La Elección de Afrodita 41
La diosa lasciva
Afrodita se habÃa convertido en la nueva personificación del libertinaje en el Olimpo.
Como si celebrar un banquete una vez cada diez dÃas no fuera suficiente, celebraba un festÃn casi todos los dÃas y recibÃa a quienes parecÃan dispuestos a asistir. Y cada vez, les contaba historias que hacÃan que sus ojos se abrieran de par en par. Naturalmente, atraÃa a los descendientes de los del Olimpo, que estaban hartos de aburrirse.
"¡Ah, tú también estás aquà hoy!"
"Por supuesto. No hay ningún otro lugar que sea tan entretenido como aquÃ, en estos dÃas"
El último tema candente era el hermoso humano de Afrodita que habÃa traÃdo de Chipre, su santuario en la tierra.
"Ese niño Adonis realmente es muy guapo"
"SÃ, en efecto. Me pregunto si estará aquà hoy"
Adonis, el nieto del rey de Chipre, tenÃa un aspecto hermoso incluso cuando estaba junto a la diosa de la belleza. Pero la razón por la que la atención de todos se centraba en él no era simplemente por su aspecto.
"He oÃdo que va a volver a Chipre"
"¿Qué? ¿Por qué?"
"No está confirmado, pero he oÃdo que es porque cierta persona está celosa de él"
"¿Alguien está celoso? ¿No puede ser Hefesto?"
"Heh, ¿cómo es él relevante en esta conversación?"
El amado y bello muchacho de Afrodita tenÃa un dios rival de amor extremadamente poderoso, lo suficientemente fuerte como para aplastar a un joven con su pulgar, alguien que era lo suficientemente violento y de mente estrecha como para hacer tal cosa.
No era Hefesto quien estaba siendo completamente ignorado por su esposa.
"Debe ser Ares"
"SÃ"
Ares habÃa estado merodeando alrededor de Afrodita y estaba tratando abiertamente de cortejarla. Para él, era una gran cacerÃa hacer presa de la nueva esposa de su hermano. Lo que significaba que Adonis era como una cuña clavada entre Ares y Afrodita. En particular, Ares habÃa reconocido a Adonis en el banquete anterior y expresó explÃcitamente su hostilidad hacia él. Los espectadores observaron su triángulo amoroso con gran emoción, y no pudieron evitar sentirse decepcionados al escuchar que Adonis abandonarÃa el Olimpo, justo cuando las cosas empezaban a ponerse interesantes.
"Qué pena. Estaba segura de que durarÃa mucho"
"Bueno, es mejor irse vivo que ser asesinado"
Desafortunadamente, mientras que el turismo puede haber sido libre, era imposible interferir. Lo único que podÃan hacer los curiosos era hipotetizar nuevos escenarios y esperar el desarrollo de los acontecimientos.
"Es cierto. Oh, ¿entonces esto significa que la diosa finalmente ha aceptado los sentimientos de Ares?"
"¿Oh?"
"Ella ha dejado ir a alguien que estaba cerca"
"Posiblemente, sÃ"
Afrodita, que estaba escuchando la conversación, se rió para sà misma.
Hoy debo vigilarlos de cerca a los dos.
Adonis era su ahijado. En el proceso de reconciliación tras un malentendido entre Afrodita y la familia real, se le pidió a Afrodita que fuera la madrina del niño. Era tan hermoso y dulce que aceptó protegerlo y cuidarlo. Su aprecio por Adonis se detuvo ahÃ. Entonces, sólo pudo reÃrse de que él fuera parte de un escándalo que lo involucraba a él y a Ares.
Aunque era cierto que Ares habÃa mostrado claros signos de celos, Afrodita no pudo evitar pensar que Ares debÃa carecer de autoestima. Incluso después de que se marchara furioso tras ser expulsado por Afrodita, asistÃa todos los dÃas a sus banquetes y fiestas, y no se privaba de suplicar exteriormente su amor.
Incluso se disculpó por lo ocurrido entre Hera y Afrodita, afirmando que si su madre perdÃa los nervios y destruÃa el Olimpo, él se encargarÃa de que no sufriera ningún daño. Afrodita quiso burlarse, pero Ares parecÃa sorprendentemente sincero.
Además, ella ya tenÃa la confirmación de que su relación con Ares no provocaba en absoluto a Hefesto. Los rumores de que ambos estaban juntos se habÃan extendido por todas partes, incluso más allá del Olimpo, y lo único que Hefesto habÃa afirmado era que su trabajo era más importante que su esposa.
Quizás el corazón de ese hombre era de acero.
Cada vez que pensaba en Hefesto, sentÃa que le hervÃa la sangre. Al principio de su matrimonio, estaba más tranquila con el tema, pero ahora se exaltaba emocionalmente con cualquier cosa relacionada con él. Ciertamente, no era culpa de ella, sino de él. ¿Cómo no pudo decir nada? ¿No deberÃa haber venido corriendo? ¿Qué clase de actitud era esa, no importarle lo que su mujer hiciera con otro hombre?
HabÃa preparado lo que iba a decir si él aparecÃa, asà como una respuesta a todos los posibles escenarios que se le ocurrÃan. ¿Pero de qué servÃa, si él no estaba a la vista?
Su orgullo picaba y era casi cómico cómo era incapaz de rendirse. No importaba lo que costara, ella querÃa ver una reacción en Hefesto.
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