LEDA 11

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Sábado, 10 de Abril del 2021



La Elección de Afrodita 11

Un enigma


"Bueno, lo que sea. Y..."

"Salgamos de aquí primero"


Afrodita interrumpió a Hefesto y miró con desconfianza mientras la instaba a bajar. No había ninguna señal de calidez o bienvenida. Ella no sabía por qué, pero él parecía incómodo e inquieto con su presencia.

A Afrodita, en toda su eterna existencia, le pareció una reacción total y absolutamente inesperada. Se mordió los labios con inseguridad y se apartó. Tenía una gran habilidad; era difícil saber dónde empezaba y terminaba el suelo. Si a uno le pillaba desprevenido, podía suponer una experiencia dolorosa que llevar a cabo durante toda la vida. Por suerte, el suelo volvió a descender a una altura agradable y pudo pasar.


"¿Cómo diablos haces estas cosas? Oh, sí, no hace falta que me lo expliques. No lo entenderé de ninguna manera, ¿verdad?"


Dijo burlonamente. A Afrodita siempre la trataron como si fuera vanidosa, sólo por ser hermosa. El silencio la recibió como respuesta. Suspiró.


"Creo que el truco del suelo funciona conmigo, y supongo que también con otros dioses. ¿Y tú? ¿Funciona también con el creador o simplemente lo evitas, como haces con todo lo demás?"


El desprecio asociado a la pregunta flotaba en el aire. Afrodita se dio cuenta de que divagaba cada vez que se encontraba en una situación desfavorable. Siempre optaba por las palabras en voz alta para llenar el incómodo silencio, como si eso fuera a mejorar la situación. Sea como fuere, empezaba a molestarle la forma en que Hefesto alargaba el ya incómodo silencio. ¿Cómo se atreve? Al menos podía fingir que era lo suficientemente educado como para responder.

Podía sentir sus ojos sobre ella y era desalentador descubrir que estaba momentáneamente atenazada por el nerviosismo. Consiguió mirarle de reojo. Ciertamente iba vestido con una capa muy ligera, que no dejaba nada a la imaginación. Afrodita no podía creer que se estuviera sonrojando, trató de mirar a todas partes menos a él. Se preguntó si él se enamoraría de ella, como todo el mundo o si ella se enamoraría de él. ¿En qué demonios estaba pensando?

'Esta persona es un enigma'

Él no reaccionó como ella esperaba. De hecho, ni siquiera dedicó un momento a mirar su cuerpo. Su mirada indiferente se dirigió directamente a su rostro, y a sus ojos. Era agravante encontrar este comportamiento desviado, esta incertidumbre. La enfurecía que su mirada permaneciera tan impasible, desprovista de cualquier emoción, de cualquier deseo. Apagó las llamas que había sentido por él desde que llegó.


Se apartó y le gritó: "Ponte la ropa"


No podía creer que estuviera perdiendo la cabeza por un hombre desnudo, como si nunca hubiera visto uno en su vida. No tenía intención de ser tan grosera y le parecía lógico que Hefesto estuviera con una capa cómoda y ligera sin que nada le estorbara en su trabajo en el taller. ¿Por qué estaba tan nerviosa y molesta? Cuanto más intentaba reparar el daño, más empeoraba la situación.


"Te ves feo"


Ya está. ¡Otra vez! Debe sonar tan condescendiente. Hefesto le entregó una manzana y se cubrió bien, especialmente su tobillo derecho torcido.

Cuando se calmó lo suficiente, se sintió culpable. No quiso decir la mayor parte de lo que dijo; le salió en un arrebato de pasión y rabia.


"No lo decía en serio..." 


Intentó disculparse, pero él se mostró sorprendentemente considerado y tranquilo.


"Está bien, no te preocupes. Quiero decir, no estás técnicamente equivocada"


Él no esperaba una disculpa de ella, menos mal, porque ella no era muy dada a disculparse. Sin embargo, sintió que la entendía. No trataba de juzgarla basándose en los rumores y chismes que otros perpetuaban sobre ella. Fue un alivio inesperado. Sabía lo que los demás pensaban de ella, pero nunca le había dado importancia, pero liberarse de cualquier juicio preconcebido antes de conocerla, la hizo sentirse contenta.

¿Pero por qué? ¿Por qué ser amable con ella frente a toda la conversación que tuvo con Hefesto? No eran especialmente amables ni educados.


"¿Esto es parte de tu poder divino?"  Preguntó ella, divertida.

"¿Qué?"  Dijo él, mirándola con la misma mirada indiferente.

"Complacerme, ¿es parte de tu poder?"

"En realidad no pretendía que eso ocurriera, así que no"

"¿De verdad esperas que me crea eso?"  preguntó ella.


Hacerla sentir remotamente satisfecha no era menos que una hazaña, lograda sólo por el poder divino. Y aquí estaba él, haciéndola sentir divertida.

Nota  de Asure: Hazla sentir divertida, hazla reír y verás que se olvida que eres feo 😉

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