El diablo que viola Cap. 32
Tess (3)
Al llegar el amanecer, Senia simplemente se despierta y comienza a cambiarse dentro de la tienda. TenÃa arraigado en su mente y en su cuerpo que debÃa presentarse impecable como una santa, aunque estuviera de viaje no podÃa descuidar eso.
Como siempre, antes de empezar el dÃa, hizo su oración matutina, pidiendo un dÃa tranquilo y bendecido. Después de la corta pero sincera oración, Senia salió de la tienda con su habitual y hermosa sonrisa.
"¿Han dormido bien?"
"Oh, buenos dÃas, Senia"
Senia se rió tÃmidamente, un poco desconocida pero al mismo tiempo contenta por su amistoso saludo. Su mañana habitual siempre empezaba en silencio. Sin embargo, desde que Tess se unió a ellos, habÃa otra persona que podÃa responderle.
Otra visión rara era la de Carr durmiendo todavÃa con la espalda apoyada en la tienda. A lo largo de su viaje, Senia nunca lo habÃa visto profundamente dormido, además de que estaba durmiendo justo frente a su tienda. Ella inclinó la cabeza y se acercó lentamente para despertarlo. Justo cuando está a punto de dar su segundo paso, Carr abrió los ojos. Su rostro parecÃa cansado a pesar del sueño, algo muy inusual.
"¿Sir Carr? ¿Está usted bien? Parece usted muy cansado"
"..."
"Jajaja. Estuvo hablando conmigo hasta el amanecer. No te preocupes, Senia"
"¿Es eso... as�"
Senia dudó y miró a Carr con más atención.
Era comprensible que Carr acabara hablando con su invitado hasta el amanecer, ya que no era capaz de responderle con normalidad. No pudo evitar sentirse mal, sabiendo que Carr debÃa tenerlo difÃcil todo este tiempo. Aunque le sorprendÃa que Carr hablara con Tess cuando no dejaba de notar las miradas que Carr dirigÃa a su nueva invitada durante toda la noche.
La verdadera razón por la que Carr no podÃa dormir bien era por Tess, pero no era porque se pasaran la noche hablando, no, tenÃa que mantenerse despierto para evitar que Tess intentara colarse en la tienda de Senia. Carr tuvo que detenerlo en repetidas ocasiones y Tess sólo se rindió cuando se acercaba el amanecer. Sin embargo, incluso entonces, Carr no se durmió enseguida. Esperó a que Tess llevara unas horas durmiendo antes de quedarse él también dormido.
"....No me importa si nos tomamos un poco más de tiempo antes de ponernos en marcha"
Ofreció Senia mientras Carr se levantaba y se estiraba.
Carr negó con la cabeza, no querÃa retrasar aún más su horario porque eso sólo significaba para él pasar más tiempo con Tess. Era algo que querÃa evitar a toda costa.
"¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?"
Preguntó Tess, acercándose a Senia, que estaba preparando su desayuno.
"No pasa nada. La comida pronto estará lista. Tess, puedes relajarte"
Respondió Senia en voz baja, sin querer mostrar su recelo ante la estrecha distancia que las separaba.
"Me siento mal por haber recibido sólo una comida sin contribuir. Te lo devolveré pronto"
"Es natural que un sacerdote ayude a los necesitados. No pienses que es una deuda que tienes que pagar"
"Bueno, entonces tengo que dar las gracias una vez más"
Aunque decÃa "lo siento" o "gracias", no habÃa sinceridad en su tono. Era natural que Tess actuara asÃ, ya que no toda la gente cree en Dios o incluso toma la buena voluntad de los sacerdotes como una especie de bendición. Carr podÃa decir que Tess pertenecÃa a esos grupos, después de todo el hombre era un demonio en sà mismo y alguien que practica la magia. Sin embargo, al ver la amable sonrisa de Tess, no quiso echar un jarro de agua frÃa sobre la inocencia de Senia, que no todo el mundo con el que se encuentra tiene una buena intención o a los necesitados.
Sólo tenÃa que estar alerta y preparado para proteger a Senia de Tess.
***
HabÃan pasado dos dÃas más desde que Tess se habÃa unido a ellos. Sorprendentemente, el viaje fue tranquilo y sin contratiempos. Lo cierto es que tanto Tess como Senia estaban aún más enérgicas y excitadas que el primer dÃa que se conocieron. Era una pequeña pero a la vez gran diferencia entre hablar a solas y hablar con alguien que puede responder y continuar la conversación.
"Oye, Senia, ¿Cuál es tu afición?"
"Bueno... no estoy segura. Me gusta leer libros si tengo tiempo libre de todas mis oraciones"
"¿Ah, s� No te han picoteado por ser alguien que lee"
"Sólo cuando estoy sola. Pensé que serÃa grosero leer un libro cuando habÃa alguien conmigo"
"Ya veo"
Este tipo de escena fue la que vio durante los dos últimos dÃas. Tess, que tenÃa un gran interés en Senia, empezó preguntando por su afición, sus preferencias e incluso su familia. No hubo ningún problema con la conversación en sÃ, ya que los ojos de Tess sólo se llenaron de curiosidad en lugar de pura malicia, por lo que Carr no intervino.
Frente a Senia, Tess se las arregló para poner un acto decentemente humano, aunque Carr pudo notar que le preocupaba que Senia sacara un tema extraño, por lo que siempre estuvo en vilo.
Carr levantó la vista, necesitaba distraerse de la conversación. De alguna manera le costaba ver la sonrisa brillante, sencilla, suave y casi como un sol fresco, dirigida a los demás y no a él. PodÃa decir que la acidez que sentÃa no se debÃa sólo a que Senia y Tess compartieran el mismo amor por los libros, sino a que Tess habÃa conseguido aprender más sobre Senia en los dos dÃas que llevaban juntas. Por otro lado, Carr se acaba de enterar a pesar de que llevaba un par de meses más con Senia.
No puede hablar con Senia y se habÃa dicho a sà mismo varias veces que era inevitable, pero ahora esas palabras no eran suficientes para aplacar sus complicados sentimientos.
"Senia, has dicho que estás de peregrinaje, ¿verdad? Hay una gran ciudad llamada Daran en el este si tienes la oportunidad de ir allÃ. La biblioteca allà es enorme"
"Oh, creo que he oÃdo hablar de ese nombre antes"
Senia, cuyos ojos brillaban, sonrió un poco incómoda.
"Nunca he podido ir allà porque he estado ocupada con asuntos de la iglesia. ¿Has estado allÃ, Tess?"
"He estado allà una vez. No pude quedarme mucho tiempo porque era nómada, pero me las arreglé para conseguir un montón de buenos libros"
Por supuesto, los robó, pero Senia no necesitaba saberlo y Tess se limitó a sonreÃr inocentemente. Era experto en mentir entre dientes. Era algo natural para él, ya que habÃa vivido en la sociedad humana toda su vida y eso le ayudaba a cubrir su identidad, a diferencia de Carr.
"Bueno, si en el futuro, los ladrones se convierten y me las arreglé para recuperar mi bolsa de forma segura, se los mostraré a Senia"
"¡Oh! Estaré encantada de hacerlo"
Rió alegremente Senia, percibiendo a Tess como una bromista.
Tess, que llevaba dos dÃas observando la reacción de Senia, vio su respuesta como una luz verde y siguió bromeando.
"Pero Senia, ya sabes... soy bastante débil. En realidad"
"¿Estás enfermo? Si necesitas curarte, puedes dejármelo a mÃ"
"No, no. No estoy diciendo eso ahora. Es sólo que hace frÃo por la noche, ¿no? Me preocupa que pueda coger un resfriado. Asà que ...."
Los ojos de Tess se inclinaron hacia abajo, imitando a los de un cachorro que ha sido pateado.
Una sonrisa seductora y juguetona que siempre debilita el corazón de las mujeres.
"¿Puedo dormir contigo en la tienda?"
"¡Eh, qué...!"
"¡Oh! Lo siento. DeberÃa habértelo ofrecido. Por supuesto, está bien"
Senia cortó la voz perpleja de Carr.
En un instante, la alegrÃa y la tristeza se apoderaron de los dos hombres. Carr se sorprendió al ver que no era especial, mientras que Tess se alegró de haber ganado. Sin embargo, justo cuando Carr estaba a punto de abrir la boca, Senia continuó.
"Tess puede usar mi tienda. Yo dormiré fuera un rato"
"¿Eh....?"
"Agradezco la idea de compartir, pero va a ser difÃcil porque es pequeña. Y como soy sacerdote, no podrÃa compartir la tienda contigo"
Tess emitió un silencioso gemido ante el dolor de la tierna negativa. Senia se mostró muy firme en su decisión de que Tess no podÃa discutirla. Aunque siempre habÃa conseguido hacerse con las bellas damas que tenÃa como objetivo, ésta era la primera vez que le dejaban.
Como era de esperar, una santa es una santa
"No, sólo estaba bromeando. Si tomara la tienda de Senia, tu escolta no se quedarÃa quieta"
"Si lo sabes, no saques el tema en primer lugar"
"Entonces no es divertido. ¿Me envidias por poder hablar con ella?"
El ambiente se enfrió de repente debido a la pÃcara broma de Tess. Senia miraba alternativamente entre los dos hombres sin saber qué hacer hasta que divisó un punto de referencia que se encontraba no muy lejos.
"¡Ah! Por fin hemos llegado ¡Justo al otro lado de la colina está el rÃo Pirel!"
Dijo Senia alegremente, tratando de romper la tensión entre los dos hombres.
Si cruzan el rÃo, sólo tendrán que viajar diez dÃas más antes de llegar al Templo Blanco. Sólo quedaban dos o tres pueblos por atravesar y tanto Carr como Senia podÃan sentir que su viaje estaba llegando a su fin.
Cuando subieron con dificultad la alta colina, hubo un cómodo camino de bajada y se desplegó una vista abierta para los tres viajeros. El rÃo Pirel brillaba tan claro y azul como el cielo. La ciudad junto a él tenÃa una espléndida muralla exterior, decorada con coloridas flores. HabÃa barcos grandes y pequeños flotando en el rÃo.
"Woah...."
Las tres personas bajaron la colina, contemplando con sus ojos la pacÃfica vista de la naturaleza.
"Por favor, esperad aquÃ, ahora vuelvo"
Les dijo Senia antes de hacerles esperar y dirigirse al puerto, queriendo comprobar con antelación la hora del barco antes de que entraran en la ciudad a descansar.
HabÃa decidido dejar solos a Carr y Tess con la esperanza de que ambos se llevaran bien. Sin embargo, a los ojos de Carr y Tess, era un gesto tan vano por su parte ya que no habÃa nada que hablar entre ellos.
"Haa... Pensé que esto serÃa fácil, pero es peor de lo que pensaba. Esa mujer..."
"¿Qué quieres decir?"
"Cuanto más intenta ocultarlo, más utiliza esa sonrisa como arma. Por lo tanto, es muy buena mintiendo. Ella es una santa, alguien que es suave pero al mismo tiempo es vigilante, es lo mismo que yo ¿no? Eso no va a funcionar de forma normal"
Carr sabÃa que Senia tenÃa una fuerte voluntad que contradecÃa su frágil apariencia. HabÃa visto cómo sufrÃa varias veces, pero nunca se echaba atrás en su decisión. Sin embargo, no le gustaba pensar que Senia fuera igual que Tess o que fuera una mentirosa.
".... No pude preguntarte antes"
"¿Hmm?"
"¿Tú también eres un diablo solitario?"
Tess, con los brazos cruzados, miró a Carr sorprendido por la pregunta:
"¿Es eso lo que querÃas saber? Creo que lo has entendido mal. Me salà de la manada. No me gusta que me den órdenes ni que me obliguen a actuar en grupo. Entonces debes haber sido un solitario"
"SÃ, he estado solo desde que nacÃ"
"¿Es as� Entonces es algo fácil de arreglar. Te llevaré con tu gente"
Por un momento, Carr se congeló y se volvió para mirar a Tess, que sonreÃa.
"Aunque no sea un continente subterráneo, hay un escondite para los demonios. Te aceptarán con gusto si eres del mismo tipo que ellos. Eres alguien que no parece hostil por naturaleza, asà que ¿por qué no dejas de jugar a este juego de mercenarios y vives en paz? Si tienes una correa, encontraré a alguien familiarizado con la cancelación de tales maldiciones"
Amable. Paz. Esas dos palabras tenÃan un peso tan grande que Carr no podÃa ignorarlas. HabÃa sido perseguido por los humanos durante años porque no podÃa ocultar sus ojos rojos desde que era un niño. Siempre anheló tener una vida estable y ahora mismo sólo le quedaban unos dÃas de esta supuesta vida "pacÃfica" antes de volver a su antigua vida.
"¿Y las condiciones?" Preguntó Carr agitadamente, sin poder ocultar sus pensamientos internos.
"No hay ninguna. ¿Parezco alguien que ha pedido algo as� No nos quedan muchos demonios en la tierra, asà que intentamos ayudar a esos. A mà tampoco me gustan los humanos, pero estoy dispuesta a ser amable con los que son de mi misma raza"
El tono de Tess era neutro y estaba algo lleno de sinceridad, por lo que Carr levantó la cabeza de su mirada al suelo para mirar al otro tipo.
"¿Por qué odias a los humanos?"
"¿No es natural odiarlos? Ganaron la guerra sólo porque fueron amados por los dioses. Estoy más que feliz si soy capaz de destruirlos cuando se trata de eso"
".... No entiendo"
"Ha-ha. Porque somos demonios. ¿No tienes un deseo que coincida con tus instintos?"
HabÃa muchas diferencias entre el humano y el demonio, pero la mayor era que los demonios tenÃan más instinto cuando se trataba de su apetito, sueño y deseo sexual. Aunque algunos tenÃan el deseo de hacer el bien, eran raros. Y Tess era uno de los que pertenecÃan al lado extremo.
ObtenÃa placer cuando era capaz de destruir algo y no le importaba si tenÃa que torturar a un ser humano vivo o hacerle sufrir por el asunto. Ese tipo de locura y sed de sangre era algo que Carr pudo leer en los ojos de Tess.
"Asà que ahora tengo ganas de hacerlo. Me preguntaba qué tipo de cara pondrá la santa cuando esté llorando" tarareó Tess alegremente.
Sólo imaginar la visión era suficiente para que se emocionara. Ahora que Carr habÃa confirmado que no todos los demonios eran villanos. Carr no pudo ocultar el disgusto hacia la actitud de Tess.
"No creo que vaya a escuchar el final de esto"
"Porque yo soy este tipo de persona. Entonces, ¿qué vas a hacer? Si nos dejas a Senia y a mà en paz, te garantizo tu futuro"
Carr volvió a mirar al muelle del puerto. Sus ojos miraban a Senia, que estaba a punto de emprender el camino de vuelta, y pudo ver su brillante sonrisa. El arrepentimiento que habÃa sentido desde antes fue fácilmente borrado por esa suave sonrisa.
"Esa mujer es más fuerte que yo. Incluso si caigo, no serÃa porque me venciera un tipo como tú"
"Vaya, me gustarÃa subestimar eso, pero es cierto. Es porque es una santa, eh"
"SÃ, pero tengo que rechazar su oferta. Al final, me irÃa de su lado una vez terminado mi trabajo"
"Ja-ja"
Tess se encogió de hombros, no le gustaba estar presionando a los demás para que cambiaran su decisión.
Era una situación extraña entre ellos. Tess intentaba poner sus manos sobre Senia, y Carr era la persona que intentaba protegerla. Por ahora, tenÃan que conformarse con esta situación de empate.
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