Miércoles 21 de Febrero del 2021 |
La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 124
"¡Saca a esa perra de aquÃ!"
"¡Butler! ¡¡¡Mayordomo!!! ¡¡¡Mamá te lo está ordenando!!! ¡Por qué no te mueves! Que haces!!!"
Cada vez que Alicia y la marquesa veÃan a Tyriel paseándose por los terrenos de la finca de los Cherish, torcÃan el cuello para exigir que "echaran inmediatamente a la zorra".
Pero los criados se limitaban a mirarse entre sÃ, incapaces de moverse, pues el marqués Cherish les habÃa dado órdenes de cuidar bien de ella.
La marquesa y las criadas de Alicia intentaron sacarla.
"¡Quién te crees que eres para poner un pie aquÃ!".
"¡Largo de aquÃ!"
Pero su intento estaba condenado al fracaso, ya que fueron descubiertas por el marqués Cherish, que acababa de regresar del Palacio Imperial.
"¡Qué crees que estás haciendo!"
"H-heuk, padre..."
Tyriel, con el pelo hecho jirones por las siervas de Alice, corre hacia el marqués Cherish.
Presa del pánico, el marqués intenta cogerla en brazos, pero una furiosa señora Cherish fue más rápida en tirarla al suelo y abofetear a su marido.
"¡Esposa!"
"¡Tú, tú, cómo has podido hacer esto!".
La marquesa tenÃa mucha fuerza para una mujer de su tamaño, y su hija Alice no habÃa estado abofeteando a Tyriel por nada.
El aire silbó y crujió cuando la marquesa se colocó sobre su marido y blandió los puños.
"¡Ay, esposa, espera, ay!"
"¡Hijo de puta, perro!"
La marquesa, que habÃa conquistado a la comunidad de la alta sociedad a base de puñetazos, abofeteó con fuerza al marqués.
Mientras el marqués yacÃa inmóvil, Alice se abalanzó sobre Tyriel, que estaba tirado en el suelo.
"¡Tú!"
"¡Hermana!"
"¡¡¡Quién es tu hermana!!!"
"¡Kkyaaaaak!"
Ese dÃa, Tyriel recibió una paliza en un dÃa lluvioso, pero, por desgracia, nada de lo que hicieron cambió la realidad de que ahora era la segunda hija del marqués Cherish.
***
Se decÃa que Tyriel habÃa sido golpeada todos los dÃas desde que se convirtió en Tyriel Cherish.
También se informó de que el marqués Cherish, empujado por Alice y la marquesa, habÃa huido con Tyriel a una villa a las afueras de la capital.
'Alice no es ninguna broma'.
SabÃa que no estaba en su temperamento habitual cuando armó un escándalo en Rema, pero no esperaba que la echara a puñetazos.
'Espero poder aprovechar esta oportunidad para echarla del imperio'.
Con ese pensamiento en mente, miré con arrogancia al joven señor, que estaba sentado justo delante de mÃ, dando saltitos como una ardilla, y a su padre, el conde Fogu.
Este era el salón del grupo de mercaderes de Luminous.
Sintiéndose humillado por el conde Fogu, el joven maestro abrió la boca con el rostro pálido.
"P-por favor, Pequeño Marqués. Por favor, por favor, envÃeme los documentos de mi casa..."
SÃ, se trataba del mismo joven amo que habÃa apostado los documentos de su casa conmigo durante el primer combate de Reynos.
Este desaprensivo tuvo la osadÃa de exigirme saber por qué habÃa hecho semejante apuesta en cuanto terminó el partido.
Naturalmente, saqué la piedra de grabación que siempre llevaba conmigo y se la puse, pero inmediatamente cambió de actitud y empezó a suplicarme con ambas manos, diciendo que se morirÃa si su padre se enteraba.
¿Por qué yo?
Inmediatamente envié una copia de la grabación a las autoridades de Argentime, junto con un documento solicitando el embargo de la casa.
Las autoridades se quedaron estupefactas ante lo absurdo de la apuesta, pero procedieron a incautar los documentos de la casa.
El padre del señorito, el conde Fogu, me persiguió con la cara blanca y me suplicó que no hiciera nada, pero me rogó que le devolviera los documentos de la casa.
"Entonces tráigame los documentos de construcción de unos grandes almacenes y, si estoy satisfecho, se los cambiaré".
En lugar de devolver los documentos de la casa al Conde, pedà el edificio de los grandes almacenes, y este fue el dÃa en que los recibÃ.
'Buena ubicación, buen tráfico peatonal, buen número de pisos-'
No estaba mal. Era una ventaja que no me costara dinero extra, ya que no tenÃa que impulsar la irrelevante mansión.
'De hecho, sin la supervisión de la Reina, consiguieron un edificio como este'.
Escudriñé los documentos de construcción que me entregó el Conde Fogu, y miré a los dos hombres con ojos llenos de insatisfacción que contradecÃan mi satisfacción.
"¿Es esto?"
"...?"
"No, no lo es. Dijiste que era una finca histórica, y he esperado hasta ahora en lugar de apartarla: ¿no hay interés en ella?".
amenacé, agitando en el aire el documento de la casa del conde Fogu. ¿La quieres? Di que la quieres. Dilo.
Al oÃr la palabra "intereses", los ojos del conde Fogu se abrieron de par en par, incrédulo.
Pero eso también fue breve, pues al levantarme de mi asiento, me sentó con un grito ahogado, pensando que las negociaciones se habÃan roto.
"¡Los, los intereses, te los daré!".
Al fin y al cabo, era el dueño de la mejor mina de diamantes del imperio, y me ofrecÃa un tercio de los diamantes enlatados de este año como pago por haberme portado mal con su hijo.
'Usaré esto para atraer a las boutiques famosas a nuestros grandes almacenes'.
Mantuve la cara seria y bailé un poco de alegrÃa en mi interior.
El conde Fogu, que por fin habÃa recuperado los papeles de su familia, lloraba de alegrÃa y miraba a su hijo como si fuera a matarlo por hacer semejante locura.
'Ahora que te he pisado los talones, no volverás a desafiarme ni a mà ni a Reynos'.
Ahora tengo que pensar qué poner en los grandes almacenes.
Normalmente ponen marcas internacionales en el primer piso de los grandes almacenes, asà que eso es lo que quiero hacer.
'Es que... ¿Tengo eso?'
Me apresuré a ir a la cafeterÃa de Aria después de mucho tiempo, y juntamos nuestras cabezas para pensar cómo organizar los Grandes Almacenes Luminous.
Después de trabajar hasta altas horas de la noche, decidà que era hora de dar por terminada la jornada y regresé a la mansión de los Lavirin.
Y acababa de abrir la puerta.
- Piik, piik, piik.
Tras la ventana cerrada, Reynos, en forma de dragón bebé, estaba sentado en el alféizar, cantando alegremente y moviendo la cola.
"...¿Señor?"
¿Cuánto tiempo llevaba haciendo eso con este frÃo? No, más que eso, ¿por qué hace eso en vez de entrar?
Una vez le habÃa dicho que no cerrarÃa las ventanas en ciertos lugares para que pudiera entrar sin mÃ, asà que no es que no pudiera entrar por las ventanas, simplemente no entraba.
¿Por qué?
Pregunté incrédula mientras me acercaba a trompicones a la ventana y dejaba entrar a Reynos. TenÃa frÃo de lo mucho que habÃa estado fuera.
En cuanto Reynos me vio, levantó una mano y soltó un gritito de saludo.
"¿Cuánto tiempo llevas as�".
- Piiik, piik.
"No sé lo que dices, ¿hace mucho que estás aqu�".
- Piik.
Tras unos cuantos gritos ininteligibles, Reynos me dio unos golpecitos en la barbilla con una mano que parecÃa un helecho, luego soltó una risita y frotó su mejilla contra la mÃa.
Algo no encajaba. ¿Estaba borracho?
"¿Alteza?"
Reynos no contestó. Intentó hacerse el simpático conmigo como si fuera una mascota de verdad.
Se posó juguetonamente en mi hombro y me acarició la mejilla, luego aterrizó de repente en mi escritorio e hizo un baile de cortejo.
- ¡Piik, piik, piik!
"..."
Miré con inquietud al bebé dragón, que me guiñó un ojo y meneó el culo.
¿Por qué me hace esto?
'...Oh, por cierto, ¿es la hora de Ruby Moon?'
¿No tomó la medicina como la última vez y volvió a convertirse en un dragón malo? ¿Por eso vino a mi casa?
Pero aunque se convirtiera en un dragón demonÃaco en verano, seguÃa manteniendo la razón. Nunca antes se habÃa comportado como una auténtica bestia.
Entonces noté un pequeño paquete blanco junto a la ventana donde Reynos estaba sentado.
"Alteza, un momento, Alteza".
- ¡Piik, piik, piik!
"Oh, de verdad, diez segundos, no, cinco segundos".
Cogà apresuradamente el paquete de manos de Reynos, que me tiraba del pelo como para que le mirara.
Dentro habÃa una nota finamente doblada, un trozo de cuerda y lo que parecÃa un guijarro blanco.
Primero abrà la nota y me encontré con la pulcra letra de Reynos.
[Jovencita, estoy comprobando una herramienta mágica que dice que puedo controlar el poder del dragón maligno... Es poco probable, pero por si hago algo raro, átame].
...?
Mis ojos se abrieron de par en par ante el inesperado contenido. Pero no importaba cuántas veces lo comprobara, las palabras del mensaje no cambiaban.
¿A quién quieres que ate?
¿Ésta era la cuerda que tenÃa que usar?
Miré con ojos temblorosos a la crÃa de dragón demonÃaco mientras se retorcÃa y bailaba hacia mÃ. ¿Ese? No, ¿ésa? ¿Quieres que lo ate?
No habÃa estado tan nerviosa desde que me poseyeron.
La única vez que habÃa estado menos conmocionada fue cuando Tyriel se me acercó y me dijo que estaba saliendo con Duval.
Pero no puedo seguir viendo a Reynos bailar asÃ.
- Piik, piik, piiiiiik-
En lugar de atar a Reynos con cuerdas, lo abracé y le froté la espalda mientras empezaba a bailar, ahora cantando, lo que me pareció cuanto menos extraño.
Por favor, cálmese, Alteza. No sé qué demonios has estado probando.
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