"Vámonos".
Siguió al chico sin saber adónde iba. Después de caminar un rato, se le ocurrió que ni siquiera el chico sabÃa adónde iba.
"Hey."
Grace, que miraba al chico que caminaba por el paseo marÃtimo con su bicicleta, se animó a hablar.
"Hace un rato parecÃas un prÃncipe".
El chico que se estaba metiendo la botella de agua con gas en la boca, tosió.
Sacó el pañuelo del bolsillo trasero del pantalón y se detuvo. Ladeando la cabeza mientras miraba a Grace con el helado en la boca, frunció ligeramente el ceño y suspiró.
"Se está derritiendo".
Le dio el pañuelo a Grace y se limpió los labios húmedos con el dorso de la mano. Hasta la mirada era frÃa. El chico le preguntó mientras ella levantaba la vista como si hubiera visto un anuncio de agua con gas.
"¿Por qué no has venido hoy?".
"¿Eh?"
La chica que ladeó la cabeza volvió a sonreÃr con los labios enrojecidos por el helado de fresa.
"¿Esperaste?"
Las mejillas de Leon estaban tan rojas como los labios de la chica.
"Entonces, ¿has venido a buscarme?".
"¿Eh? No. No hay, no hay nada que hacer..."
Puso los ojos en blanco y frunció el ceño.
"Ya veo..."
Ver la expresión de decepción en su rostro le hizo pensar que debÃa ser sincero.
"Nombre".
"¿Qué?
"Me llamo Leon. ¿Y tú?"
"...Daisy."
Leon no supo por qué la chica dudó un momento.
"¿Vive Leon aqu�"
"No. Es sólo una villa. ¿Y tú?"
Él ya sabÃa que ella no era de aquÃ. Sin embargo, Leon fingió que no habÃa oÃdo la conversación de Daisy con el vendedor de hace un rato, asà que preguntó.
"Vengo de algún lugar lejano. Como de unas vacaciones familiares..."
Grace se dio la vuelta sin decir dónde estaba el "algún lugar lejos" y sin explicar por qué era "como" y no eran unas vacaciones en familia.
"Estoy muy emocionada porque es la primera vez que vengo".
Nunca habÃa salido de la remota ciudad de montaña. Incluso más que estar tanto tiempo en un resort de lujo. El mar que veÃa por primera vez en su vida era increÃble, y se encontró con León mientras paseaba por la playa el primer dÃa que vino.
"Pero, ¿está bien si vas sola sin tus padres?".
¿Por qué siempre no habÃa nadie al lado de la chica? A Leon le costaba entenderlo, ya que siempre iba seguido de un adulto allá donde iba.
"...Uh."
En realidad, a Grace no se le permitÃa ir sola.
Al principio, pensó que eran sólo unas vacaciones familiares porque sus padres, que a menudo estaban fuera de casa, regresaron después de mucho tiempo y le pidieron que fuera a Abbington Beach.
Sin embargo, era un poco extraño, ya que habÃan dejado a su hermano mayor. Sólo cuando llegaron y deshicieron el equipaje en un alojamiento apartado se dio cuenta de que en realidad no eran vacaciones, sino una "misión".
Grace no tenÃa ni idea de qué misiones hablaban los adultos. Sólo se trataba de un acto de justicia para salvar el mundo, asà que sólo podÃa suponer que eran el héroe que habÃa visto en el libro; como los héroes que salvan el mundo, tenÃan que mantener su identidad en secreto.
Oyó decir a los adultos que su misión consistÃa en obtener información de un mal soldado como Winston.
TodavÃa joven, el trabajo de Grace consistÃa en "encubrir" a los adultos que venÃan con ella para que parecieran viajeros corrientes. Todos los adultos estaban ocupados y no tenÃan tiempo para ocuparse de Grace. Asà que por la mañana dejaban el dinero junto a su cama y se marchaban.
Con eso, ella pasó la semana pasada teniendo un montón de extravagancia y diversión, pero hoy, cuando se encontró con León, habÃa perdido el dinero y se veÃa desaliñada delante de él.
"Oh, esta mañana me han dado dinero de bolsillo. Pero debo de haberlo perdido mientras jugaba en la playa de arena".
Grace murmuró una excusa que él no le preguntó. Mirando la cara de Leon, el naranjo extendido sobre su cabeza me llamó naturalmente la atención.
"Leon, entonces, a cambio de comprarme helado, ¿recojo naranjas?".
Grace no sabÃa por qué a Leon le temblaban los ojos. Buscó a su alrededor las más maduras e intentó subirse al árbol, aunque otra mano le tocó el hombro.
"No te subas a los árboles con falda".
"¿Por qué?"
"...¿Es vulgar?".
¿Por qué no lo sabÃa esta niña? Daisy parpadeó con los ojos muy abiertos, llenos de signos de interrogación como si no pudiera entender ni siquiera la palabra vulgar.
"Rosa".
¿Lo entendÃa ahora? La cara de Daisy se puso roja.
"¡Oh no! ¡Hoy me he vestido de blanco...!"
"...¿Por qué dices eso con tu propia boca?"
Los adultos pasaron junto al chico y la chica que estaban frente a frente bajo un naranjo con caras de sol maduro y esbozaron una sonrisa significativa.
Avergonzado, Leon cogió la bicicleta y reanudó la marcha. Mientras tanto, Gracia dudaba, sin saber si seguirle o separarse de él. Se detuvo al cabo de tres pasos. La chica que debÃa seguirle seguÃa de pie, ociosa, bajo el árbol.
Fue entonces cuando se dio cuenta.
Aquella chica nunca habÃa dicho que iba a tener una cita con él hoy, pero desde el momento en que se conocieron, por supuesto, debÃan hacerlo.
'Espera. Aún no le he dicho que es una cita, ¿verdad?'
Él nunca habÃa dicho tal cosa... No, no tenÃa que hacerlo.
La socialización entre los hijos de la nobleza estaba determinada por sus padres, no por la parte implicada. Cuándo, dónde, con quién y qué hacer estaba todo decidido de antemano, León tenÃa que seguirlo le gustara o no.
Por primera vez en su vida, tenÃa la oportunidad de pasar tiempo con la chica que querÃa. Aún asÃ, el problema era...
'¿Cómo se dice, tengamos una cita?'
Leon dudó sin decir nada. En el momento en que su cabeza se puso blanca porque pensó que Daisy sólo querrÃa irse, soltó una palabra terrible.
"Si quieres pagarme por comprarte un helado, puedes jugar conmigo".
Su mano señaló al otro lado de la calle, hacia la gran feria.
'¿Jugar? ¿Eres un crÃo?'
León querÃa darse una bofetada en la mejilla. Además, le compró un helado que no costaba ni unos céntimos y le habló de recompensa. ¡Qué amenazas más baratas! Al parecer, la cita se habÃa arruinado antes de empezar.
La expresión de Daisy no era muy buena.
"...SÃ."
El inesperado acuerdo llegó. Pronto, los dos dieron un paso desconcertados por sus propias razones.
'He oÃdo que los niños nobles tienen niños separados para jugar, ¿soy asà ahora?'
Grace se sintió un poco ofendida. Sin embargo, después de montar tres veces, se olvidó por completo de ello.
"León, quiero montar en ese esta vez."
"De acuerdo."
Leon se paró frente a la taquilla del carrusel sin rechistar. Le pidió que jugara con él. Sin embargo, al final, fue él quien jugó con ella. Cogiendo un tiovivo, estaba dispuesto a dar una vuelta con la niña.
Además, ayudó a Grace a montar a caballo tan amablemente como un prÃncipe de verdad. Se sentÃa como una princesa.
Mientras Leon jugueteaba en secreto con la mano derecha de la niña, que habÃa cogido, se subió al caballo junto a ella. El tiovivo empezó a girar mientras sonaba una música ligera. Grace, que normalmente miraba hacia fuera y agitaba la mano, esta vez no podÃa apartar los ojos del otro lado.
Leon también la miraba todo el rato. Sonrió tÃmidamente y luego preguntó.
"¿Por qué? ¿Estoy guapa?"
"SÃ".
El chico sonrió suavemente ante la seria respuesta de Grace.
"Pero, ¿tienes un caballo de verdad en casa?".
Asintió con la cabeza.
"Entonces, esto no será divertido".
"Ah... No lo es..."
Por alguna razón, estaba perplejo. No entendÃa por qué empezó a farfullar y a hablar de por qué el tiovivo era más divertido que montar en un caballo de verdad.
"Aquà hay un techo, asà que no tengo que preocuparme por la insolación...."
"Cierto. Cierto."
Era absurdo incluso cuando lo pensaba. Aún asÃ, Daisy se tomó sus tonterÃas en serio. En realidad, era Leon quien pensaba que el tiovivo era aburrido. A pesar de todo, ¿por qué le latÃa el corazón como cuando montaba en una montaña rusa?
Luego, estaba la casa encantada.
"¡Kyaak! ¡No te sueltes! ¡No me sueltes! No puedes dejarme ir!"
Leon sonrió en secreto mientras abrazaba a la niña que seguÃa aferrada a ella. Se alegró de que estuviera oscuro.
"Hoo, eso fue aterrador..."
Cuando salió de la casa encantada, la cara de Daisy estaba mojada por las lágrimas.
"Lo siento. Entonces, como disculpa..."
Antes de que Leon pudiera terminar sus palabras, la mano de Daisy señaló a alguna parte. Al final habÃa un gran muñeco de delfÃn colgando de una cabina de juegos de tiro.
Los dos fueron a la cabina. Cinco disparos cada vez. Para conseguir el muñeco, tenÃan que anotar cien puntos. León pagó al hombre que vigilaba la caseta y comprobó las puntuaciones de las dianas en la pared opuesta.
'La más alta es de 25 puntos, seguida de la de 15'.
Mientras pensaba esto, Leon cogió el arma que tenÃa delante. Era un viejo rifle que sólo tenÃa licencia para entretenimiento. Tras comprobar que el cañón no estaba doblado, puso el ojo en la báscula y comprobó que la lÃnea de tiro era recta.
"¿Sabes disparar algo as� ¿Quieres que te enseñe primero?"
Ignorando a Daisy frente a él, Leon apretó el gatillo en lugar de contestar.
Ey, estoy de vuelta ----> Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Ya tu sabes, no te exijo, es de tu bobo aportar o no, no te exijo :p
0 Comentarios