La Princesa Monstruosa 142
Las Dos Princesas (21)
Liliana soltó un grito sobrenatural y cayó hacia delante.
"¡Qué! ¡Cómo te atreves...! Ack!"
gritó Liliana con incredulidad, mientras Judith le ataba el cuerpo con magia mientras intentaba identificar a quien la habÃa atacado. Luego cerró la puerta de golpe y entró en la habitación.
"¿Quiénes sois? ¿Cómo te atreves a hacerme esto? Pagarás por esto".
La voz de Liliana temblaba de rabia mientras se retorcÃa en el suelo, aún atrapada por las cadenas de magia.
"¡Carolina! ¡Beryl! ¡Venid en mi ayuda! ¿No me oÃs?".
Llamó desesperadamente a sus doncellas, pero sus súplicas cayeron en saco roto. Las sirvientas de Liliana ya habÃan sido atrapadas por los encantamientos de Judith, y la habitación estaba insonorizada. La mano de Judith trazó otro intrincado patrón en el aire, preparando otro hechizo.
"¡Hyuk! ¡Mis, mis ojos! ¡Qué pasa, no puedo ver...! ¿Qué les ha pasado a mis ojos?"
Liliana entró en pánico cuando la oscuridad envolvió su visión, como si le hubieran salpicado los ojos con tinta. Entonces, sintió la proximidad de pequeños pasos, el sonido de unos zapatos de tacón bajo y el vaivén de una falda justo por encima de su cabeza. Sintiendo una oleada de aprensión, Liliana se tensó, momentáneamente silenciada.
"¡Crees que puedes salirte con la tuya! ¿Quién te crees que eres y por qué no me lo dices ahora mismo?".
Mirando a Liliana, que seguÃa gritando ferozmente, Judith finalmente habló.
"Cállate, Liliana".
Una voz cristalina resonó por encima, parecida a una melodiosa canción, haciendo que cesaran los retorcimientos de Liliana. Volviendo su atención hacia Liliana, Judith habló de forma aburrida, casi indiferente.
"Siempre me has dicho que mirar cosas sucias te hace sentir como si te salpicaran los ojos de tierra, asà que lo hice para que no pudieras verlas en absoluto, ¿cuál es el problema?".
"¡Tú, tú...!"
Liliana pareció darse cuenta por fin de quién le habÃa hecho aquello, y jadeó incrédula ante lo absurdo de todo aquello.
"Judith, ¿has perdido la cabeza? ¿Cómo te atreves a hacerme esto sin ningún miedo? Carolina, ¡¿hay alguien ah�!"
Judith miró a Liliana, aparentemente divertida por su inútil búsqueda de ayuda. La luz del sol entraba a raudales en la habitación, proyectando un resplandor radiante, mientras la propia Judith permanecÃa de pie en el centro, aparentando aún inocencia e inofensividad, contrariamente a la imagen que ahora proyectaba sobre Liliana.
"Puedes gritar con todas tus fuerzas, pero nadie vendrá".
comentó Judith, gesticulando con una mano delicada. La puerta de un pequeño armario se abrió, revelando sus profundidades. Liliana se elevó en el aire con un chasquido de los dedos de Judith.
"¡Uf...!"
Al instante siguiente, Liliana fue introducida a la fuerza en el reducido espacio del estrecho armario. Su elegante vestido y su pelo meticulosamente peinado aparecÃan ahora despeinados, en marcado contraste con su llegada inicial al orfanato, disfrazada de acto de caridad.
"Liliana, no supongas que ignoro lo que intentaste contra mà el otro dÃa".
"¿Qué, qué?"
"Porque no soy idiota como tú. No quiero que todos piensen que soy tan poco inteligente como tú".
De hecho, hacÃa sólo unos dÃas, Liliana habÃa intentado encerrar a Judith en un pequeño almacén o algo asÃ. Por supuesto, Judith no habÃa caÃdo en la trampa.
En primer lugar, el acoso de princesas y prÃncipes, incluida Liliana, no era nada del otro mundo. Si algo sabÃa Judith, era que idearÃan cualquier medio para atraparla en el futuro.
No habÃa nadie en la familia imperial de Kamulita de quien Judith tuviera que desconfiar.
Excepto por la Primera Princesa Arbella...
"¿Tratas de vengarte de mà por eso, después de todo, no te ha pasado nada!".
Liliana pareció darse cuenta por fin de por qué Judith estaba haciendo esto. Pero en lugar de disculparse con Judith por su desafortunada e involuntaria maniobra, optó por la desvergüenza.
"SÃ, no ha pasado nada".
Por supuesto, Judith no se impresionó, como sabÃa que harÃa Liliana, asà que continuó con lo que estaba haciendo.
"Pero, ¿me da eso alguna razón para no tocarme en primer lugar?".
¡Bang!
La puerta del armario donde estaba encerrada Liliana se cerró de golpe.
"¡Eh! No puedes dejarme aquÃ... ¡Ugh!"
Los incesantes gritos de Liliana fueron acallados cuando Judith empleó magia gnóstica para suprimir sus cuerdas vocales. Aunque Judith estaba utilizando simultáneamente múltiples hechizos, al igual que la Primera Princesa, Arbella, se sentÃa tan fácil como consumir sopa frÃa. Los demás sabÃan que sólo habÃan pasado unos meses desde que las habilidades mágicas de Judith habÃan florecido y habÃa comenzado su entrenamiento mágico formal, y ese hecho seguÃa siendo cierto.
Sin embargo, la Judith actual habÃa estado bien versada en la magia durante un perÃodo considerable, lo que le permitÃa manejar sin esfuerzo sus poderes y crear intrincados cÃrculos mágicos.
"¡Mm! Mmph...!"
El armario traqueteó mientras Liliana forcejeaba.
"Una criada vendrá a buscarte a la hora prevista de salida del orfanato, pero hasta entonces, quédate ahà dentro y reflexiona en silencio".
Judith dejó a Liliana sola en la habitación y salió por la puerta.
Pero el cÃrculo que habÃa dibujado permaneció, de modo que aunque todos fueran a buscar a la Tercera Princesa Liliana, Cuando llegaban a su puerta, daban media vuelta y se marchaban, como si de repente se hubieran acordado de otra cosa.
Al cabo de un rato, Judith fue a la habitación donde estaban reunidos los niños y los saludó.
"¡Cuarta princesa, por favor, léenos un cuento otra vez la próxima vez!".
"¿Vendrás a jugar otra vez?"
"SÃ, vendré a verte la próxima vez".
Judith sonrió y saludó a los niños, haciendo contacto visual con cada uno de ellos, antes de salir.
"Entonces, Cuarta Princesa, ¿volvemos a palacio?".
"SÃ."
En el viaje en carruaje hasta el palacio, Judith se sentó con la barbilla entre las manos y se quedó mirando por la ventana, recordando un sueño que habÃa empezado a tener un dÃa.
En ese sueño, tan vÃvido que parecÃa que no era un sueño en absoluto, sino una realidad que ella habÃa experimentado de primera mano.
HabÃa visto un extraño futuro en el que era un poco mayor de lo que era ahora, y no hacÃa mucho, cuando por fin habÃa podido sacar un libro de una jaula suspendida en un misterioso espacio violeta, como poseÃda por algo...
Judith estaba finalmente convencida. Pero, extrañamente, habÃa una diferencia entre lo que veÃa en su sueño y la realidad.
En primer lugar, a diferencia del libro de su sueño, los hermanastros que tratarÃan con ella en esta realidad no eran el Primer PrÃncipe Ramiel y la Segunda Princesa Cloe, sino la Tercera Princesa Liliana y el Segundo PrÃncipe Lloyd.
Se suponÃa que la Primera Princesa Arbella también habrÃa comenzado su antagonismo con Judith en este momento, pero no ha hecho tal movimiento. Más bien, ella fue...
"..."
Las manos de Judith se tensaron, y se mordió los labios fuertemente cerrados con la fuerza suficiente para mostrar sangre.
Sus ojos dorados, que captaban la pálida luz del sol bajo sus espesas pestañas, empezaron a crisparse ligeramente mientras pensaba.
"Esta niña es nuestra hermana, reconocida por el Emperador, asà que creo que está más que cualificada para usar el camino".
En retrospectiva, fue entonces. La relación entre Arbella y Judith, no un sueño, comenzó a cambiar.
Judith recordaba ahora la aparición de Arbella, que la habÃa defendido de Cloe, la segunda princesa, un dÃa del pasado, bastante tiempo después.
"¿No tienes una doncella en tu palacio?".
"¿Qué?"
"La próxima vez, llévate una criada".
A partir de entonces, Arbella cuidó de Judith y la ayudó varias veces.
"También habÃa un bicho intentando sentarse en tu servilleta, asà que lo espanté".
"Ya veo".
"El bicho era bastante grande y me di cuenta de que no podÃa ahuyentarlo de una sola vez. Todos lo visteis, ¿verdad?"
Y Judith, como una niña que come caramelos por primera vez, se quedó atónita. Como no era otra que Arbella, su atención se sintió especialmente dulce y extasiada.
"¿Estás bien?"
"¿No sabes que esto es un jardÃn con plantas mágicas, y se supone que no debes acercarte más de cierta distancia?".
HabÃa tantas otras cosas que le venÃan a la mente cuando pensaba en Arbella.
Una vez que empezó a pensar en una, los recuerdos de ella empezaron a llegarle a raudales, como un pie de caramelo atado con una cinta que se saca de un cofre del tesoro.
Arbella sonriendo dulcemente a Judith.
Arbella acariciando el pelo de Judith y abrazándola cariñosamente.
Arbella protegiendo a Judith de la gente que la ignoraba y la acosaba.
Judith no era tonta, asà que sabÃa que Arbella no le entregaba su corazón porque realmente la querÃa como a una hermana desde el principio.
Pero ella no creÃa que eso importara. Ni siquiera creÃa que la forma en que Arbella la trataba ahora fuera mentira.
Pero Judith ya no podÃa tratar a Arbella como lo habÃa hecho antes. No podÃa dejar de pensar en las escenas de sus sueños, y la amargura, el resentimiento, el odio y el arrepentimiento que habÃa sentido entonces volvieron a inundarla.
"Cuarta Princesa, deberÃamos llegar en unos diez minutos, y el siguiente itinerario es...."
De repente, el enorme palacio imperial se hizo visible. Judith miró por la ventana con ojos frÃos y cerró los ojos.
La próxima Fiesta de los Magos lo decidirÃa todo.
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