Campbell estaba sentado en su escritorio, mirando de vez en cuando a su jefe por la ventana.
Ya habÃa pasado una semana. El capitán Winston trabajaba en la Oficina de Inteligencia Interior del Mando Occidental, no en la dependencia.
Aunque para él era normal trabajar en la oficina en vez de en su casa, para el capitán Winston no era habitual. Hasta ahora, los altos mandos habÃan hecho la vista gorda ante su forma de trabajar, que podÃa suponer una violación de la seguridad debido a su cargo y a su rendimiento.
Pero, ¿por qué de repente estaba trabajando en la oficina estos dÃas? ¿Tal vez tuviera algo que ver con la próxima marcha de la asistenta?
Campbell se rió de sà mismo al final de su absurda imaginación. Era imposible que un hombre tan intrépido como para no tener miedo de saltarse las normas sin dudarlo tuviera miedo de una criada que no era ni la mitad de su tamaño y evitara el anexo.
"Campbell".
Campbell, que habÃa sonreÃdo de nuevo y se estremeció.
"SÃ, capitán".
Enderezó la espalda y miró al capitán, que sólo miraba los papeles del escritorio. TenÃa la mirada fija.
A Campbell se le puso la piel de gallina porque no se sentÃa bien. En cuanto el capitán levantó el dedo Ãndice, saltó de su asiento como si tuviera un resorte sujeto a la cadera y se acercó al escritorio.
"¿Qué ocurre?
Sobre el escritorio habÃa un montón de informes que Campbell habÃa presentado esta mañana. Era el resultado de investigar al departamento de inteligencia interior y al personal encargado del anexo de Winston.
Aunque no notó nada que destacara, por lo que pensó que se trataba sólo de una sospecha innecesaria, el capitán recogió tres expedientes de ellos y los presionó con el dedo Ãndice.
Inmediatamente bajó la voz y añadió,
"Bajo el conocimiento del cuartel general, de forma encubierta".
º º º
Después de hoy, esta misión ha terminado.
"Vuelve sano y salvo".
Mientras pasaba la aspiradora por el suelo del pasillo del edificio, Sally volvió a recordar la voz de Jimmy de hacÃa unos dÃas y sonrió. ParecÃa lamentar que la hubieran despedido mientras intentaba cumplir su misión, pero no le dijo ni una palabra.
ParecÃa que habÃa añadido que querÃa verla pronto. En ese momento, los sentimientos de tristeza se desvanecieron.
'...Mañana veré a Jimmy después de mucho tiempo'.
Ya habÃa pasado más de un año. No habÃa vuelto a su ciudad natal desde que se infiltró en los Winston.
Sally suspiró mientras empujaba la aspiradora hacia la entrada del anexo. Fue porque la nariz de un par de zapatos negros apareció en el borde de su vista mientras miraba al suelo. Acababa de terminar de limpiar la alfombra y los zapatos estaban a punto de ensuciarse de nuevo.
"Oye. Por favor, sal otra vez..."
Sally, que estaba a punto de regañarles para que rozaran con los pies la alfombra de la escalera y volvieran a entrar, endureció el rostro en cuanto levantó la cabeza.
Winston entró con Campbell y varios soldados del anexo.
"Hola".
Sally apoyó el cuerpo contra la pared del pasillo, evitándole, y se limitó a asentir con la cabeza.
Cuando Winston la detuvo delante de Sally, los que le seguÃan también se detuvieron. Los ojos de Fred se encontraron con los suyos. Sonrió débilmente a Sally, y una mirada de tristeza emanó de las cejas caÃdas. Cuando ella dijo que se iba, él se puso muy triste.
"Ahora no sé a quién acudir".
"Está Peter, y está Nancy. Te irá bien".
Fred se frotó los labios y pateó el césped del jardÃn con la punta del zapato.
"¿Te vas a casar con el comandante en jefe cuando vuelvas?".
Se referÃa a Jimmy.
Sally se encogió de hombros con una sonrisa ambigua.
"Yo tampoco lo sé. No creo que sea el momento todavÃa".
"Si no fuera por ese sucio cerdo de la monarquÃa, habrÃas podido trabajar aquà conmigo durante mucho tiempo".
Los rumores de que Winston habÃa intentado agredir a la criada ya se habÃan extendido ampliamente entre los soldados encargados del anexo. Al oÃr el rumor, Fred apretó los dientes. No sabÃa que parte de la razón por la que Sally estuvo a punto de sufrir se debÃa a las órdenes de Jimmy.
"...Definitivamente te vengaré".
Sally le puso la mano en el puño, apretado con tanta fuerza que se le hincharon las venas.
"No hagas eso. LimÃtate a hacer las tareas que te asignen. No destaques delante de Winston. He fracasado brillantemente".
Al decir eso, una sonrisa amarga se dibujó en su rostro.
"Y, estarÃa bien tenerte encallando a Winston como regalo de bodas algún dÃa".
Recordando la conversación de unos dÃas antes, Sally apartó los ojos de Fred y miró a Winston. SeguÃa de pie en medio del pasillo haciendo señas a los hombres que tenÃa detrás.
"Id primero al despacho".
En cuanto dio las instrucciones, los soldados pasaron junto a ellos dos y subieron las escaleras.
Fred seguÃa mirando a Sally con preocupación.
"¿Qué ocurre?"
Preguntó a Winston con tono frÃo. Sin embargo, él no contestó y se limitó a quitarse el abrigo negro. Luego, hizo una mueca de dolor mientras se recogÃa el frÃo pelo rubio con una mano.
"Sally, nunca te olvidaré. Eres la primera mujer que casi me rompe la cabeza. ¿No es romántico?"
Se habÃa tocado deliberadamente las heridas para hacerla sentir culpable.
Al oÃr eso, Sally le devolvió la pregunta mientras imitaba la retorcida sonrisa de sus labios: "¿Puedo destrozar también el lado derecho?".
Winston se rió para sus adentros antes de mostrar su verdadero rostro y apretó los brazos con fuerza.
"No hace falta que seas tan cortante. Sólo necesito que hagas una cosa como criada".
"¿Qué pasa?"
"La sala de torturas. Creo que habrá algo que limpiar, asà que deja de limpiar aquà y prepárate para ello".
"SÃ."
Sally se echó hacia atrás y tragó saliva.
...¿A quién más habÃan pillado? Al parecer, un nuevo "invitado" venÃa el dÃa antes de su retirada. Debido a eso, ella estaba aún más preocupada si Fred lo harÃa bien por su cuenta.
Winston inmediatamente le dio la espalda y se dirigió a las escaleras. Suspirando mientras desenchufaba la aspiradora, subió las escaleras y se dio la vuelta bruscamente.
"Es una lástima. Para ser sincero, ninguno de los que estaban a mis órdenes hizo lo que yo hacÃa a mi gusto tan bien como tú."
"Lo sé. ¿Cómo ha pasado esto?"
Después de un exagerado sarcasmo, Winston levantó un lado de sus labios en una sonrisa. Era una sonrisa que parecÃa agridulce. Sally se le quedó mirando un momento mientras él le daba la espalda sin decir nada y se dirigÃa hacia el despacho, para luego dirigirse al sótano.
º º º
El ambiente era inusual.
Fred se sentó erguido en una silla en el pasillo frente al despacho y miró a su alrededor. En cada extremo del pasillo habÃa un soldado. ParecÃa que le impedÃan escapar. HacÃa dos horas, el teniente Campbell tenÃa un trabajo y llamó a tres de los soldados, asà que los siguió sin pensárselo dos veces.
Frente al anexo, el teniente trajo a cuatro soldados más.
'Hasta entonces, pensé que tenÃa que mover muebles pesados...'
Pero, Campbell llevó a dos de ellos a la oficina y colocó a los otros dos en el pasillo. Los tres, incluido Fred, se sentaron en fila en una silla del pasillo.
Cuando Winston entró en el despacho, fue llamando uno a uno. Y ahora, Fred era el único que quedaba.
'...¿Qué he hecho mal? ¿Se han enterado? No he hecho nada'.
El sudor frÃo llenaba sus puños sobre su regazo. TenÃa las manos resbaladizas y, cuando estaba a punto de limpiarse los pantalones, la puerta del despacho se abrió de golpe.
Era el cabo segundo, que entró y salió. Sin embargo, su rostro estaba azul pálido.
...¿Qué demonios habÃa pasado dentro?
"Soldado Fred Smith."
Mientras veÃa alejarse la espalda del cabo, Campbell se paró sobre la puerta y lo llamó.
"¡SÃ, sÃ...!"
Fred jadeó y arrastró sus temblorosas piernas hasta el interior del despacho.
Sin embargo, la tensión en el despacho era absurdamente armoniosa. En la mesa de ajedrez situada frente a la estanterÃa, mientras sonaba jazz ligero en la radio, los dos soldados que Campbell habÃa traÃdo dentro jugaban al ajedrez.
Campbell cerró la puerta a sus espaldas y se dirigió directamente al sofá antes de sentarse junto al capitán Winston. El capitán estaba en una postura cómoda, con las piernas cruzadas y la espalda reclinada en ángulo. SostenÃa un puro a medio quemar en una mano y un vaso de cristal lleno hasta un dedo de whisky en la otra.
"Ah, soldado Smith".
Winston sonrió, curvando las comisuras de los ojos hacia Fred, que estaba de pie en el umbral de la puerta. ParecÃa que la persona que exudaba energÃa peligrosa que podÃa explotar si se tocaba por error en estos dÃas estaba borracha.
"SÃ, Capitán."
"Siéntate".
Señaló la silla frente al sofá con la punta del puro. Fred seguÃa sin poder relajarse, asà que movió sus rÃgidas piernas hacia ella. Mientras se sentaba y tragaba un trago, Winston y Campbell se llenaron mutuamente los vasos de whisky y charlaron.
Finalmente, Winston dirigió su mirada hacia Fred y lo miró fijamente sin decir palabra. Las comisuras de sus ojos seguÃan suavemente curvadas aunque, por alguna razón, su mirada era aguda.
¿SerÃa por aquella aterradora luz azul...?
"Disculpe... Capitán".
En lugar de contestar, Winston alzó las cejas y le apremió. La sonrisa en sus labios parecÃa bastante generosa, pero Fred no pudo evitar preguntar.
"¿He hecho algo mal?"
Winston sonrió satisfecho mientras se llevaba la copa de cristal a la boca.
La imprevisible reacción puso aún más nervioso a Fred, mientras Winston bajaba la copa y negaba lentamente con la cabeza.
"Nada de eso".
"Ah..."
"¿Por qué? ¿Hay algo que te moleste?".
"No, nada."
Winston enarcó una ceja e inclinó la botella de whisky hacia el vaso vacÃo que tenÃa delante Fred.
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