La Princesa Monstruosa 4
La futura princesa monstruosa (3)
'Ah, deberÃa haber descansado en mi habitación'.
Me arrepentà un poco.
Tal vez el extraño y repentino sueño me habÃa dado una sensibilidad que no me convenÃa, pero mientras me adormecÃa en la cama, me sentÃa algo débil y querÃa ver a mi madre.
Después de desahogar mi mente ansiosa, actuando como cuando era joven, pensé que la confusión que aún quedaba en mà desaparecerÃa.
Por eso vine al Palacio de la Emperatriz, pero aún sentÃa que habÃa hecho algo innecesario.
"¡Hermana!"
En ese momento, oà una voz detrás de mà que me llamaba.
Torcà los labios despreocupadamente.
No hace falta decir que esa voz pertenecÃa a Miriam.
ParecÃa haberme visto antes frente a ella, antes de que saliera de la entrada del jardÃn.
"PrÃncipe, corre despacio".
Era sólo un pequeño paso, de la anchura de la zancada de un niño, y si lo ignoraba y me apresuraba, no podrÃa seguirme más.
Pero entonces oà la voz de la niñera de Miriam, la condesa McNoah, y me detuve y pensé.
Me detuve y miré hacia atrás.
"¡Hermana Bella!"
Entonces, una Miriam de rostro brillante apareció corriendo.
Caminando y corriendo precariamente hacia mi frente, se aferró rápidamente a mis piernas. Hizo una corona de flores en el jardÃn trasero, y la falda que agarró se cubrió rápidamente de barro, como si hubiera estado tocando la tierra.
Entorné las cejas mirando la falda sucia.
"Miriam".
Pero disimulé bien mi enfado y sonreà a Miriam.
"Saludos a la primera princesa".
"Saludos al tercer prÃncipe".
Sus sirvientas y las mÃas, que seguÃan a Miriam, se saludaron.
"Hermana, acabas de llegar al jardÃn trasero, ¿no es asÃ?"
Miriam, con su pelo dorado y sus ojos rojos, parecÃa un bebé ángel.
Por supuesto. Salvo por el color de sus ojos, se parece mucho a mÃ'.
Asà que siempre habÃa apreciado el aspecto de Miriam.
"¿Por qué te has ido sin saludarme?"
Sin embargo, mi paciencia se agotó rápidamente en el momento en que Miriam me interpeló como si fuera él quien mereciera un saludo.
Nunca he sido un gran fan de los niños, y no me gustaba especialmente el niño que tenÃa ahora delante.
Mi voz era aún menos sincera que antes.
"De repente me empezó a doler la cabeza, asà que pensé en irme por el dÃa".
"¿De verdad? ¿Quieres que te haga un 'hoo'? Mi madre me dijo que estarÃa mejor si decÃa 'hoo'".
Oh, qué historia tan ridÃcula.
Era tan joven, con una cara tan bonita como la de un ángel y una expresión que le hacÃa parecer una gran persona. El tono hablador de un niño pequeño le sentaba muy bien. No querÃa decirlo, pero sentÃa que me estaba viendo a mà mismo cuando era joven.
"¡Haré el 'ho' por ti! Originalmente, no lo harÃa por nadie, pero la hermana Bella es hermosa, ¡asà que es especial!"
Si nos fijamos en la palabra "hermosa" en sÃ, podrÃa considerarse un cumplido infantil, pero el lenguaje y la expresión peculiarmente arrogantes me ponÃan de los nervios.
La visión de la educación de mi madre era quizá asà de coherente.
"¡Vamos, baja la cabeza, rápido!"
Aun asÃ, es ridÃculo reaccionar con tanta seriedad ante un niño asÃ.
Sin embargo, mi paciencia se puso a prueba una vez más en el momento en que Miriam me tiró bruscamente del pelo con sus manos sucias.
Quizá porque mi madre y mi niñera le habÃan educado tan bien, Miriam tenÃa tendencia a ser una "niña tirana". Sin embargo, sólo tenÃa cinco años, asà que ya era bastante mayor.
En cuanto bajé un poco la guardia, un furtivo sentimiento de odio se deslizó por mi columna vertebral.
Supongo que mis verdaderos sentimientos se revelaron. En el momento en que nuestras miradas se cruzaron, el cuerpo de Miriam se estremeció y su boca se apretó.
La miré y volvà a esbozar una sonrisa.
"Miriam".
Cuando sonreÃ, dejando salir mi voz suavemente elaborada, Miriam abrió la boca con un sentido diferente al de antes.
"Parece que todo está ya mejor por tu preocupación. Gracias por preocuparte por tu hermana".
"¡Si!"
"Pero no es educado tirarme del pelo tan fuerte. Y además es doloroso. Asà que, por favor, no lo hagas".
Entonces Miriam aflojó por reflejo su agarre de mi pelo.
Por supuesto, justo después de eso, abrió la boca como si tuviera pánico al darse cuenta de que le habÃa regañado.
"¡Es porque la hermana no me hizo caso! Porque no te inclinaste lo suficientemente rápido...."
"SÃ, eres obediente. Buen chico".
Acaricié la cabeza de Miriam apropiadamente, como si estuviera acariciando a un perro.
No habÃa alma en mi voz y mi gesto, pero Miriam mostró su sencillez infantil y sonrió como si hubiera abierto los ojos.
"¿Sigue mamá en el jardÃn trasero?"
"SÃ".
"Bien, entonces vuelve con cuidado".
Me despedà con una sonrisa y me di la vuelta sin demora.
Las distancias se abrieron de inmediato mientras Miriam, ajena al hecho de que era una despedida, aceleraba sus pasos y se burlaba mientras parecÃa confundida.
Como era de esperar, un niño es una molestia. Ni siquiera sé cómo tratar con él.
"Marina, pañuelo".
"SÃ".
En cuanto doblé la esquina, le tendà la mano a Marina.
Entonces Marina me entregó un pañuelo como si hubiera esperado.
Lo cogà y froté el pelo que Miriam habÃa tocado hacÃa un rato. No habÃa nada enterrado, pero me sentà sucia.
Me limpié las manos que habÃan tocado a Miriam y devolvà el pañuelo que tenÃa en la mano a Marina.
"Prepara un baño en cuanto vuelva".
"Lo haré".
"Tira el pañuelo".
Marina no dijo nada, aunque podrÃa haber pensado que yo era frÃo con mi único hermanito.
Lo mismo ocurrió con las criadas que estaban detrás de mÃ. Era natural que no hubieran optado por hablar en voz alta desde el principio.
Sentà que un escalofrÃo me recorrÃa y recordé lo que acababa de ocurrir.
Miriam me persiguió cuando me vio salir aparentemente del jardÃn trasero. En ese momento, su madre estaba con él. Asà que mi madre debÃa saber que Miriam me encontrarÃa y vendrÃa a por mÃ.
Pero mi madre no vino a verme con Miriam. Estaba muy claro lo que eso significaba.
'... Que me vuelvan a hacer daño, ni siquiera tiene gracia'.
En efecto, hasta hace cinco años, mi madre y yo éramos las mejores madre e hija del mundo.
Mi madre me querÃa mucho, su única hija, y no tenÃa nada que temer de su amor único. No fue hasta que me diagnosticaron la "fiebre del mago" que mi madre dejó de interesarse por mÃ.
Mi debilidad fatal que los demás desconocen. La razón por la que el futuro yo que vi en mi sueño comenzó a incursionar en artes prohibidas.
Me escabullà del Palacio de la Emperatriz, apretando el puño con dolor.
***
Como he dicho antes, las fiebres que sufro con frecuencia no son normales.
Era un sÃntoma de una grieta en el núcleo del corazón, que almacena el poder mágico porque no puede soportar el poderoso poder mágico del interior del cuerpo, y hasta ahora no habÃa forma de curarlo.
Asà que a menudo tenÃa que sufrir fiebres altas y severas que me quemaban todo el cuerpo, y a veces tenÃa convulsiones con un dolor tan terrible, como si me clavaran un cuchillo en el pecho.
"Ya está bien. Dame unas tijeras".
"¿Tijeras? ¿Dónde las vas a usar?"
Marina me miró dudosa ante mis repentinas palabras.
"Sólo necesito cortar algo".
Como habÃa hecho en el pasado, Marina no preguntó por segunda vez, sino que me trajo las tijeras.
Por supuesto, seguÃa mirándome con una mezcla de duda y cierta aprensión.
Me puse delante del espejo con lo que me habÃa dado.
'Tontamente'. ¿Por qué me sentÃa tan orgullosa cada vez que me miraba en el espejo?
Mi larga y esponjosa cabellera dorada, estirada hasta la cintura, y mis ojos azules que parecÃan el claro cielo de verano, seguÃan dando vida a mi frÃo rostro.
Mi vestido, que acentuaba la ternura de una niña todavÃa joven, estaba decorado con encajes y lazos, haciendo que mi reflejo en el espejo pareciera una hermosa muñeca.
Mi cuerpo, que habÃa vivido como una princesa imperial y habÃa sido alabado como un tesoro, estaba brillante y limpio hasta las uñas.
Ya lo habÃa reconocido, pero la chica del espejo se parecÃa notablemente a la madre que acababa de ver. El parecido era aún más sorprendente cuando la comparaba con el retrato que habÃa visto de mi madre cuando era niña.
No fui la única que lo pensó. He estado en muchos lugares de mi vida donde la gente dice que me parezco a mi madre.
Especialmente su pelo largo, sedoso y dorado, que a veces, visto de lejos, incluso daba a algunas personas la ilusión de que yo era mi madre.
Creo que estaba muy orgullosa de ello porque mi madre me gustaba mucho. Yo, que veneraba la sangre noble de la familia real más que nada, no me sentÃa ni un poco insatisfecho con mi aspecto, que no se parecÃa al del emperador.
Tal vez debido a mi cambio de opinión, la chica del espejo que hoy se sentÃa extraña sonrió.
Fuera o no la mujer malvada del futuro, en realidad, seguÃa siendo una niña hambrienta de amor.
Pero ahora lo sé.
Esa persona nunca volverá a quererme, por mucho que lo intente".
Levanté las tijeras que Marina me habÃa traÃdo.
Con la otra mano, recogà mi pelo, del que estaba tan orgullosa, en un lugar y lo sujeté.
"¿Princesa?"
Marina me llamó asustada.
Pero era muy raro que anulara una decisión que ya habÃa tomado.
¡Corte!
Inmediatamente, mi sedoso cabello dorado fue cruelmente cortado y cayó al suelo.
"¡Kyaaaaaaaa!"
El grito de Marina que cubrió el Primer Palacio Imperial marcó un punto de inflexión en mi vida, que no fue muy bienvenido.
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