LESVAC 52

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La Emperatriz se volvió a casar 52

Una Condena silenciosa



"Su Alteza. Lady Mullaney ha llegado y la está esperando en el salón."

Heinley estaba sentado en su cama estudiando una lista de propiedades. Miró a McKenna, y después dejó la lista con el ceño fruncido.

"¿Quién es Lady Mullaney?"

"La duodécima candidata a reina. Debería conocerla."

Heinley resopló. Sus días eran todos así últimamente. McKenna traía una joven noble de una familia reconocida y sensata para que se conocieran. Heinley pensaba que la mitad de ellas parecían venir de la misma familia. Tal y como se rumoreaba, no estaba interesado en ninguna.

"¿No es tiempo de parar ya, McKenna?"

"Nos detendremos una vez que hayas elegido una reina."

Resopló nuevamente pero no discutió. Sabía mejor que nadie que las razones de McKenna estaban justificadas.

"No necesito casarme al menos por un año o dos."

"Sería mejor si fuera más pronto, Su Alteza."

"...tal vez tengas razón. De otro modo, mi cuñada terminaría atrapada en el medio."

Había muchos cambios significativos cuando sucedía un cambio generacional. Afortunadamente, las personas estaban más abiertas al cambio durante estos momentos, y era un periodo crítico cuando la nueva reina organizaba la corte a su propio modo. Heinley era cercano a Christa, y estaba acostumbrado al sistema y a los métodos que ella había establecido cuando era reina. Sin embargo, si el sistema de Christa permanecía por mucho tiempo después de que Heinley se convirtiese en rey, sería difícil para la nueva reina hacer cambios. Era esa la razón por la cual McKenna estaba preocupado.

Heinley se puso de pie con una mirada sombría en su rostro.

"De acuerdo, debería ir. Incluso si digo que no, aun así debería verla. No hay razón para crear rencores innecesarios."

"Por supuesto."

McKenna rápidamente lo ayudó a ponerse su chaqueta.

"¿Por qué sigues mirando la lista de propiedades?"

"Para crear un nuevo título de caballero."

"¿Título?"

"Sí. Tendrá un nombre estupendo."

"¿Qué?"

"Y le será dado a los más valientes y leales caballeros."

"¿Es eso necesario? ¿No tenemos ya suficientes buenos caballeros?"

"Siempre estamos en búsqueda de talento, McKenna. ¿Quién sabe si dentro de unos años hay tan pocos caballeros que podrás contarlos con los dedos de una sola mano?"

"Ya veo."

"Si creo un título altamente deseable, los caballeros competirán entre sí por él. Una de las virtudes será la lealtad, la cual es naturalmente beneficiosa para mí."

"Ah..."

"La cuestión es cómo hacerlo deseable—"

Heinley se detuvo de repente, levantando la mano para indicarle a McKenna que guardara silencio. McKenna tenía una expresión de desconcierto en su rostro, pero pronto se dio cuenta de lo que Heinley estaba haciendo.

Mientras hablaban, llegaron al salón donde Lady Mullaney estaba esperando. Había voces silenciosas que venían del salón. Heinley se coló cerca de la puerta.

"No dije nada que no pudiera decir, ¿verdad?"

"Fue bastante impertinente."

"Lo siento Christa, pero ya no eres la reina, ¿no es cierto?"

"La posición está vacante, pero soy la más cercana por el momento."

"No lo sé. Eres la más alejada. Ninguno de los nobles puede sentarse en ese trono."

"Nadie puede decirme nada hasta que llegue una nueva reina. E incluso si tuviera que dar un paso atrás, seguiría siendo la anterior reina. ¿Debería escuchar semejantes palabras de tu parte, Lady Mullaney?"

"Tú eres quien vino primero y comenzó a darme todo tipo de órdenes."

"Puedo decirle eso a cualquiera que entre en mi casa."

"Esta no es tu casa, ¿o sí, Christa?"

"... ¿Qué?"

"No eres la madre del rey, y si sigues quedándote en el palacio real, te sentirás incómoda con la nueva reina. Seguirás actuando como si fueses la reina actual."

"¡Lady Mullaney!"

"En el pasado, tus predecesoras se fueron a la Mansión de Compshire. Esa es la costumbre."

Parecía haber una discusión entre Lady Mullaney y la Reina Christa. McKenna susurró entre admiración y asombro.

"Verdaderamente es la hija de un noble."

Cuando el nuevo rey heredó el trono después de la muerte del rey anterior, la posición de la reina anterior tampoco había sido ignorada. Si era la madre del rey, naturalmente recibiría más honra que el rey, pero si no lo era, el propósito de las políticas era el de bloquear el poder de la reina anterior. Es por esto que Wharton III le pidió a Heinley que cuidara a Christa, por miedo de que ella tuviera algún choque con la nueva reina.

"Me siento mal por Christa, pero así es como se distribuye el poder."

Heinley golpeó la puerta en vez de responderle a McKenna. Al escuchar el sonido, el par adentro dejó de hablar inmediatamente.

Heinley abrió la puerta, y Lady Mullaney y Christa parecían desconcertadas. Él saludó a ambas con su acostumbrada sonrisa. McKenna miró a Christa como señal para que se fuera, permitiendo que los otros dos permanecieran en la habitación. Sin embargo, antes de que Christa se fuera, Heinley se dirigió a Lady Mullaney.

"Lo que dijiste, Lady Mullaney, lo escuché todo."

Los ojos de Lady Mullaney se ampliaron en sorpresa, al igual que los de Christa. McKenna abrió su boca para protestar en contra de las palabras de Heinley, pero él habló antes de que pudiese decir una palabra.

"Ciertamente es un problema, Lady Mullaney. Pero no le corresponde a usted preocuparse por ello."

Sutilmente se puso del lado de Christa.

Lady Mullaney hizo una pausa, después dio un consentimiento silencioso y sonrió de nuevo. Por último, hizo una reverencia formal y se fue.

Sin embargo, la tensión no se disipó incluso después de que ella se fue. Christa parecía profundamente avergonzada, McKenna tiró de su cabello y gimió con frustración. No parecía gustarle el hecho de que Heinley dejó que Lady Mullaney se fuera sin siquiera hablar con ella por cinco minutos.

"Su Alteza. Eso... es demasiado."

"¿Por dejarla ir?"

"No puedes sacarte a la Emperatriz Navier de la cabeza."

"Dices eso, pero eres tú quien no puede sacarse de la cabeza a las otras nobles, ¿verdad?"

"Su Alteza, por su bien—"

"No por el mío, sino por el de las nobles."

"..."

"Aunque tengas prisa por elegir una reina, unos pocos días no serán suficiente para integrarla apropiadamente. Ahora mismo, tengo la coronación y otras cosas más que organizar. Ocupémonos de eso primero."

Heinley le dio unas palmadas a McKenna en el hombro y salió del salón. Probablemente volvería a su dormitorio a mirar su lista de propiedades de nuevo. McKenna se apuró a ponerse al lado de Heinley y dijo en voz muy baja.

"Si quieres a la Emperatriz como tu reina, tendrás que ir a la guerra para tenerla."

Heinley se sobresaltó.

"Por supuesto, la guerra sucederá algún día. Pero las personas no le darán la bienvenida a la reina que les trajo la guerra."

Heinley no respondió. Entró a su dormitorio, pero en vez de mirar la lista de propiedades, se sentó en su escritorio, tomó un papel y una pluma.

– Desearía que fueras la reina. No es fácil cuando McKenna intenta apurar las cosas. Qué bueno sería tenerte como la reina del Reino Occidental...

La cabeza del pájaro azul se inclinó mientras se asomaba para leer la carta del Príncipe Heinley. De repente estiró sus alas y las agitó. Pensé que estaba lastimado, pero cuando lo miré se veía... enojado, de hecho. Por supuesto que no estaba claro ya que se trataba del rostro de un pájaro, pero al menos para mí se veía de ese modo.

"¿Estás bien?"

Lo miré cuidadosamente, y el pájaro retrajo sus alas y de repente se quedó muy quieto.

"Reina es genial, pero tú también lo eres."

– ¿?

"Es casi como si fueras una persona."

– ¡!

"El Príncipe Heinley tiene pájaros muy inteligentes."

Ah, espera. Ya no es un príncipe. Sin embargo, me parecía extraño llamarlo Rey Heinley ahora.

Toqué el pico del pájaro con mi dedo, pero el pájaro dio un salto hacia atrás, lejos de mi toque.

'Es inteligente, pero ciertamente diferente de Reina.'

"No te voy a tocar."

Después de sonreír y disculparme con el pájaro, regresé a la carta.

– El día de la coronación no está lejos. Habrá una delegación del Imperio Oriental. ¿Vendrás como jefa de la delegación?

El día de la coronación...

Revisé la fecha en la carta y miré el calendario. No había eventos importantes durante ese momento, y era costumbre que los miembros de la Familia Imperial asistieran a las coronaciones de todas maneras. No obstante, no quería prometer mi asistencia y después ser incapaz de asistir debido a circunstancias imprevistas.

– Revisaré mi agenda.

Escribí una respuesta no comprometedora y la até a la pata del pájaro.

"Por favor, entrégale esto."

Reflexivamente levanté mi mano para acariciarlo como hacía con Reina, pero el pájaro azul me esquivó de nuevo. Tímidamente bajé la mano, y el pájaro batió sus alas algunas veces y después salió volando por la ventana. Lo miré hasta perderlo de vista.

¿Cómo se sentiría volver a intercambiar cartas con Heinley después de tanto tiempo? Los acontecimientos de los últimos meses volvieron a mí como un sueño confuso. No había pasado mucho desde la llegada de Rashta, pero en aquel entonces mis amigos estaban cerca...

Una fría corriente de aire sopló, y me dispuse a cerrar la ventana cuando fui repentinamente interrumpida.

"¡Su Majestad!"

Había una conmoción en el salón y me llamaron. Después de indicar que podían entrar, la Condesa Eliza y las damas de compañía irrumpieron en la habitación. Todas sus miradas se veían febriles.

"¿Sucedió algo?"

Las miré desconcertada, y Laura hinchó sus fosas nasales.

"¡Alguien puso drogas abortivas en la comida de Rashta!"

"¿De la Señorita Rashta? ¿Estás segura?"

"¡Sí! Escuché que el Emperador las reconoció."

No tenía ni idea de cómo lo hizo, pero si esto fuera cierto, no me extraña que las damas vinieran corriendo. El palacio del este debería estar en un alboroto aún mayor.

"¿La Señorita Rashta llegó a ingerir algo de la droga?"

No parecía que lo hubiera hecho, pero aun así...

"Esta vez se descubrió con anticipación."

Las palabras de la Condesa Eliza parecían serias.

"¿Esta vez?"

"El Emperador llamó al doctor del palacio, y dijo que la Señorita Rashta había consumido pequeñas porciones antes."

¿Quién hizo esto? Pensándolo bien, me di cuenta que no había hecho la pregunta más importante.

"¿La Señorita Rashta y el bebé se encuentran bien?"

"La droga en sí misma le hace muy poco daño a la madre, así que Rashta se encuentra bien."

"¿Y el bebé?"

De repente se me ocurrió que la persona que envenenó a Rashta podría ser alguien de mi entorno. ¿Quién más se beneficiaría de matar a su bebé?

"Supongo que está débil, pero a pesar de todo se encuentra bien."

Me preocupaba que Sovieshu pensara, '¿si el bebé desaparece, que podría ganar la emperatriz?' Recordé todas las otras veces que Sovieshu me llamó por cualquier mínima cosa que le sucedía a Rashta. No había indicaciones de que esto no se repetiría.

"Su Majestad, ¿le gustaría tomar una taza de té caliente?"

"Estoy bien. Solo quiero estar sola..."

Después de que la Condesa Eliza y las otras damas de compañía dejaron la habitación, me juré a mí misma de que no me dejaría lastimar si Sovieshu me llamaba de nuevo.

Pero Sovieshu y yo no hablamos.

No hasta el día en que teníamos que comer juntos.



















***




















Sovieshu no me informó si no quería comer, o no quería verme, o si estaba demasiado ocupado hoy, así que entré al palacio del este a la hora de la cena.

"Informe al Emperador que estoy aquí."

Le di mis instrucciones al sirviente que estaba en la puerta del dormitorio de Sovieshu y el entró rápidamente.

Sin embargo, cuando salió, su expresión era oscura. ¿Qué estaba sucediendo ahí dentro? El sirviente se me acercó y habló.

"Su... Su Majestad. El Emperador dijo que... bueno, no dijo nada."

El sirviente se notaba avergonzado, y levanté mis cejas.

"¿No dijo nada?"

"No."

El sirviente me miró casi como si lo lamentara. No alteró sus palabras, así que debía ser cierto.

"Entra una vez más y dile."

Repetí mi orden, y el sirviente entró en la habitación. Después de algunos momentos, salió de nuevo.

"El Emperador aún no dice nada."

Parecía listo para llorar, y los caballeros apostados en la puerta se miraron entre sí. Entrecerré los ojos mientras miraba la puerta de la habitación de Sovieshu. De algún modo había estado sufriendo bajo la ilusión de que no me estaba echando la culpa.

'Pero ya lo está haciendo.'

En vez de discutir conmigo, esta vez iba a darme una condena silenciosa.

Un suspiro escapó de mi boca. ¿Por qué siempre me encontraba culpable de cualquier cosa que tenía que ver con Rashta?



















***




















"Culpó a la Emperatriz."

El secretario en jefe, el Marqués Karl, apretó el mango de su taza de café, sorprendido. Simplemente estaba ahí para discutir el asunto de la coronación del Rey de Occidente, pero de algún modo la guerra psicológica entre el Emperador y la Emperatriz estalló de nuevo. Hubiera sido mejor hacerlo cara a cara, pero Sovieshu no quería permitir que la Emperatriz entrara a su habitación...

"Marqués Farang compró las drogas abortivas, pero eso no significa que esté necesariamente conectado a la Emperatriz..."

"Marqués Farang es el mejor amigo de Koshar, Koshar es un hombre muy temperamental. ¿No crees que esté conectado?"

"La Emperatriz no recurriría a esto."

"Sí, también soy consciente de eso."

"¿Qué?"

"Pero está decidida a rechazar a Rashta."

Sovieshu miró al suelo fríamente.

"La Emperatriz, tan inteligente como es, ¿no sería capaz de imaginar cómo reaccionaría Koshar ante una sola palabra de Rashta?"

"Yo..."

"Ya estoy siendo bastante tolerante conteniéndome de arrastrar a Koshar y torturarlo, ¿no es así?"

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