"Hu-uhk..."
"No puedo creer que hayas venido después de ser atacado por el enemigo. Eres un soldado patético."
La mujer que era un soldado de élite ya no estaba aquÃ.
No solo que sintió placer al ser asaltada sexualmente por el hombre que odiaba, sino que incluso ella misma movió su cintura. Realmente se sentÃa como una puta. La vergüenza de ser despojada no sólo de su cuerpo sino también de su mente era insoportable. Grace no pudo soportarlo más.
...no lo sé. Ahora, yo tampoco lo sé.
Cuando Winston soltó su cuerpo caÃdo, se desplomó sobre el colchón. Su cuerpo se crispó una vez más a pesar de la estimulación mientras la columna de carne se apagaba en un largo movimiento. Su pilar rebotó, rociándola de lÃquido amoroso.
Gotas de él gotearon sobre la bata de la criada y la ropa de cama, dejando una mancha.
"Uht..."
En cuanto escapó del cuerpo de la mujer, la punta de los genitales escupió un lÃquido espeso.
La cadera de Leon, que habÃa estado tensa para contener su clÃmax, se aflojó.
"Ja..."
El vertiginoso clÃmax recorrió su cuerpo.
Su mente, que habÃa estado nublada por la lujuria, se aclaró gradualmente. Fue entonces cuando el desorden de su entorno le llamó la atención.
Cada vez que empujaba dentro de la mujer que yacÃa como muerta, sus caderas perdÃan su brillo inmaculado y hacÃan que su culo se rosara mientras su carne se crispaba y se sacudÃa. La lechita que escupÃa se apelmazaba y se pegaba a la desgarrada bloomer y a las nalgas entre ellas.
Al ver aquella forma vulgar, la parte inferior de su cuerpo volvió a sentirse rÃgida y sus instintos animales le hicieron levantar la cabeza.
'Maldita sea...'
Este fastidioso instinto sexual. Fue un completo malentendido esperar que lo encontrara sucio después de ser frÃvolo por una vez.
También fue un instante en que su mente se nubló.
Grace, que se habÃa descuidado pensando que por fin se habÃa acabado, tembló de sorpresa cuando Winston le puso un cinturón alrededor del cuello. Tiró de él como si fuera la correa de un perro y la levantó antes de ordenar.
"Chúpala".
Frente a ella, la polla estaba de pie con la cabeza levantada.
¿Por qué no te mueres?
Viendo sus asquerosos ojos, Winston se limpió la lechita y el lÃquido amoroso de su carne con su delantal.
"Chupa todo lo que hay dentro, con la boca. Si te lo vuelvo a meter asÃ, tendrás a mi bebé en el campamento en nueve meses. Me pregunto si el pequeño Jimmy estarÃa dispuesto a criarlo".
¿Un niño? Qué locura.
Aunque cayeran todos los ángeles del mundo, serÃan mejores que esta persona.
En el momento en que sintió su clÃmax, Grace lo chupó como si se ahogara en su propio cuello. Mientras apretaba con sus labios el agujero por el que goteaba el lÃquido turbio, se limitó a chuparlo como si fuera una pajita y a lamer las grietas con su lengua, pensando que no querrÃa el bebé de este demonio.
Sin embargo, al ver que cerraba los ojos y dejaba escapar un gemido doloroso, Grace quiso arrancarle de un mordisco la mano que le acariciaba la cara en señal de alabanza.
"Traga".
Él no le permitió escupirlo.
"Agáchate".
En cuanto hizo lo que se le ordenaba, la columna de carne caliente se precipitó a través de su abertura que aún no estaba cerrada. Winston tiró del extremo del cinturón que le rodeaba el cuello como si fuera la correa de un perro y la golpeó con fuerza en las nalgas, emitiendo un áspero sonido de bofetada.
"¡Ah!"
"Muévete. Como una perra en celo".
Fue él quien realmente entró en celo.
En cuanto se corrÃa una y otra vez, volvÃa a tener una erección. La aventura amorosa, que en nada se parecÃa al apareamiento de un animal, continuó sin descanso.
Ella no sabÃa cuántas veces tuvo que succionar con la boca al resto de la lechita. Para entonces, ya no le importaba. Dejó de contar a partir de la undécima vez cuántas veces sintió el vergonzoso clÃmax.
Mientras Grace estaba tumbada bajo la bestia siendo zarandeada, recordó un extraño artÃculo en un tabloide que vio en el tren de camino a Winston hacÃa un año. Se decÃa que los leones se aparean cien veces al dÃa durante su celo.
De repente, recordó que el nombre del hombre significaba "león" y se echó a reÃr. La estaban asaltando y ahora se reÃa... Realmente debÃa de estar fuera de sÃ.
Winston también parecÃa haber perdido la cabeza. Mirando sus ojos desenfocados, parecÃa como si estuviera drogado.
El hombre que siempre parecÃa medirse con una regla estaba desorganizado. TenÃa el rostro de un noble refinado y digno, pero le lanzaba a Gracia la vulgaridad de los matones de la calle.
Aunque el contenido era vulgar, era Winston quien nunca utilizaba expresiones vulgares, por lo que Gracia se sorprendió bastante.
Ese no era el final del comportamiento de Leon Winston que ella conocÃa. La punta de lanza de mayor confianza del Ejército Revolucionario, el arquetipo del noble arrogante y el cruel vampiro de Camden devoraba los pechos de una mujer emitiendo sonidos promiscuos.
AllÃ, puso su cosa fea entre sus pechos y la movió, y luego se corrió en su cara...
"Es bonito".
Susurró suavemente como si tratara a una amante, y le puso la punta de su polla en la boca.
¿Cómo el hombre que nunca escondÃa una foto indecente debajo de la cama se habÃa convertido de repente en un erotómano? se volvió a preguntar Grace.
¿Me he encontrado con un monstruo o lo he creado yo?
El movimiento de la bestia continuaba aunque la hembra perdiera el conocimiento. Cuando despertó de una pesadilla, se dio cuenta de que estaba en una pesadilla más terrible. ¿Cuántas veces sollozó?
"Hu-uhk..."
A medida que los gemidos de Grace se hacÃan más y más roncos, él seguÃa empujando dentro de ella mientras le daba agua por la boca.
Dejó caer su cansada mirada sobre la mano izquierda de Winston, que habÃa agarrado su pecho derecho. ¿Era ella o su reloj de pulsera el que temblaba? Al ver que su vista tenÃa dificultades para enfocar, Grace dejó escapar un gemido de dolor.
"Winston, por favor..."
La aguja horaria de su reloj estaba en el número seis cuando la tumbó en la cama. Sin embargo, ahora la distancia entre la aguja de las horas y el número seis era tan amplia como las piernas de Grace. Era demasiado para aceptarlo en silencio.
No pudo soportarlo más y suplicó impotente.
"Para... Ya has hecho suficiente..."
"¿Suficiente? ¿Hay algo as�"
Murmuró Winston, mordiéndose los pezones hinchados.
Grace apretó la energÃa que le faltaba y apretó el vientre. Era trágico dar placer voluntariamente a un hombre que la estaba atacando, pero de todos modos querÃa salir de allÃ.
"Haa, ¿te has acordado ya de tu misión?".
Espoleó su cuerpo, dejando escapar un gemido salvaje, demostrando que le gustaba que ella apretara su carne.
Grace no conocÃa bien el cuerpo de un hombre hasta esta tarde. Pero tristemente, en sólo unas horas, se hizo una buena idea de qué tipo de cara tenÃa el hombre llamado Leon Winston justo antes de llegar al clÃmax.
"Un poco más...
Cuando ella apretó y aflojó su carne interior con más rapidez y movió la cintura dos o tres veces, Winston la abrazó en un flechazo y le soltó gemidos ahogados al oÃdo.
"Haa, ugh..."
El firme cuerpo que abrazaba a Grace se estremeció. En ese momento, Leon Winston estaba tan indefenso que podÃa morir fácilmente. Si al menos no estuviera tan indefensa que no pudiera moverse debajo de él.
De repente soltó su brazo y se alejó.
Mientras su pija se deslizaba hacia fuera, Winston agarró el tobillo de Grace y lo extendió a izquierda y derecha.
La carne que habÃa quedado atrapada en la abertura fue arrancada con un fuerte ruido y saltó hacia arriba. Leon agarró la virilidad húmeda y alineó el clÃtoris de la mujer en el hueco entre la punta de su pija antes de soltar la fuerza sobre su bajo vientre.
"Huht..."
"Huuu..."
Un bulto pegajoso, como cera de vela, se deslizó por las grietas de la carne roja e inyectada en sangre. Aunque estaba fuera, se sintió bastante refrescado mientras vomitaba su lechita en el cenagoso agujero de la mujer. ¿Cuántas veces sintió un dolor extremo?
El placer que habÃa conocido no era placer.
Al mismo tiempo, sintió una sensación de liberación, como si se aflojaran los grilletes que le habÃan sujetado los tobillos toda la vida. Y al mismo tiempo, Leon se sintió desganado como si hubiera puesto nuevos grilletes en su lugar.
Cuanto más lo hacÃa, más se erosionaba su razón. Hace un rato, estaba a punto de correrse en el cuello del útero de ella, incapaz de resistir el impulso que le habÃa estado atormentando toda la noche, y sólo recobró el sentido en el último momento.
Aun asÃ, hizo algo bastante peligroso.
Ahora, el bulto blanco cayó en la abertura que estaba abierta de par en par y no podÃa cerrarse. Lo raspó con la mano y chasqueó la lengua.
Qué crÃa. Ni siquiera eres una bestia'.
¿Fue el olor del cuerpo de la mujer lo que le hizo perder la cabeza? Leon se desplomó sobre la mujer que olÃa a sangre, a sudor y a su lechita.
"Haa, Grace Riddle. Hueles bien".
Como no se levantó durante un buen rato, Grace tuvo que tumbarse bajo el cuerpo del bien entrenado soldado y recibirlo tal cual. Después de soportar unos cuantos besos que le retorcÃan la cabeza, y unos cuantos tirones de mano que la hacÃan ahogarse con el cuello reseco, Winston se levantó.
"Quédate ahÃ".
La ató a la barandilla de la cama y se dirigió al cuarto de baño anexo a la cámara de tortura.
Se oyó el sonido del agua corriente, como si estuviera duchándose.
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