DYD 91

DYD 91

Miércoles, 01 de Septiembre del 2021



La duquesa y el diablo 91

Duque Mexilion (3)


"Hace tiempo que no nos vemos. Aunque no lo sea, la conversación está en pleno apogeo por allá, ¿Qué tal si vamos y hablamos juntos por aquí?"


Accidentalmente tomó la copa que le entregaron. Que le entregaran una copa de vino significaba que estaría de acuerdo con la conversación. Sin embargo, también era posible hacer algo descortés, devolver la copa una vez tomada. No quiso hacer nada más llamativo que esto.

Estaba tan absorta que ni siquiera reparó en una señal tan sencilla. Judith vaciló y luego levantó su pesado cuerpo con ánimo deprimido.

Al sentir la mirada picada sobre ella, Judith apretó la copa en su mano.


"Oh, Dios mío. jovencita Lipis"

"......."

"Parece que no nos hemos visto en mucho tiempo"


Fingió alegría, pero la curiosidad que contenía era muy explícita
.
Sobre todo, los personajes que nunca la habían mirado imprudentemente debido a la posición de Duquesa, ahora estaban tan orgullosamente frente a frente.


"Sí"


Cuando respondió brevemente, las personas reunidas en la mesa chocaron entre sí. Era como si el sonido de la risa se filtrara de los labios de los que estaban cubiertos de abanicos.


"¿Te va bien estos días? Al escuchar la noticia del divorcio con el Duque Vaisil, se me rompió el corazón........"


Dijo la Señorita Wen. Tenía una cara maliciosa, con las cejas abiertas, con el acto de no poder dejar de sonreír por algo de hacer herir el corazón

Judith la miró fijamente sin responder.

'¿Pero qué demonios? ¿Qué les he hecho?'

Por mucho que lo intentaba, no encontraba la razón. Siempre ha vivido su vida tratando de dar lo máximo posible como deber de los que tienen.

Aun así, la rebajaban e ignoraban abiertamente, como si estuvieran esperando que cayeran al abismo.

No pasó mucho tiempo antes de que Judith recordara que no era porque les hubiera hecho algo malo, sino que era sólo una costumbre de los miembros de la sociedad.

Originalmente, los humanos tienen el instinto de querer gobernar sobre un grupo, así que cuando surge una oportunidad para poner a alguien bajo sui mando, les gusta aprovecharse sin dudarlo. Por eso, los nobles a los que les gusta el cotilleo suelen escuchar más las 'partituras' que los gritos de los demás.

Era una dama que gozaba la mayor popularidad en el mundo social. Era una joven, ex marquesa. La señora de una noble familia de duques.

Judith, ya no tenía más ese título, era extraño, a pesar que se le considerara perfecto, estaba rayado.


"Sí"


Respondió con tanta frialdad que le pareció un poco indiferente, tratando de no mezclar las cosas en lo posible. Ni siquiera pensó en avergonzarse, pero de alguna manera la mesa se volvió más silenciosa ante la reacción de Judith, que fue más fría de lo necesario.

La señorita, que fingió estar preocupada y formuló la pregunta, movió la mano que sostenía la copa, como si se sintiera avergonzada. Entonces, al pensar que le habían ignorado, torció ligeramente los labios, en un tono furiosa.


"¿Tiene usted buena salud? He oído que has heredado un precioso heredero....."

"Pequeña Humphrey"


Justo cuando las burlas estaban a punto de intensificarse, alguien cortó las palabras de la Señorita y se acercó a ella.

Era la Marquesa Dyer.


"He oído que el matrimonio entre la Señorita y el Duque Vaisil está actualmente en marcha, incluso considerando eso, parece una cuestión que cruza demasiado la línea"

"De acuerdo, Marquesa Dyer"


Sólo después de escuchar la explicación de la Marquesa, Judith se dio cuenta de por qué la mujer que tenía delante era tan hostil con ella. Al parecer la Srta. Wen ha sido designada como prometida de Jaden Vaisil, que ganó el título de Duque por culpa de Derek

A pesar que la relación ya había terminado debido al divorcio, el duque seguía obstinadamente con ella. Por lo visto, era demasiado difícil romper incluso la enmarañada relación entre las personas con sólo una ceremonia de boda. Cansada, Judith dejó la copa.

La cara de Wen Humphrey se puso roja ante las palabras de la Marquesa, que apareció de la nada y le increpó.

Wen Humphrey era una recién llegada a menos de un año de su debut,y la Marquesa Dyer era una esposa experimentada que dirigía hábilmente una fiesta de té por sí misma. Wen Humphrey no podía mantener su dignidad simplemente mostrando sus emociones a través de sus expresiones faciales.

Poco después de darse cuenta que no iba a ser su oponente, Wen avanzó con vigor. Unos cuantos guardias de la mesa la siguieron y formaron un grupo. 


"¿Estás bien, Judith?"


Preguntó la Marquesa Dyer con una voz que sólo ella podía oír. Judith asintió, un poco alterada, pero tolerable.


"Hoy en día, la joven Humphrey está agitando la disciplina del mundo social"

"......"

"Fue en su primera reunión con el recién elegido Duque Vaisil, se encontraron mirada con mirada"


Algunas curiosas añadieron una o dos palabras al estar a favor de la Marquesa

Judith comprendió sin dificultad que hablaban de Jaden Vasil.

Al ver que suspiraba de vez en cuando mientras hablaba, parecía que todas no querían ver a Jaden en muchos aspectos. Además, Wen Humphrey, que ya era arrogante con su autoridad a cuestas, también les disgustaba.


"He oído que es muy alterada, pero me preocupa mucho el futuro del ducado Vaisil"


La Marquesa Dyer intentaba poner una cuña en el hecho de que estaba completamente del lado de Judith. En la reunión anterior, contó una historia que le atormentaba, y parecía ser una palabra que guardaba en su corazón.


"¿Qué? Puedo sentir que el flujo de la política está cambiando. En el pasado, el Duque Vaisil mantenía un fuerte control, pero ahora......."

"El Duque Mexillion es así"


Las yemas de los dedos de Judith se crisparon ante el nombre que escuchó a una mujer mientras coqueteaba con alguien.

'¿Duque de Mexillón?'

Nunca había oído hablar semejante estrofa. 

'¿Es posible que se formara una nueva familia mientras estaba separada del mundo social? No. Incluso si es así, si es uno de los pocos duques del país, no habría podido enterarme de ninguna noticia'

'Más que eso, ¿por qué sigo pensando así.....?'


'Derek Mexillion. Ese es mi nombre'

'¿Mexillion? Nunca he oído hablar de un nombre de familia como ese..... por supuesto. Porque no es una familia que exista en el mundo humano'


Una conversación en medio de la noche que parece tan lejana pasó por su mente.

'Mexillon .... ¿Mexillon?'


"¿Qué acabas de decir?"


Cuando Judith, que no había dicho nada hasta ahora, preguntó de repente, las mujeres con las que conversaban parecían avergonzadas.


"¿Sí?"

"¡Qué clase de familia has dicho!"

"Yo, el Duque Mexillon"


Otra vez. Otra cosa extraña ocurrió.

Por mucho que mire hacia atrás, ninguna de las familias que otorgaron el título de Duque tenía ese nombre. Pero, ¿por qué todo el mundo finge saber su nombre menos ella? ¿Todos habían sido hechizados a la vez?

Como cuando el sacerdote puso la palabra Diablo en sus labios en la pequeña capilla, como cuando una invitación negra como el carbón fue colocada en el carruaje, un sudor amargo corrió por su espina dorsal.


"Judith, ¿estás bien? ¿Qué ha pasado?"


La Marquesa Dyer apoyó rápidamente a Judith, que se tambaleaba.


"La Marquesa también...... ¿conoce esa familia?"

"Sí, claro. ¿Hay alguien en el Imperio que no conozca al Duque Mexillon?"


Parecía que todos estaban jugando al mismo juego con ella. Si no, ¿tiene esto sentido ahora?

¿O realmente algo en su cabeza se arruinó por el incidente de hace medio año? ¿Aún no se ha librado de la maldición del demonio? ¿Su razón está retorcida como un hilo?

Fue un momento de caos. Una mano grande y tosca se extendió de repente y agarró el cuello de Judith

Las mujeres que se habían reunido ante la repentina intrusión...  gritaron.

Su cuerpo fue arrastrado y golpeado contra la mesa, haciendo que el cristal cayera al suelo, provocando un fuerte sonido de estallido.

El rostro del Vizconde Wirell se hizo visible en el paisaje que se había convertido en caos en un instante


"¡¡¡Cómo te atreves.....!!! ¡¡¿Has pensando en aparecer con esa cara tan descarada?!!"


El Vizconde Wirell tenía el mismo rostro demacrado que cuando perdió a Silvia hace medio año. Sus ojos seguían llenos de energía viciosa, como si quisiera estrangular a Judith hasta la muerte de inmediato. Por su hija que había muerto sin piedad, sus pupilas abiertas parpadearon.


"¡Qué es esto, Vizconde! Detente!"


La Marquesa Dyer intentó detenerlo, pero la fuerza del hombre de mediana edad no fue suficiente para detenerla.

Aunque no lo fuera, su cuerpo se agitaba de un lado a otro en el coche, lo que hizo que se le revolviera el estómago. Con la cabeza, el cuerpo y nada normal, la miserable mano del Vizconde era un veneno fatal.

De repente, vio a su hermano corriendo hacia ella con una visión clara. Vinsen y la Marquesa Dyer que se pusieron de mi lado, oyeron cosas terribles que no deberían oír por su culpa.

Lamentó haber venido a este sitio el día de hoy para nada. Aunque fuera una forma de encontrar la pista del Diablo, no hubo. 

'Si hubiera sabido que iba a ser así.......'

Fue el momento en que Judith, que no podía soportar todo esto, finalmente se mordió el labio inferior.


"¡Ah...... !"


De repente, el poder que había estado sacudiendo todo su cuerpo se debilitó y la mano excéntrica cayó sin dejar rastro. Mientras tanto, Vinsen, que había llegado a su lado, se apresuró a sostenerla hoscamente.

Apoyándose en él, apenas corrigió su visión, pero de repente vio un pecho oscuro. De él salía un aire fresco que distaba mucho de la atmósfera de la espléndida Sala del Banquete.

La mirada de Judith se dirigió lentamente hacia arriba, cubriendo sus labios con la mano.

Lo primero que vio fue una mandíbula sólidamente angulada. Al subir un poco más, vio una boca firme que dibuja como una flecha y un puente nasal alto. Su mirada tartamuda llegó por fin a la pupila de color rojo intenso que parecía sangre fresca.

En el momento en que sus ojos se encontraron, Judith no tuvo más remedio que endurecer su cuerpo.

Era un desconocido. Pero, curiosamente, le resultaba familiar al mismo tiempo. Experimentando sensaciones incoherentes, Judith no podía apartar la mirada de él en absoluto.

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