La Princesa Monstruosa 16
El lenguaje de las flores de la espuela de caballero (2)
"Esto... era el recuerdo de tu madre, ¿no?"
"¡SÃ, asà es...! ¿También lo sabÃas?"
Sonreà frÃamente, dejando a la niña frente a mà con las mejillas encendidas y las manos en movimiento.
Primero, le devolvà a Judith el abominable collar que tenÃa en la mano.
"No hay nada roto. Me encantarÃa contarte más, pero tengo otra cita y creo que debo irme".
"Oh, ya veo. Debo haber interrumpido tu apretada agenda".
El rostro de Judith se volvió inmediatamente melancólico.
"No... No ha sido un mal momento. Es sólo que he estado tan ocupada con otros deberes oficiales que no hemos tenido mucha oportunidad de hablar asà antes."
Miré a las sirvientas que estaban detrás de Judith para ocultar sus ojos que probablemente se habÃan enfriado.
"Oh, me olvidé de saludar. Puedes levantarte".
"G-Gracias, Primera Princesa".
Las sirvientas, que habÃan estado temblando con las rodillas medio dobladas, finalmente se pusieron en pie tambaleándose. Cuando dije eso, probablemente se dieron cuenta de que lo habÃa hecho a propósito.
"Entonces ten cuidado, Judith".
Judith dudó un momento, luego movió los labios e inmediatamente me saludó con una débil sonrisa.
"SÃ. Gracias por dedicar su valioso tiempo".
TenÃa una expresión de pesar en su rostro, y me fui sin hacer planes para volver a verla.
***
No podÃa entender con qué ánimo tenÃa que saludar a Judith y pasar por delante de ella.
El sol brillaba con fuerza, pero sin razón alguna, mi espalda estaba frÃa.
Ahora que habÃa confirmado una vez más que el libro que habÃa visto en mi sueño no era una mierda en absoluto, nada habÃa cambiado. Pero aún asÃ, estaba seguro de una cosa.
Lo habÃa encontrado. Por fin lo habÃa encontrado.
Cómo curar mi enfermedad.
El niño necesario.
Cuando me di cuenta de quién era el niño pelirrojo del invernadero, un sentimiento cruel arraigó en mi corazón.
Imaginé en mi mente una y otra vez lo que mi futuro yo habÃa hecho en el libro. Antes de darme cuenta, estaba intentando hacerlo realidad.
El problema fue que fracasé. Asà que esta vez puedo lograrlo'.
Me quedé atónito incluso por mà mismo ante la tranquilidad, el egoÃsmo y la crueldad que no habÃa conocido.
'El hecho de que el otro lado del mundo me haya mostrado tal futuro significa que debo encontrar la manera de triunfar en el arte prohibido'.
Mis manos temblaban a pesar de estar todavÃa bajo la brillante luz del sol. Aunque es un arte prohibido que se considera un delito... Yo...
"Primera Princesa".
En ese momento, incliné la cabeza hacia atrás por reflejo ante la voz baja que se coló bajo la sombrilla.
Mi corazón palpitó como el de un niño atrapado en una falta. Pero en cuanto me di cuenta de quién estaba frente a mÃ, liberé suavemente la tensión de mis hombros.
"Madre".
En cuanto vi la cara de mi madre, sentà sorpresa en lugar de ansiedad en mi frÃo y acurrucado corazón.
"¿Acaba de llamarme mi madre primero?
Miré a mi alrededor, pero no habÃa nadie más que mi madre, yo y las sirvientas que nos seguÃan.
La última vez que visité el Palacio de la Emperatriz, sólo la habÃa visto de lejos, asà que hacÃa mucho tiempo que no estaba a solas con ella. También era la primera vez en muchos años que se acercaba a mà sin ser consciente de los ojos de los demás sobre ella, como estaba haciendo ahora.
"Buenas tardes, madre. ¿Has salido a dar un paseo?"
Como una idiota, me dejé llevar. Me corté el pelo con mis propias manos y me recompuse, pero en cuanto me puse asà delante de mi madre, volvà a ser su hija pequeña.
De alguna manera, el hecho de que hoy no estuviera con Miriam también me levantó el ánimo.
¿HabÃa venido hasta aquà sólo para verme? ¿Se habÃa enterado de mi estancia en el invernadero?
Mucha gente me saludó cuando se enteró de que habÃan encontrado a un hereje fugado frente a mi invernadero.
"Si ese es el caso... ¿Puedo decÃrselo a mi madre también?
"Madre, yo..."
"¿Estás loco?"
Pero fue una voz insensible la que cayó sobre mÃ.
"Cuando escuché por primera vez el rumor sobre tu extraño comportamiento, pensé que mis oÃdos estaban equivocados".
De un tiempo a esta parte, los ojos de mi madre se volvieron frÃos cuando me miró. Hoy seguÃa igual.
"Me preguntaba en qué clase de embrollo te estabas metiendo. Ahora veo que has olvidado cómo comportarte como una princesa imperial porque te asocias con cosas bajas".
Me iluminó tardÃamente la voz que me reprendÃa. Ahora que lo pienso, mi madre nunca me sonrió desde que me vio.
"No, madre. Judith es..."
Pensé que habÃa visto mi encuentro con Judith hace un rato, asà que abrà la boca para excusarme. Pero rápidamente me volvà a callar sin decir nada. Porque de repente me sentà ridÃcula conmigo misma.
"Eres la primera princesa de Kamulita, mi hija y la hermana de Miriam. Asà que compórtate de tal manera que no nos avergoncemos de ti".
Mi madre me sermoneó frÃamente hasta el final, y pasó por delante de mà como si no se arrepintiera.
"Su Alteza..."
Marina me hizo una pequeña llamada cuando me quedé quieta después de que los pasos hubieran desaparecido por completo. Su voz era tenue, casi preocupada. En momentos como éste, me alegraba de ser una princesa imperial. Todo el mundo estaba de pie detrás de mà y nadie podÃa ver mi cara.
"Marina, ¿cuál es el siguiente horario?"
De esta manera, pude al menos adornar mi voz, incluso en un momento como este.
"Vas a visitar la sastrerÃa para la prueba final de tu traje para la Fiesta de la Caza".
"De acuerdo, vamos".
Respondà con calma, como si no hubiera pasado nada hace un rato, y seguà adelante con mi parada.
Mientras caminaba por la calle, vi una pequeña mariquita sentada en el suelo. PodrÃa haberla evitado, pero en lugar de ello la pisé cruelmente y pasé por delante de ella. Con el sonido del crujido, un rincón de mi corazón se rompió también.
***
"Princesa, si se mueve demasiado rápido, podrÃa resultar herida".
El Conde Levelyn, uno de los sastres imperiales, casi me apuñala varias veces mientras cosÃa el traje de caza.
Mientras me quedaba quieta, dejando mi cuerpo a las doncellas, no dejaba de pensar en otra cosa en mi cabeza.
'En el futuro descrito en el libro, ¿qué edad tenÃa Judith cuando despertó sus poderes mágicos?
¿Quince? ¿Dieciséis?
Judith tenÃa ahora doce años, asà que no me quedaba mucho tiempo.
'... ¿Entonces serÃa mejor deshacerse de todo ahora?'
Por primera vez en mi vida, sentà una sincera intención de matar que ni siquiera sabÃa que existÃa dentro de mà durante ese tiempo.
No sé cuándo me convertà en una persona tan ridÃcula e insignificante.
Mi padre siempre decÃa: "Es mi mayor orgullo tenerte como hija" y "Eres el único tesoro de Kamulita", pero al final me trataba como a un sabueso que tiraba una vez fuera de uso.
También era mi papel el de suscitar el respeto de la familia imperial realizando grandes magias delante del pueblo en cada evento nacional, y el de tomar la delantera cuando se producÃan problemas como catástrofes y tenÃa que reducir los daños o reparar las zonas dañadas.
Era obvio que tenÃa un motivo oculto para sacarme y utilizarme todo lo que pudiera antes de que estuviera completamente indefenso como mago.
Pero en realidad, fue mi madre quien me hizo sentir una traición aún mayor.
Las manos que solÃan abrazarme con tanta ternura, los ojos que brillaban de amor por mÃ, los labios que me susurraban cada dÃa que me querÃan.
Ahora se lo habÃa dado todo a mi hermano en lugar de a mÃ.
¿Qué tan desgarrador serÃa deshacerse de su adorable hijito frente a una madre que ya no me amaba?
De hecho, cada vez que miraba al niño, no podÃa soportar la ira que me invadÃa.
Odiaba a mi madre, que ya no era mÃa, y odiaba a Miriam, que me la habÃa arrebatado, a veces incluso más que a mi padre.
Y ahora, habÃa otra persona que me sorprendÃa.
"No pude dar las gracias".
Recordé a Judith, a quien conocà antes frente al Primer Palacio Imperial.
"También me salvaste cuando estaba a punto de ser castigado".
Asà es... Asà que al final, ella es la ganadora final.
La heroÃna de la historia, que supera todo tipo de pruebas y adversidades, y al final sostiene el tesoro más brillante del mundo en ambas manos.
'Oh, quiero deshacerme de todo'.
La verdad es que sólo estaba imitando la calma, y mi estómago, no tan tranquilo, empezó a revolverse de nuevo.
No podÃa soportar esta sensación desconocida de impotencia.
Los pensamientos negativos que me habÃan estado carcomiendo todo este tiempo, equiparando mi corazón a mi cerebro, volvieron a poner sus retorcidos dientes y vertieron su veneno en mÃ.
"Ya está todo listo, princesa. Ya puedes relajarte".
Sólo yo me basto para brillar en este mundo.
Todas las cosas más bellas y brillantes de este mundo deberÃan ser mÃas.
Hasta ahora, por muy dolorosa y desesperada que me sintiera, creÃa que me esperaba un futuro deslumbrante...
"Si has terminado, vete"
Expulsé a todas las personas de mi vida, empujando en un sentimiento de frustración y destrucción que no sabÃa que era mÃo ni de Arbella en el libro que vi.
Necesitaba un tiempo a solas para evitar que este feo corazón me encontrara.
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