LESVAC 163

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La Emperatriz se volvió a casar 163

La preocupación de una madre



En cuanto di a conocer que estaba embarazada, el sacerdote que nos ayudaba con el evento de la 'Gran Oración' se acercó apresuradamente y agitó las manos,

"Estuvo cerca de convertirse en un problema serio. Absolutamente no debe comer este plato, Su Majestad."

Tenía una mirada asustada. Probablemente sea porque la familia imperial estaba en un punto crítico desde la época del anterior rey.

El sacerdote retiró rápidamente la comida.

"¿Está bien hacer esto?"

Cuando le pregunté sólo por si acaso, volvió a agitar las manos, diciendo como si fuera natural,

"Por supuesto, por supuesto. No se puede perjudicar el futuro del Imperio Occidental mientras se reza por el mismo."

Mientras intercambiábamos algunas palabras, murmullos comenzaron a escucharse por todas partes. La mayoría de los nobles tenían caras y voces brillantes.

Tanto para los nobles que apoyaban a Heinley como para los que no, el tema de la sucesión era importante.

Además, en esta situación, el hecho de ser extranjera suponía tanto una debilidad como una fortaleza.

Dado que no compartía lazos de sangre con ninguna familia del Imperio Occidental, todos los nobles deseaban convertirse en los futuros ayudantes de mi hijo.

Heinley mantuvo una sonrisa suave y, una vez que la conmoción se calmó, decidió seguir con el evento.

Cuando el evento terminó y todos nos reunimos para comer, el viejo Duque Zemensia se acercó con una copa larga.

"Mis más sinceras felicitaciones, Su Majestad."

Ya había muchos nobles que se acercaron a felicitarme, pero no esperaba que también lo hiciera el viejo Duque Zemensia. Fue sorprendente.

¿No es el padre de Christa? No creo que sea alguien que realmente quisiera felicitarme.

Era difícil aceptar completamente sus felicitaciones. Aunque se lo agradecí con una sonrisa, no podía bajar la guardia ya que no sabía lo que buscaba.

Sólo después de tomar cuatro sorbos tensamente, el viejo duque reveló sus verdaderas intenciones.

"Pero eso fue injusto, Su Majestad la Emperatriz y Su Majestad El Emperador."

"¿Injusto?"

"El embarazo de la Emperatriz es una celebración nacional y la esperanza de todos, pero se mantuvo en secreto durante dos meses. Ni siquiera nosotros, los nobles, sabíamos que Su Majestad estaba embarazada, y no dejamos de estar preocupados por el sucesor."

Oh... me preguntaba si la comida que resultaba perjudicial en el embarazo había sido servida intencionalmente, y si así fuera, quién lo había hecho.

Existía una alta probabilidad de que esta persona fuera la responsable.

Algunos nobles que hablaban entusiasmados del bebé se sobresaltaron al escuchar las palabras del viejo Duque Zemensia.

Parecían ser aquellos que habían manifestado al menos en una ocasión su preocupación por la sucesión y el rumor de mi infertilidad.

El viejo Duque Zemensia les susurró al oído como una serpiente ahora que estaban inmersos en la alegría. Había insinuado con sus palabras que, 'la emperatriz debe haber mantenido su embarazo en secreto para ponerlos a prueba'.

"Era necesario tener cuidado en las primeras etapas del embarazo."

Heinley habló calmadamente con una sonrisa. Luego retiró la copa vacía de mi mano y no se contuvo, sino que le devolvió el golpe.

"¿Pero no se ha dicho todo el tiempo? Que no pasa nada, que no hay de qué preocuparse, que hay otras cosas en las que centrarse, que los asuntos internos son más importantes ahora mismo. Incluso si decimos que todo está bien, no podemos hacer nada al respecto si no nos creen. ¿No es cierto, Reina?"

Heinley continuó inmediatamente, "Es culpa de los que no nos creyeron. Es un problema que surgió por ideas malintencionadas", las miradas de varias personas se ensombrecieron aún más ante las palabras de Heinley.

Heinley y el viejo Duque Zemensia intercambiaron sonrisas astutas sin decir una palabra.

***

Esa noche, mi damas de compañía, mis padres, e incluso mi hermano armaron un escándalo.

"¡Mantenerlo en secreto incluso para nosotros fue injusto! Ah... ¡pero me alegra! ¡Aún así fue injusto! Pero estoy feliz... ¡Ah!"

Laura se enfadaba, lloraba y se contentaba repetidamente.

"Entonces, ¿primero hay que preparar la ropa del bebé? O más bien algunos juguetes. No, no, lo más importante es la cuna... ¿Qué diseño sería ideal para la cuna?"

De repente, Rose comenzó a hablar de lo que sabía, y la Condesa Jubel, que tenía una amplia experiencia en el matrimonio, el parto y la crianza de los hijos, presumió de su experiencia con los hombros levantados,

"¿Qué podría saber una joven dama que no está casada sobre eso? Déjelo todo en mis manos, Señorita Rose. Déjemelo a mí, Su Majestad."

"He visto y escuchado muchas cosas, así que yo también puedo hacerlo, Condesa Jubel."

Sin embargo, Rose no parecía dispuesta a ceder.

"Su, Su Majestad, Su Majestad la Emperatriz. ¿Está bien que permanezca de pie ahora? No, tiene que acostarse, o más bien sentarse."

Mastas entró en pánico, como si de repente me hubiera convertido en una persona enferma. Una vez que me senté, me giré para mirar a mi hermano y parecía muy preocupado.

¿Está dando vueltas por la habitación porque no puede quedarse quieto ni un momento?

En cambio, mi padre no se movía de donde estaba, secándose las lágrimas con un pañuelo y sin decir nada. Parecía querer felicitarme de la manera más solemne posible, pero por desgracia, tenía un nudo en la garganta... cada vez que abría la boca, no salía nada más que el aire que se escapaba.

Al principio, mi madre palmeó repetidamente la espalda de mi padre para consolarlo, pero eventualmente le dijo que resultaba molesto y que se diera la vuelta si quería llorar. Mi padre se entristeció, se dio la vuelta en una esquina y comenzó a llorar cada vez más.

Mientras sonreía torpemente, mi madre puso su mano en mi vientre y acarició suavemente mi cabello.

"Mi querida hija. Sigues siendo demasiado pequeña para mí. No puedo creer que mi pequeña niña vaya a ser madre..."

"En realidad, no soy pequeña, madre."

"Lo entenderás cuando tengas a tus hijos. Por mucho que crezcan, siempre serán para sus padres pequeños e indefensos."

Mi hermano mayor, que había sido reprendido severamente en vez de ser tratado como una persona indefensa cada vez que se metía en problemas, movió los labios como si quisiera quejarse.

"Pero estoy preocupada."

"¿Sobre qué?"

"Antes, durante y después de dar a luz, me preocupa todo."

Mi madre me rodeó la cabeza con sus brazos y me dio unas palmaditas en el hombro. El suspiro de mi madre recorrió mi cabello.

"Puedo hacerlo bien, madre."

"Fuiste una niña excepcional. Muy tranquila y obediente."

"Lo sé."

"Es difícil para una persona inteligente enseñar a los demás. Está bien si tu hijo se parece a ti, pero si por casualidad..."

La mirada de mi madre se desvió por un momento entre mi hermano y mi padre.

"Me preocupa que no seas capaz de manejarlo si no es tan tranquilo como tú."

Jamás debo contarle a mi madre sobre la infancia de Heinley.

"Estaré bien, madre."

"Desearía poder quedarme a tu lado para ayudarte."

También deseaba que mi madre se quedara aquí conmigo... pero mi madre amaba el Imperio Oriental. Incapaz de pedírselo, apoyé mi frente en el pecho de mi madre.

Justo entonces, mi hermano preguntó como si hubiera leído mi mente.

"Madre, ¿no puedes quedarte aquí con Navier?"

Yo también tenía cierta esperanza, así que miré a mi madre.

Mi madre dudó un poco y respondió mirando de reojo a la espalda de mi padre,

"Lo pensaré. Y cariño, puedes darte la vuelta y venir aquí."

"Esposa... nuestra... nuestra Navier... nuestra Navier sigue siendo una bebé, pero nuestra bebé... Ah."

Las venas en la frente de mi madre se marcaron mientras Mastas, que también observaba a mi padre, apretó los labios e inclinó la cabeza.

Mi padre inteligentemente se apresuró a alejarse, se dio la vuelta y sacó el pañuelo.

"Todas las personas cercanas a Su Majestad parecen estar eufóricas."

Heinley dijo, "¿Sí?", y giró la cabeza.

"Me refiero a los Duques Troby y a sus damas de compañía."

McKenna estaba de pie a su lado, sosteniendo una carta amarilla.

"No han dejado de reírse desde ayer."

Las comisuras de la boca de Heinley se levantaron en una cálida sonrisa.

"Eso es cierto. También deben estar felices."

"Su Majestad, debería unirse pronto."

"Hmm. Lo sé."

"Puede hacer esto mañana o pasado mañana."

McKenna, hablando como si lo lamentara, le extendió a Heinley la carta amarilla que tenía en la mano.

Heinley aceptó la carta e hizo una pregunta en vez de responder.

"¿Viste la expresión de Reina cuando el Duque Zemensia se burló en su cara, McKenna?"

"¿No estaba sonriendo?"

"¿Qué? ¿Qué hacías mirando a mi esposa tan detenidamente?"

McKenna miró a Heinley desconcertado, incapaz de entenderlo.

Heinley resopló y abrió la carta que le había entregado McKenna, pensando para sí mismo que eso no era cierto.

"Reina tenía una expresión de enojo. Se supone que sólo debe pensar en cosas buenas al estar embarazada, ¿no es así? Es necesario acabar con esto rápidamente."

Una sonrisa despiadada apareció en su rostro mientras murmuraba y ojeaba la carta.

En ese momento, otro secretario anunció la visita del Duque Zemensia.

"Me ha llamado, Su Majestad."

Entrando en la oficina, el viejo duque se acercó a diez pasos del escritorio de Heinley e inclinó la cabeza.

Tenía una expresión despreocupada. No parecía la misma persona que ayer se volcó contra el Emperador y la Emperatriz para acusarlos delante de los nobles.

Mientras pensaba que efectivamente era un viejo zorro, McKenna tomó la carta amarilla que le había mostrado a Heinley.

"Lo llamé porque descubrí algo interesante, Duque."

El viejo duque levantó la mirada sin rastro de emoción. Su actitud reflejaba que, fuera lo que fuera, no tenía nada que temer.

En cuanto Heinley hizo una indicación con los ojos, McKenna entregó la carta amarilla al Duque.

"¿Qué es esto?"

El viejo duque preguntó con voz pesada, tomó la carta y la abrió.

Al instante, su expresión se tensó ligeramente.

Apoyando su barbilla sobre su mano, Heinley lo miró como si lo encontrara divertido.

Poco después, el viejo duque le entregó la carta que había leído a McKenna. Probablemente bajó la mirada para ocultar sus ojos temblorosos.

"¿Qué opina, Duque?"

Preguntó Heinley con una sonrisa. Entonces, el viejo duque respondió directamente.

"Mi letra ha sido falsificada."

"¿Falsificada?"

"No he escrito tal carta, Su Majestad."

"Pero la encontré, Duque."

"Es un invento."

"Es increíble. ¿Lo negará incluso después de ver la carta que usted mismo escribió, Duque? En la carta está claramente escrito. La emperatriz está embarazada, así que prepara comida que sea perjudicial para el bebé en su vientre, pero no venenosa, para que no lo encuentren extraño."

"¿Crees que dejaría una carta si hubiera dado esa orden?"

Heinley asintió descaradamente ante la pregunta del viejo duque.

"Sí, lo creo. ¿Por qué la dejaste, Duque? Este tipo de cosas deben ser destruidas o guardadas inmediatamente."

El viejo Duque Zemensia mostró una mirada absurda y patética hacia el joven emperador.

En primer lugar, no había escrito tal carta. Además, nunca dejaría una carta que pudiera causar problemas. La carta era ciertamente falsa.

Por muy bueno que fueran sus pequeños trucos, seguía siendo demasiado joven. El viejo Duque Zemensia chasqueó la lengua en su interior.

"¿Haces esto porque te disgustó que sacara a relucir el reciente rumor de infertilidad en presencia de todos? Sin embargo, no debería haber ningún problema en mencionarlo públicamente. ¿La Emperatriz no está ya embarazada?"

"No es venganza, Duque. Es una investigación."

Sin embargo, Heinley lo negó rotundamente y tocó la campana sobre su escritorio.

"Necesito el registro de préstamos de la biblioteca."

Se escuchó un claro clic, y la puerta, que había sido cerrada por dentro, se abrió.

Es patético. ¿Cómo pudo mi hija sufrir por alguien tan patético? El viejo duque, molesto, dirigió su mirada hacia la puerta que se abría lentamente.

Pero en cuanto la puerta se abrió por completo, sus ojos se agrandaron. El viejo duque estaba atónito.

La mujer que entró con un libro tenía los ojos azules oscuros, cabello castaño, con una impresión digna y gentil... un rostro muy parecido al de Christa.

Pero no fue su asombroso parecido con Christa lo que sorprendió al viejo Duque Zemensia. La mujer se parecía mucho a Christa, pero no hasta el punto de no poder notar ninguna diferencia.

Lo que sorprendió al viejo duque fue la cuerda que llevaba alrededor del cuello.

"¿Qué demonios significa esto...?"

Era claramente una cuerda gruesa que se utilizaba para ejecutar a alguien en la horca. Incluso por la forma del nudo.

Heinley ignoró la reacción del viejo duque y extendió la mano.

La mujer puso suavemente el libro en la mano de Heinley y se marchó.

"El registro de préstamos de la biblioteca, Duque."

Heinley golpeó ligeramente el escritorio con una mano para atraer la atención del viejo duque nuevamente hacia él, antes de sacudir el libro levemente.

"¿De qué se trata todo esto?"

"Este es el registro de préstamos de la biblioteca, Duque."

"¿Qué sucede con eso?"

"Aquí están los títulos de los libros que su nieto ha tomado prestados."

"Veamos..." Heinley, que murmuró mientras pasaba las páginas, se detuvo alrededor de la mitad.

Los títulos de los libros fluyeron de la boca de Heinley como si cantara.

Medicinas que pueden ser tóxicas. Es bueno para el cuerpo pero peligroso. Comida con la que se debe tener cuidado... Cielos. Su nieto tiene un gusto único por los libros, ¿no le parece?"

El rostro del viejo Duque Zemensia palideció.

Esto era una amenaza.

Podía afirmar repetidamente que la carta era falsa. Mientras no reconociera la acusación, no tendría mayores problemas. Su popularidad en la sociedad noble podría verse afectada, pero eso era todo.

Aunque el viejo duque lo negara, el emperador podría imponerle un castigo por su propia voluntad, pero en ese caso los nobles considerarían al emperador como un tirano.

El joven emperador estaba plagado de malos rumores e incluso se casó arbitrariamente con la emperatriz del país vecino. Esto dañaría aún más la imagen del joven emperador, que se consideraba indisciplinado y egocéntrico.

Así que ahora el Emperador Heinley lo estaba amenazando.

Quería que no negara la falsa evidencia y la reconociera. De no hacerlo, su hija sería colgada.

Incluso si no la colgara, Christa moriría si Heinley dejara de enviarle comida o la envenenara. Si mantuviera todo cerrado después de matarla, incluso el hecho de la muerte quedaría enterrado.

El semblante del viejo Duque Zemensia se volvió pálido.

El emperador que tenía delante no era un joven que ascendió repentinamente al trono. Era un hombre astuto que hacía y ejecutaba planes despiadados bajo un rostro sonriente.

"Duque. Respóndame."

Una vez que cerró el libro, Heinley instó al Duque Zemensia y habló con voz amable.

"¿Esta carta es falsa? ¿O es que tu nieto es demasiado curioso?"

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