Domingo 17 de Marzo del 2024 |
La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 214
Poco después, Ciella se casó con Duval.
Reynos, por su parte, se encontró prometido a Tyriel Puritina, que habÃa regresado de los barrios bajos.
Los esponsales con Tyriel resultaron, cuando menos, problemáticos.
Puritina poseÃa la habilidad de Purificación, que debilitaba el ego de los dragones malvados.
Atrapado en la trampa de Knox, Reynos perdió gradualmente el control de sà mismo. Agravado por la ingestión de Estalroot, a menudo se encontraba a la deriva en la confusión, incapaz de discernir sus propias acciones.
Para cuando la claridad volvÃa a él, ya era demasiado tarde.
"Ah......."
Despertó entre los restos de la destrucción, las consecuencias de su desenfreno descontrolado tras los intentos fallidos de Tyriel por contenerlo.
El mundo yacÃa en ruinas, destrozado y desolado. No quedaba rastro de vida humana.
Desesperado por cualquier señal de vida, se apresuró a llegar a la mansión Lavirins, sólo para encontrarla reducida a escombros. La residencia del conde Essit sufrió un destino similar.
Mientras contemplaba la devastación, el eco de su último intercambio con Ciella reverberó en su mente.
"No te habrás despertado para destruir el Imperio, ¿verdad?".
"No."
"Entonces está bien. Tendremos que convivir en paz".
Se le revolvió el estómago y se le nubló la vista.
Ella habÃa confiado en él para guardar su secreto, y él le habÃa fallado. HabÃa roto su confianza con ella...
Normalmente, se habrÃa encogido de hombros ante una promesa hecha a un humano.
Esto ni siquiera era una promesa.
Sólo una pregunta y una respuesta en el curso de una conversación casual. Nada más que una mota de polvo flotante, algo que podÃa ignorarse a voluntad.
Pero no podÃa apartar la mirada.
"La princesa que llevas en tu corazón. Creo que ella apreciarÃa su afecto".
"En algún lugar de este vasto mundo, ella puede consolarse sabiendo que alguien la ama tan profundamente, y aunque permanezca inconsciente, el solo pensamiento le proporcionarÃa alegrÃa".
Por primera vez en mil años, alguien reconocÃa su soledad, alguien a quien no podÃa apartar la mirada aunque quisiera...
"... Salvar a Lavirins".
Reynos estaba decidido a salvar a Ciella Lavirins.
Sólo que él era un dragón, no un dios.
Resucitar a los muertos no estaba en su poder, a menos que aún respiraran.
Asà que Reynos decidió retroceder en el tiempo.
A un tiempo en el que ella aún estaba viva. A un tiempo en el que aún no se habÃa casado con Duval Essit, en el que podÃa revertir sus propias decisiones.
Utilizando la magia almacenada en el Corazón de Dragón, atravesó su corazón.
Al mismo tiempo, todo en el mundo se detuvo, y pronto empezó a girar hacia atrás tan rápido como un engranaje en una rueda.
Es posible ver las imágenes pasadas de las almas entre el tiempo y las brechas temporales.
Mientras el mundo volvÃa a su estado original, Reynos pudo ver a los humanos de Eldorado.
Entonces, una figura familiar llamó su atención.
"...¿El?"
No podÃa creerlo.
¿Era realmente... ella?
Se quedó boquiabierto, esperando a que el tiempo se rebobinara, y entonces empezó a caminar rápidamente. Corrió tras el espÃritu que supuso que era El.
Y en el momento en que se encontró cara a cara con su forma fÃsica, le agarró la muñeca con tanta fuerza que ella no pudo escapar.
Fue entonces cuando el tiempo dejó de girar hacia atrás y empezó a fluir con normalidad.
"......¿Quién?"
La mujer, agarrada por la muñeca, le miró confundida.
Estaban frente a una fuente del parque central de la capital, de nuevo de una pieza.
Reynos, con una expresión de incredulidad en el rostro, murmuró.
"¿Ciella...... Lavirins?"
"¿Quién es usted?"
"Yo, yo soy..."
"¿Qué, estás con otro hombre porque llego un poco tarde?"
Una voz inoportuna le interrumpió.
Giró la cabeza y vio a Duval Essit.
Frunciendo el ceño, Duval apartó bruscamente la mano de Reynos del agarre de Ciella y luego le agarró la muñeca con fuerza.
"¡Me duele!"
"Vamos, vamos. Rápido, sÃgueme. Estoy de mal humor por culpa de ese tipo".
Duval, que ni siquiera fingió mirar su muñeca roja e hinchada, tiró de ella con más fuerza.
Ciella le siguió, con la muñeca aún agarrada.
Solo, Reynos la observó alejarse y luego le ahuecó lentamente la cara entre las manos.
Después de tantos años, después de tantas vueltas, por fin la habÃa conocido.
No le dio su corazón porque le atormentaran los recuerdos del pasado.
Le dio su corazón y era ella.
Se sintió tan feliz por ese hecho que lloró.
***
Ciella se encontró de nuevo casada con Duval, reflejando su vida anterior.
Reynos también estaba atado a Tyriel y, en su pérdida de control, llevó la ruina al Imperio.
Era un futuro que ya habÃa vislumbrado antes, uno que buscó desesperadamente cambiar pero que se encontró incapaz de alterar.
Tal es la consecuencia de desafiar el orden natural y manipular el tiempo.
Un futuro aparentemente inmutable, grabado en la desesperación.
Tras numerosos intentos inútiles de salvarla y con la magia del Corazón de Dragón menguando, Reynos se dio cuenta de que necesitaba un nuevo enfoque.
"Quizá el problema eran mis recuerdos".
Murmuró para sà mismo.
"Dicen que los humanos son capaces de hacer milagros, y ya que has tocado mi corazón, quizá seas el único que pueda cambiar todo esto...".
Empleando magia antigua, imbuyó a Ciella con recuerdos del pasado, contenidos en un libro.
Luego, ejerciendo toda su fuerza para manipular el tiempo una última vez, esperó el resultado.
Esta vez, hubo un cambio perceptible.
Ciella acogió a Puritina en su cÃrculo social, formando un vÃnculo profundo que algunos compararÃan con la mejor amistad.
Pero, ¿era esta nueva amistad una bendición o una perdición? Reynos no podÃa asegurarlo.
Justo cuando se tambaleaba al borde de la resignación, cuestionándose sus repetidos fracasos, llegó una carta de Ciella.
[P.D. ¿Le gustarÃa tener una aventura por venganza con una persona que fue vÃctima de una aventura?].
Se preguntó si esto era lo que llaman un milagro de Dios.
Él no creÃa en Dios, pero asà como estaba, sintió la tentación de hacerlo.
Le preocupaba profundamente la última frase de la entrada de su diario: "No quiero volver a verla", pero estaba dispuesto a arriesgarse con este milagro.
"Puede ser que estén siendo deliberadamente duros para ocultar lo mucho que te echan de menos, o puede ser que lo estén pasando mal estando contigo y necesiten estar lejos de ti durante un tiempo".
Depositó una pequeña esperanza en sus palabras.
Que tal vez, sólo tal vez, las frases de su diario significaran algo más de lo que decÃan.
Y la apuesta valió la pena.
***
"Creo que anoche tuve un sueño fetal".
"SÃ... ¿Eh?"
Reynos parpadeó mientras respondÃa, con la mente dándole vueltas al pasado.
"¿Un sueño fetal?"
"SÃ. Soñé que un dragón dorado me regalaba dos fresas grandes y un melocotón, y tuve un sueño parecido cuando di a luz a Rejuni y Eljuni. Y aún no he terminado de criar a Rejuni y Eljuni".
Ciella suspiró pesadamente, con la frente arrugada.
Por la razón que fuera, no querÃa verla sufrir.
Asà que Reynos cogió la mano de Ciella y le dijo con cara muy seria.
"Yo los criaré".
"¿Los cinco?"
"SÃ".
"¿Entonces puedo ir a la huelga?"
"SÃ."
"Bueno, si vas a criar a cinco, puedes criarme a mÃ".
"Vale, los criaré a todos".
"Jajaja, qué es eso".
Ciella soltó una risita, como si hubiera oÃdo algo gracioso.
Pero lo decÃa en serio.
Verla reÃr hizo que todas las preocupaciones del mundo se derritieran. Los ojos de Reynos se entrecerraron hermosamente.
Mi amor, mi vida, mi única.
Sonrió ampliamente y besó a Ciella.
No echaba de menos la felicidad que habÃa vuelto a él. Ni la echarÃa de menos nunca más.
Ya no odiaba los dÃas de lluvia.
<La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido> Historias secundarias especiales - Fin
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