LHANHT 122

Martes 05 de Marzo del 2024

LA HISTORIA AUN NO HA TERMINADO

122

Su pilar, que había llegado hasta el final de sus muros, crecía con una fuerza verdaderamente penetrante.

"¡Ha-uht!"

Incapaz de contener el creciente placer, Azela levantó la cara y le besó la nuca. Al chuparla involuntariamente con fuerza, una marca roja se grabó rápidamente en su nuca. El dormitorio, que sólo había sentido frío en el aire de la mañana, se calentó.

"Azela..."

Cuando Zagnac bajó la cabeza y apoyó la frente en el hombro de ella, el sudor goteó de su frente y bajó por los hombros de Azela. Podía sentir cómo apretaba los dientes, y le dejó una marca de ella en la espalda al clavarle las uñas.

Con la mirada entrecerrada, su cuerpo brillaba a la luz de la luna.

"...Me gusta".

Entre gemidos sollozantes, ella le acarició la mejilla y le susurró suavemente.

Sí, eso es lo que me gusta de ti.

Azela frunció las cejas, temiendo romper a llorar. Al mismo tiempo, los movimientos de Zagnac se aceleraron, así que ella cerró los ojos con fuerza y volvió a enterrar la cabeza en su hombro.

"Ku-ugh..."

Zagnac gimió entre dientes mientras apretaba los dientes. Mientras él se balanceaba rápidamente, el sudor le resbalaba por la frente.

En el momento en que él empujó profundamente dentro de ella y todo movimiento se detuvo como si el tiempo se hubiera detenido. Todo se detuvo en ese momento. Aunque todo había terminado, ni Zagnac ni Azela se movieron durante un rato.

"Haa, haa".

Azela suspiró y retiró la fuerza de sus manos que acunaban su espalda.

Estaba cansada. Estaba tan cansada que ya no podía hacer nada.

Cuando recostó su cuerpo sobre Zagnac y cerró los ojos, él levantó los brazos y abrazó cálidamente a la inerte Azela. En sus brazos, ella se durmió, olvidándose de lavarse o ponerse ropa.

"...Azela".

Aunque la llamó por su nombre en voz baja, sólo le llegó el sonido de su respiración profundamente dormida, así que Zagnac se movió con cautela. Por si se despertaba, le sujetó el torso y sacó con cuidado su pilar, que seguía dentro de ella.

"Uh... Umm".

Tal vez aquello le doliera, frunció las cejas y se revolvió con un pequeño gemido.

Mientras tanto, Zagnac se congeló de nuevo y esperó a que ella cayera en un profundo sueño, olvidándose de respirar. Esperó torpemente unos minutos antes de que Azela igualara su respiración mientras él enderezaba lentamente las rodillas.

"Whoo..."

Temiendo que el sonido de su respiración la despertara, con una pequeñísima exhalación, le puso las manos bajo las rodillas y la alzó con cuidado en brazos. Tal vez sintiendo la frialdad del repentino cambio de postura, Azela arrugó la frente y se clavó en sus brazos.

"Madre mía".

Una suave sonrisa se dibujó en su rostro mientras miraba a Azela, que se acurrucaba entre sus brazos.

No se oían pasos ni respiraciones en el silencioso dormitorio. Como si fuera a romperse si él la tocaba, Zagnac trataba a Azela con mucho cariño. Cuando aterrizó con cuidado en la cama y dejó la almohada, giró el brazo dolorido.

"Uf".

Sin embargo, sus acciones no terminaron ahí. Levantando la toalla húmeda y caliente que había preparado de antemano, Zagnac le limpió cuidadosamente la sangre de la cara y las manos para que Azela no se despertara.

Aunque la sangre que ya se había endurecido no se había limpiado bien, repitió esa acción una y otra vez. Cuando la toalla se puso roja, la lavó con agua y limpió la sangre del cuerpo de Azela.

"...Está bien".

Mientras lanzaba el hechizo de "no pasa nada", no sabía si le hablaba a Azela o a sí mismo.

Después de limpiar toda la sangre, le quitó la blusa y le puso un camisón para que no se sintiera avergonzada cuando se despertara por la mañana.

Cuando terminó, Zagnac, que acababa de vestirla, se sentó en la silla junto a la cama y contempló a Azela, que seguía profundamente dormida. Incluso después del amanecer, hasta que salió el sol y oyó el débil sonido de los criados de la mansión despertándose y limpiando, se limitó a mirarla mientras ella seguía profundamente dormida en el sitio.

Toc, toc.

Cuando oyó que llamaban a la puerta para despertar a Azela por la mañana, Zagnac se levantó. Cuando la puerta del dormitorio se abrió ligeramente, la sierva, que estaba a punto de saludar a Azela, se quedó mirando a su amo con cara de asombro.

"¡Ma, maste-!"

"Shh."

No queriendo despertarla por el fuerte ruido, Zagnac se llevó el dedo a los labios y sonrió. Al mirar hacia la cama y ver que Azela seguía profundamente dormida, habló en voz baja.

"Ya que no se ha despertado, espera un poco y vuelve".

"Sí, ya veo".

Tras recibir la orden del amo, la sierva inclinó la cabeza y se marchó apresuradamente. Zagnac, que cerró la puerta, se acercó al lado de la cama y se sentó. Miró a la dormida Azela durante un rato, sin hacer nada.

* * *

 

"...Alteza, tiene que comer y beber, si se queda así, enfermará".

"Estoy bien."

"Princesa..."

A pesar de la voz de la niñera, Livia no levantó la cabeza. Ya era el cuarto día. Daran dejó la comida en su mano y suspiró pesadamente.

"Desde que vino la señora del Conde Todd... mo, desde que vino la Condesa, has estado leyendo libros así".

Con voz entrecortada por un suspiro, Daran levantó uno de los libros que Livia leía apilados a un lado de ella. La mayoría eran libros prohibidos relacionados con la magia antigua.

"...Si te pillan leyendo un libro prohibido, entonces sí que es un gran problema".

"Puedo hacerlo sin que se note".

"Oh, vaya."

Dijo Livia con calma mientras dejaba el libro terminado y sostenía uno nuevo en la mano. Al ver eso, Daran se inclinó y se encontró con su mirada.

"Sabes que no debes usar magia antigua, ¿verdad?".

"Lo sé. En cuanto me descubran usándola, el Emperador me degollará".

"¡No digas cosas tan horribles...!"

"Es verdad. No hay forma de que el Emperador me trate favorablemente."

No hace mucho, Livia temblaba cuando su madre, Serena, venía y usaba la violencia, y lloraba bajo la manta de miedo ante la mención del emperador, pero ahora, era diferente. Daran no podía entender su actitud de ser tan casual acerca de su muerte, y le rompió el corazón.

"¿Por qué es esto..."

Daran dejó el libro que sostenía y sacudió la cabeza con emoción.

Ella no usaba ni se preocupaba por la magia antigua, excepto cuando era niña, porque le traía desastres a Livia. Ella ni siquiera sabía cómo usarla correctamente, por lo que ni siquiera quería usarla para hacer frente a las situaciones.

Así que, excepto la gente del palacio imperial, nadie sabía que Livia podía usar magia antigua.

El día de su octavo cumpleaños, Livia se aferró a Daran y lloró.

"Estaría bien que desapareciera la magia que ni siquiera puedo usar".

Sin embargo, ¿por qué se interesó por la magia antigua y empezó a leer libros relacionados con ella? Daran miró a Livia con preocupación. Estaría bien que ésta le mostrara un buen camino, pero de algún modo le había invadido la inquietud de que Livia pudiera no ser capaz.

Sin embargo, ella misma era una subordinada hasta el final. No podía impedir ciegamente que Livia hiciera lo que quisiera.

"...Come mientras lees".

Dejó escapar un suspiro y finalmente levantó la comida que había dejado. Lo único que podía hacer era esto. No había nada más que alimentar a la Princesa para que no muriera de hambre.

* * *

 

Benjamin fue enterrado en un terreno soleado. Era tierra propiedad del Duque Ferial. El hecho de que estaba muerto no lo sabía nadie más que Zagnac, Azela y el mayordomo Baharf.

"...¿Qué le vas a decir a Findar?"

Azela susurró en voz baja mientras observaba cómo se erigía la lápida de Benjamin, preparada por Zagnac. Zagnac también se limitó a observar cómo se erigía el monumento.

"No lo sé. Había muchos clientes esperando a Benja, así que se fue a las afueras sin despedirse".

"...¿No sospecharía Findar?"

"No tiene forma de saberlo, así que ni siquiera puede dudarlo".

Azela arrugó la cara.

Findar intentó ayudarla de alguna manera, pero de algún modo sintió que estaba traicionando a Findar, lo que la hizo sentirse mal.

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