Miércoles 21 de Febrero del 2021 |
La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 141
El Banquete de Blancanieves habÃa sido un éxito extraordinario, con las parejas llenando el salón de baile como las hojas del muérdago.
No sólo se habÃa estrechado mi vÃnculo con Reynos, sino que los Grandes Almacenes Luminosos también habÃan ganado protagonismo gracias a su colaboración con Ermetsch.
Sin embargo, mi alegrÃa se vio ensombrecida por la presencia de Rublet.
El jefe de la familia conocida por su animadversión hacia los demonios presenció con sus propios ojos la transformación de Reynos'.
Aunque se retiró silenciosamente de la escena, persistÃa la incertidumbre de si cambiarÃa de opinión y volverÃa a atacar a Reynos.
Naturalmente, Reynos no se quedarÃa de brazos cruzados, pero deseaba desesperadamente evitar un enfrentamiento entre ellos.
Si se pelean, ambos saldrán malheridos'.
El protagonista masculino ficticio, que no puede perder ante nadie, y el segundo protagonista masculino, el hombre más fuerte del imperio.
Era una batalla de escudos impenetrables y lanzas que podÃan atravesarlo todo.
Además, no se habÃa visto a Rublet desde el Banquete de Blancanieves.
Teniendo en cuenta que a menudo habÃa aparecido ante mà como escolta debido a las revelaciones del templo, no pude evitar sentirme perturbado.
Debe de estar pensando mucho'.
Espero que esto acabe bien para los dos. Con eso en mente, vigilé de cerca los movimientos de Rublet, e incluso pedà a un sirviente del palacio del PrÃncipe Heredero que me avisara si aparecÃa por el palacio, por si acaso.
Algún tiempo después, cuando estaba a punto de comenzar la ronda final del torneo de espadachines.
"¡Señorita, hay una persona del palacio del PrÃncipe Heredero, y no sé...!".
"¿Qué?"
La noticia era que Rublet habÃa retado a Reynos a un duelo.
***
En una espaciosa sala de espectáculos del palacio del PrÃncipe Heredero, el ambiente era tenso.
Antes habÃa nevado, creando un sereno paisaje blanco a su alrededor. Sin embargo, en el centro de la arena donde tendrÃa lugar el duelo, el suelo permanecÃa intacto por la nieve. Era un duelo raro que no volverÃa a repetirse, pero a su alrededor reinaba el silencio.
Reynos habÃa dicho a todos que se marcharan. Rublet se enfrentó a Reynos con expresión impasible, mientras que Reynos le devolvió la misma mirada estoica.
Ambos hombres empuñaban verdaderas espadas, sÃmbolo de la seriedad del duelo. El uso de tales armas significaba que ninguno de los dos serÃa responsable si el otro encontraba un final fatal, lo que indicaba su disposición a enfrentarse a la muerte.
Rublet bajó lentamente la mirada, como si estuviera sumido en sus pensamientos.
Tras un momento de contemplación, levantó los ojos y se dirigió a Reynos.
"Gracias por aceptar mi duelo".
"Yo soy el sorprendido. CreÃa que ibas a utilizar tus poderes ese dÃa".
"Soy un hombre que sabe que la vida es preciosa".
"Asà es".
La conversación se interrumpió bruscamente, dejando un incómodo silencio en la sala de entrenamiento.
Una ráfaga de viento barrió sus rostros, aumentando la inquietante atmósfera.
Los dos hombres apretaron las espadas y se miraron fijamente, sin saber qué pensaba el otro. Era similar a la intensa mirada de las bestias que se preparan para la batalla.
Fue Rublet quien rompió el silencio.
"Yo iré primero".
Como el hombre más fuerte de la sala, Rublet siempre habÃa permitido que su oponente hiciera el primer movimiento, pero esta vez no se permitirÃa ese lujo.
Reynos movió la cabeza sin decir palabra.
La espada de Rublet le siguió de cerca.
La habilidad con la espada de Rublet era como una corriente de agua anómala, centrada en un ataque rápido.
Como un ágil pez, se lanzaba y atravesaba en varios puntos, cambiando rápidamente de dirección para golpear inesperadamente.
La esgrima de Reynos, en cambio, era como una roca sólida.
Con un movimiento mÃnimo, se enfrentó a la espada de Rublet con una precisión y una fuerza inquebrantables.
Las chispas se encendieron y el choque del acero resonó en el aire cuando las dos espadas se encontraron en una feroz colisión.
Aunque habÃa derrotado él solo a cuatro caballeros imperiales, no era nada fácil desviar un golpe del espadachÃn de más alto rango del Imperio.
Se formaron gotas de sudor en la frente de Reynos, y la respiración de Rublet se volvÃa más agitada a cada momento que pasaba.
El rostro de Rublet mostraba las marcas de los arañazos de la punta de su espada.
El borde de su túnica, que habÃa soportado la peor parte del brutal asalto, estaba hecho jirones. Fue un encuentro peligrosamente reñido.
El duelo se prolongó, sin que ninguno de los dos saliera claramente vencedor o vencido. A pesar de la intensidad de sus enfrentamientos anteriores, ambos combatientes mantenÃan miradas inquebrantables, sus expresiones inmutables, mientras seguÃan chocando espadas.
¡Clang!
Aprovechando la oportunidad, Rublet lanzó su espada hacia el pecho de Reynos, pero la defensa de éste la bloqueó rápidamente.
Se produjo un breve forcejeo, en el que el áspero sonido del acero raspando asaltó sus tÃmpanos.
Cuando se calmó el clamor, Rublet separó los labios para hablar.
"He oÃdo que no te conviertes en un dragón maligno sin la medicina del templo".
"...SÃ".
Reynos, con el ceño ligeramente fruncido al aceptar la espada de Rublet, respondió con un latido de retraso.
Reynos ajustó el ángulo de su espada, desviando con pericia el ataque de Rublet, y contraatacó rápidamente con una hábil curva, a diferencia de sus golpes anteriores.
Un profundo tajo marcó el pecho de Rublet, que retrocedió tambaleándose, mientras su conciencia se sumÃa en la oscuridad.
Ahora era Reynos el que estaba a la ofensiva, mientras Rublet se concentraba en esquivar los incesantes golpes. En voz baja, Rublet consiguió hablar en medio del caos.
"Una vez vi a un hombre en el Grupo de Manipulación del Amor de Ciel".
"..."
"TenÃa el pelo rubio oscuro y los ojos dorados teñidos con una pizca de rojo. Sentà una sensación de familiaridad, pero la descarté, pensando que mientras que el pelo puede alterarse con la magia, el color de los ojos no."
Reynos permaneció firme, con su espada burlándose juguetonamente de las defensas de Rublet.
Rublet esquivó la intrincada trayectoria de la espada con sólo unos pasos. Continuó.
"No es exagerado decir que la Justicia perecerá con toda seguridad cuando el malvado dragón resucite, debido a nuestra habilidad de muerte de un solo golpe que se produce a costa de nuestras propias vidas."
"..."
"Asà que hemos estado estudiando al dragón maligno tanto como a la familia imperial, y hemos aprendido algo de los registros dejados por la fundación".
"Los registros de la fundación..."
Reynos, que habÃa estado escuchando, interrumpió.
"CreÃa que los habÃan borrado todos".
"Hemos tenido suerte".
Los ojos caÃdos de Rublet se encendieron de repente con un ferviente resplandor mientras revelaba lentamente los secretos estrechamente guardados que se habÃan transmitido de generación en generación en su familia, con la voz cargada de una cadencia desigual.
"La Maldición del Dragón Maligno va más allá de la mera concesión del poder del Dragón Maligno a un humano. Implica la implantación del alma de un dragón demonÃaco en el linaje imperial, desplazando por la fuerza el alma humana y devolviéndole la consciencia."
"Ya veo".
Reynos respondió secamente, y luego golpeó con fuerza su espada. Fue un ataque cargado de emoción, muy distinto de sus anteriores ataques secos.
Rublet se tambaleó al recibir el golpe por los pelos.
Se preguntó si aún tenÃa fuerzas para hacerlo, pero exteriormente continuó su conversación como si nada hubiera pasado.
"Por eso es profundamente preocupante que conserves tu racionalidad incluso en tu estado transformado de dragón maligno".
"¿Y por qué es preocupante?"
Su tono era abiertamente sarcástico.
Era una rara muestra de emoción cruda por parte de Reynos, que normalmente exhibÃa una mÃnima expresión emocional más allá de los asuntos relacionados con Ciella.
Un hormigueo recorrió la piel de Rublet, como si se enfrentara a un auténtico dragón maligno. Sin embargo, continuó, impertérrito.
"Significa que el alma del dragón demonÃaco ya se ha apoderado de tu cuerpo humano".
"..."
"Ahora, Su Alteza..."
¡Kaang!
Las espadas chocaron, sus miradas se cruzaron a corta distancia.
Rublet dijo lo que realmente querÃa preguntar.
"¿Eres el humano llamado Reynos?".
Por un momento, la expresión del rostro de Reynos desapareció.
Su brillante pelo rubio se oscureció. El rojo empezó a aparecer en sus ojos dorados, y en ellos floreció una furia oscura parecida a la de una bestia.
No iba dirigida al Rublet que tenÃa delante, sino a cosas que ahora estaban muertas y habÃan desaparecido. Su rostro inexpresivo se tiñó de ira, y respondió en un susurro.
"SÃ. Soy el humano llamado Reynos".
¡Kaang! ¡Kaang!
De repente, se produjo una serie de ataques violentos y cargados de emoción. El rostro de Rublet se puso rÃgido al ser golpeado por una fuerza incomparable a la de hace un momento.
Fue únicamente porque era él mismo por lo que consiguió aguantar; cualquier otro habrÃa sido partido en dos por la espada de Reynos hace mucho tiempo.
¡Bum!
Una larga lÃnea de plata se extendió de arriba abajo. Rublet apenas habÃa conseguido parar el ataque cuando caÃa hacia su cabeza.
"..."
Reynos hizo una pausa en su ataque para recuperar el aliento, con la respiración agitada.
Ambos hombres tenÃan la cabeza empapada en sudor.
Mirando a Rublet, que se doblaba por el esfuerzo, Reynos habló con los dientes apretados.
"Y Absulekti, el malvado dragón que mató a los humanos hace mil años. ¿Es ésa tu respuesta?"
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