Domingo 17 de Marzo del 2024 |
La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 204
Me acerqué a Aria con la idea de enviar a los dos juniors de excursión a la escuela, disfrazados de hijos de un rico comerciante de otro paÃs.
Para mi deleite, Aria aceptó de buen grado.
De hecho, expresó que serÃa un gran honor.
Sorprendentemente, el emperador, que se habÃa preocupado por convencerla, también la apoyó. Sin embargo, puso una condición: la seguridad de los dos juniores era primordial.
'Asà que, después de todo, tendrán que llevar escolta'.
Aún asÃ, ¿por qué se les permitÃa ir a la escuela?
Para mantener en secreto sus identidades reales ante los demás alumnos, pedà a Aria que presentara a los escoltas imperiales como tutores diurnos de otro paÃs, allà para compartir su cultura.
Asà podrÃa proteger a mis hijos de cerca sin ninguna duda'.
Era el momento de ultimar los preparativos para enviar a los dos juniors a la escuela.
Gerald llegó para escuchar las noticias, acompañado de su hija, Yerena, que tenÃa un parecido asombroso con Alice.
Yerena me agarró fuertemente las manos, con los ojos muy abiertos por la emoción.
"¡TÃa! Quiero ir a la escuela con ellos!"
"Lo siento, Ciella. Hice todo lo posible por disuadirla, pero insiste en seguir los pasos de la princesa..."
Me miró y me di cuenta. Oh, no. ¿Qué demonios es esta escuela?
Si Alice era la propensa a los celos y a alborotarme, Yerena era de las que idolatraban a su prima mayor, Eljuni, imitando todos sus movimientos.
DebÃa de ser muy testaruda para pedir esto, pero era mejor que seguir oponiéndose y meterse en problemas.
Asentà con frialdad.
"Le preguntaré a Aria y te lo haré saber".
"Vaya, ¿de verdad? Estoy emocionada!"
exclamó Yerena, casi saltando de alegrÃa.
Para mi inmenso alivio, la excursión de Yerena transcurrió sin contratiempos.
Y asà comenzó la excursión de los tres juniors.
"Si el duque lo permite, me gustarÃa acompañar a la excursión".
Briand, el hijo adoptivo de Rublet, se acercó a mÃ.
Años atrás, Rublet se habÃa declarado soltero, pero trató de preservar el nombre de la familia trayendo a un pariente lejano experto en esgrima.
Briand, con un asombroso parecido a Rublet, se habÃa encaprichado de Eljuni durante las clases de esgrima organizadas por Rublet. Irónicamente, todos parecÃan ser conscientes de sus sentimientos excepto él.
"Como futuro duque de la justicia, es mi deber proteger a esos pobres estudiantes de la ira de la princesa".
"Sólo envÃo a Rejuni".
"Ah, entonces no creo que tenga que ir".
Briand frunció ligeramente el ceño.
No le gustaba Rejuni, que se parecÃa a Reynos, como si fuera el hijo de Rublet.
Del mismo modo, a Rejuni no le caÃa muy bien Briand, sobre todo por su tendencia a aferrarse a su hermana, Eljuni.
"En realidad, Eljuni también ha decidido unirse al viaje".
"En ese caso, le acompañaré".
"Yerena te acompañará".
La expresión de Briand decayó ante la noticia.
Al igual que Briand albergaba sentimientos por Eljuni, Yerena se habÃa encaprichado de Briand, lo que la habÃa llevado a molestarle sin descanso.
Qué triángulo amoroso tan complicado.
Después de un momento, Briand sacudió la cabeza, como si saliera de un ensueño, y habló con nueva determinación.
"Me iré, entonces".
"¿Por Eljuni?"
"Porque si no voy, no habrá nadie que detenga a Su Alteza".
"Rejuni irá con ella, asà que deberÃa estar bien".
"Bueno, yo soy mejor con la espada que él, asà que-"
"Las espadas no están permitidas en la escuela. Además, tienen escolta".
"Aún asÃ... Es mejor que vaya yo... Su Alteza..."
Era una delicia ver cómo se le sonrojaba la cara, hasta la nuca, mientras meditaba las excusas.
Qué mono.
Sólo lleva unos años vivo y ya sabe a qué sabe el amor.
Si me burlo más de él, llorará, asà que paro.
"¿Rublet te dio permiso?"
"SÃ. Pero me dijo que nunca perdiera ante el prÃncipe".
Está diciendo cosas sin sentido. ¿Qué es exactamente lo que debe perder?
Uno pensarÃa que es una especie de interés amoroso. Usted no tiene una chica que esté interesada en usted.
Dije muy suavemente por fuera, aunque estaba echando humo por dentro.
"Vale, preguntaré en el colegio".
Escribà a Aria por tercera vez.
Aria, que tiene un corazón amplio como el mar, volvió a dar respuestas positivas esta vez.
Asà pues, tras un tiempo y un esfuerzo considerables, la lista de posibles visitantes de la escuela queda determinada de forma concluyente.
***
Por fin llegó el dÃa de ir a la escuela para Rejuni y Eljuni.
Recogà la bonita bolsa del osito de peluche de Eljuni, que sabÃa que nunca se abrirÃa porque estaba muy lejos de la escuela.
Eché un vistazo dentro por si acaso y, efectivamente, no habÃa nada dentro, salvo los utensilios de escritura que le habÃa regalado hacÃa mucho tiempo.
Incluso el cuaderno estaba nuevo y sin abrir.
Sacudiendo la cabeza, lo saqué todo de dentro.
"Creo que puedes entrar aquÃ. "
-¡Piik!
Reynos, el bebé dragón malvado, se deslizó dentro de la bolsa. Mantuve la bolsa un poco menos cerrada para darle espacio para respirar.
Me preocupaba dejar a los niños solos en un entorno nuevo, pero me alivió que Reynos me siguiera.
"Mami, ¿has visto mi bolsa de ositos?".
"Ajá, aquà tienes".
Justo entonces, Eljuni encontró la bolsa del osito de peluche.
Se la entregué a Eljuni, que iba vestida como la hija de un rico comerciante, y se la colgué a la espalda.
No le hablé de Reynos, porque si sabÃa que le seguÃa, serÃa demasiado orgullosa y le preguntarÃa por qué la seguÃa.
Tras una rápida carrera, Eljuni llamó a Briand, que habÃa venido a reunirse con ellos.
"Mira esto. Mi bolsa es mona".
"SÃ, es más mono que tú".
"No, yo soy más mono".
"¡Hermano mayor Briand! El bolso de Yerena también es mono, ¿verdad?"
Yerena se acercó corriendo y mostró su bolso a la espalda como Eljuni.
Como el de Eljuni, era la versión koala de una serie de bolsos de animales de edición limitada fabricados por Ermetsch de Luminous.
Los ojos de Briand se entrecerraron ligeramente, pero rápidamente aclaró.
"No me gustan los koalas".
"Hmm..."
"No, Yerena, tu bolso es muy mono. ¿Verdad, Rejuni?"
"SÃ. Pero tu bolsa está abierta".
Rejuni respondió indiferente e intentó cerrar su bolsa de osito. Oh, ¡los agujeros para respirar de mis Reynos! Me acerqué rápidamente a la abertura de la bolsa.
"He oÃdo que últimamente está de moda dejar la bolsa un poco abierta. ¿Es cierto?"
"Nunca he oÃdo hablar de eso..."
Yerena y Eljuni ladeaban la cabeza.
Las dos cabecitas doradas que se movÃan al compás eran bastante monas.
Incluso tenÃan el mismo color de ojos, uno rosa como yo y otro rojo como Gerald, asà que parecÃan hermanos.
Uf, tener que mentir a estos lindos soñadores, pero por el bien de Reynos, tenÃa que hacerlo.
Puse cara de parrilla y engañé a los dos niños.
"SÃ. Es lo que hacen todos los adultos hoy en dÃa, asà que mamá dejó la bolsa del osito abierta".
"Entonces supongo que tendremos que ir asÃ".
"¡Su Alteza, por favor, abra también la de Yerena!"
"Date la vuelta".
Yerena se dio la vuelta.
Eljuni abrió la bolsa koala de Yerena casi tanto como la suya.
A su lado, Rejuni murmuró preocupada.
"¿Y si perdemos algo?"
"No tengo nada que perder, asà que no pasa nada".
"Eso no suena muy bien".
Poco después, llegaron escoltas disfrazados de maestros diarios, tirando de carruajes que no llevaban el escudo de la familia.
Los niños discutieron sobre el orden de entrada en el carruaje.
"Eljuni, entra tú primero. "
"¡No quiero sentarme al final! Rejuni, tú primero".
"Como dijo Su Alteza, el prÃncipe entra primero".
"No, Briand, creo que es mejor que entres tú primero".
"A mà tampoco me gusta ser el último".
¡Crack! Saltaron chispas entre Rejuni y Briand. Si uno no los conociera bien, pensarÃa que estaban teniendo una pelea amorosa por Eljuni.
La trifulca no mostraba signos de amainar hasta que Eljuni, cada vez más impaciente por el retraso en llegar a la escuela, intervino con decisión.
"¡Ya basta! Éste es el plan: Yerena va primero, seguida de Briand, luego yo y por último Rejuni. Eso lo arregla todo, ¿de acuerdo?"
"¡Yerena va!"
Con un rápido movimiento, Yerena se deslizó dentro del carruaje. Briand, intercambiando una mirada con Eljuni, le siguió. Sin embargo, Rejuni bloqueó el camino de Eljuni.
"Yo iré primero".
"Pero no me gusta sentarme atrás".
Pero las vehementes objeciones de Eljuni le pararon en seco.
En los ojos de Briand podÃa discernir el aura de la victoria, mientras que la mirada de Rejuni traicionaba una sensación de derrota.
Sólo después de que Eljuni y Rejuni subieran a bordo, el carruaje partió finalmente.
Mientras el carruaje se perdÃa en la distancia, no pude evitar preocuparme por cómo se las arreglarÃa Reynos para cuidar de los cuatro niños en la escuela, especialmente en su diminuta forma de dragón.
Miré nublada el carruaje mientras se alejaba y luego tomé una decisión.
"Yo también deberÃa ir".
Si es incómodo ir, es incómodo no ir, asà que mejor me pongo cómoda.
Algún tiempo después, otro carruaje, éste sin el escudo familiar para ocultar su identidad, se puso en marcha.
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