Domingo 17 de Marzo del 2024 |
La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 185
Sólo habÃa una habitación, y el único cambio era la cama.
Pero la cama... Se habÃa hecho increÃblemente grande, lo bastante para que los dos pudiéramos revolcarnos en ella.
Y no sólo eso, estaba adornada con un diseño rosa, como de princesa, y decorada con extravagantes adornos de luna de miel.
Me apresuré rápidamente a volver al Gran Comedor para devolver la cama a su estado original.
Sin embargo, los magos ya habÃan regresado a sus respectivas habitaciones.
No tuvimos más remedio que quitar los adornos de luna de miel, cambiar la cama y apilar las almohadas extra en el centro de la cama.
Aunque Reynos se ofreció a dormir en el suelo, no quise hacerle dormir en el duro suelo cuando habÃa espacio suficiente.
Cuando se hubo calmado el alboroto, apagué las luces.
"Buenas noches".
"... SÃ".
respondió Reynos, su voz delataba su dificultad para conciliar el sueño.
Me sentà igualmente inquieto, pero cerré los ojos a pesar de todo. Perseveré asà durante una media hora, pero el fuerte tic-tac del segundero del reloj era el único sonido que resonaba en mis oÃdos, manteniendo el sueño a raya.
De vez en cuando, oÃa crujidos procedentes del otro lado, insinuando que él también luchaba por conciliar el sueño.
Aferré la manta con fuerza.
¿Qué voy a hacer con esto?
Anule ese cumplido sobre que el mago 627 tenÃa sentido común. ¿Por qué demonios hizo la cama asÃ?
En fin, no podÃa pasar la noche asÃ, asà que cerré los ojos con fuerza y empecé a contar ovejas que saltaban la valla.
Una oveja.
Dos ovejas.
Tres ovejas.
Cuatro ovejas...
.
.
.
Las ovejas contadas llegaron a 2.857.743.487.537... y de repente,
¡Gallito!
oà el sonido lejano del canto de un gallo mágico.
Y asà fue como acabé pasando la primera noche dando vueltas en la cama.
En cuanto amaneció, corrà al Gran Comedor para agarrar al mago 627 por el cuello.
Casualmente, ya se habÃa levantado temprano, preparándose para los experimentos de hoy.
"¡Eh!"
No podÃa dormir ni ver. ParecÃa sobresaltado cuando le grité, sin respeto.
Mi agitada noche me habÃa dejado privada de sueño y ligeramente irritable, lo que, unido a mi brusco arrebato, debió de darme un comportamiento intimidatorio.
Sin embargo, rápidamente me guiñó un ojo, reconociendo mi descontento, e incluso me ofreció un pulgar hacia arriba.
"Debes de haber tenido una noche bastante acalorada".
¡Esta basatrd! Esa burla exasperante me llevó al lÃmite y me encontré agarrándole el cuello de la camisa.
"Pedà un cambio de habitación, no de cama. ¿Cuándo vas a...?"
Pero antes de que pudiera terminar, un Reynos despeinado apareció en la entrada del Gran Comedor.
¿Por qué habÃa venido tan deprisa? HabÃa esperado resolver las cosas antes de su llegada.
Me tragué rápidamente mis palabras, no queriendo crear ningún malentendido que pudiera hacerle creer que tenÃa problemas con compartir la cama.
Después de todo, estábamos prácticamente prometidos, y la perspectiva de compartir cama con Reynos tenÃa cierto atractivo.
Asà que me abstuve de decir nada más mientras seguÃa agarrando el cuello del mago 627, evitando darle cualquier motivo para sospechar que algo iba mal o que estaba insatisfecha de algún modo.
A decir verdad, a pesar de mi sobresalto inicial cuando Reynos me siguió, no me sentà incómodo ni molesto por ello. De hecho, compartir cama me parecÃa perfectamente bien, teniendo en cuenta nuestro inminente matrimonio.
En cierto modo, me encontré bastante contenta con el arreglo, y no pude evitar que una leve sonrisa jugueteara en mis labios mientras mis pensamientos divagaban.
"Entonces, eh... sobre la cama..."
"...no solicité el cambio, asà que me sorprendió cuando ocurrió".
"Ah, ya veo. ¿Le gustarÃa que se la volvieran a cambiar?"
"No, bueno... es mejor que dormir en el suelo".
En ese mismo momento, cerré los ojos con Reynos, que me habÃa estado buscando.
Quizá fue la mención de la cama lo que lo provocó, pero de repente sentà que un cálido rubor subÃa a mis mejillas.
Soltando mi agarre del cuello del mago 627, me dirigà rápidamente hacia el medio de los otros magos. T
urante todo el dÃa, no pude evitar sentirme incómoda a su lado, y Reynos, comprendiendo mis razones, mantuvo sus palabras al mÃnimo.
Pasamos el dÃa desbloqueando el laberinto, compartiendo comidas, tomando descansos y volviendo a visitarlo una y otra vez hasta que llegó la noche.
Estoy agotada'.
A pesar de la presencia de la runa de rejuvenecimiento, mi cuerpo se sentÃa completamente agotado.
Evité deliberadamente encontrarme con la mirada de Reynos, que me seguÃa como un patito que sigue a su madre, y me retiré a nuestra habitación compartida.
Tras intercambiar deseos de buenas noches y darme una ducha rápida, apagué las luces y me acomodé.
No tenÃa pensado contar ovejas como la noche anterior. En cuanto cerré los ojos, me sumà en un sueño profundo y reparador.
"Snoooore... snooore..."
Los magos habÃan hecho maravillas para restaurar mi energÃa, pero dos dÃas consecutivos abriendo el laberinto tras una noche en vela me habÃan dejado totalmente agotada.
Al despertar, sintiéndome renovado, no pude evitar notar un marcado contraste en Reynos. Sus ojos parecÃan hinchados por la falta de sueño.
Para colmo, parecÃa que habÃa pasado la noche con la cabeza colgando sobre el borde de la almohada, prácticamente pegada a su costado.
ParecÃa que mis ronquidos habÃan empeorado, pero poco podÃa hacer al respecto.
Apartándose suavemente, Reynos preguntó con voz aturdida: "¿Has dormido bien?".
"SÃ. ¿Y tú, Ray?".
"Yo también".
Giró ligeramente la cabeza y era evidente que estaba de un humor algo agrio. Reynos parecÃa bastante cansado mientras recogÃa en silencio la almohada y la manta.
"Esta noche dormiré en el suelo".
No era sólo yo. HabÃa tenido razón.
Sorprendentemente, yo también pensaba que me molestarÃa.
A algunos les costaba dormir debido a los corazones acelerados, mientras que otros roncaban tranquilamente, lo que nos produjo frustración a unos cuantos.
Yo habÃa sido el primero en marcar el lÃmite.
Permanecà en silencio, observando cómo Reynos se cambiaba de sitio para dormir. Pasó otro dÃa con los magos y llegó nuestra tercera noche.
"Buenas noches".
"Ajá".
Reynos respondió con una voz que transmitÃa su agotamiento. ParecÃa que ahora evitaba el contacto visual, pues mi presencia podÃa resultarle inquietante.
Con el corazón encogido, agobiada por mis propios pasos en falso, cerré los ojos y fingà estar ligeramente adormilada. Necesitaba que pareciese que sólo estaba sumida en un ligero sopor.
Entonces, me sobresaltó el sonido de mis propios ronquidos.
"¡Snooore... ronquido!"
Espere, ¿cuándo me habÃa dormido? ¡Estaba segura de que querÃa permanecer despierta!
Avergonzada, me tapé rápidamente la boca con la manta y contuve la respiración.
Reynos, no te habrás despertado por mi culpa, ¿verdad? Por favor, no me digas que sigues despierto esta noche, ¿verdad?
Da vueltas en la cama.
"..."
Da vueltas en la cama.
"..."
SÃ, no estaba durmiendo. No soy estúpido, sabÃa por qué no estaba durmiendo.
Si no fuera por la fatiga de abrir el Laberinto, yo estarÃa haciendo lo mismo, y si dejaba pasar esto, lo harÃa hasta que volviera al Imperio.
Si Ãbamos a seguir compartiendo habitación, era hora de zanjar esto, aunque sólo fuera por el bien de Reynos.
Le llamé en voz baja.
"¿Estás dormido?"
"...Mm."
"¿Quién contesta ahora?"
"...Habla dormido. Estoy durmiendo bien, asà que vuelve a dormir".
"Yo también quiero dormir ahà abajo".
Reynos se quedó en silencio por un momento, y luego, tirando de las mantas hasta su cara, dijo con su voz inusualmente rÃgida.
"No, no es cómodo. Quédate ahÃ".
"Entonces, ¿le parece bien que suba aqu�".
Hubo un silencio aún más largo que antes.
Si me quedo asÃ, podrÃa volver a dormirme. Por favor, date prisa y responde.
"Pero quiero que durmamos juntos".
Reynos se estremeció visiblemente.
Luego, tras una breve pausa, acercó con cuidado las mantas y las almohadas al extremo de la cama.
Aigoo, qué obediente.
Me arrastré hasta él, apretándome contra su costado.
Se acurrucó entre las mantas, emitiendo un sonido de incomodidad.
"Estás demasiado cerca".
Encorvó el cuerpo y se dio la vuelta.
Este chico tan mono.
He hecho todo lo que he podido. Ahora me voy a dormir. Me cubrà con mi propia manta y me aparté de él.
Entonces, después de un rato...
"¿Yo?"
Sueño o realidad, oà la voz de Reynos. Respondà en sueños.
"No."
Entonces se oyó un crujido, y cuando me esforcé por levantar mis pesados párpados, le vi mirándome fijamente con expresión seria.
"Parece que estás durmiendo".
"No estoy durmiendo..."
murmuré. No podÃa permitirme dormir sola hoy; necesitaba levantarme de alguna manera.
Mi yo somnoliento levantó una mano y presionó firmemente mi mejilla derecha con el dedo Ãndice.
"Un beso..."
Si me dan un beso, quizá pueda despertarme.
Siguiendo mis instrucciones, Reynos besó mi mejilla.
Como yo habÃa hecho, levanté mi pesado cuerpo y le besé la mejilla a cambio. Su rostro se sonrojó ligeramente en respuesta.
Se cubrió la boca tardÃamente con el dorso de la mano, evitando el contacto visual.
"No deberÃas provocarme".
"¿Por qué?"
"Porque es peligroso".
"¿Qué es?"
Pregunté con tono soñoliento, arrastrando las palabras. Le miré con ojos inocentes de Ciella, fingiendo no saber nada.
En mi estado somnoliento, sonreà con picardÃa. Los ojos de Reynos contuvieron momentáneamente un atisbo de resentimiento mientras me miraba fijamente, la Ciella pura que no sabÃa nada.
Entonces, se inclinó más hacia mà y me dio un beso.
Fue un beso breve y contenido, como si hubiera estado conteniéndose durante mucho tiempo.
A mà también me gusta besar. Medio en estado de ensoñación, le agarré las mejillas cuando estaba a punto de apartarse y le planté varios besos cortos de pájaro.
Reynos, con la cara completamente roja, gimió.
"...Hay un lÃmite a lo que puedo aguantar"
Ey, estoy de vuelta ----> Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Ya tu sabes, no te exijo, es de tu bobo aportar o no, no te exijo :p
0 Comentarios