÃa haber instruido directamente a la sirvienta para que lo hiciera.
Gerard tenÃa sentimientos encontrados hacia ella, pero definitivamente no iba a dejarse engañar por esta operación de lavado de cerebro.
Por lo tanto, las imágenes que comenzaron a ser enviadas desde la piedra mágica fueron vistas con ojos frÃos.
-Ahora, Su Alteza. Echa un vistazo aquÃ.
-Aba, buu
Pero lo que finalmente apareció ante los ojos de Gerard no fue la digna figura de la familia imperial, sino una bonita joven de mejillas blancas y regordetas que parecÃa oler a leche.
"..."
En los ojos de Gerard brilló una pizca de desconcierto.
Por un momento, pensó que la criada habÃa entendido mal la piedra mágica y habÃa activado otra cosa.
Mientras Gerard estaba desconcertado, sin saber cómo reaccionar, el bebé del vÃdeo seguÃa ignorando la llamada de alguien y giraba la cabeza.
-Ja, sabÃa que no te darÃas la vuelta si te llamaba asÃ. Asà es. Hay que añadir un modificador diferente al nombre de la princesa.
El sonido de una risa sonó en el vÃdeo, seguido de la suave voz de un bebé al que amamantan de nuevo.
-Entonces... la princesa Arbella, la niña más bonita y adorable del mundo, ¿podrÃa esperar y ver este lugar?
Esta vez le gustó el nombre, y el lindo bebé sonrió y miró a Gerard a la cara.
-¡Hola!
Gerard, que estaba mirando, se estremeció en ese momento.
Efectivamente, el bebé del vÃdeo era lo suficientemente mono como para entender por qué la Primera Princesa se convirtió en la princesa de todo el pueblo, amada por todo el pueblo desde su nacimiento.
"Ejem"
Gerard se aclaró la garganta y comprobó las piedras de maná que habÃa sobre la mesa.
Se quedó sin palabras cuando vio que el nombre y la edad de Arbella estaban escritos en cada una de las piedras de maná apiladas en la mesa.
-¡Princesa, sólo un poco! ¡Sólo un poco!
-¡Poah...!
-¡Hyuk! ¿Has visto eso? ¡Por fin, la Primera Princesa ha conseguido dar la vuelta por primera vez! E-Emperatriz, ¡informe rápidamente a la Emperatriz de este hecho...!
Esta vez, habÃa una imagen de la Princesa Arbella girando en su sueño.
Gerard recordaba su rostro frÃo, frÃo hasta el último momento en que salió de la habitación.
La imagen del lindo bebé salido de la piedra de maná y ese rostro se superponÃan y hacÃan aflorar en su mente unos sentimientos realmente extraños.
Lo que realmente le dejó perplejo fue que Gerard también seguÃa mirando al bebé regordete del vÃdeo.
Antes de darse cuenta, Gerard estaba viendo el vÃdeo con mucha concentración.
Cuando Marina volvió a la habitación un rato después y vio a Gerard por primera vez, parecÃa satisfecha.
"Tu concentración no es mala. Ciertamente, te serÃa imposible apartar la mirada de la encantadora visión de nuestra princesa".
Marina se ablandó un poco, le dijo que podÃa mirar las piedras de maná que quedaban antes de la hora de la cena y volvió a salir de la habitación.
Gerard, con el corazón extrañado, vio en el vÃdeo a una hermosa chica haciendo una corona de flores de trébol blanco.
Tres dÃas más tarde, la fiebre de Arbella desapareció por completo.
***
Cuando Arbella se despertó, ya era medianoche.
La habitación estaba a oscuras, con sólo una luz parpadeante de fiebre.
Junto a la cama, Marina, que habÃa cuidado a Arbella hasta altas horas de la noche, dormitaba.
"Marina"
"¿Princesa...?"
Marina se despertó ante la silenciosa llamada de Arbella.
Mientras tanto, Marina parecÃa aliviada al ver a Arbella con un arma volando en sus ojos, aunque su rostro parecÃa cansado.
"Estás despierta. Estaba preocupada por ti esta vez, sobre todo porque tu fiebre duró tanto"
"SÃ. Ya estoy bien, asà que Marina, vete a descansar"
"No. Te he limpiado, pero sé que es un inconveniente porque te ha entrado mucho sudor frÃo, asà que voy a preparar agua caliente para un baño ahora mismo"
"No te preocupes, es tarde. Me ocuparé yo misma"
Arbella secó a Marina y limpió su cuerpo con magia. Su cuerpo empapado de sudor se volvió inmediatamente suave y sedoso. Su pijama húmedo y la ropa de cama estaban tan secos como recién lavados, y ella olÃa de maravilla.
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