La Princesa Monstruosa 116
¿Por qué has venido a mi casa? (10)
Tras una serie de grietas, y el descubrimiento de rastros de magia prohibida en la finca del marqués Graham, la opinión pública de Kamulita se tornó rápidamente viciosa.
La respuesta del gobierno imperial fue proporcionar al pueblo nuevas distracciones. Judith fue el mejor ejemplo de ello.
Aunque no lo hubiera hecho, el hecho de que ahora poseyera poderosos poderes mágicos gracias a su despertar habÃa llamado la atención de la familia imperial, por lo que, como ya se ha mencionado, el Emperador planeaba colocarla pronto en un puesto oficial, reconociéndola como un verdadero miembro de la familia imperial y dando a conocer ampliamente su presencia.
El primer paso en ese proceso era dar a conocer al mundo la imagen de Judith. Debido a su defecto congénito de haber nacido esclava, Judith nunca ha dado a conocer oficialmente una imagen en su nombre.
Sin embargo, ha aparecido en mis imágenes de vez en cuando en los últimos cuatro años, por lo que el pueblo de Kamulita no es ajeno a ella.
-¡Por qué ahora, tenÃa hambre!
Lo mejor del dÃa fue el monstruo que ocupaba la esquina de mi dormitorio.
En cuanto entré en la habitación, armó un gran alboroto como si lo hubiera dejado para alimentarse.
Era bastante intimidante verlo saltar en su sitio y chocar todo el cuerpo contra la pared. Por supuesto, es redondo, asà que en realidad no da miedo, sólo intimida por su comportamiento, pero el otro dÃa me di cuenta de que si un extraño lo viera, pensarÃa que lo estoy matando de hambre.
"Te di comida antes de salir y te la puse en la cuenta por si llegabas tarde. ¿Ya te lo has comido todo?"
-¡Claro que me lo comà todo! Tengo hambre otra vez. Dame más, más, más.
Pero supuse que de eso se trataba tener una mascota, y que de todas formas era mi karma por dejar entrar a este cerdo glotón en la habitación, asà que cogà una cesta entera de frutas y verduras que habÃa preparado y puesto en la mesa especÃficamente para este monstruo.
"Por cierto, ¿no te vas a quemar de tanto comer?".
-¡No, no estoy comiendo de más, puedo comer más!
Le he estado hablando mucho y ahora entiende muchas palabras.
De todos modos, cuando le di de comer, se quedó callado mientras se concentraba en desviar la energÃa.
Estoy seguro de que sigue buscando una oportunidad para salir del cÃrculo, pero es tan sencillo que una vez que le pongo comida en la boca, parece olvidarse de todo lo demás durante un rato.
Pero hoy, en lugar de murmurar sobre lo que hay en la cesta, me miró y murmuró alguna tonterÃa que no funcionarÃa.
-Esta no, ¿no puedo dar un lametón rápido?
"Te dije que si seguÃas trepándote sobre mÃ, te enviarÃa al laboratorio de magos".
-Hmph.
Volvà a la mesa y tomé asiento, mirando fijamente la piedra mágica de la imagen que habÃa sobre la mesa. La habÃa encontrado antes, cuando llevaba la cesta para alimentar al monstruo.
No era mÃa, sino de Judith. Jugueteé con ella, la envié a revisar al departamento especializado en crear y mantener los cristales videomágicos de la familia imperial y la activé.
-¿Se encendió?
-SÃ, mira hacia aquà y habla.
Una hermosa muchacha de cabello negro y ojos dorados apareció en la imagen frente a mÃ.
Llevaba el vestido azul claro que le habÃa regalado. Pude ver una cinta del mismo color colgando de su pelo, que llevaba semirecogido.
De pie, sola frente a la piedra mágica de vÃdeo, Judith parecÃa un poco incómoda. Sin embargo, su inexperiencia la hacÃa parecer aún más inocente e inofensiva.
-Ah, hola. Soy Judith, la 4ª Princesa de Kamulita, y es la primera vez que te saludo formalmente, asà que estoy muy nerviosa.
Judith comenzó tÃmidamente.
Judith tiene ahora dieciséis años. Ninguna de las otras princesas y prÃncipes desconocÃa las piedras videomágicas ni siquiera a esta edad. No es de extrañar, ya que todos han tenido una a su lado desde que eran muy jóvenes.
Asà que antes de poner oficialmente el vÃdeo en solitario de Judith en la piedra, el Emperador me hizo entrenarla personalmente.
Pero no le enseñé nada más. Ella era naturalmente capaz de atraer a la gente tal y como era. Además, acababa de hacer su primera aparición pública, y no habÃa necesidad de que pareciera ya demasiado curtida.
-Ja, ya veo que estás nerviosa, pero ya has aparecido en los vÃdeos de la Primera Princesa, ¿verdad? Asà que sólo tienes que estar tan relajada como entonces.
La persona que estaba a su lado continuó hablándole en un tono relajado y amistoso, como si tratara de calmar sus nervios. Lo que tenÃa delante no era un vÃdeo editado para la venta, sino una piedra mágica que contenÃa el vÃdeo original, asà que habÃa mucha cháchara inútil de por medio.
-Cuando mencioné a la Princesa, su expresión cambió. A la Cuarta Princesa le debe gustar mucho la Primera Princesa.
-SÃ, hermana Arbella...... Es tanto lo que he aprendido de ella, y tanto lo que me ha dado. ¡Es mi persona favorita de la familia imperial!
"Esta parte debe haber sido cortada".
No pude evitar soltar una pequeña carcajada mientras veÃa el vÃdeo emitido desde la piedra mágica.
Ella me respeta y le gusto más que el mismÃsimo Emperador. No habÃa forma de que la familia imperial permitiera que tal comentario de Judith llegara a oÃdos del pueblo de Kamulita.
-¿Eh? ¡Te has reÃdo! Pariente, tú también puedes reÃr, ¿verdad?
"De qué estás hablando, me he reÃdo delante de ti antes, actúas como si nunca lo hubieras visto".
-¡No, no es una risa de miedo! Qué raro, ¿por qué de repente te has sentido mejor?
El monstruo me miró y negó con la cabeza.
TenÃa razón, definitivamente me siento mejor que hace un momento. Pasaban muchas otras cosas, y me sentÃa un poco mal porque Gerard quisiera ir a casa del conde Lassner con tan poca antelación.
"No seas tonta, sigue comiendo, mastica despacio y a conciencia, te dará un vuelco el estómago si comes con tanta prisa".
Por supuesto, el monstruo en realidad no estaba masticando y tragando la comida, pero aun asà le aconsejé por si acaso.
-Pero amigo mÃo, ¿no estás comiendo demasiado?
Pero entonces el monstruo volvió a chupar la magia de la fruta y empezó a decirme tonterÃas.
"No existe tal cosa como comer demasiado. ¿Te crees que yo soy tú? Siempre como la cantidad justa de comida".
-¡No! Has estado comiendo demasiado, ¡y sé que eres tú la que se come todas las cosas ricas cuando yo no estoy!
Le dije que no, pero siguió insistiendo en que siempre comÃa demasiado.
-Eh, que tarde o temprano te vas a volver a poner mala porque vas a tener que vomitar lo que has comido.
Pero el comentario me tocó la fibra sensible, y cuando intenté reflexionar sobre ello, añadió:
-Hmmm, serÃa mejor que lo lamiera antes...
Ah, pensé, qué truco, qué monstruo tan simplón es.
"Pórtate bien y cómete la comida".
Advertà en silencio a la criatura antes de volver a centrar mi atención en el vÃdeo de Judith. Para entonces, Judith habÃa terminado su saludo y se disponÃa a realizar un truco de magia, y lo siguiente que supe es que habÃa convertido todos los pétalos del vÃdeo en mariposas de la nada.
Aún no me han informado de cómo reaccionó la gente, pero yo dirÃa que fue un debut bastante exitoso para una piedra mágica de vÃdeo.
De repente, recordé que Judith me habÃa dicho que el año que viene serÃa ella, y no Gerard, quien atraparÃa la Galaxia dorada. Mi mente saltó naturalmente a la conexión, recordando las palabras de Gerard de ayer.
"Hay un lugar que me gustarÃa visitar durante un tiempo si la Princesa me lo permite".
"¿Dónde?"
"La finca Lassner".
¿Qué demonios quiere comprobar Gerard all�
Ya han registrado la mansión y confiscado todo lo que habÃa en ella, asà que ahora no deberÃa quedar nada.
Llevo recibiendo sutiles insinuaciones suyas desde que el otro dÃa vimos juntos el lugar mágico prohibido.
Mientras seguÃa pensando en ello, sentà una peculiar sensación de incomodidad.
Recuperé mi investigación sobre las grietas y la magia prohibida. Cogà el mapa y lo extendà sobre la mesa. Empecé a marcar los lugares en el mapa tal y como estaban registrados en mi investigación.
La primera grieta de Kamulita estaba en las tierras del marqués Graham. La segunda grieta estaba en la provincia de Celaor, la finca del vizconde Ferrison. La siguiente fue...
Y asà sucesivamente, hasta que volvà a marcar la finca del marqués Graham, donde se habÃa producido la grieta más reciente, y luego pasé a los lugares donde habÃa presenciado el uso de las artes prohibidas de primera mano, o donde sospechaba que se reunÃan los desagradables. Naturalmente, también marqué la escena de la magia prohibida que Gerard y yo habÃamos presenciado cuando fuimos a la biblioteca.
Cuando terminé, miré el mapa, que tenÃa un Ãndice de coincidencia asombroso.
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