Viernes 23 de Febrero del 2024 |
La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 181
- ¡Ppi, ppiik, ppiiiiik!
Reynos sacudió la cabeza con incredulidad.
No, lo vi todo con mis propios ojos, y le sorprendà mirando al muñeco de lana con frustración.
Aparté al muñeco y tiré de Reynos hacia mÃ, abrazándolo fuerte como a un peluche y dándole palmaditas en la espalda.
"¿Quieres dormir as�".
- ¡- ...!
"Qué demonios, de todas formas nos vamos a casar".
Reynos se puso rÃgido mientras intentaba apartarse. Pero eso no significaba que tuviera que convertirse en humano en ese mismo instante. Rápidamente añadà un comentario antes de que cometiera un grave error y se metiera en problemas.
"Por cierto, nada de exceso de velocidad antes de la boda".
¡...!
Reynos se puso rÃgido, con un signo de exclamación sobre su cabeza.
Con una sonrisa perezosa en los labios, lo abracé, completamente helada, y me dormÃ, sintiendo el pequeño y rápido latido de su corazón viajando por mi palma mientras pasaba la mano por su pequeño cuerpo.
Aquella noche.
Tuve un sueño muy feliz en el que cabalgaba un gigantesco dragón dorado por todo el continente.
***
Algún tiempo después, en un fresco dÃa de otoño tras un verano sofocante, yo, totalmente recuperado, organicé un pequeño banquete en el jardÃn trasero del Duque para celebrar mi recuperación.
Asistieron Reynos, Rublet, Gerald, Alice, May y miembros del gremio de los Manipuladores del Amor de Ciel disfrazados de miembros del grupo de mercaderes Luminosos.
Llevábamos un rato comiendo, bebiendo y charlando.
Levantando la mano, Cuero habló con voz atronadora.
"Me gustarÃa aprovechar esta oportunidad para anunciarlo: ¡Me caso con mi nena!".
Todos los ojos se volvieron hacia Leather y May, que estaba a su lado. En un instante, la cara de May se puso roja como una manzana, y juguetonamente dio un fuerte puñetazo en el costado de Leather.
"Ouch..."
El repentino anuncio llamó la atención de todos los presentes.
"¿Es de verdad?"
"¿Cuándo es el gran dÃa?"
"¡Felicidades!"
Con caras curiosas, los miembros del Gremio de Manipulación del Amor de Ciel rodearon rápidamente a Leather y May.
Alice, que habÃa venido con Gerald, los miró con envidia y susurró: "Eh, joven maestro Lavirins, ¿cuándo...?". Rublet, por alguna razón, parecÃa un poco mareado y se bebió de un trago un vaso de vino fuerte.
Aprovechando el momento en que todos estaban concentrados en Cuero y May, me incliné hacia Reynos y le sugerà que nos alejáramos un momento de la multitud.
Reynos, que asintió como si pudiera verlo, me siguió alegremente.
***
Apreté los dientes en un intento de calmar mi acelerado corazón mientras nos alejábamos de las bulliciosas voces.
Seguà caminando, paso a paso, hasta llegar a un magnÃfico rosal que se erguÃa orgulloso en el centro del jardÃn. Las hojas empezaban a cambiar de color, señalando la llegada del otoño, pero las rosas rojas mostraban su esplendor como si desafiaran el cambio de estación.
El rico y encantador aroma de las rosas me envolvió, haciéndome sentir como si estuviera a la deriva en un fragante mar de flores.
Nerviosa...
Ahora es el momento de decir las palabras que me he repetido cientos de veces. Pero, ¿por qué sigue temblándome el corazón?
Respiré hondo, aspirando la fragancia de las rosas, y me agarré el dobladillo de la falda antes de volverme hacia Reynos.
Reynos también me miraba, con el rostro tenso y la expresión algo rÃgida.
Nuestros ojos, uno rosa y el otro dorado, se encontraron y entrelazaron en la tranquila atmósfera. Los únicos sonidos eran la suave caricia ocasional de la brisa contra nuestras mejillas y el suave susurro de los arbustos del jardÃn.
Con determinación, forcé una sonrisa en mis labios vacilantes y me dirigà a él.
"Hay algo que tengo que decirte".
El rostro de Reynos se puso rÃgido ante el peso de las palabras. Pero la rigidez disminuyó con sus siguientes palabras, como si ya hubiera pasado por eso antes.
"Sabes, una vez dije: "Me gustarÃa hacer mi confesión a Su Alteza en un lugar agradable".
En realidad, este no era el lugar que tenÃa en mente.
HabÃa imaginado celebrar una extravagante fiesta en un crucero, donde declararÃa mis sentimientos por Reynos bajo el cielo estrellado de la noche, con el telón de fondo de los fuegos artificiales. Pero con el paso del tiempo desde mi enfermedad, me pareció innecesario prolongar lo inevitable. Ya sabÃamos lo que sentÃamos el uno por el otro, y ahora que habÃa recuperado las fuerzas suficientes para aventurarme al exterior, habÃa decidido compartir mis sentimientos.
Decidà transmitir el sentimiento que habÃa estado conteniendo durante demasiado tiempo.
"Su Alteza mencionó una vez que cuando estuviera lista para aceptar su corazón, deberÃa acudir a usted".
Justo entonces, sopló un viento otoñal.
No vi la expresión de Reynos mientras el viento despeinaba mi cabello.
Evité deliberadamente su mirada, agachando la cabeza y metiéndome un mechón de pelo detrás de la oreja. Entonces, como habÃa pensado, me acerqué a un rosal cercano y arranqué una sola rosa roja.
Mis palabras salieron entrecortadas, al igual que el esfuerzo necesario para arrancar la rosa de su tallo, ya que carecÃa de la fuerza fÃsica para hacerlo.
...El único problema era que el tallo de la rosa era demasiado fuerte y no cedÃa.
"......gasp."
No habÃa imaginado una escena tan poco favorecedora.
Pero podÃa oÃr el dolor mientras intentaba arrancar el tallo. Deseé tener un par de tijeras de jardinerÃa, pero confieso que no las traje conmigo.
Después de mirar un rato, decidà que era demasiado tarde, asà que Reynos cortó la rosa por mÃ.
Le arrebaté la rosa de la mano, aún intentando no mirarle, y la acepté.
"Gracias.
Mi cara ardÃa de vergüenza. Reynos debió de verlo porque soltó una pequeña carcajada.
Agaché la cabeza, sin atreverme a mirarle a la cara. Pero en cuanto dejó de reÃr, mantuve la mirada baja y le tendà una sola rosa roja.
"Estoy lista".
"..."
"Estoy lista para estar contigo para siempre".
A cambio, Reynos me entregó una rosa azul.
Las rosas azules tÃpicamente simbolizaban lo imposible o los milagros. Cuando desconocÃa mi vida pasada, simplemente habÃa admirado la belleza de la rosa azul que me habÃa regalado.
Pero después de conocer mi existencia anterior, comprendà que su amor por mà era la encarnación de esa rosa azul.
Como él esperaba, se habÃa producido un milagro. La rosa era azul y ahora se estaba volviendo roja.
Me armé de valor para levantar la mirada del suelo y miré a los ojos de Reynos, una mezcla de tonos rubios y dorados, bañados por el cálido resplandor del sol poniente.
Sonrojada como una rosa roja, le confesé tÃmidamente mis sentimientos.
"Os amo, Alteza".
Sin hacer ruido, una sola lágrima cayó del ojo de Reynos. Se la secó apresuradamente con la manga y apartó sus ojos de los mÃos.
Las iridiscentes pompas de jabón de la felicidad estallaron con un delicioso sonido.
Con una suave sonrisa en el rostro, hablé con voz ronca.
"¿No vas a aceptar mi rosa?".
Reynos no respondió con palabras, pero cogió la rosa con mano temblorosa, aparentemente sin inmutarse por las espinas.
"La aceptaré".
"¿Entonces también aceptas mi confesión?".
"SÃ..."
Reynos miró la rosa con ojos inseguros, su asentimiento parecÃa más un reflejo en su estado de agobio.
Dejó de asentir ante mi siguiente pregunta.
"¿Asà que falta un dÃa para hoy?".
Reynos arqueó una ceja y yo me incliné juguetonamente hacia un lado, como burlándome de él.
"¿No es as�"
Entonces parpadeé, con los párpados agitándose como mariposas cariñosas.
El estado inicial de sorpresa de Reynos se desvaneció lentamente, sustituido por una expresión aturdida pero finalmente encantada.
Emulando mi gesto, cerró y abrió lentamente los ojos repetidas veces, antes de responder a mi pregunta con una sonrisa en forma de media luna en las comisuras de los ojos y la boca.
"Asà es, es dentro de un dÃa".
"Entonces, por favor, bésame".
Ordenando descaradamente al prÃncipe heredero, cerré los ojos y levanté la barbilla.
Se oyó un crujido, un suave sonido de hierba, y entonces una enorme figura emergió frente a mÃ. Llevaba la fragancia de rosas de un rojo intenso, entrelazadas con toques cÃtricos.
Poco a poco, sentà que Reynos bajaba la cabeza.
Me puse en pie de un salto y reclamé sus labios antes incluso de que llegaran a los mÃos, rodeándole el cuello con los brazos e intentando consumir su aliento como él habÃa hecho con el mÃo.
Sentà que Reynos se reÃa suavemente y que su conexión conmigo nos unÃa con más fuerza.
Acercó suavemente mi cuerpo al suyo y luego, como si no estuviera dispuesto a ceder, me besó con más fervor.
Nuestras respiraciones se mezclaron, nuestra saliva se entremezcló. La dulzura de nuestro beso se tiñó de repente de un sabor salado y agridulce.
Cuando separé cautelosamente nuestros labios y abrà los ojos, vi su rostro manchado de lágrimas.
Aunque sabÃa que eran lágrimas de alegrÃa, sonreà y le hice una pregunta deliberada.
"¿Por qué lloras?"
"¿Jovencita?"
"...No soy yo la que llora, son las lágrimas de Su Alteza las que están en mi cara".
"Yo también".
Reynos sonrió ante la ridÃcula mentira.
En fin, no deberÃa hacer esto, sólo he aprendido cosas malas, pensé para mis adentros, pero le devolvà la sonrisa igual.
El tiempo estaba despejado y la brisa era fresca.
Era un dÃa perfecto, un dÃa muy agradable,
y finalmente empezamos a salir.
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