Domingo 17 de Marzo del 2024 |
La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 210
¿Cómo demonios se supone que voy a arreglar esto?
Mientras estaba allà de pie, conmocionado, Briand, al notar la expresión angustiada de Eljuni, se apresuró a salir, y yo le seguà de cerca.
"¡Y-Yerena también se va!"
Yerena, que habÃa estado a punto de seguirle, se detuvo en seco.
Con las mejillas sonrojadas, la niña murmuró de forma casi inaudible: "Gracias por la galleta de la suerte", antes de escabullirse.
El único rejuni que quedaba atrás soltó un pequeño suspiro antes de seguirlas.
Saliendo por fin de mi estado de estupefacción, los vi partir con los ojos llenos de lágrimas.
DeberÃa haberlas dejado con su juego, pero en lugar de eso, intervine y compliqué aún más las cosas.
Menudo lÃo.
"Lo siento, Ciella. No deberÃa haberme involucrado..."
"No, deberÃa haberte informado antes de que los niños estaban bien".
Pero no lo hice, demasiado preocupada por la repentina constatación de que se habÃan ido.
Todo lo que podÃa ver en los ojos de mi mente era a Eljuni llorando.
Oh, mi querida Eljuni. ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo puedo curar a una niña con el corazón roto? Sentà que perdÃa una parte de mi alma.
"¡Eljuni!"
Una voz gritó desde la ventana de la escuela.
Era Didi, acompañada de otros niños, que tomaron la palabra.
Cada uno de ellos compartió algo sincero.
"¡Vuelve a visitarnos pronto, por favor!"
"¡Ha sido divertido jugar hoy con vosotros!"
"¡Yerena, prometemos tener aún mejores golosinas la próxima vez!"
"¡Reunámonos todos para abrir juntos la cápsula del tiempo!"
En respuesta, me asomé instintivamente por la ventana, mirando hacia abajo.
Eljuni parpadeó, un momento de confusión cruzó su rostro. Pero rápidamente se transformó en una amplia sonrisa mientras respondÃa con entusiasmo.
"¡Por supuesto! Sin duda volveré".
... Gracias a Dios por estos estudiantes de buen corazón.
Fue un momento lleno de calidez. Mi querida Eljuni, por fin has encontrado los amigos que tanto anhelabas.
Eljuni y Yerena subieron al carruaje, saludando fervientemente a los estudiantes.
Los niños asomados a la ventanilla correspondieron al gesto, despidiéndose de ellas e instándolas a regresar pronto.
Con ello, la excursión escolar de los cuatro niños concluyó, con un éxito rotundo.
***
Desde aquel dÃa, se ha producido un gran cambio en la escuela.
[Sigo recibiendo consultas acerca de querer ser profesor en la escuela. Seguimos recibiendo llamadas de nobles que quieren matricular a sus hijos].
Este aumento del interés se debió sin duda a la entusiasta promesa de Eljuni de volver.
Tener la oportunidad de interactuar estrechamente con la familia real es una oportunidad poco frecuente, como puede atestiguar cualquier noble estimado familiarizado con los asuntos de palacio.
Cuando una princesa extiende tal invitación, inevitablemente capta la atención de aquellos que aspiran a obtener conexiones reales.
Sin embargo, no todos los que tendieron la mano a Aria tenÃan motivos ocultos.
Entre ellos habÃa un hombre apasionado por enseñar a los niños, pero que habÃa visto frustrados sus intentos de conseguir un puesto en la Academia debido a su condición de plebeyo.
También estaban los de origen noble rural que habÃan renunciado a sus esperanzas de asistir a la Academia.
Al oÃr los rumores que circulaban por todo el imperio, estos individuos se dirigieron a la escuela de Aria.
Para Aria, que habÃa estado reflexionando sobre cómo dar a conocer su escuela, esta afluencia de interés fue un acontecimiento bienvenido.
[Todo esto es gracias al duque Lavirins por enviar a la princesa y al prÃncipe, gracias].
"Me alegro de que acabara bien".
De lo contrario, no habrÃa podido ver a Aria.
Mientras me relajaba en la terraza de la residencia del duque de Lavirins, coloqué la carta de Aria sobre la mesa.
Luego escuché los sonidos de la conversación de Briand y Eljuni en el exterior.
"Parece que hoy he ganado. Ya son 21 partidas a 11 y 10".
"¡Esto no es válido, es poco caballeroso pisar a una dama!"
"Eljuni, tú no eres una dama".
"¡¿Qué?!"
Eljuni estrechó la mano de Briand con frustración.
Al dÃa siguiente, en la escuela, Eljuni retó a Briand a un duelo a su regreso y, al derrotarle, le dijo
"¡Quiero que me llames Eljuni, no Su Alteza la Princesa!".
Y asà fue como Briand llamó a Eljuni por su nombre de pila.
Para Briand, que adora a Eljuni, no es un castigo, sino más bien una calabaza enrollada, aunque dudo que Eljuni se dé cuenta.
Dejé de reÃrme en ese momento.
Justo entonces, Reynos, que habÃa estado bebiendo té conmigo antes, murmuró con rostro serio.
"Creo que tendré que enseñarle yo mismo a usar una espada".
Aww, no importa lo disgustado que esté porque Eljuni haya perdido, no es eso.
Admito que Reynos es mejor con la espada que Rublet.
Sin embargo, Reynos, al ser un dragón, nació con un conocimiento innato, por lo que no conocÃa el concepto de progreso gradual. Recuerdo que un dÃa le observé enseñando a los niños a manejar la espada, y su expresión de perplejidad parecÃa preguntar: "¿Por qué no pueden realizar esta técnica?". Fue entonces cuando intervine, instándole a que dejara la instrucción a Rublet para evitar cualquier accidente.
Me reà y le dije.
"¿Ha conseguido que se levante la prohibición de la hora del té?".
"......No, todavÃa no".
Reynos estaba enfurruñado, sin energÃa.
Le habÃan pillado después de la excursión y le habÃan impuesto una prohibición de dos meses para tomar el té con Ejuni y una bolsa de osos.
Me reà mucho cuando lo vi metido boca abajo en su bolsa de ositos.
Pensar en ello todavÃa me hace reÃr. Me reà para mis adentros,
de repente recordé mi sueño de ayer y abrà la boca.
"Creo que anoche tuve un sueño fetal. "
"Yeha... ¿Eh?"
Reynos, que habÃa respondido con indiferencia, se quedó boquiabierto.
"¿Un sueño fetal?"
"SÃ. Soñé que un dragón dorado me regalaba dos fresas grandes y un melocotón, y tuve un sueño parecido cuando di a luz a Rejuni y Eljuni".
No le dije que huà cuando intentó darme más fruta, igual que hizo con Rejuni y Eljuni.
De todos modos, era una fresa y un melocotón, pero esta vez eran trillizos porque habÃa una fresa más.
Si es cierto, es mucho tiempo para tener cinco hijos en dos embarazos, pero... parecÃa que el proceso de embarazo era más corto pero la dificultad de la crianza era más infernal.
Criar gemelos también era tres veces más difÃcil que uno.
Los trillizos deben de ser cinco veces más duros.
"Y aún no he terminado de criar a Rejuni y Eljuni".
Mientras fruncÃa el ceño ante la penumbra innecesaria, Reynos, cogiéndome de la mano, dijo con expresión muy seria.
"Yo los criaré".
"¿Los cinco?"
"SÃ".
"¿Entonces puedo ir a la huelga?"
"SÃ."
"Bueno, si vas a criar a cinco, puedes criarme a mÃ".
"Vale, los criaré a todos".
Bueno, ¿sabe qué?
Esperaba que dijera que no al menos una vez, pero dijo que sà hasta el final.
Ante su expresión seria y sin el menor atisbo de picardÃa, me eché a reÃr.
Un rato después,
el médico imperial que habÃa dirigido mi examen exclamó emocionado.
"Felicidades, duque Lavirins. Está usted embarazada!"
Aunque lo habÃa previsto, oÃr la confirmación despertó en mà una nueva oleada de emociones.
Iba a convertirme en madre de cinco hijos.
No pude evitar preguntarme cómo reaccionarÃan Rejuni y Eljuni al saber que iban a tener hermanos pequeños.
Perdida en un torbellino de emociones, Reynos me envolvió en un fuerte abrazo.
El marqués Lavirins, que habÃa esperado ansiosamente los resultados junto a mÃ, estalló en aplausos y vÃtores.
"¡Felicidades, Ciella! Debemos informar inmediatamente al Emperador de esta feliz noticia".
"SÃ, por favor, háganlo. Y respecto a los nombres de los niños-"
"¿Sus nombres? No, no me lo diga. Informaré sin demora a Su Majestad y le pediré que les otorgue nombres!"
Con eso, el antiguo marqués Lavirins salió corriendo en un repentino arrebato de pánico.
¿Qué? ¿HabÃa estado a punto de pedirle que se encargara de ello? Aunque no lo hubiera hecho, no tenÃa intención de ponerles nombre yo mismo.
No pude reprimir una carcajada al ver huir al marqués, evidentemente temeroso de que le encomendaran semejante responsabilidad.
Reynos, con una expresión mezcla de desconcierto y diversión, se unió a la risa con una ligera carcajada.
Me reà un rato, luego me volvà hacia Reynos y le dije.
"No creo que seamos capaces de poner nombre a nuestros hijos".
"SÃ".
Contestó con ligereza, sus ojos centelleaban divertidos.
"Pero creo que está bien".
"A mà también".
Rejuni, Eljuni, me parece bien.
Supongo que eso es lo que dicen de que las parejas se parecen cada vez más.
Reynos y yo nos miramos y sonreÃmos alegremente.
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