💋💋.
"Huht, no, hazlo...."
A la mujer le disgustaba especialmente que le chuparan y acariciaran los pechos. Cuanto más se negaba, más ganas tenÃa él de hacerlo. Mientras chupaba el pezón hasta que la carne lechosa más allá de la areola estaba húmeda de saliva, las mejillas de la mujer estaban igual de húmedas.
Al cabo de un rato, Leon levantó la cabeza, escupiendo los duros bultos de carne.
Un pecho con gruesas huellas de manos, un pezón hinchado de saliva, una mujer cubriéndose los ojos con el dorso de la mano y sollozando... era suficiente para encender el fuego del sadismo.
"¡Ha-uhk!"
Puso a la mujer de lado y tumbó su cuerpo.
La mujer sacudió su cuerpo violentamente mientras la carne que estaba clavada en sus paredes se revolvÃa en su estómago. Tumbado lado a lado con la mujer y con la parte inferior de sus cuerpos superpuestos como cucharas, espoleó su cintura.
"¡Ah, ah-huk! Despacio!"
Aunque era imposible introducirlo hasta la raÃz, era una posición más difÃcil para la mujer... y él lo sabÃa. Cada vez que la sacaba y la volvÃa a meter con fuerza, la mujer gritaba. Leon movió sin piedad su cintura y le metió la mano entre los muslos pulcramente recogidos.
"¡Aht!"
En cuanto tocó su clÃtoris, el cuerpo de la mujer se levantó.
Sus manos, tanteando el bulto húmedo, separaron los muslos. Mientras enganchaba los muslos de la mujer a los suyos, haciendo que sus piernas no pudieran curvarse, le agarró la mano, que colgaba floja de la sábana.
"¡Hak!"
En cuanto su mano tocó el hueco en su carne, la mujer volvió a sacudir su cuerpo.
"Tócala. Como te enseñé".
Cruzando sus manos, se giró lentamente. La mujer, que al principio luchó por apartar sus manos de él, pronto se calmó. Por supuesto, sólo su mano empezó a escucharle con calma, y cuanto más le giraba el clÃtoris, más temblaba convulsivamente su cuerpo empapado de sudor.
Leon retiró lentamente la mano. Mientras apoyaba la cabeza en una mano y movÃa ligeramente la cintura, miró a la mujer y sonrió.
"No.... Estoy tan cansada".
Aunque ahora no lo forzaba, la mujer estaba enrollando el clÃtoris con su propia mano. Cuando se secó el lÃquido de la protuberancia, tanteó la articulación que mordÃa su pilar. Lo hurgó deliberadamente y frotó su propio lÃquido, que se habÃa desbordado de la articulación donde estaban entrelazados, en la protuberancia seca.
Ahora sà que estaba disfrutando.
"Ah, ahng..."
"SÃ, eres bueno".
Leon le esculpió un beso desde la mejilla hasta la nuca, mientras ella seguÃa moviendo las manos con los ojos desenfocados.
"Ahora eres buena".
Cada vez que las yemas de sus dedos tocaban hábilmente el exterior, el interior se tensaba.
En cuanto la suave carne se tensaba y presionaba sobre él, el ocio para burlarse de las mujeres desaparecÃa. Golpeó la punta contra las yemas de los dedos de la mujer. Cuando el cuerpo de la mujer empezó a ser empujado débilmente por el áspero empuje, Leon la ató fuertemente con sus dos brazos.
"Haa..."
"Uung... ¡Ha-uht!"
Cada vez que el pilar de carne dura como la piedra se clavaba en ella, las paredes internas mordÃan y los muslos sobre sus piernas se crispaban.
¿Era porque tenÃa miedo del placer abrumador? La mujer retiró la mano de su clÃtoris mientras las yemas de sus dedos temblaban en el aire. Al ver eso, Leon retiró la mano de la mujer y la cubrió con la suya. Cuando sus gruesos dedos empezaron a sacudir el clÃtoris sin piedad, la mujer retorció todo su cuerpo, luchando por quitarle la mano.
"Ah, ahÃ, huht, do-."
Pero antes de que pudiera negarse, alcanzó el clÃmax.
"¡Haht!"
Slam.
El pilar que entró fue mordido. La mujer se estremeció como si hubiera sido electrocutada, con las piernas levantadas en el aire.
"Ahk..."
Leon se agachó y susurró al oÃdo de la mujer mientras sollozaba.
"¿Estás bien? Estás completamente loca".
"Por favor... para, huht, para..."
No fue hasta que la mujer suplicó tres o cuatro veces más que él soltó las manos que jugueteaban entre sus piernas.
Las manos húmedas se volvieron hacia arriba. Al momento siguiente, acarició el abdomen suave y fuerte con la palma de la mano y trazó el contorno de su esbelta cintura con los nudillos. Le encantaba la sensación de los pelos erizados haciéndole cosquillas suavemente en la piel.
La mujer, cuyo cuerpo se volvió extremadamente sensible y temblaba como si fuera a morir con sólo respirar, preguntó con voz cansada.
"Ung... ¿aún no has terminado?".
Estaba siendo descarada cuando no era más que una prisionera capturada. Además, estaba gimiendo mucho, asà que ¿quién querrÃa acabar con ella?
Leon agarró su pecho sudoroso con ambas manos y empezó a mover su cintura.
"Ah, ah-hu.... para-"
"Ja... Tú eres el que deberÃa dejar de chupar".
Incluso cuando dejó de mover la cintura, la carne llena de bultos lo envolvió con fuerza y no dejó de morderlo.
Apretaba, apretaba, amasaba... ni siquiera eso bastaba, se aferraba pegajosamente a su pilar y tiraba del prepucio.
El calor de la fricción se sumó a la sangre hirviente de los dos, y el calor abrasador surgió en un instante de la brecha entre las carnes entrelazadas.
Jadeó cuando su pilar se calentó, como si estuvieran ardiendo.
La mujer parecÃa estar sintiendo también el clÃmax, y su cuerpo interior se tensó y le mordió la dura carne. En ese momento, las cejas de Leon, que habÃan estado rectas, se arrugaron. Aunque no tenÃa intención de acabar antes de tiempo, no podÃa aguantar más.
"Uht..."
Mientras abrÃa sus grandes manos de par en par y agarraba el vientre de la mujer, su vientre plano se apretó contra su mano y tiró con tanta fuerza que se abolló, y sólo cuando metió su hombrÃa hasta el fondo liberó la fuerza que habÃa aplicado por debajo.
"Haa..."
Los fluidos corporales atrapados en su bajo vientre brotaron por el conducto abierto y se vertieron en lo más profundo del estómago de la mujer. Ese solo hecho parecÃa suficiente para justificar un clÃmax más.
Leon miró el cuerpo de la mujer extendido entre sus brazos, cuyos ojos se habÃan vuelto febriles y opacos. La mujer apoyó la cabeza en su hombro, jadeando. Miró su boca abierta y bajó la cabeza. Pensó mientras entrelazaba a la mujer con la parte superior e inferior, mezclando sus carnes...
No estarÃa mal que se la metiera como un perro y no la soltara.
El placer extremo derritió su razón.
Su mente sobria no volvió durante un buen rato. Enterró su cuerpo profundamente en el estómago de la mujer y movió su cintura sutilmente. Como una bestia marca su territorio, aplicó y metió los fluidos corporales en lo más profundo de la mujer.
Entonces, en el momento en que su punta se enganchó en el borde del pesario, le volvió la razón.
Leon presionó el tapón sobre el cuello del útero con la punta y luego tiró hacia atrás. Aunque habÃa perdido bastante fuerza, el largo y sólido pilar rebotó y roció los muslos de la mujer con un lÃquido nebuloso. Inmediatamente se levantó y la puso boca arriba.
Era también la segunda vez que ansiaba abrirle las piernas de par en par sin permiso y apreciar el hueco que quedaba entre ellas.
Era un espectáculo raro ver la carne hinchada de rojo como sus labios, aprisionando las semillas que parecÃan leche condensada por su viscosidad y color. Cada vez que se abrÃa la abertura, embriagada por el clÃmax, un grumo de fluido corporal goteaba sobre la sábana blanca.
Leon posó su mirada sobre la torturada abertura. Dio un largo suspiro mientras contemplaba el rostro que habÃa perdido toda voluntad de luchar y el pecho que temblaba de tanto respirar.
Ella era la que comÃa mucho, asà que ¿por qué era él el que se sentÃa lleno?
Mientras pasaba los dedos con cuidado alrededor de la abertura para evitar que salieran las semillas, con la otra mano le frotaba suavemente el vientre húmedo. El santuario donde iba a nacer el próximo sucesor de la "dinastÃa" de Blanchard estaba lleno de las semillas del cerdo de la monarquÃa.
Sintió la alegrÃa de la conquista.
Fue un momento en el que su sangre de soldado no pudo evitar hervir.
"Bonita".
Pervertido, sucio.
Susurró, besando los bonitos labios mientras ella murmuraba estas palabras. La mujer lo apartó y se levantó. Frunció el ceño cuando el lÃquido blanquecino empezó a fluir por el interior de sus muslos teñidos de rosa, e hizo algo inesperado.
Lo bloqueó.
Su agujero.
Con sus propias manos.
En cuanto vio aquella vulgar figura, su hambre le golpeó de nuevo.
"Maldita sea..."
Leon agarró a la mujer que intentaba ir al baño y la tiró de espaldas sobre la cama.
¡"Aht! Haa..."
Grace se rindió en cuanto su mirada se posó en la parte inferior del cuerpo del hombre que estaba cabalgando sobre ella.
'Se levantó de nuevo...'
Cuando estaba a punto de ir al baño, la cabeza del pilar apuntaba hacia abajo, aunque seguÃa siendo enorme. Sin embargo, la serpiente de bronce habÃa vuelto a la vida y se movÃa con la cabeza levantada.
Como si fuera una serpiente de verdad.
Una serpiente venenosa que nunca soltaba una vez que mordÃa.
La cabeza de la serpiente estaba ansiosa por morder a Gracia y estaba babeando. Sus dos manos se aferraron con fuerza a su rodilla y la serpiente desapareció entre sus piernas abiertas.
"Uh-uht..."
En el momento en que un grumo desagradablemente caliente y pesado de fluido corporal salió de su cuerpo, la gruesa cabeza se estrelló dentro de ella.
"¡Ah!"
Ella debe haber conseguido cientos de veces por ahora, sin embargo, todavÃa se sentÃa como una gruesa estaca estaba siendo empujado por debajo. La columna de carne de un tamaño asfixiante rozó la carne húmeda y se precipitó dentro, y el hombre abrazó a Grace, le lamió la oreja y susurró.
"Ha sido muy travieso taparla con la mano".
Incluso justo después de su clÃmax, su lujuria, en lugar de enfriarse, aumentó aún más.
"Ah, aht..."
No hubo más consideración que la habitual cuando la cintura empezó a empujar. Cada vez que la pesada masa de carne golpeaba la punta de su vientre sin descanso, oleadas de placer surgÃan una tras otra, y Grace se dejaba arrastrar por las calientes olas y forcejeaba.
Golpe, golpe.
El sonido de la carne frotándose entre sà también se parecÃa al de las olas rompiendo. El sonido húmedo era más evidente que de costumbre.
Squelch.
Cuando la introdujo con tanta fuerza que hizo ruido, fluidos corporales pegajosos brotaron entre los cuerpos inferiores superpuestos. La punta recogió el semen como una pala. Los fluidos corporales blanquecinos que venÃan con el pilar se derramaron por el lugar secreto al rojo vivo.
Al ver la masa blanca que se formaba en el caliente clÃtoris, Leon dejó de mover bruscamente la espalda.
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