LESVAC 47

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La Emperatriz se volvió a casar 47

El Rey de Occidente



"¡Es muy peligroso si estás hablando en serio! ¡Podrías ser condenado a muerte si dañas al Emperador!"

"Entonces solo mataré a la mujer."

"Los rencores personales también son un delito grave."

Apunté mi mano en dirección al estómago de mi hermano.

"Y el bebé de Rashta es el bebé del Emperador."

"¿Un bastardo?"

"El hijo de una concubina. El Emperador lo está esperando con mucha ilusión."

Mi hermano me miró con una expresión que decía '¿Qué tiene que ver eso con todo esto?'

Mi cabeza se sentía pesada. Si se tratara de cualquier otra persona, podría inventar excusas y decir que las palabras fueron pronunciadas por el impulso de los sentimientos en el momento. Pero no podía decir eso de mi hermano. Era un hombre cuyas acciones seguían a sus palabras. No, era un hombre que actuaba de acuerdo a sus pasiones.

"Muy bien, Navier. Entonces no permitiré que esa mujer dé a luz al bebé."

"Si tocas al bebé, te enfrentarás a un castigo incluso peor."

Era un gran pecado cometer un asesinato dentro del palacio imperial, pero uno aún más grande, causarle daño al linaje del Emperador. El Vizconde Langdel casi fue ejecutado, no por apuñalar a Rashta, sino por amenazar la vida dentro de su vientre. Incluso, aunque la ley no trataba a los niños de una concubina como príncipes o princesas, tampoco eran tratados como aristócratas ordinarios.

"Hermano. Incluso si matas a la Señorita Rashta como dices que harás, ¿no crees que el Emperador tomará otra concubina?"

Pero a pesar de mis intentos de calmar a mi hermano, su temperamento no mejoraba. Se movía por la habitación con sus manos alrededor de su cabeza, mientras yo husmeaba las bolsas de compras y saqué uno de los regalos.

Era un sombrero. Me lo puse, esperando que lo hiciese sentir mejor. Luego de acomodar mi cabello se lo mostré, pero mi hermano estaba más enojado de lo que cualquier sombrero podría calmarlo.

Se detuvo en mi escritorio y observó mi calendario.

"¿Un banquete?"

Mi agenda diaria estaba marcada en el calendario, incluyendo el banquete para el bebé de Rashta.

"Hermano."

Me apresuré a tomar el calendario, pero él fue más rápido. Ya lo había visto, y se volteó hacia mí atónito.

"¿Por qué tienes que organizar la fiesta para ellos?"

"No es solamente esa. Soy responsable de todas las fiestas del palacio."

Mi hermano permaneció con la boca firmemente cerrada mientras tenía su mirada fija en mí. No obstante, sus siguientes palabras no fueron acerca del banquete.

"El sombrero te queda bien."

Su cumplido inesperado me tomó por sorpresa, pero antes de que pudiese responder, se dio la vuelta y se fue. Lo observé ansiosamente, después, me quité el sombrero y lo dejé encima del sillón.

Me mantuve de pie, como congelada, hasta que oí el sonido de un pájaro graznando cerca de la ventana. Mi mente me advirtió que podía ser un intruso, pero abrí la ventana de todas maneras y saqué la cabeza. Era difícil saber de dónde venía el sonido del pájaro.

El grito del pájaro me recordaba a Reina. Una sensación de intranquilidad me invadió. Tenía miedo de que algo le hubiese pasado al Príncipe Heinley y a Reina. No creía que ya hubieran llegado al Reino Occidental.

¿Llegarían allá a salvo...?


















***















El séquito del Príncipe Heinley pasaba a través de las montañas Borayong. Sin embargo, a pesar de las expectativas de Navier, el propio Príncipe y McKenna ya habían llegado al Reino Occidental.

El Príncipe Heinley estaba en la habitación del rey. La cama en sí era un esplendor de tonos beige y dorados, con la cabecera decorada con detalles de oro fino. Sin embargo, el hombre recostado en la cama, estaba en un estado menos majestuoso, tenía los ojos inyectados de sangre y un rostro pálido.

El Príncipe tomó la mano del Rey Wharton III, su hermano y rey de Occidente. Con cada respiración agitada del rey, el corazón de Heinley se hundía más. A Wharton III le había llevado un tiempo reconocer a su hermano menor, y cuando habló, lo hizo con un aliento áspero.

"Heinley..."

"Sí".

"Heinley..."

"Sí. Estoy aquí. Estoy a tu lado, hermano."

El Príncipe Heinley apretó la mano del Rey Wharton III.

"Heinley... cásate."

El Príncipe hizo una mueca. Incluso antes de que su hermano se enfermara, siempre lo molestaba con el hecho de conseguir una esposa. Sin embargo, no podía responderle fríamente a su enfermo hermano mayor.

Sin decir nada, Heinley se mantuvo aferrado a la mano de Wharton III, y el rey le devolvió una mirada débil. Una sonrisa apareció en el rostro del hombre, como si notara la expresión infeliz de su hermano.

"No estoy bromeando. Debes casarte, Heinley."

"...entiendo."

"Si muero... serás rey. Necesitas un sucesor."

"..."

"Que el rey... reciba una reina... no es una elección... sino una responsabilidad."

Heinley exhaló con pesadez.

"Aún sigues haciendo esto difícil."

"El país se merece una buena mujer... no una mujer que sea encantadora solamente con uno... sino una reina que ame al pueblo."

Un rostro vino a la mente del Príncipe Heinley. Una reina que era encantadora con él y también capaz de amar a su pueblo. Pero esa mujer ya tenía un hombre a su lado...

Su corazón palpitó.

"¿Qué pasa si hay una mujer que tiene ambas cualidades?"

"Pues bien. No la dejes ir."

Wharton III sonrió no como rey, sino como hermano.

"Si te casas con ella, deja de ser un mujeriego."

Heinley había pretendido ser un mujeriego para crear una imagen despreocupada de sí mismo, pero se arrepintió ahora que tenía una mujer que le gustaba. Su boca se inclinó hacia arriba con una sonrisa.

"Por supuesto."

"Sí... estoy seguro que te irá muy bien... con el país."

Heinley suspiró y le dio unas palmadas a su hermano en la parte trasera de su mano.

"¿Hay algo más que necesites decirme? Nada difícil, quiero decir."

Aunque nunca habían sido hermanos cercanos, el corazón de Heinley estaba cargado de tristeza y arrepentimiento. Wharton III parpadeó lentamente, y después se volteó a mirar sin expresión al dosel de la cama. Heinley mostró una pequeña sonrisa.

"No debes tener nada más que decir."

Wharton III sonrió junto a Heinley y habló en voz baja.

"Cuida de tu cuñada."

"Sí."

"No dejes que otros nobles la ignoren..."

"Lo entiendo."

"No importa lo que digan, protégela..."

Los labios temblorosos de Wharton III se cerraron, como si el simple hecho de hablar requiriera un esfuerzo masivo. Respiró unas cuantas veces con fuerza lentamente. Ahora lo hacía incluso más despacio. Su agarre a la mano de Heinley se aflojó gradualmente, y el príncipe bajó lentamente la extremidad de su hermano. El pecho del rey, el cual había estado subiendo y bajando, ya no se movía.

"..."

Heinley cerró sus ojos y juntó sus manos. A través de sus mejillas caían lágrimas, el doctor se puso de pie para tomarle el pulso al rey, y luego habló con una voz sombría.

"... El Rey ha fallecido."

Aquellos que silenciosamente estaban de pie cerca de la pared, se adelantaron y se arrodillaron ante el nuevo rey. Heinley abrió sus ojos lentamente y los observó a través de su visión borrosa.

Estaba segura de que mi hermano causaría algún incidente, pero afortunadamente se mantuvo tranquilo por algunos días. Tal vez se sentía muy frustrado por el hecho de que no podía enfocar su ira en una sola persona— Sovieshu. Mi familia se las arregló para persuadirlo de que volviera a casa. No debía descargar su ira contra Sovieshu o Rashta, de lo contrario, pondría su vida y su posición en riesgo.

'Estoy en una situación en la que tampoco puedo hacer nada.'

En el momento en que me enfadé con Rashta, el Emperador me acusó de ser una acosadora retorcida de la pobre concubina. Por otra parte, si me enojaba con Sovieshu, sería criticada como una emperatriz incompetente, la cual no podía controlar sus emociones. Si me desquitara con él— yo, y probablemente mi familia también— estaríamos en riesgo. Aun así, si toleraba a Sovieshu y a Rashta, sería vista como una estúpida y una tonta; y no solo yo, sino toda mi familia también.

Me observé en el espejo, y una risa extraña escapó de mí. Una mujer retorcida, una emperatriz incompetente, o una tonta mujer. ¿Había alguna forma de salir de este laberinto?

"Su Majestad."

La Condesa Eliza me llamó desde la sala de estar. Toqué una campana en señal de permiso, y ella entró con una mirada sombría.

"¿Condesa? ¿Se siente bien?"

Su expresión me puso nerviosa. Había padecido una serie de eventos desafortunados últimamente, así que inmediatamente me asusté. Mi predicción era más o menos cierta.

"Delegados del Reino Occidental han llegado."

Las malas noticias no eran acerca de mí, pero mi premonición era correcta.

"Un obituario."

"Así es. El Rey Wharton III ha fallecido."

El hermano mayor del Príncipe Heinley...

Me imaginé la sonrisa del príncipe convirtiéndose en tristeza, y mi corazón se sintió pesado de repente.


















***















Esa noche, no se veía ni la luna ni las estrellas en los cielos. Se veía negro a causa de las nubes, pero de vez en cuando lograba ver un atisbo de un neblinoso círculo amarillo grisáceo en la oscuridad. Con un brazo apoyado en la ventana, observé sombríamente la escena.

'Habrá un banquete por el bebé de Rashta en unos días.'

¿Sería capaz de mantener mi máscara puesta? Llevaba años haciéndolo, pero últimamente parecía que se me caía cada vez más a menudo. Más precisamente, me estaba cansando de mantener constantemente mis expresiones faciales bajo control.

'...al final, lo haré si es mi deber.'

El viento frío hizo que se me pusiera la piel de gallina en la mejilla. Comenzaron a caer gotas de agua sobre mi brazo, una a una. Quité el brazo de la ventana y la cerré, pero en cuanto lo hice, vi un pájaro azul volando en la oscuridad.

"¡Ah!"

¿El subordinado de Reina? Estaba tan sorprendida que abrí la ventana nuevamente. No estaba segura al principio, pero resultó que tenía razón, y el pájaro azul entró por la ventana abierta. A diferencia de Reina, a quien le gustaban las grandes entradas, el pájaro azul pareció ser más vacilante y cuidadoso.

"¿Eres el amigo de Reina?"

Le hablé a pesar de ser un pájaro. Ya que Reina era inteligente, supuse que este también lo sería. El pájaro azul asintió e incluso se inclinó en una reverencia.

– Jjaek.

El pájaro estiró su pata y me ofreció la nota atada a ella.

"¿Te envió el Príncipe Heinley?"

– Jjaek.

Tomé la carta de su pata con mucho cuidado. Cuando la abrí, el pájaro azul se puso a mi lado, como si quisiera leer la carta conmigo como lo hacía Reina. Miré el papel en mi regazo mientras descansaba mi rostro sobre una mano.

– Solo pienso en ti, mi Reina. Eres la única amiga que puede consolarme. Lo necesito.

Su escritura era notablemente más desprolija que antes. Aunque había unas pocas palabras escritas en el papel, el dolor en ellas era palpable.

– Jjaek...

Dejé la carta y el pájaro azul chilló débilmente. Fui directo a mi escritorio, tomé una pluma y me dispuse a escribir, pero mi mano no se movió. No sabía que palabras debía decirle para consolarlo. Él dijo que yo era la única persona que podía hacerlo, pero... ¿qué podía decirle cuando su hermano murió? Si estuviese con él, podría simplemente sentarme a su lado sin decir nada. ¿Qué podrían hacer unas pocas palabras escritas?

– Espero que no estés sufriendo demasiado.

Al final, solamente escribí una frase cliché.


















***















El día después de que el pájaro voló de regreso, el Gran Duque Kapmen abandonó el palacio también. No se despidió de mí, probablemente a causa de la poción de amor, pero envió a alguien a que me entregara un libro acerca de Luipt a modo de obsequio. La delegación que anunció el funeral del Rey de Occidente también regresó a su país. Fue una sucesión de despedidas y separaciones. Me parecía ser la única afectada por todas estas partidas.

Todos los demás aclamaron el ascenso del nuevo Rey de Occidente, y cuando se cansaban de eso, hablaban del bebé de Rashta. Aunque muchos tenían cuidado de no chismorrear en voz alta dentro del palacio, los rumores eran más abiertos en el palacio del sur donde se encontraban muchos extranjeros.

"¿No le gustaba también al Príncipe Heinley la Señorita Rashta?"

"Sí, y escuché que el Emperador y el Príncipe incluso pelearon por ella."

"¿Sabes por qué pelearon? Porque la Señorita Rashta y el Príncipe Heinley eran amigos por cartas, y el emperador estaba celoso."

"El Príncipe Heinley debe tener el corazón roto a causa del embarazo de la Señorita Rashta."

Mis pasos se detuvieron en el jardín cerca del palacio sur. Vine aquí para recordar las cosas que disfrutaba, pero las historias desagradables también me siguieron hasta aquí.

'Simplemente volveré.'

Respiré profundamente, después di media vuelta y caminé en dirección opuesta del corredor. No obstante, en la intersección de los palacios del este, oeste y sur, me encontré con alguien inesperado. Nunca nos habíamos presentado el uno al otro, pero era un hombre del cual tenía un recuerdo claro en mi memoria.

"Su Majestad, no puedo creer que la estoy viendo aquí. Estoy tan emocionado."

Era el Vizconde Roteschu, aquel que afirmaba que Rashta era una esclava. Tenía una sonrisa maliciosa en su rostro. Hizo una reverencia y sonrió, pero en vez de conversar con él, me dirigí al palacio del oeste.

'He oído que ha estado frecuentando el Palacio Imperial últimamente. ¿Se está reuniendo con Rashta?'

Qué extraño. Creí que era su enemigo. ¿por qué aceptaría Rashta al Vizconde Roteschu?

'Parece que ella también puede ser amenazada...'


















***















"Me encontré con la Emperatriz en el camino."

Esas fueron las primeras palabras que dijo el Vizconde Roteschu tan pronto como vio a Rashta. Ella frunció el ceño al tener que estar en presencia de alguien que no le agradaba. Era un mal presagio si el Vizconde Roteschu hablaba acerca de la Emperatriz. Solo la había mencionado una vez antes, cuando la comparó con ella.

"¿Qué más vas a decir?"

Lo miró fríamente, y el Vizconde hizo una sonrisa traviesa.

"Nada. Solo quería decir que su aura es diferente a la tuya."

"¿Qué quieres decir?"

"Solo que tiene una especie de mirada noble..."

"¿Estás diciendo que Rashta no se ve así?"

"No lo sé. Tal vez después de que bebas agua de la corte durante veinte años, podrías tener algún parecido."

Roteschu sonrió con maldad.

"Por supuesto, si no has sido expulsada para entonces."

"¡!"

Rashta lo miró con los ojos muy abiertos, pero él continuó tranquilamente.

"¿Tienes algo para comer?"

"Si no tienes nada más que decir, vuelve a tus asuntos."

"No tienes corazón."

Rashta apretó sus puños temblorosos. Aunque habían acordado estar del mismo lado, ella realmente odiaba al vizconde.

'Tengo que hacer todo lo que él diga...'

Dejó salir un exhalación, y luego lo miró severamente a los ojos.

"¿Para qué viniste esta vez?"

"Bueno, necesito algo de dinero rápidamente."

Ella abrió la boca en sorpresa.

"¿De nuevo? Acabo de darte quinientos mil krangs, ¿no?"

"Los gasté en buscar una casa."

"¿Y?"

"Es una casa grande, así que necesito muchos sirvientes."

Rashta apretó sus puños con más fuerza, sus uñas se clavaban en las palmas de sus manos. ¿Cómo podía una persona ser tan odiosa?

A pesar de la mirada de odio puro de Rashta, el Vizconde Roteschu sonrió y continuó.

"Y como tengo mucha familia, necesito más manos."

"Solamente hay dos personas en tu familia. Tú y el bebé."

"¿Dos?"

Él levantó una ceja.

"¿Hay más?"

El Vizconde Roteschu rompió en una carcajada.

"Por supuesto, traeré a mi hijo y a mi hija. ¿Creías que solo traería a tu bebé?"

El rostro de Rashta palideció ante sus palabras.

"¿Qué?"

Entró en pánico y lo miró con labios temblorosos.

"¿A quién vas a traer?"

Los labios del hombre se tornaron en una expresión de satisfacción.

"¿Por qué? ¿No extrañas a mi hijo?"

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