LESVAC 183

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La Emperatriz se volvió a casar 183

La desesperación de Rashta



Rashta murmuró molesta y desconcertada.

"Qué insolente eres..."

"Es Su Majestad quien es insolente. ¿Cómo se atreve a engañar al emperador con una hija cuco?"

"¿Cuco? ¿Acabas de llamar cuco a la princesa?"

<< Nota: Es un ave que pone sus huevos en los nidos de otras aves. >>

"'Ya no es una princesa. Además, no nació de un matrimonio, por lo que tampoco puede llamarse noble."

Las sirvientas del Palacio del Oeste llegaron sin una educación adecuada de etiqueta al igual que el resto de empleados, por lo que hablaban irrespetuosamente.

Rashta no pudo soportarlo y se levantó de inmediato. Su sirvienta intentó huir a toda prisa, pero Rashta corrió y le dio una patada en la pantorrilla primero.

"¡Ah!"

"No importa que yo sea un cuco o que la princesa sea un cuco, ¡tú eres un gusano! Un gusano que puede ser comido por un cuco o cualquier otra ave. ¡No olvides que soy la Emperatriz y puedo matarte!"

"¡Detente! ¡Ah!"

"¡Detente! ¡Detente! ¡Cierra tu maldita boca!"

Rashta no era una persona que dijera groserías con regularidad, pero en el transcurso de su vida como esclava había escuchado muchas.

Mientras Rashta agredía verbal y físicamente a su sirvienta, ésta consiguió escapar aterrorizada. Pero Rashta estaba tan enojada por las insolentes palabras de su sirvienta que la siguió para seguir agrediéndola.

Pero en cuanto salió corriendo por la puerta, Rashta se detuvo al chocar contra el firme pecho del Duque Elgy. Se tambaleó hacia atrás y el Duque Elgy extendió rápidamente su brazo para sostenerla.

"Duque Elgy..."

Rashta lo miró perpleja por un momento, pero pronto su rostro se distorsionó.

Al ver su cara recordó los sucesos de ayer, un repentino sentimiento de traición y decepción la invadió, eclipsando su preocupación por el futuro y su enojo con la sirvienta. Ella rechinó los dientes.

"Mala... mala persona."

Rashta le miraba con lágrimas en los ojos. Aun así, tenía un leve sentimiento de esperanza.

El Duque Elgy era quien siempre aparecía y la ayudaba cuando estaba en problemas, el único que le daba fuerzas cuando todos la atormentaban, así que al verlo, se sintió herida pero un poco esperanzada.

"¿Por qué hiciste eso?"

Preguntó Rashta con voz apagada.

En lugar de responder, el Duque Elgy suspiró mientras examinaba el rostro de Rashta.

"No tienes muy buena cara."

"¿Por qué hiciste eso?"

"Entremos para hablar."

"Por qué..."

"No es una buena idea hablar aquí."

Sólo después de escuchar las palabras de Elgy, Rashta se dio cuenta de que estaba frente al pasillo. De hecho, los caballeros que estaban de pie a ambos lados les miraban con mucha curiosidad.

Rashta se estremeció, se dio la vuelta y entró primero en la habitación. El Duque Elgy la siguió en silencio y cerró la puerta.

Luego, intentó sentarse naturalmente en el sofá, pero se detuvo cuando Rashta le gritó, "¡No te sientes!"

"Está bien."

Aunque sea desagradable, el Duque Elgy respondió con calma y enderezó sus piernas ligeramente flexionadas. Al ver esto, Rashta se sintió aún más herida y volvió a preguntar.

"¿Por qué hiciste eso?"

"¿De qué estás hablando?"

Preguntó el Duque Elgy con una sonrisa.

"¿Es porque no secuestre al nieto del Vizconde Roteschu como me pediste? ¿O es porque lo lleve al templo? Si no es así..."

Sin embargo, había gruesas espinas incrustadas en cada palabra tranquila. Rashta quería taparse los oídos. No podía creer que le estuviera hablando de esta manera.

Además, este no era el final. El Duque Elgy hizo una pausa, luego puso la caja que había traído sobre la mesa y la abrió.

Al abrir la caja, en su interior apareció una pila de pagarés y el documento en el que se comprometía a darle un puerto.

No puede ser... Rashta miró sorprendida al Duque Elgy.

"¿Es porque estos documentos se harán públicos en el futuro?"

Su suposición era correcta. Rashta apenas consiguió hablar.

"Qué... Qué es esto..."

"Es hora de que me vayas pagando lo que me debes."

Rashta miró conmocionada al Duque Elgy. Jamás se habría imaginado esto, incluso trajo los pagarés.

'El Duque Elgy no tenía un corazón tan frío.'

Rashta preguntó con los labios temblorosos.

"¿Por qué? ¿Por qué me estás haciendo esto?"

"Tu forma de hablar ha cambiado."

"¿Qué?"

"Me gustaba cuando hablabas llamándote a ti misma."

A Rashta le parecieron extrañas las palabras del Duque Elgy, sentía que su forma de hablar no era diferente a la de antes.

Rashta sintió que este momento no era real. No tenía la menor idea de lo que estaba pasando.

No podía ver la cara de Sovieshu, ni sabía dónde estaba la princesa. Sólo podía dar vueltas alrededor por el Palacio del Oeste, por lo que no era diferente de estar encarcelada.

Rashta gritó de ira.

"¿Qué intentas hacer ahora?"

"¿Te duele?"

"¿Creíste que no me dolería?"

Ella se sentía más alejada de la realidad debido a la expresión despreocupada del Duque Elgy.

Rashta trató de recuperar la compostura. Pero por más que intentó calmarse, las lágrimas brotaron de sus ojos. Rashta apretó los puños y lloró mientras golpeaba el sofá.

"¿Qué sucedió? ¿Por qué me estás haciendo esto? ¿No éramos amigos?"

"¿No se pierden amistades por el dinero?"

"¡Tú te ofreciste a prestármelo! ¿Acaso te amenacé? Además, ¡estos pagarés ni siquiera tienen una fecha de pago!"

"Ciertamente."

Rashta recuperó el valor tras este último grito. Aunque fue espontáneo, las palabras que soltó eran ciertas. Un rayo de esperanza surgió en su interior.

En los pagarés no se especificaba cuándo debía efectuarse la devolución del dinero. Pedir la devolución inmediata era claramente un acto de coacción.

"Si Su Majestad todavía estuviera en su honorable posición, no tendría necesidad de instarla a devolver el dinero."

Sin embargo, Elgy respondió con una leve sonrisa como si lo supiera todo sobre Rashta. Ante las palabras de Elgy, Rashta se estremeció.

"Qué quieres decir..."

Aunque murmuró sin comprender, pronto se dio cuenta de la intención de las palabras de Elgy.

Cuando el poder es sólido, un pagaré sin plazo puede ciertamente no ser un problema. Pero ahora circulaban todo tipo de escándalos acerca de Rashta.

Si los pagarés se hicieran públicos en un momento como éste, todos se asombrarían de la existencia de los pagarés, independientemente del plazo o de cualquier otra cosa.

Por eso, Rashta se estremeció aún más y preguntó,

"No puede ser, pensabas cobrarme desde el principio... ¿no?"

"Lo entendiste rápido. Muchas no se dieron cuenta hasta el final."

"¿Muchas? Qué quieres decir..."

"¿No habla todo el mundo de eso? Soy un hombre muy perverso y malvado."

Rashta frunció el ceño y su expresión se volvió rígida al instante. Recordó el consejo de Sovieshu de que no sería bueno quedarse al lado del Duque Elgy, debido a los malos rumores sobre él.

Pero en ese entonces el Duque Elgy había hecho todo lo posible por mostrar su amistad a Rashta. La apoyó cuando todos la rechazaban, incluso más que Sovieshu. Por eso, ella había creído en el Duque Elgy.

Rashta consideró que el consejo de Sovieshu había sido por celos. Pero después de lo ocurrido... 

Abriendo los ojos conmocionada, Rashta preguntó,

"¿Qué sucedió? ¿Qué sucedió realmente? ¿Por qué me estás haciendo esto?"

"Como he dicho, el dinero."

"¡No mientas!"

El Duque Elgy todavía tenía una sonrisa amistosa, lo que lo hacía aún más aterrador.

Cuando Rashta dio un paso atrás al no poder soportar el asombro, esa sonrisa se volvió más suave y gentil.

"¿Importa por qué lo hice?"

"Importa... ¡Importa mucho! ¿Qué hice mal?"

Rashta retrocedió con un miedo instintivo, pero gritó con rabia mientras su resentimiento volvía a crecer ante la pregunta del Duque Elgy.

"¿Qué hice para que me estés haciendo esto? Podría entenderlo si fuera la Emperatriz Navier. Pero, ¡¿por qué tú?!"

"Si estuviera en tu situación, tendría más curiosidad por otra cosa."

"¿Otra cosa?"

¿Qué más? El corazón de Rashta latió con fuerza y perdió la fuerza en sus piernas, por lo que se apoyó en el sofá a un lado. Mirando así a Rashta, el Duque Elgy dijo con indiferencia,

"Bueno. Ya te enterarás más adelante. En cualquier caso, no parece que tengas la capacidad de pagarme. No creo que puedas hacerlo tampoco en el futuro. ¿Estoy en lo cierto?"

Rashta lo miró sin decir nada. Quería decirle que le daría el dinero de inmediato, pero no tenía la capacidad para hacerlo.

Dado que el Barón Lant administraba su dinero, no disponía de efectivo para pagarle de inmediato. Las joyas y otros artículos de valor que recibía como regalo iban a parar en manos de los Vizcondes Isqua, el Vizconde Roteschu, y su verdadero padre.

Incluso después de no poder reunirse a menudo con el Duque Elgy, la demanda de dinero continuó. También había gastado mucho dinero en la contratación de asesinos.

"En efecto, no puedes. Sin embargo, con el puerto es diferente. Su Majestad aún no está divorciada, así que sólo hay que mostrar este documento al Emperador."

"Tú... eres un hombre malvado."

Las lágrimas brotaron de los ojos de Rashta. Las lágrimas corrían por sus labios, que se habían agrietado por el punzante dolor en su corazón. Se veía tan desconsolada que hasta la persona más fría se compadecería.

Le dolía mucho el corazón porque realmente creía en el Duque Elgy. Esta fue una conmoción completamente diferente a la que se llevó cuando supo que Sovieshu amaba a Navier.

Sovieshu fue el amor que la salvó en su desesperación, pero Elgy había sido la única persona en la que pudo depositar su confianza, su fe y su amistad.

Sintió que su mundo se derrumbaba al ver actuar de esta manera a la persona en la que más confiaba. Estaba aún más aturdida porque no sabía qué le pasaba al Duque Elgy.

"¿Qué sucedió?"

Preguntó Rashta de nuevo, sin poder resistirse.

"Eres insistente."

"Sólo dime por qué lo haces. ¿Por qué me estás haciendo esto?"

"..."

"¡No lo entiendo! Nos llevábamos bien, ¿verdad? Dijiste que no era mi culpa haber nacido como esclava. Yo..."

"Por supuesto, no es tu culpa haber nacido como esclava, señorita."

En ese momento, la forma de hablar del Duque Elgy volvió a los días en que Rashta había sido concubina. Era la forma de hablar del tiempo en que la tranquilizaba y le daba seguridad.

Rashta lo miró perpleja.

"..."

"Me lo reservé."

"¿Qué...?"

"Me estaba debatiendo si aprovecharlo o no. Al final, decidí que no."

"¿De qué estás hablando?"

"Tonterías. Pero no creas que este es el final. La persona que me lo dio parecía tener una opinión diferente a la mía."

"Espera. ¿De qué estás hablando? ¡¿De qué estás hablando?!"

El Duque Elgy sonrió y apartó un mechón de cabello de la cara de Rashta.

"Yo también he tenido siempre esa curiosidad. Sé lo que se siente. Aunque saber la razón no cambia nada, es insoportable no saber por qué."

Los ojos de Rashta vacilaron levemente. Le resultaba muy difícil entender de qué hablaba. 

'¿Se habrá golpeado la cabeza?'

Sin embargo, su decepción y sus dudas se desvanecieron repentinamente.

'¿Qué importa ahora? Después de todo ,un traidor es un traidor, y este hombre es una basura.'

"Vete al infierno."

"Por supuesto que me iré. He venido a llevarte conmigo."

Sin dudarlo, Rashta levantó la mano y le dio una bofetada al Duque Elgy en la mejilla.

Se escuchó un sonido fuerte, y unas líneas rojas se dibujaron en su piel impecable. Acto seguido, gotas de sangre cayeron de esas líneas. El anillo de Rashta tenía manchas de sangre. Una huella roja de una mano no tardó en aparecer alrededor de la herida.

Aunque debió dolerle mucho, el Duque Elgy sonrió como si no fuera nada. Realmente parecía un demonio arrastrándose desde el infierno.

"No se preocupe, señorita. No irá sola."

Duque Elgy le susurró a Rashta sin un atisbo de ira, luego agarró la caja y se marchó.

'Qué quiso decir con eso...'

Rashta se quedó pensando en su sitio un rato, pero pronto se echó a reír sintiéndose vacía.

'Da igual qué quiso decir.'

Rashta se rió como si estuviera leyendo un libro que no podía comprender. Mientras reía, lágrimas caían de sus ojos.

No debe haber nada que vuelva más loca a una persona que un mal desconocido. Rashta finalmente llegó a una conclusión sobre cuándo las cosas habían empezado a ir mal. Primero había sido por Alan, después, por este hombre malvado.

Al salir de la habitación de Rashta, el Duque Elgy se dirigió inmediatamente a la oficina de Sovieshu.

Sovieshu frunció el ceño por un momento al ser informado de su visita, pero le permitió entrar. Él también quería hablar con el Duque Elgy.

"Me alegro de ver a Su Majestad."

Al entrar en la oficina de Sovieshu, el Duque Elgy le saludó como un noble respetable.

Sovieshu miró a Elgy con ojos llenos de hostilidad y desagrado.

Hace unos días, había tratado de enviar al Duque Elgy de vuelta a su país utilizando como excusa el escándalo con Rashta.

Pero después de lo ocurrido, Sovieshu también tenía curiosidad. ¿Qué buscaba exactamente el Duque Elgy?

Al principio pensó que le odiaba, pero después de que se atreviera a llevar al primer hijo de Rashta al templo, parecía ser un odio no contra él, sino contra Rashta.

Sin embargo, eso tampoco explicaba del todo sus acciones. En cualquier caso, ahora tenía la oportunidad de saber la respuesta.

Después de pensarlo, Sovieshu ocultó su despreció y preguntó con calma,

"El día de la prueba, ¿por qué fuiste al templo?"

"Porque no sabía qué hacer con el pobre niño."

"Hablo en serio, Duque Elgy."

"Ya veo. Entonces seré preciso."

Asintiendo ante las palabras de Sovieshu, el Duque Elgy puso la caja que antes había sorprendido a Rashta sobre el escritorio y mostró su contenido. El documento y los pagarés cuidadosamente organizados fueron revelados.

Los ojos de Sovieshu se fueron abriendo lentamente a medida que pensaba de qué se trataba.

"Aunque el dinero prestado no pueda ser devuelto, al menos quisiera tomar el puerto."

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