Mi Amado, A Quien Deseo Matar 104
El hombre observó la obscena colaboración entre los delgados dedos de la mujer, trazando círculos sin cesar, los dedos más gruesos que se movían al mismo ritmo debajo. Acercó sus labios a la membrana mucosa rosada que se humedecía cada vez más entre los dedos de ambos, como si la besara. La mujer se estremeció, perdiendo el ritmo.
—Ahora, al ver tus labios sin lápiz labial, me viene a la mente los labios entre tus piernas, y la sangre se me concentra en la parte inferior de la cintura. Son del mismo color. Aunque la sensación es mucho mejor aquí.
—Ah…
Lamió con la lengua un labio, uno de los labios menores, semejantes a los pétalos de una rosa rosa totalmente abierta. A diferencia de los labios lisos y elásticos, la carne suave y tierna se arrugaba suavemente.
El rostro de la mujer se contorsionó. Cuando le chupó los labios menores como si fueran labios, hizo una mueca. Aunque por fuera parecía disgustada, por dentro temblaba como si estuviera loca de placer cada vez que él movía su lengua.
De repente, se le ocurrió algo que aún no han hecho. Con esto, la mujer lloraría a mares mientras, al mismo tiempo, estaría loca de placer y derramaría fluidos vaginales.
El hombre movió rápidamente el dedo que estaba metido en el centro de la vulva. Lo suficiente como para que el fluido vaginal salpicara hacia afuera. Frotó bruscamente la carne apretada dentro de la conchita con la punta de sus dedos, la mujer se tapó la boca con la mano con la que antes se tapaba la cara. No pudo contener sus gemidos.
—Ah, ah…...
En cuanto la llevó al límite, al punto de perder el control y el enfoque de sus ojos, el hombre retiró su mano. Antes de que la conchita abierta pueda cerrarse, algo más se introdujo en su lugar.
Tan pronto como el dedo se retiró, el cuerpo de la mujer, que estaba flácido, se tensó.
Sus ojos, que estaban nublados, recuperan su enfoque mientras mira hacia abajo.
—Espera. ¿Qué… qué estás…?
En cuanto la mujer vio con sus propios ojos que lo que se introducía en su conchita es una gruesa masa carnosa, su lengua, se puso pálida y comenzó a gritar.
—No quiero. ¡No quiero! ¡No lo hagas!
Por mucho que cierre las piernas, no puede hacer nada con la cabeza que está entre ellas. ¿O se olvidó de que para alcanzar el orgasmo debe estimular su cuerpo? Usa hasta las manos, que deberían estar usándose para estimularse, para tratar de sacar la cabeza del hombre; aunque es inútil.
—Ah…...
Como si intentara escapar, se levantó, pero el hombre la agarró para que no pueda moverse y la atrajo hacia él. Su boca se pegó a la conchita. El hombre introdujo su lengua profundamente en la vulva de la mujer, como si estuviera besándola apasionadamente, agitó salvajemente la tierna carne.
—Ah, uh, ah…...
Mientras más áspero y fuerte es el sonido de la carne suave siendo frotada, más explícitos son los gemidos de la mujer. Incluso llegó a frotar el clítoris, que la mujer ha dejado desamparado, los gemidos se cortaron bruscamente hasta que sólo quedaron jadeos.
Las paredes vaginales que envolvían la lengua se contrajeron. La vulva expuesta también latía como un corazón. Era hora.
Las dos piernas, que se habían estado frotando inútilmente contra la alfombra, se aflojaron. La mujer respiró profundamente y levantó su cintura. Trató de recibir el orgasmo que se aproximaba con todo su cuerpo.
Extendió el fluido vaginal, que ya ha empapado por completo la vulva, sobre el clítoris y frotó vigorosamente la punta de su pulgar hasta que hizo espuma. Al mismo tiempo, el hombre presionó la punta de su lengua dentro para raspar bruscamente el techo de la panochita.
—Ah…....
Un maullido como el de un gato en celo se prolongó finamente y luego se cortó abruptamente. En ese instante, la mujer tiembla con todo su cuerpo. Es el orgasmo.
—Uh…....
La mujer, luego de eso, respira con dificultad, llorando y liberando más fluido vaginal. Y finalmente, llegó al orgasmo.
Pshhh.
Un pequeño chorro de orina salió del orificio uretral como un fino hilo de agua, salpicando la cara del hombre. La mujer demostró que el rumor entre los hombres de que las mujeres también eyaculan cuando están excitadas no es un mito.
—Ah, ah…....
El hombre levantó la mirada por encima de las montañas de vello púbico dorado empapadas de fluido vaginal. Vio la cara embelesada por el placer entre los senos que se agitaban por los jadeos. La mujer parecía estar en trance, sin darse cuenta de que acaba de hacer algo sucio en la cara del hombre.
—Tengo mucho trabajo con la leche hoy.
La mujer, por desgracia, era muy observadora. Tan pronto como estableció contacto visual con el hombre que se levantaba, se puso pálida. Se dio cuenta de dónde provenía el líquido que goteaba de la cara del hombre.
Él lamió con su lengua el líquido que caía a la comisura de sus labios, burlonamente, la mujer, horrorizada, se levantó. Recogió una toalla del suelo y limpió la cara del hombre, su querido hombre, con una mirada llena de remordimiento, comportándose como una niña que trata de ocultar un error por miedo a ser descubierta. Es un acto que no tiene nada de lindo, pero de alguna manera…...
—Ah…....
Le cubrió los labios con los suyos, le quitó la toalla y la tiró. Abrazándola con fuerza, como si estuviera a punto de romperla, la tumbó sobre la toalla, que ahora está desparramada.
Antes de que sus labios se separen, la mujer intentó darse la vuelta para quedar boca abajo. El hombre, sin embargo, la volteó a la fuerza para que se enfrenten, le separó las piernas y le introdujo su polla en la vagina.
El miembro se deslizó fácilmente dentro del húmedo agujero, que está tan mojado que gotearía si se abría.
Chap. Chap.
Cada vez que lo empujaba dentro, como si estuviera perforando un estrecho agujero, el sonido del agua era explícito.
—Mira bien. Estoy entrando en ti.
La mujer soltó un sollozo, cerró los ojos con fuerza y se tapó los oídos. Un gesto inútil. No podía dejar de sentir la brutal estaca de carne que se abría paso a través de sus paredes vaginales y se hundía en su vientre. Como para que lo sintiera bien, el hombre, que había estado introduciendo su polla lentamente mientras la miraba burlonamente, se detuvo.
—Ah…....
La comisura de sus labios, torcida por la burla, se abrió, dejó escapar un gemido de admiración. Un escalofrío recorrió su espalda, se le erizó la piel por la presión que sentía, como si le estuvieran succionando la verga.
—Así es como se hace bien.
Como acababa de alcanzar el orgasmo, toda su vulva temblaba y palpitaba. Con la verga aún dentro. Era como si le estuviera poniendo una bolsa de carne blanda y rugosa sobre la verga y lo estuviera agitando salvajemente. Parecía que estaba a punto de correrse de nuevo.
—Uh, no quiero…....
Por dentro, se retorcía para expulsar la lechita, mientras que por fuera se negaba con asco. Qué interesante. La disparidad entre su rostro inocente y su cuerpo maduro era sumamente estimulante.
El hombre tomó sus dos pechos redondos. La carne suave se pegaba a sus palmas. Al apretar, se ablandaron dócilmente y se deslizaron entre sus dedos. Nunca había amasado masa, pero ¿sería así? Mientras amasaba, daba vueltas y apretaba esa masa blanquecina, los pezones comenzaron a pincharle las palmas.
—Ah… no, no lo hagas.
Cuando torció los pezones rosados y prominentes, la mujer intentó desesperadamente quitarle las manos. Mientras que ella misma apretaba y torcía la polla del hombre contra su vulva.
Parecía decidida a exprimirle toda la lechita.
Aunque la penetración se había detenido, estaba a punto de correrse. Era una pena, pero tuvo que quitarle las manos del pecho.
—Pensar que no iba a aprovechar a una mujer tan excitante… Edwin Eccleston es un tipo con mucha suerte, ¿no crees?
—Sniff, señor… lo siento…
La mujer se cubrió la cara y el pecho con los brazos y sollozó.
— ¿Por qué lo sientes? Debería ser tu tutor el que te pida perdón.
Es decir, que la parte que tiene un mal tutor y que ha caído en manos de un monstruo extraño es la que debería recibir disculpas. Aunque una perra tan leal como para ser ciega no podría pensar de esa manera.
—Oye, ¿qué te parece?
Le preguntó fingiendo que le hablaba a la cabeza, la mujer abrió mucho los ojos y lo miró fijamente por encima de sus brazos.
—El Señor dice que se siente bien. Así que tú también debes disfrutarlo.
Cuando el rostro de la mujer se puso blanco como la nieve, torció sus labios.
—Es una broma.
Pero no es una mentira.
— ¿Te cuento un secreto?
El hombre acercó sus labios a la oreja de la mujer, donde sus manos no alcanzaban a cubrir, le susurró un dulce veneno.
— ¿Creías que fui yo quien se corrió dentro de ti mientras te movías en tu cama en la terraza de Magnolia ese día?
Los ojos de la mujer, que estaban cerrados con fuerza, se abrieron de golpe. Había mordido el anzuelo.
—Fue tu tutor. Le diste la vuelta a mitad del acto, pero él no se detuvo. Dijo que no sabía que el sexo pudiera ser tan bueno.
Movió su cintura como para recrear ese momento.
—Ah, ah, ah…
—Te frotó la pinga dentro hasta el final, se corrió dentro sin sacártelo. Dice que te disfrutó mucho.
—… ¿El Señor realmente hizo eso?
Miente con la misma facilidad con la que respira, pero esto es verdad. Aunque omitió la parte de que no sabía que era Gisele.
—Pero, ¿no verte como una mujer? Es una descarada mentira.
Las pupilas en la sombra se agitaban. No sabía si la mujer realmente estaba dudando de sus palabras, o si está fingiendo para burlarse de él de nuevo.
Asure: Bueno chiques, lectores de la novela, espero hayan disfrutado la minimaraton de 3 capítulos .... Hasta el lunes :v
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