LA HISTORIA AUN NO HA TERMINADO
7
"No puedo hacer esto... Ir, Irene..."
Azela giró la cabeza y se arrastró hacia Irene, cuyo cuerpo estaba caído en el suelo.
Había perdido la fuerza en manos y piernas, y no podía levantar el cuerpo. Aunque tenía la rodilla arañada, no sentía dolor.
Su criada, que era como su hermana, ni siquiera podía cerrar los ojos.
¿Quizá aún no estaba muerta?
Azela, que se arrastró hasta Irene, levantó la mano temblorosa y la llamó por su nombre mientras sacudía suavemente su cuerpo.
"Yo, Irene. Despierta... Me he equivocado. Todo es culpa mía, así que levántate"
Sacudió el cuerpo de Irene mientras su cuerpo se enfriaba, aunque no hubo respuesta por parte de ella. Las comisuras de su boca, que siempre sonreía amablemente, se pusieron rígidas y el abrazo que había mantenido con calidez se volvió frío.
La última razón en la vida de Azela que la hacía capaz de aguantar sin derrumbarse se había evaporado tal cual.
"Por supuesto, el doctor... doctor..."
Azela soltó el rugido de una fiera mientras se abrazaba a Irene, manchada de escarlata.
...Tenía que vivir. Sin Irene, ella también habría muerto, así que tenía que salvarla de alguna manera.
"Ya está muerta"
Sin embargo, ante las frías palabras de Daniel Earl, a Azela se le estrujó el corazón. No había emoción en su mirada mientras miraba a Azela y a la muerta Irene.
Volvió a abrir la boca, mirando a la desordenada Azela mientras caminaba, evitando cuidadosamente que sus zapatos se mancharan con la sangre de Irene que empapaba el suelo.
"Ahora, debes entender lo que quiero decir, Azela"
"...Daniel"
"Esta es la última advertencia que puedo hacerte. No toques a Silvia. Si vuelve a ocurrir lo mismo, las personas que yacen allí serán las personas que te importan"
Ese fue el final de las palabras de Daniel.
Desde luego, él sabía lo que Irene significaba para Azela. Era imposible que no lo supiera. Aun así, ni siquiera le dirigió la palabra ni le preguntó si estaba bien.
Cuando terminó de hablar, Daniel se dio la vuelta y salió del dormitorio, y los caballeros y criados le siguieron. Sólo Azela e Irene, que ni siquiera podía cerrar los ojos, se quedaron en el gélido dormitorio donde sólo quedaba el aire frío.
"...."
Azela, que se quedó sola con ella, levantó su mano temblorosa y cerró suavemente los ojos de Irene. Sus lágrimas fluían sin parar y caían sobre el rostro de Irene.
"Irene..."
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Sollozó mientras enterraba su cara en la congelada Irene.
El rugido de la bestia resonó en el dormitorio durante toda la noche, aunque a nadie le importó.
***
El funeral fue corto.
Aunque se trataba de un funeral, Azela lloraba para poder enterrar a Irene en las tierras del condado de Todd. Aun permitiéndolo, Daniel dijo: "Seré considerado".
Al recordar aquello, Azela sonrió vacíamente.
El funeral fue modesto y silencioso. Irene no tenía familia ni parientes propios, así que no tenía a nadie a quien contarle esta tragedia. Otros empleados cercanos a ella quisieron asistir, pero al final nadie acudió al funeral debido a la presión de Daniel y Silvia.
Azela fue la única que presenció el entierro.
...El final de Irene fue muy solitario.
Vio cómo los trabajadores contratados enterraban su último momento. Tal vez, porque se había secado en aquellos pocos días, Azela no derramó más lágrimas. Tras la muerte de Irene, no comió nada, no durmió y se limitó a llorar. Esa fue su última disculpa a Irene.
"Lo siento, Irene..."
Azela exclamó en voz baja mientras veía cómo la tierra salpicaba su ataúd.
Un fuerte viento sopló como respondiendo a sus palabras. Era como si la cálida brisa primaveral le dijera que Irene estaba bien y que no llorara. Las lágrimas brotaron de sus ojos secos, la cálida luz del sol se sentía como si la abrazaran los brazos de Irene.
Ahora, Azela ya no tenía razón ni sentido para seguir viviendo.
"Yo también te seguiré pronto y volveré a verte allí"
Enterrando a Irene en la tierra, enterró todo lo que sentía junto. Hasta la más mínima pizca de arrepentimiento, de amor, y hasta la más mínima expectativa que había quedado de Daniel. La palabra "Daniel" ya no tenía sentido en su mente.
Azela, que observó durante largo rato cómo enterraban a Irene, giró su cuerpo y se dirigió hacia su dormitorio.
Era un dormitorio pulcramente limpio, y ni siquiera olía a sangre como antes. Parecía que todos los muebles habían sido sustituidos por otros nuevos.
Se sentó en la cama desconocida y echó un vistazo al dormitorio, aunque los muebles eran los mismos, no estaba acostumbrada sin las manchas en las manos. El olor de los muebles nuevos le picaba en las fosas nasales y era muy desagradable.
...Los recuerdos de Azela con Irene ya no estaban aquí. No había olor a Irene ni nada de su tacto.
Azela recostó tranquilamente su cuerpo en la cama.
No sería terrible seguir así a Irene. Sería raro que un empleado viniera a buscarla al dormitorio. Además, ahora que Irene estaba muerta, todos los empleados de la mansión sabían bien dónde alinearse. Ahora miraban a Daniel y a Silvia, y empezaban a ignorar a Azela.
La extraña en esta mansión era ahora ella.
"¿Tan deprimida estás que sólo ha muerto una criada?"
Cuánto tiempo ha pasado, Azela, que estaba tumbada en la cama y miraba al techo sin sentido, oyó una voz que no quería oír.
Girando la cabeza, pudo ver a Silvia de pie frente a la puerta del dormitorio. Llevaba un vestido elegante y maquillaje de fantasía, estaba muy lejos de lo que Daniel decía que estaba herida.
"...¿Por qué estás aquí?"
Azela habló con voz muy ronca.
Silvia acercó la silla y se encogió de hombros mientras se sentaba cerca de la cama.
"Ni siquiera sabía que Daniel haría eso"
"...¿Qué?"
"Me preguntaba si había algún malentendido. Es cierto que estaba disgustada, aunque eso no significaba que le dijera a Daniel que la matara"
Azela se rió sin darse cuenta de la voz tranquila que hablaba como si no pasara nada. Su extraña carcajada resonó con fuerza en el silencioso dormitorio.
Nunca pensó que alguna vez se reiría, pero se reía así.
"Tú fuiste quien rechazó mi oferta de llevarnos bien en primer lugar, así que no es del todo culpa mía. No pude evitarlo"
"¿Qué quieres decir con que no pudiste evitarlo?"
"¿Qué?"
Silvia la miró con ojos de conejita sobresaltada ante el tono interrogante de Azela. De los ojos de Azela, que sonreía de forma extraña, brotaban lágrimas que parecían dejar de brotar de sus ojos.
Al contrario que las comisuras de sus labios sonrientes, Silvia frunció las cejas, horrorizada por las lágrimas.
"¿Estás aquí para poner como excusa que era inevitable que alguien muriera, y que no era algo que tú hubieras pedido?"
"Quiero decir..."
"No, no digas más que eso, Silvia"
Cortando sus palabras, Azela levantó el torso de la cama. Luego agarró fuertemente la mano de Silvia con su mano desnuda y flaca. Parecía un cadáver moribundo. Era como si oliera a muerto y sus ojos sin emoción no eran los de un ser humano.
"Cada vez que te diga algo, alguien más morirá como Irene"
"Déjame, déjame"
"Moriré como tú quieras, como Daniel quiera"
"Esta, esta mano..."
"Pero, tengo que decir esto por primera y última vez"
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Mientras giraba su crujiente cuello para mirar fijamente a Silvia, ésta hacía todo lo posible por aflojar la muñeca que tenía cogida por Azela, pero no entendía por qué la fuerza era tan fuerte en el cuerpo, que ahora sólo eran huesos.
Silvia, con una expresión de terror en el rostro, jadeó horrorizada y empezó a abofetear con fuerza la mano de Azela, como si le diera asco.
Sin embargo, no se movió.
"Has matado a Irene, Silvia"
Al oír esa palabra, Silvia, que estaba golpeando el dorso de la mano de Azela, se detuvo. Le temblaban las manos. Sin embargo, tras recobrar la compostura, replicó con fuerza y miró a Azela con una mirada envenenada.
"Perra loca"
Ante sus palabras, Azela soltó su mano y asintió con la cabeza. En cuanto le soltó la mano, Silvia se alejó de ella más de cinco pasos.
Azela, que apartó la mirada de Silvia, soltó una risita y asintió con la cabeza.
"Sí, estoy loca. Me volví loca y dejé que Irene muriera así"
"Yo, yo no la maté. ¡Si hubieras respondido cuando te pedí que te llevaras bien...!"
Silvia, que había alzado la voz, giró la cabeza para ver la mirada que Azela le dirigía y cerró los labios antes de respirar hondo. Sentía que Azela iba a matarla si hubiera dicho más palabras aquí. Era como si no tuviera nada que temer, pues ahora ya no tenía nada que perder.
Estaba demacrada, y el cuerpo marchito y retorcido como una madera podrida parecía desmoronarse hasta morir con sólo empujar un dedo.
Silvia extendió su desordenado vestido con la palma de la mano, tratando de que no se notara su voz temblorosa, y pronunció.
"Entiendo por qué Daniel no quiere a su mujer, y por qué la sierva llamada Irene te abandonó"
"....!"
"¿Quién podría amar a una mujer así, y quién podría quedarse contigo? Estás loco"
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