"Lo siento, pero mi apodo es Vampiro, CanÃbal... No, ¿estarÃa bien convertirme en canÃbal?"
"¡Ack!"
Le mordió el dedo del pie con fuerza.
Grace se estremeció cuando su húmeda lengua lamió la punta de sus dedos. No sintió nada de la superioridad que tanto habÃa deseado sentir, ni siquiera por un momento. En lugar de eso, se sintió humillada.
"Pervertido".
¿Por fin se ha dado cuenta ahora? Ahora no reaccionó al ser llamado pervertido.
El pervertido soltó sus pies y recogió sus medias. El lugar donde puso sus pies también era pervertido.
Porque estaba en medio de la parte inferior de su cuerpo.
Mientras él le ponÃa las medias, la textura que ella sentÃa en las plantas de sus pies cambiaba gradualmente. La carne, que era desagradable porque era blanda, se volvió cada vez más dura. Aunque estaba dura, seguÃa sintiéndose mal.
Grace intentó sacar el pie, pero Winston la agarró por el tobillo. Al final, tuvo que sujetarle la abultada delantera con ambos pies mientras se ponÃa las dos medias.
Incluso después de ponerse las medias, él no le soltó las piernas. Recorrió de arriba abajo la suave pantorrilla envuelta en seda, tocó la carne de su muslo que habÃa sobresalido por la presión de la banda y enterró sus labios en la pantorrilla.
El arrogante Leon Winston inclinó la cabeza bajo ella y le besó la pantorrilla.
Al verlo, sintió por fin la sensación de superioridad que anhelaba.
'Eso es, sigue siendo una esclava. Adórame'.
Embriagada por los efÃmeros sentimientos, le dejó hacer, y al final, después de treinta minutos...
"El machista ideal que deberÃa ser encerrado en un hospital psiquiátrico por el resto de su vida..."
Tuvo que sentarse en la bañera y lavarse los dedos de los pies y las pantorrillas, que estaban coagulados con sus semillas y tirar las medias que estaban llenas de agujeros.
"Ja..."
Grace no tardó en tumbarse de nuevo en la cama, envuelta en nada más que una manta y las medias. Esta vez, en lugar de mirar al techo y arrepentirse de cosas inútiles, cogió la revista y el lápiz que estaban al lado de la cama.
Esto fue lo que consiguió cuando le suplicó hace un rato. Cuando ella le pidió una radio o un periódico, su primera reacción no fue buena.
"¿Tan descuidado parezco?".
Dijo que no se lo darÃa porque ella podrÃa recibir un pedido disfrazado de anuncio o artÃculo. TenÃa sentido.
"En serio, me aburro como una ostra. DeberÃas pasar sólo dos dÃas aquÃ. Entonces lo entenderás".
"Ni siquiera soy un prisionero, ¿por qué iba a hacer eso?"
Tras responder asÃ, se marchó frÃamente, trayendo varias revistas y un lápiz. Las revistas eran todas anteriores a su captura, por lo que no podrÃa recibir órdenes.
"Gilipollas listo..."
Después de ir por la mitad del crucigrama, apareció un artÃculo sobre el tercer embarazo de la Reina.
Grace leyó rápidamente el artÃculo lleno de elogios. Era demasiado rápido para leer. Paraba el dedo de vez en cuando cuando creÃa haber encontrado algo y trazaba ligeramente una de las letras con lápiz.
"Si intentas escapar de nuevo, estoy pensando en poner una pequeña puerta en esa puerta y atarte de modo que sólo sobresalga tu trasero. La moral de los soldados aumentará considerablemente".
"Bien. Aunque no fuera asÃ, lo tuyo es aburrido. ¿No deberÃa probar sabores diferentes también? Oh, ya hay una puerta por allÃ. ¿Voy y pongo mi trasero?"
Un dÃa, tras esa airada réplica, mientras le castigaban, todos los soldados encargados de la cámara de tortura fueron sustituidos por mujeres soldado. Tras confirmar una vez más que Winston querÃa poseer su cuerpo, sintió verdadera curiosidad.
'...¿Es realmente mi cuerpo lo único que el hombre quiere monopolizar de m�'.
Asà que creó un código dibujando letras dispersas una a una en la revista.
[ Jimmy, mi corazón está siempre contigo ]
Luego, pidió a la mujer que le daba la comida que tirara la revista porque ya no le interesaba. Por supuesto, ella esperaba que acabara en manos de Winston.
Y esa noche, sufrió tanto como el dÃa en que la descubrieron.
Winston la empujaba sin cesar, con el rostro enrojecido por la ira. Normalmente la dejaba marchar al cabo de un rato si lloraba en silencio como él deseaba, pero ese dÃa no.
Aun asÃ, ni siquiera le dijo que habÃa encontrado el mensaje, y mucho menos la interrogó. Sus intenciones eran bastante comprensibles. SerÃa humillante admitir con su propia boca que se molestó por una lÃnea de afecto que Grace dejó para otro hombre.
'¿Por qué le gusto?'
Quiso preguntar todo el tiempo que estuvo jadeando bajo el peso del hombre.
'Esta es la tercera vez. Le engañé dos veces, e incluso soy la hija del enemigo que mató a su padre... ¿por qué le sigo gustando?'
ManÃaco.
Idiota.
Después de ese dÃa, tanto su cuerpo como su mente se hundieron como algodón empapado de agua.
Dejó de hacer ejercicio para ganarse la vida y se pasaba el dÃa tumbada en la cama. Si estaba en la manta, la sensación de aquella noche en la playa de Abbington, escondida bajo las sábanas y llorando, empapaba su mente como el agua amarga del mar.
Incluso oyó una voz que llamaba a Daisy.
Lo siento, te odio... Te odio... ¡No, lo siento, pero te mataré! No, no es... No quiero matarte.
Sus sentimientos hacia el hombre cambiaron rápidamente.
Grace, idiota.
No, lunático.
Estar encerrada mucho tiempo y sólo mirarlo la volvió loca. Grace continuó escribiendo a lápiz ciertas letras del artÃculo. Quizás Winston, habiendo encontrado esto, intentarÃa frenéticamente deletrearlo, pensando que era otro mensaje para Jimmy, pero...
[ Leon Winston es un idiota. ]
¿Qué cara pondrÃa si supiera que en realidad era un mensaje enviado a él? En el momento en que escribió la última carta, oyó pasos.
Eran los pasos de un hombre.
"Has vuelto en cuanto te he quitado el pesario, cabrón".
Últimamente, Winston la buscaba de improviso.
Grace suspiró y recordó la historia que le habÃa contado durante el dÃa. Un cientÃfico habÃa conseguido adiestrar a un perro para que salivara al oÃr una campana. Dijo que entrenarÃa a Grace como al perro.
"Tengo curiosidad. Quizá en cuanto oigas mis pasos empieces a mojarte".
Pero hasta ahora, lo único que salÃa era un suspiro.
Cuando empezó a oÃrse el ruido de abrir las cerraduras una a una, Grace dejó la revista y cogió el collar de perro que colgaba de la barandilla de la cama. Dijo que si la volvÃan a pillar desabrochando el collar, se lo cambiarÃa por la misma anilla de hierro que los grilletes.
Eso era malo.
En cuanto se puso rápidamente el collar, se abrió la puerta.
"Hola, Bella".
Era como el saludo de un dueño que vuelve del trabajo al perro que vigila la casa. En las manos de Winston habÃa una silla y dos cajas de cartón.
Grace dejó escapar otro suspiro.
Cuantas más cosas traÃa el hombre, más momentos difÃciles le esperaban. Puso la silla y la caja negra en medio de la habitación y se acercó a la cama sólo con una cajita atada con una cinta rosa.
"¿Mi cachorrita se divirtió sola?".
Con eso, reflexionó sobre lo que habÃa hecho sola durante el tiempo que él no estuvo y respondió con una sonrisa amarga.
"He estado pensando en ti todo el dÃa".
Dudó cuando estaba a punto de darle la caja. Sin embargo, el hombre, que no era tan estúpido como para idealizar las palabras, no tardó en torcer los labios en una carcajada.
"¿Por qué? ¿Imaginabas matarme dolorosamente?".
"Me hartaré".
"Bien hecho. Tendrás que hacerlo sin imaginártelo siquiera".
Diciendo esto, Winston colocó la caja sobre su regazo y empezó a quitarse la chaqueta del uniforme de oficial.
Grace le miró sin abrir la caja de olor dulzón.
¿Por qué me compra algo as�".
El hombre, que recibió miradas interrogantes, entrecerró los ojos antes de darse la vuelta y caminar hacia la pared opuesta para responder.
"No lo sabÃa porque nunca he empaquetado sobras, pero la gente dice que se las dan a los perros como excusa. La verdad es que se lo he traÃdo al perro".
Sentada en la mesa de madera a sus pies y abriendo la caja, Grace echó un vistazo a la nuca de Winston mientras colgaba su chaqueta en un gancho de la pared. Sin duda, el postre de la caja no era una sobra. Al fin y al cabo, sólo le daba "sobras" a los "perros" como excusa...
Si realmente le hubiera dado sobras, ella las habrÃa disfrutado con un corazón mucho más ligero.
Sin embargo, no estaba en posición de negarse. Después de pasar hambre, Grace dejó de poner las emociones por delante de la comida.
A primera vista, era un postre caro. Incluso los platos de papel desechables que habÃa debajo estaban lujosamente grabados con motivos de encaje. La salsa de chocolate acumulada en el plato era brillante. Era un choux en forma de cisne con mucha crema pastelera en el centro, entre el lomo y las alas.
Era tan bonito que era un desperdicio tocarlo aunque olÃa tan bien que hizo que su corazón se desbocara con facilidad.
Primero, cogió el cuello largo y delgado y recogió un montón de salsa de chocolate con el pico afilado.
Sumergió el pastelito cubierto de chocolate en la crema pastelera amarilla y se lo metió en la boca. La crema se derritió en su lengua y el dulce aroma de la vainilla se esparció por su boca. Además, el sabor amargo y rico del chocolate y la textura crujiente del choux armonizaban a la perfección.
Grace fantaseó con salir un rato de aquà y disfrutar de una cena en un restaurante de lujo.
"¿Está bueno, mi cachorrito?".
Sin embargo, la ilusión se hizo añicos en el momento en que el hombre sentado en el borde de la cama detrás de ella le acarició la cabeza como si fuera un perro.
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