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Miércoles 21 de Febrero del 2024 |
La Princesa Monstruosa 180
Reiniciar: otra vez, Arbella (26)
La magia de Judith surgió con una potencia aún más ominosa.
Eché una mirada preocupada a los alrededores, y mi atención se centró inevitablemente en el único individuo presente además de Judith, el único que aún tenÃa la capacidad de expresar sus pensamientos.
Aunque tal vez no hubiera estado al tanto de todo lo que Judith le habÃa dicho, parecÃa que Gerard albergaba cierto grado de comprensión de las circunstancias.
Incluso a falta de una claridad total, la intensidad actual del altercado debÃa de haberle proporcionado una comprensión aproximada del trasfondo.
Mi intención era incitar a Gerard a interceder ante Judith, que albergaba aspiraciones de aniquilación mundial. Naturalmente, no me hacÃa ilusiones de que pudiera convencerla, dada su disposición a llevar todo al olvido.
Sin embargo, albergaba un atisbo de esperanza de que pudiera decir algo para calmar la agitación de Judith. Dada la dinámica actual, parecÃa que cualquier otra intervención por mi parte no harÃa más que avivar su furia.
"Esto es exactamente lo que te advertÃ. No esperes que las cosas salgan a tu manera sólo porque conozcas a la Cuarta Princesa".
Sin embargo, a pesar de mi advertencia, Gerard, que habÃa estado caminando desordenadamente, desvió con agilidad el avance de la magia, un torbellino que avivaba las llamas de un edificio ya en llamas. Su respuesta no fue más que una sonrisa sardónica.
"No estoy seguro de cuáles son tus persistentes expectativas ni del motivo de esa mirada implorante. Sin embargo, los sentimientos de la Cuarta Princesa reflejan bastante bien mis propias convicciones. No tengo en cuenta la idea de que este reino deba persistir en tu ausencia, ni siquiera una mota de polvo".
Como si los que eran tradicionalmente estables se hubieran desatado de repente, los labios de Gerard se curvaron en una sonrisa burlona dirigida directamente a mÃ.
"Gerard, tú..."
"Asà que, desde mi punto de vista, si hay que sacrificar a alguien de todos modos, serÃa mejor que fuera a otra persona. Y si eso no es posible, no estarÃa mal que este mismo mundo acabara hoy. Asà que, parece que la Cuarta Princesa y yo tenemos un punto en común en este asunto."
"Entiendo tus pensamientos, asà que déjalo asÃ..."
PodrÃa haber sido una declaración cruel decir que serÃa mejor para Judith morir en mi lugar, pero ella no parecÃa afectada por sus palabras. ParecÃa que lo que la irritaba era otra cosa.
Al darse cuenta de repente de la presencia de Gerard, Judith giró rápidamente la cabeza hacia él, enviándole una mirada penetrante.
"Gerard... ahora que lo pienso, una persistente sospecha ha estado rondando mis pensamientos desde antes. ¿Has orquestado tú la presencia de esta persona aquÃ? ¿Qué ha sido de la magia que Ãbamos a utilizar? ¿No has activado el hechizo? Te confié una responsabilidad fundamental, y sin embargo tu dominio de la magia es escandalosamente bajo..."
"Judith, tal vez tú también deberÃas actuar con moderación. Tengo muchas ideas sobre este asunto, pero prefiero no decirlas".
Mi paciencia se agotó y se me escapó una frÃa réplica; en respuesta, Judith guardó un llamativo silencio sobre el asunto. Gerard también se abstuvo de hacer comentarios, observando en silencio la interacción.
La frustración crecÃa, un peso opresivo que me presionaba desde todos los ángulos. Se me escapó un suspiro, me pasé los dedos por el pelo y examiné mi rostro con exasperación. Finalmente, respiro entrecortadamente y hago una breve pausa.
"De acuerdo, lo entiendo".
Dadas las circunstancias sobre mi cabeza, no habÃa tiempo para más deliberaciones. Asà que decidà optar por una alternativa que hasta entonces habÃa considerado inexistente.
"Intentemos otro enfoque, entonces".
Sin embargo, la reacción de Judith a mi forcejeo estuvo marcada por una burla, una evidente diversión en sus ojos.
"Intentas engatusarme una vez más con esas palabras, ¿verdad? Atrayéndome a una sensación de confianza, sólo para clavarme una daga en la espalda, como tu traición anterior. Sus métodos carecen de innovación, Hermana. Sólo un tonto como Lloyd caerÃa en estratagemas tan trilladas".
"Oh, de verdad... ¿No estás desnudando tus verdaderos colores muy abiertamente ahora?".
El comportamiento desvergonzado de Judith me hizo estallar en una risa hueca.
"¿Un juramento sobre mi magia te harÃa cambiar de opinión? Sin embargo, no soy quien para perder el tiempo en palabrerÃa infructuosa e ineficaz en circunstancias como estas".
Mis palabras destilaban burla, provocando un destello de incertidumbre en el semblante de Judith. Al encontrarme con su mirada dubitativa, insistà en mi aclaración.
"Para ser sincero, yo tampoco confÃo del todo en este método, pero está claro que si seguimos interfiriendo unos con otros como has sugerido, acabaremos todos en la ruina... Asà que no me queda más remedio que sugerir esto".
Se me escapó un suspiro mientras no podÃa evitar lamentarme por la situación actual, pero como al final habÃa sido yo quien habÃa calculado mal, no habÃa nada que hacer.
Judith miró mi rostro resignado, y esta vez pareció reconocer que no mentÃa. Su mirada, antes severa, se suavizó y la tensión de sus cejas se relajó.
"¿HabÃa otro camino? Entonces, habrÃa sido mejor que la hubiéramos elegido desde el principio".
"La probabilidad de éxito rondaba el cincuenta por ciento en el mejor de los casos. Sinceramente, esta opción difÃcilmente puede calificarse de óptima, es más bien una apuesta. Por lo tanto, prepara tu magia. Rápido".
Inyecté un toque de fastidio en mi tono mientras le daba un codazo a Judith. En respuesta a mi insistencia, me sostuvo la mirada un instante antes de comenzar a dispersar la magia que habÃa acumulado en el cÃrculo mágico.
Sin más demora, tomé a ambas y me dirigà de inmediato al Palacio Imperial, concretamente al palacio de la Primera Princesa.
***
"¡Princesa! Has regresado. Estábamos preocupados desde que diste la orden de esperar, pero no hemos sabido nada de ti desde hace mucho tiempo".
Las doncellas y Marina, que esperaban dentro del palacio de la Primera Princesa como si anticiparan mi llegada, me saludaron.
"Quedaos dentro que fuera aún es peligroso".
Tras darles unas breves instrucciones, me dirigà directamente a mi dormitorio.
- ¡Mi familia!
Cuando abrà la puerta y entré, la criatura que habÃa tenido como mascota se me acercó ansiosamente, arrastrándose hacia el borde de la barrera con deleite.
- ¡Estabas vivo! ¡Antes me habÃas dejado solo!
En ese momento, Judith, que me seguÃa, detuvo sus pasos.
"Eso... ¿está hablando?".
ParecÃa que Judith también podÃa oÃr la voz de esa criatura.
"¿Puedes oÃrla hablar?"
Mientras tanto, Gerard, entrecerrando los ojos, seguÃa cambiando la mirada entre la criatura del interior de la barrera y yo, pareciendo incapaz de oÃr nada.
"No, ¿se trata de una bestia abisal? ¿Has conseguido capturarla?"
"Como puedes ver".
repliqué brevemente en respuesta al asombro de Judith antes de volver mi atención a la barrera. Tanto Judith como Gerard me observaban con expresión perpleja, preguntándose claramente por mis intenciones.
"Venid aquÃ."
Disipé por completo la barrera que habÃa levantado en un rincón del dormitorio. Luego, bajé hasta la altura de los ojos de la criatura y le hice una seña.
La criatura dudó un momento, pero sin mostrar ningún temor aparente, se acercó a mà sin demora. En cuanto el organismo violeta entró en contacto con mi mano, empezó a cambiar de forma.
Tal vez sintiendo algún nivel de amenaza, la energÃa mágica tanto de Gerard como de Judith fluctuó momentáneamente.
"No pasa nada; mantened la calma".
En medio de la incertidumbre de ambos, la criatura se transformó en una forma parecida a la mÃa, como habÃa hecho antes. Sin embargo, a diferencia de su rápida dispersión anterior, la influencia de la magia que emanaba de la fisura parecÃa mantenerla en un estado en el que no podÃa replicar por completo mi apariencia exacta, como si careciera del poder necesario.
Justo en ese momento, Judith jadeó de repente, como si acabara de darse cuenta de algo significativo.
"¡No puede ser...!"
Gerard por fin pareció haber captado los pensamientos de mi mente, pues se me quedó mirando con expresión rÃgida. Por suerte, ambos eran rápidos de reflejos, asà que no parecÃa necesario entrar en largas explicaciones.
Cogiendo la mano del monstruo que habÃa adoptado forma humana, le miré directamente a la cara y le pregunté:
"¿Quieres volver a tu lugar de origen?".
Resultaba un poco extraño hacerle esta pregunta a una criatura que yo habÃa traÃdo aquÃ, pero lo cierto era que, para empezar, nunca habÃa deseado estar aquÃ.
Aunque con el tiempo le habÃa cogido cierto cariño y se habÃa adaptado bien a mi compañÃa, disfrutando de una vida de comodidades, buenas comidas y sueño profundo, habÃa momentos en los que podÃa sentir su frustración subyacente.
La criatura se retorció ante mi repentina pregunta y dio una respuesta vacilante.
-Quiero ir... pero tengo miedo.
"SÃ, ¿tienes miedo? Sà que hay cosas espantosas de camino hacia aquÃ".
Conjeturé que la criatura temÃa a los formidables monstruos que inevitablemente emergerÃan de la fisura una vez que ésta se abriera por completo.
"Mencionaste que no eres el más fuerte de tu especie, pero ahora yo también me he hecho más fuerte. Con mi fuerza actual, puedo hacer frente a cualquier criatura temible que pueda venir."
-¿De verdad? Kin, has estado hambriento todo este tiempo, ¿y ahora por fin has comido algo delicioso? ¿Pero no es comer demasiado?
En respuesta a mis palabras, la criatura movió la nariz, como un perro olfateando el aire, y se acercó aún más, empujando su cara hacia mÃ.
"No te acerques demasiado a Su Alteza".
En ese momento, Gerard levantó su espada, bloqueando el camino de la criatura.
Con su frÃa mirada y su voz, la criatura obedeció sorprendentemente, alejándose de mà con movimientos cautelosos, casi tÃmidos, manteniendo una distancia segura con su cuerpo violeta.
"De todos modos, si quieres, puedo enviarte de vuelta al lugar de donde viniste originalmente".
Aferré la mano de la criatura para evitar que siguiera retirándose. Mientras lo hacÃa, hice una señal a Gerard para que volviera a su posición inicial.
Gerard parecÃa inquieto porque la criatura, ahora transformada en una forma un tanto sospechosa, permanecÃa cerca de mÃ. Sin embargo, sin mediar palabra, envainó su espada y retrocedió un paso.
"Entonces, irás a un lugar desprovisto de criaturas aterradoras y sellarás el paso desde dentro, para que no puedan volver a tu mundo. ¿Qué te parece?"
-¿A m� Yo... no sé cómo hacer tal cosa...
"Bueno, ¿puedes hacerlo?"
-No sé si puedo...
"Si respondes que lo harás, podrás hacerlo".
La criatura vaciló, parecÃa insegura de sà misma, pero yo hablé con seguridad y determinación.
Como le habÃa explicado, mi plan era el siguiente: Las entidades monstruosas que habÃan atravesado las profundidades del mundo durante la ruptura final habÃan adoptado formas humanas al entrar en contacto con los humanos.
Al invertir su naturaleza, transformarÃa esta criatura, que habÃa estado sosteniendo, en una semejanza de mi propia forma y la enviarÃa a la fisura para sellar el paso en mi nombre.
Sinceramente, no podÃa garantizar el éxito de este método, ni podÃa ignorar los riesgos inherentes a la transformación de la criatura en mi propia semejanza. Sin embargo, en este momento, parecÃa el método más práctico sin necesidad de sacrificios.
Tras conocer mi plan, tanto Judith como Gerard permanecieron en silencio. Observando sus expresiones serias, parecÃa como si estuvieran contemplando las consecuencias si se ejecutaba el plan.
Pero en última instancia, a menos que hubiera una alternativa mejor, no les quedaba más remedio que aceptar mi plan.
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