León, que le enderezó la cabeza que tenÃa inclinada indefensamente hacia un lado, le introdujo la lengua entre los labios entreabiertos. La mujer ya no podÃa resistirse.
HabÃa una diferencia entre una mujer que no se resistÃa y una mujer que no podÃa.
Se rió, apretó sus pechos temblorosos con una mano y los aplastó.
"Huht!"
Sólo en el momento en que la carne aferrada a sus dedos hizo un fuerte ruido, la mujer emitió una voz. Él ya habÃa retirado la mano, pero la mujer empezó a sollozar, sacudiendo de vez en cuando su cuerpo convulsivamente.
"Huuff..."
"DeberÃas haber sabido cuál era tu lugar".
'...Terrible bastardo'.
Grace movió la mano e interiormente maldijo a Winston con todo lo que sabÃa. En cuanto desató la cuerda que la ataba, le puso un poco de chocolate en la boca, diciéndole que no se quemara. Se preguntó por qué era amable cuando era aquel demonio despiadado...
"Las criadas traerán pronto la comida. LÃmpiala antes".
Le correspondÃa a Grace limpiar las sillas y el suelo desordenados.
Para limpiar los rastros del insulto a ella, desnuda delante de él. Leon Winston era un demonio que dominaba el arte de matar a la gente sin tocarla.
'No moriré... porque tú tienes que morir a mis manos'.
El hombre al que querÃa matar estaba sentado a la mesa, fumando tranquilamente un puro.
En el borde de su visión, mientras limpiaba la silla cubierta de lÃquido amoroso, se veÃan las puntas de sus zapatos marrones. Grace podÃa sentir su mirada clavada en ella. TenÃa la cabeza gacha, por lo que era imposible saber qué tipo de ojos la miraba.
En realidad, no querÃa saberlo.
¿Aún no habÃa terminado el interrogatorio? Un hombre que solÃa venir a las dos del dÃa y marcharse antes de las cuatro se quedó hoy en la cámara de tortura hasta pasadas las cinco. Además, hoy no se ha convertido en una bestia en mitad del interrogatorio.
¿Por qué es as�
Se sintió perturbada por el inesperado comportamiento.
"Ha..."
Ahora, sólo ese hombre y ella sabrÃan que algo desagradable habÃa ocurrido en esta silla.
Mientras trataba de guardar la silla limpia, Grace cerró los ojos. HabÃa un pequeño charco de agua en el suelo negro.
"¡Ack!"
Cuando se agachó para fregar el suelo, le flaquearon las piernas y se cayó. En el momento en que se apresuró a tocar el suelo, los zapatos resbaladizos se detuvieron y vinieron hacia aquÃ.
Al oÃr cómo se desabrochaba la hebilla, Grace se tumbó boca abajo y se mordió el labio.
"¡Ahk!"
Un caballero vestido con un elegante traje empezó a coger a la mujer tendida en el suelo como si fuera un perro.
Qué clase de caballero era. Era un bruto... sÃ, asà era.
Cuanto más aguantaba este hombre, más duro era para Grace, no para él. Como si estuviera más excitado que nunca, la sensación del volumen que le llenaba el estómago era enorme. Sus dedos ya llevaban un rato hurgando en su interior, todavÃa le costaba aceptarlo incluso con las paredes internas reblandecidas.
Las criadas vendrÃan pronto.
Aunque quiso escuchar los pasos al otro lado de la puerta, no pudo ya que en el gramófono, la melodÃa del saxofón seguÃa repitiéndose incansablemente.
Un grueso antebrazo abrazó a Gracia, que observaba ansiosa cómo la puerta se balanceaba junto con su cuerpo. Las mangas de la camisa se arrugaron con un crujido. Incapaz de vencer el peso, le susurró al oÃdo al mismo tiempo que le aplastaba el pecho, que se habÃa agitado en cÃrculo por debajo.
"¿Para qué necesito porno cuando te tengo a ti?".
Grace apretó los dientes. Aceptó el empuje del bastardo que llevaba una máscara de caballero y se repitió a sà misma.
Una prostituta viva era mejor.
Sólo habÃa una cosa mejor en la cámara de tortura que el cuarto de la criada... que siempre salÃa agua caliente.
"Bastardo, huhk, te mataré".
Grace soltó un grito y un juramento entre el fuerte sonido del agua. Era hora de lavar la tristeza y la rabia que habÃa soportado.
QuerÃa quedarse para siempre en el agua que goteaba y la bruma nebulosa, pero no podÃa. Cuando cerró el grifo, pudo oÃr claramente un traqueteo procedente del exterior del cuarto de baño. También habÃa un ligero olor a comida.
Mientras se tiraba del pelo y se lo secaba, un paño grueso y suave la envolvió por la espalda.
Mientras Grace parpadeaba ante la inesperada acción, Winston la envolvió con una toalla sin decir palabra y volvió a su sitio.
El lugar en el que estaba era la pared de la entrada del cuarto de baño, ya que éste no tenÃa puerta. Winston se puso contra la pared como para evitar que nadie se acercara por allà durante todo el tiempo que ella estuvo duchándose.
Sin embargo, si se fijaba en sus ojos hambrientos, puede que la estuviera observando de mala manera en lugar de protegerla.
Grawl.
Se quedó atónita. ¿No era él el hombre que, hasta hacÃa diez minutos, la habÃa inmovilizado contra el suelo y se habÃa dejado llevar por sus deseos?
"Capitán, el aperitivo de hoy son ostras rociadas con zumo de limón, y la comida está cubierta con trufas cortadas en finas láminas..."
La voz de una joven criada llegó desde más allá de la entrada del baño.
Era una voz que ella conocÃa. HabÃa tensión en la voz de la criada, quizás era más excitación que miedo. Grace no tardó en salir de la ducha y empezó a limpiarse con una toalla. En cuanto sus ojos empapados se pegaron a su cuerpo seco, quiso volver a lavarse.
Mientras tanto, la doncella admiraba tanto colorido diciendo que su lado estoico más bien le hacÃa oir el cuerpo.
'¿Asceta...?'
Estaba tan sorprendida que soltó una carcajada.
"...Espero que te guste. Y, el vino para acompañar la comida.."
Como si quisiera espiar a la persona encerrada en la cámara de tortura, la voz clara se acercó. ¿Cómo reaccionarÃan las criadas al enterarse de que Sally Bristol, con quien solÃan compartir los cotilleos de los Winston, estaba presa aquÃ?
'Hola, en realidad soy Grace Riddle. Cuartel General, el Gran Ducado, cualquier lugar está bien. Por favor, salgan y corran la voz de que una mujer con el apellido Riddle está retenida en una cámara de tortura'.
Se hizo más fuerte la sensación de que Winston no habÃa informado de su detención a sus superiores. Especulando, preguntó por la reacción de sus superiores y los beneficios que obtendrÃa en el ejército por este asunto, pero Winston evitó el tema.
Los soldados eran sus subordinados, por lo que nunca difundirÃan rumores fuera de la sala privada.
Sin embargo, las criadas charlatanas podrÃan hacerlo.
'No tengo intención de morir encerrada aquÃ'.
Mientras Grace daba un paso hacia la entrada. Winston dio un mentonazo a la criada invisible para que retrocediera. Poco después, recibió la misma advertencia.
Grace, que hoy no tenÃa ni el valor ni la energÃa para agitarle más, se secó el pelo en silencio.
"Capitán, la cena está lista. ¿Necesita algo más?"
La respuesta de Winston pasó desapercibida. Tal vez respondiendo con un movimiento de cabeza o un gesto de la mano, no tardó en oÃr cerrarse la puerta de golpe.
Sólo entonces pudo salir del cuarto de baño. Winston se sentó a la mesa mientras Grace se envolvÃa en una toalla y se iba a la cama. Sacó ropa de la bolsa que habÃa junto a la cama cuando oyó un chasquido a sus espaldas.
"He traÃdo un armario, pero ¿por qué no lo usas?".
Porque no querÃa quedarse aquà mucho tiempo.
Sin decir una palabra, se vistió y se sentó frente a Winston. TenÃa las mangas de la camisa bien arremangadas y se habÃa vuelto a poner la corbata. Grace sonrió satisfecha mientras miraba la mesa de hierro cubierta de lujosos manteles blancos.
¿Cuánto tiempo hacÃa que no se tumbaba aquà encima de ella y se la comÃa?
También tiene buen estómago'.
Tal vez, de postre, la tumbara aquà otra vez y se la comiera.
Ella ya habÃa perdido el apetito. Mientras miraba con ojos oscuros los platos alineados en la larga mesa, le llamó la atención el jarrón colocado entre Winston y ella.
¿"Lila...?
En un pequeño jarrón de cristal habÃa una lila de color púrpura claro en plena floración.
Los soldados nunca habÃan traÃdo adornos a la comida, y los criados de los Winston no ponÃan lilas en la mesa. Mientras se preguntaba, Grace levantó la mirada y observó al hombre sentado frente a ella.
Sus ojos azul claro, que reflejaban una tenue curiosidad, lo miraban con tenacidad.
Ese hombre lo está haciendo'.
No se sintió romántico ni amistoso. Más bien, parecÃa una burla.
'Mira esto. Las lilas ya estaban floreciendo. ¿No lo sabÃas?
¿CreÃa él que ella estarÃa dispuesta a jugar con su ridÃculo?
"Traje elegante, cocina fina, vino caro, e incluso flores bonitas. Capitán, ¿es una cita?"
Cuando Grace preguntó con una sonrisa, las comisuras de sus ojos se curvaron, y el hombre sentado frente a ella resopló.
"Tienes un sueño salvaje".
"Uf..."
Se acarició el pecho en un alarde.
"Eso es una suerte, porque mi cita no me gustó nada".
Winston torció los labios con asombro. Grace sonrió y abrió la tapa plateada que cubrÃa el plato que tenÃa delante.
"Espero que a la princesa quisquillosa le gusten las comidas".
Winston dijo sarcásticamente que era la última princesa de la familia real rebelde, pero Grace no respondió y se limitó a mirar el centro del plato.
Ostras caras.
Ahora era Grace la que estaba asombrada.
Winston le dijo que pidiera lo que quisiera, pero ella nunca habÃa pedido una comida. Sin embargo, ¿cómo le dio las instrucciones? No era la sopa para los invitados de la cámara de tortura, ni la comida para los empleados, ni la comida para el sargento a cargo del anexo a través de la comida de la familia Winston.
Incluso cuando no comÃa con ella, siempre era eso.
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