La Emperatriz se volvió a casar 176
Determinación
Si me lo hubiera dado en privado, lo habría rechazado de inmediato por ser un soborno. Pero al tratarse de un regalo dado en un evento oficial por un motivo oficial, era difícil de rechazar. Sería descortés hacerlo en un lugar como éste.
... tal vez por eso me daba el regalo ahora.
Además, regalar buques al Imperio Occidental, que no tenía puertos, dejaba clara su intención. Este regalo en sí sólo podría ser utilizado si la relación entre los dos países volviera a ser buena.
"Gracias."
Sonreí y acepté el regalo.
Sin embargo, me pareció un poco evasivo marcharme sin más después de haber aceptado el regalo, así que lo pensé por un momento y le di un consejo,
"Sé lo que buscan con el hecho de firmar un acuerdo de no invasión, pero firmar dicho acuerdo unilateral nos ataría de manos y pies."
"Cómo podría ser eso posible. El Imperio Occidental es un país poderoso que puede hablar con dignidad aunque viole el acuerdo, pero Whitemond es un país pequeño que no se atrevería a invadir el Imperio Occidental incluso si no se firmara un acuerdo."
"¿Pero no detuvieron a nuestro equipo de comercio?"
"Eso fue..."
"Por supuesto, no fue una invasión. Pero aunque no vayamos a la guerra, cada uno de los nuestros es igual de valioso, tanto como para Whitemond."
"No entiendo qué quiere decir Su Majestad."
"Si firmamos un acuerdo de no invasión, Whitemond también debería firmar un acuerdo similar. Para que no puedan atacar a nuestra gente que utiliza el puerto como hicieron esa vez."
Después de que el embajador especial se fuera a otro lugar pensativo. Fui a buscar a Heinley para contarle esto. Pero Heinley no estaba por ninguna parte. ¿No estaba hablando antes con el Gran Duque Lilteang cerca de los músicos?
Al final, le pregunté a los sirvientes que pasaban para encontrarlo, "¿Han visto a Su Majestad Heinley?"
Aunque había mucha gente con la que hablar, quería contarle a Heinley la conversación que había tenido con el embajador especial lo antes posible.
Pero antes de que pudiera encontrar a Heinley, oí un grito y un alboroto.
¿Qué es eso?
Hacia el lado especialmente ruidoso, se encontraba el jardín al otro lado de la terraza. Vi que la gente se reunía allí para ver qué pasaba.
Cuando me acerqué al alboroto, vi a un niño pequeño ahogándose en un gran estanque, y a una sirvienta tirando desesperadamente del niño para sacarlo.
"¡Midelen!"
Un hombre y una mujer que parecían ser los padres del niño, gritaban entre lágrimas... ¿El Duque y la Duquesa Zemensia? ¿Así que el nieto del Viejo Duque Zemensia fue quien cayó al agua?
Eventualmente, la sirvienta consiguió sacar al niño del estanque. Estaba tan agotada que se desplomó.
"¡Traigan al médico del palacio! ¡Rápido!"
El Duque Zemensia gritó enérgicamente, mientras que la Duquesa se acercó a su hijo para ver cómo estaba. Algunos sirvientes salieron corriendo a llamar al médico del palacio.
Posteriormente, el Duque Zemensia señaló hacia un lugar y exclamó con voz furiosa.
"¡Él empujó a mi hijo!"
La persona a la que señaló era el Gran Duque Lilteang.
¿Qué estaba pasando...?
El Gran Duque Lilteang no estaba entre la multitud, pero gritó indignado al ser señalado.
"¡¿Qué hice yo?!"
"¡Lo vi con mis propios ojos! ¡Empujaste a mi hijo al pasar!"
"¡Esa es una acusación falsa!"
"¡No lo es! ¡Su Majestad el Emperador también lo vio!"
Heinley estaba con el Gran Duque Lilteang, ¿no? Pero cuando ocurrió el incidente, ¿estaba con el Duque Zemensia?
La mirada de la gente que estaba puesta sobre el Gran Duque Lilteang y el Duque Zemensia ahora vagaba sin rumbo en busca de Heinley.
Curiosamente, Heinley no estaba lejos del Duque Zemensia.
Cuando la mirada de la multitud se posó sobre él, Heinley asintió con una expresión de gran pesar.
"Yo también lo vi, Gran Duque Lilteang."
Tras el suicidio de Christa, La Familia Zemensia había sido rechazada en la alta sociedad, pero seguía perteneciendo al Imperio Occidental.
Naturalmente, la mayor parte del Imperio Occidental siempre se ponía del lado de sus propios nobles de alto estatus en estas situaciones.
En medio de esto, al enterarse de que el Gran Duque Lilteang del Imperio Oriental empujó a un niño del Imperio Occidental al gran estanque, los ojos de la gente se volvieron fríos y agudos.
El Gran Duque Lilteang gritó, "¡Eso no es cierto!", cuando la atmósfera a su alrededor se tornó tan sombría que le hizo estremecer y se apresuró a huir asustado.
"Atrapen al Gran Duque Lilteang."
Afortunadamente, este lugar se encontraba en el palacio imperial, por lo que había soldados apostados alrededor para actuar en situaciones como ésta.
Ante las palabras de Heinley, el Gran Duque Lilteang no pudo dar ni cinco pasos antes de ser atrapado.
Aunque no lo sujetaron por la fuerza de los brazos ni lo obligaron a arrodillarse en consideración a su estatus, el Gran Duque no tuvo otra opción que detenerse porque estaba rodeado de grandes soldados.
El llanto de la Duquesa Zemensia resonaba por todas partes como relámpagos. Sin siquiera mirar en su dirección, Heinley ordenó llevar al Gran Duque Lilteang al salón lunar.
Una vez que el médico del palacio llegó para atender al nieto del Viejo Duque Zemensia, también fui al Salón Lunar.
Preocupados por la situación caótica, Mastas, el Vizconde Langdel y la Condesa Jubel no tardaron en seguirme.
"¿Cómo pudo empujar a un niño a un estanque? Qué hombre tan malvado."
Mastas se mostró indignada mientras caminábamos por los pasillos. Aunque también detestaba a la Familia Zemensia, siendo completamente del Imperio Occidental, parecía estar muy enojada con el Gran Duque Lilteang.
En cambio, el Vizconde Langdel tenía una expresión seria en su rostro, pero no manifestó su ira con vehemencia.
La Condesa Jubel estaba molesta por el comportamiento inconsciente del Gran Duque, más que por el peligro que corrió el hijo del Duque Zemensia.
"Volvió a causar otro problema. Solía causar problemas con la lengua, pero esta vez lo hizo con sus propias manos."
Dado que la Familia Imperial tenía pocos miembros, cuando se enviaba a alguien en calidad de 'representante de la Familia Imperial', a menudo no había más opción que enviar al Gran Duque Lilteang.
Por lo general, estaba bien. El Gran Duque Lilteang ansía el poder, por eso es más cuidadoso con sus acciones.
Sin embargo, una vez que alguien le desagradaba, el Gran Duque no podía ocultar su hostilidad, así que intentaba desencadenarla por cualquier medio.
Como hizo cuando era la Emperatriz del Imperio Oriental. En cuanto apareció Rashta, su plan B, dejó de intentar sobornarme y comenzó a atacarme.
Tal vez por eso a Condesa Jubel no le sorprendió en absoluto que el Gran Duque Lilteang hubiera causado un grave problema.
En el pasado, El Gran Duque Lilteang había sido avergonzado en público por el Viejo Duque Zemensia por decir tonterías.
Antes de darme cuenta, llegamos frente al salón lunar mientras hablábamos. Sin embargo, la puerta estaba bien cerrada y cuatro guardias custodiaban el lugar.
Entre los guardias que se encontraban frente a la puerta estaba el hermano de Rose, Sir Yunim, quien me preguntó cuidadosamente al verme,
"¿Quiere que le diga a Su Majestad que la Emperatriz está aquí?"
Su actitud fue muy amable en comparación con la forma tan grosera en que solía tratarme.
Condesa Jubel, Mastas y el Vizconde Langdel me miraron al mismo tiempo. Como si se preguntaran qué iba a hacer.
Cuando todo se quedó en silencio, se escuchó un débil clamor al otro lado de la puerta. Fue la voz del Gran Duque Lilteang gritando lamentablemente, "¡Su Majestad!"
Después de pensarlo por un momento, cambié de opinión.
"No te preocupes. Cuando termine de arreglar sus asuntos, sólo dile que lo espero en mi habitación."
"¡Su Majestad! ¡Yo no lo empujé! ¡En serio!"
Dentro del salón lunar, el Gran Duque Lilteang insistió en su inocencia con el rostro pálido. Pero fue inútil.
"Gran Duque Lilteang, lo que dijo el Duque Zemensia es cierto. Yo estaba ahí cuando empujaste a su hijo."
El Gran Duque Lilteang parecía a punto de llorar.
"¡No lo empuje! Sólo..."
"Lo golpeaste en el hombro. Bueno, pudo haber sido mala suerte que cayera al agua."
"¡Sí! ¡Sólo le di un golpe en el hombro, no esperaba que el niño tropezara y cayera al agua!"
"Pero sucedió. El niño terminó cayendo al agua, y usted, Gran Duque, se atrevió a hacer daño al hijo de un noble de alto estatus del Imperio Occidental."
El Gran Duque Lilteang exclamó con lágrimas en los ojos.
"¡Si Su Majestad no me hubiera dicho en primer lugar que ese niño era el nieto del Viejo Duque Zemensia, no habría hecho tal cosa!"
Heinley levantó una ceja hoscamente.
"Si alguien lo escuchara, pensaría que le señalé al nieto del viejo duque para que lo empujara."
"¡Dijiste que el Viejo Duque Zemensia incluso abandonó a su hija para proteger a su nieto! ¡Su Majestad sabe… sabe... que soy muy impulsivo!"
"Deja de excusarte. Es vergonzoso."
El Gran Duque Lilteang apretó los labios, pero las palabras de Heinley eran ciertas.
Aunque se podía dudar de la intención del Emperador Heinley después de lo ocurrido, sin duda no era extraño.
Como dijo el Emperador Heinley, no habló de empujar al nieto del viejo duque. Se limitó a decir quién era y que el Viejo Duque Zemensia lo apreciaba mucho.
Después de eso, se fue a saludar a otras personas.
Pero el Gran Duque Lilteang no creía que Heinley, que había asistido a innumerables eventos de la alta sociedad, le hubiera dicho eso sin ninguna intención.
Cada vez que el Gran Duque Lilteang se dejaba llevar por sus emociones causaba problemas, un defecto que siempre había preocupado a su entorno. Incluso cuando Occidente todavía era un Reino, una vez cometió un grave error al hablar por su impulsividad.
Entonces, ¿realmente el Emperador Heinley le informó sobre la debilidad de su viejo enemigo sin ninguna intención?
Además, fue extraño que el Duque Zemensia viera justo ese breve momento del empujón, y que el Emperador Heinley estuviera a su lado. Hasta donde sabía, la Familia Zemensia había perdido por completo el apoyo del Emperador Heinley.
Sin embargo, era el Gran Duque Lilteang quien se encontraba en una posición lamentable.
"Haré una reclamación oficial ante el Emperador Sovieshu por este asunto."
Heinley dejó muy claro que lamentaba que algo así hubiera ocurrido en su cumpleaños, y ordenó que el Gran Duque fuera encerrado.
Dos de los caballeros clandestinos, que esperaban en el salón, se acercaron y sujetaron al Gran Duque por ambos brazos.
"¡Su Majestad! ¡Su Majestad!"
Los dos caballeros sacaron sin piedad al Gran Duque Lilteang que se resistía. Fue completamente diferente del comportamiento anterior, cuando no lo tocaron para no deshonrarlo.
Después de que el Gran Duque Lilteang fuera arrastrado por la puerta trasera, McKenna, que observaba en silencio, chasqueó la lengua y dio un paso adelante.
"Lo había imaginado cuando se burló de la Emperatriz Navier delante de Su Majestad, pero realmente es una persona que actúa más de lo que piensa."
"Sí. Aunque no esperaba que lo empujara directamente al estanque. ¿Y cómo está el niño?"
"Fue rescatado enseguida por la sirvienta, por lo que su vida no corre peligro."
"Hmm. Envíale un medicamento que sea bueno para el resfriado."
"No creo que se lo tome."
"Es sólo una muestra de buena voluntad."
"Lo entiendo."
McKenna, quien respondió obedientemente, reflexionó por un momento antes de preguntar.
"Por cierto, aunque denunciemos ante el Imperio Oriental lo sucedido, ¿no pedirá el Emperador Sovieshu que enviemos de vuelta al Gran Duque, alegando que él mismo se encargará? Sé que no son cercanos, pero sigue siendo uno de los pocos miembros de la Familia Imperial."
"Normalmente, sería así."
Heinley suspiró y se levantó del trono.
"Pero ahora, en el Imperio Oriental, ¿no hay un gran revuelo porque no se sabe si la princesa lleva la sangre del emperador?"
"Así es."
"Si resulta que la princesa no es hija del Emperador Sovieshu, entonces el Gran Duque Lilteang y su hijo son los siguientes en la línea de sucesión. Pero el Emperador Sovieshu es joven y el Duque Lilteang es mucho mayor, así que en realidad es su hijo quien está cerca de ser el verdadero sucesor."
Las comisuras de los labios de Heinley se curvaron.
"¿No querrá el Emperador Sovieshu deshacerse del Gran Duque Lilteang por si acaso?"
"Oh."
"Dile al Emperador Sovieshu que lo que hizo el Gran Duque Lilteang fue atroz, además como él mismo confesó, fue peor de lo esperado. Para no dañar la imagen de la Familia Imperial del Imperio Oriental, sólo será encerrado en la torre durante unos cinco años."
"Sí, lo haré. ¿En qué torre será encerrado el Gran Duque?"
"En la torre roja."
La 'torre roja' era un lugar aterrador del que se rumoreaba que, una vez arriba, no se podía salir sin derramar sangre. El nombre de 'torre roja' se debía a que las escaleras de la torre estaban teñidas de rojo por la sangre.
El interior de la torre estaba impecable, ya que se utilizaba para encerrar a nobles de alto estatus, pero nadie quería entrar allí.
"Sí."
McKenna respondió con una sonrisa, a lo que Heinley añadió también con una sonrisa,
"Una cosa más."
"Lo escuchó."
"Ponle una piedra en la boca y cósela."
***
Después de esperar unas dos horas en mi habitación, Heinley apareció apresuradamente y se disculpó.
"Lo siento, Reina. Me avisaron demasiado tarde que me estabas esperando."
"Está bien. Le pedí a Sir Yunim que te avisara después de que salieras del salón."
"Aún así, Yunim, es un caballero poco comprensivo."
"Heinley, yo se lo pedí."
Después de hablar con firmeza, Heinley se acercó moviendo la cola como un zorro y enterró su cara tiernamente en mi hombro.
"Si hubiese sabido que Reina me estaba esperando, habría dejado de lado los problemas para venir corriendo."
"Por eso lo hice."
Heinley me mordió suavemente el cuello y después, la oreja. Su cálido aliento rozando mi piel me hacía cosquillas, por lo que mis hombros se levantaron naturalmente.
"Detente."
"Es que estoy tan feliz de verte..."
"Yo también estoy feliz. Pero eres un pájaro, no un perro."
Heinley se rió suavemente, aceptando mis palabras. Fue entonces cuando vio la pila de regalos detrás de mí y preguntó sorprendido.
"¿Reina? ¿Son todos para mí?"
"Ya te di tu regalo."
"Es... una especie de alarde..."
Heinley pareció recordar que uso deliberadamente la joya que me envió Sovieshu delante de su secretario. Heinley se deprimió rápidamente, desvaneciéndose el final de sus palabras.
"Sólo bromeaba. Este es el regalo que realmente preparé para ti."
Pero tan pronto como escuchó esto, sus hombros volvieron a levantarse, sonrió ampliamente y preguntó, "¿Todos?"
"Sólo uno."
Luego, le di un beso en la mejilla y le pedí que se sentara en la cama cuando estaba a punto de volverse a deprimir.
"Hay algo que tengo que decirte antes, Heinley."
"¿No podemos ver primero los regalos?"
Quería hablar de Whitemond, pero... es el cumpleaños de Heinley.
Finalmente, tras posponer el asunto de Whitemond, le pedí que desenvolviera un regalo, pero no sin antes explicarle,
"Estos son regalos que preparé a partir de las sugerencias de personas cercanas a mí. Cada caja de regalo contiene algo diferente, así que elige una."
"¿No puedo quedarme con todas?"
"Eso no sería divertido."
De hecho, pensaba regalárselo todo. Puede que sea mañana o pasado mañana, pero hoy sólo una caja de regalo.
Heinley suspiró con pesar ante mis palabras, pero pronto aceptó, se acercó a la pila de regalos y se puso a pensar seriamente.
Entonces eligió la caja que estaba ubicada en el fondo.
"Tomaré esta, Reina."
Cuando terminó de hablar, agarró el extremo de la cinta que envolvía la caja. En ese instante, me apresuré a agarrar su mano, que estaba a punto de tirar de la cinta.
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