LHANHT 173

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Jueves 14 de Marzo del 2024






LA HISTORIA AUN NO HA TERMINADO

173






"¡Señora Ferial!"

Como habían concertado una cita con antelación, Livia esperaba delante. En cuanto vio a Azela bajar del carruaje, vino corriendo con cara de bienvenida.

"Alteza, por favor, espere dentro. Sopla el viento".

Diciendo esto, Azela se quitó el chal y se lo puso sobre los hombros. Livia, que llevaba un chal con su olor corporal, sonrió alegremente con el rostro sonrojado.

"¿Cómo voy a estarme quieta cuando recibo una carta diciendo que vienes? Pasa, hoy tengo postre para ti".

Me lo guardé sin comerlo.

Livia, que estaba a punto de decir aquello, cerró la boca, temiendo que Azela se ofendiera. Como los postres en su palacio eran limitados, ésta era la única forma que tenía de recibir a los invitados.

Con las palabras contenidas, hizo un gesto a Azela para que entrara.

Azela, que miraba a Livia como a una hermana mona, la siguió al interior del palacio. Tras entrar en el salón, Livia despidió a sus criadas, quedándose sólo con la niñera, Daran.

"He oído que el duque Ferial ha vuelto. ¿Es cierto?"

"...Sí, en vez de volver él, lo he traído yo".

Azela sonrió amargamente.

"¿Qué quieres?"

"...¿Qué?"

"No creo que hayas venido aquí para socializar en un momento como éste".

Livia se rió. Era una sonrisa amable. Siempre fue como una flor de primavera para Azela.

"Dime, has venido porque querías algo de mí".

"¿Es evidente?"

"Mucho".

Azela se frotó el cuello, avergonzada por su sonrisa traviesa. Entonces, abrió la boca con rostro decidido.

"Princesa, tengo que pedirte un favor".

"Sí, dímelo. Haré todo lo que pueda. De hecho, no hay nada que no pueda hacer en este imperio".

"...He oído que puedes utilizar magia antigua".

"Ah, eso. Creía que era inútil, pero esto te será útil. Así es, puedo hacer lo que otros no pueden".

Con sus palabras, Azela sacó rápidamente un viejo libro y lo mostró: era un libro sobre magia antigua. Al coger el libro que le tendía, los ojos de Livia se abrieron de sorpresa sin darse cuenta.

"¿Dónde has encontrado este libro? Parece muy antiguo. Fui a la biblioteca y no lo encontré".

"...A través de un conocido".

Por supuesto, no se trataba de un conocido cualquiera, ya que era un libro que le había pedido a Lane. Mientras miraba el libro con cara de interés, Livia abrió sin querer la página que Azela le había marcado.

Cuando estaba a punto de leer la letra, Azela habló primero.

"Quiero que tomes mi alma".

Livia se detuvo con el rostro blanqueado.

"...¿Lo he oído mal?".

Preguntó con el rostro lleno de sorpresa. Mirándola a la cara, Azela sonrió mientras continuaba.

"Viendo que pones esa cara, me has oído bien".

Al escuchar su tajante respuesta, Livia la agarró del brazo con cara de asombro. Su expresión al mirar el brazo que tenía agarrado era despreocupada. Era ya como alguien que ha preparado todo su corazón.

"No lo hagas".

"Ya está decidido. Si miras la página que marqué...".

"¿Estás pensando en morir?"

"...."

"...¿En serio?"

Azela cerró los labios un instante ante la pregunta de Livia.

Mirándola así, supo que tenía que hacer cambiar de opinión a Azela. ¿Cómo podía Azela pedirle a Livia que la matara?

Livia apretó con fuerza la mano de Azela.

"Morir, señora Ferial... eso es. No podrás empuñar la espada que te gusta, no podrás conocer a la persona que te gusta. Ya no podrás ver, comer ni tocar nada".

"Sí, lo sé".

"...¿Todavía vas a morir?"

"Sí."

Livia se quedó muda ante la respuesta, que no mostraba ninguna vacilación.

Con un suspiro que no pudo comprender, Livia soltó la mano a la que se aferraba.

Sin saberlo, sentía un hormigueo en las manos por haber sujetado a Azela con tanta fuerza. Al ver el libro en su mano, Livia desvió la mirada hacia ella. No se atrevía a preguntar, pero su mirada contenía una pregunta: "¿Por qué intentas morir?"

Azela bajó la cabeza y miró la taza de té que tenía delante antes de abrir la boca.

"Sólo podré salvarle si muero".

"...el duque Ferial".

"Sí, le quiero mucho".

Al terminar sus palabras, Azela cerró la boca un instante, presa de la emoción.

Se juró que nunca se derrumbaría delante de los demás. Luego, levantó la taza de té con manos temblorosas. El té, que bebió para calmarse, olía bastante bien.

"Le diré la verdad, señora Ferial... No, Azela".

Azela abrió los ojos cuando Livia la tuteó, antes de sonreír ampliamente y asentir con la cabeza. Livia miró a Azela, que sonrió ampliamente y le devolvió el libro.

"No quiero hacer esto".

"Princesa".

"Para mí, Azela, eres más importante que el duque Ferial. Igual que dices que quieres salvar al duque Ferial con tu vida, yo quiero salvarte a ti".

Al oír su respuesta, Azela bajó la mirada e intentó sonreír. Fingió estar bien, pero las comisuras de sus labios temblaban impotentes.

Una lágrima cayó por las comisuras de los ojos de Azela, que sonreía mientras se agarraba las manos con fuerza. Presa del pánico ante la repentina caída de lágrimas, se secó apresuradamente los ojos con el dorso de la mano, pero las lágrimas no cesaron.

"...."

Livia miró a Azela en silencio. Al final, sin poder entregarle el libro, le tendió en silencio un pañuelo.

Los labios de Azela temblaban mientras se limpiaba los ojos con el pañuelo.

"...Ayúdame".

Su voz desplomada, que no se parecía a la Azela segura e imparable de siempre, hizo que Livia cerrara los ojos con fuerza mientras el pañuelo se humedecía con las lágrimas de Azela.

Al verlo, Livia también se sintió desolada.

"Quiero salvar a esa persona. Ayúdame, por favor".

"...Contrólate, Azela. No es una persona. Es..."

El demonio.

Livia no podía decirlo ante las lágrimas de Azela. Era porque sabía que a la mujer que tenía delante le daba igual que fuera el demonio o un humano. Azela renunció voluntariamente a su vida para salvar al diablo.

Tal vez éste pudiera ser el truco del diablo, Livia miró el libro que tenía en la mano con sentimientos encontrados.

"Princesa, ayudarme es la forma de salvarme".

"¿Matarte es la única forma de salvarte, Azela?".

Livia se mordió el labio y dejó el libro sobre la mesa antes de levantarse del sofá en el que estaba sentada y sentarse al lado de Azela.

"Abre los ojos, Azela. Es sólo un amor fugaz. Tú... ¡tú!".

¿Todavía crees en el amor después de haber sido tan maltratada por el conde Todd?

Livia apartó la cabeza nerviosa, incapaz de decir aquellas palabras. Como nunca había estado enamorada, no sabía lo grande que era aunque no debería ser así. ¿Arriesgar la vida por amor? No tenía sentido.

"No puedo".

"Alteza".

"Acudiste a mí porque soy el único que puede hacerlo, Azela".

"...."

"Entonces, no lo haré por ti. No pasa nada si estás resentida conmigo el resto de tu vida, no pasa nada si vives maldiciéndome el resto de tu vida... Aun así, vivirás lo suficiente para estar resentida y maldecirme".

Livia giró la cabeza con mirada decidida.

No respondió, sólo sus lágrimas goteaban de sus ojos a pesar de su negativa. Cuando miró a Azela, que seguía en silencio, Livia no pudo evitar abrir los ojos con sorpresa. Y es que la llorosa Azela estaba sacando tranquilamente una pequeña daga de sus brazos.

"¡A, Azela...!"

Sorprendida, Livia se levantó de un salto del sofá, y Daran, que también estaba sorprendido, corrió apresuradamente a proteger a Livia. Sin embargo, la daga no iba hacia Livia.

"Por favor, ayúdame, princesa".

Azela apuntó la daga a su propio cuello. Al mismo tiempo, el rostro de Livia se puso blanco al recordar vívidamente a Azela en la fiesta de aquel día.

"¡Señora, señora Ferial!"

La sorprendida Livia, incapaz siquiera de llamar a Azela por su nombre de pila, levantó la mano temblorosa para calmarla, pero Azela sonreía. La visión de ella sonriendo entre lágrimas y apuntándose con una daga a la garganta era aterradoramente grotesca.

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