Anillo Roto: Este matrimonio fracasará de todos modos 172
Cosas que no son justas (13)
—…En ese momento, Señora Inés se quedó realmente aturdida. No se nota mucho, pero esa es la expresión que pone cuando se asusta.
—¿Ah, sí?
—¿Sabes? Esa expresión suya tan rígida, tan impasible. Si la observas bien, lo notarás. Está completamente rígida. Habla con normalidad, pero si le haces preguntas desde distintos ángulos, de forma inesperada, como una emboscada, sin descanso, una tras otra, en algún punto se vendrá abajo y se notará.
—Ah, quieres decir que la bombardee con preguntas.
—Sí. Aunque se derrumbe, tampoco se nota mucho, pero es que nuestra Señora Inés es tan fría...
—Quita lo de 'nuestra'.
Kassel dijo eso con una expresión fría de repente. ¿Cómo no iba a saberlo? Raul asintió con la cabeza sin pensarlo mucho.
—Sí, bueno, en fin, eso fue lo que pasó. Todos quedaron asombrados por la compostura de la señora Inés, pero en realidad no tuvo ni un segundo para tranquilizarse.
—Que Inés Valeztena se pusiera tan nerviosa por mi desmayo...
Lo dice con un tono de pena y sorpresa, pero en realidad sonríe con una sonrisa que parece que va a partirse en dos. Tiene una expresión de felicidad absoluta.
—Bueno, es que pasó algo que nadie podía imaginar.
—Ni siquiera ella podía imaginarlo.
Como si él tampoco pudiera imaginarlo, pero con un toque de inocencia que lo hace adorable.
—…¿Quién podía imaginarlo?
—¿Qué?
Si el sujeto es otra persona, se hace el que no ha oído. Seguro que no ha oído nada, y estará pensando en sus momentos con Inés. Raúl lo dijo con naturalidad.
—Al capitán.
—A mí, ¿qué?
—Así es.
—Ah.
—Y entonces, el capitán llegó a la mansión, antes de que yo o Alfonso lo lleváramos al segundo piso, Señora Inés lo interceptó en la entrada y lo condujo...
—Me gusta la intención de Inés, pero no me gusta el resultado.
Hablaba como si Inés tuviera un bicho encima. Por cierto, ya ha pasado más de una semana.
—Es una prueba de lo nerviosa que estaba. Después de esperar tanto al capitán, al ver que se desmayaba al entrar en la habitación, se quedó atónita y le cerró la puerta de golpe en la cara.
—Hizo bien.
—Y entonces, como si pensara que el capitán se iba a morir, empezó a darle bofetadas en las mejillas...
—…....
Ay, Raúl hizo un gesto de incomodidad. Se le había ido la lengua y había dicho algo que no debía...
—…Por supuesto, le hicimos saber que no era necesario, pero ella no nos escuchaba, estaba tan angustiada por el estado crítico del capitán...
Que estaba en estado crítico, ¡una mierda! Pero al menos Inés lo pensaba así.
—¿Cómo podía estar tan angustiada? ¡Y no era cualquiera, era la señora Inés! ¿Por qué, como cuando rescatas a alguien que se ha caído al agua, le das una bofetada en la cara? Estaba muy angustiada.
Parece que está diciendo que la ha cuidado mucho. La explicación exagerada de Raúl, que magnifica la reacción de Inés, presenta a la mujer de una forma conmovedora, ocultando sutilmente el hecho de que en realidad no derramó ni una lágrima y se limitó a mirar fijamente al paciente.
—De hecho, me pica un poco la cara.
Kassel se rascó la cara y murmuró.
—Pero tú deberías haberla detenido.
—Sí, claro. Pero no nos atrevimos a ponerle la mano encima a esa persona tan importante...
—Da igual que sea una persona importante, ¡deberías haberla detenido! ¿Y si Inés se hacía daño en la mano?
—….....
—Ya de por sí tiene la piel tan delicada y fina... ¿No la habrás golpeado mucho, verdad?
La golpeó mucho. Si le respondiera con la verdad, parecería un loco por querer sujetar la mano de Inés y darle un ungüento para aliviar el dolor de forma retroactiva, así que Raúl negó con la cabeza lentamente.
—Bueno, entonces ya está. A partir de ahora, ten más cuidado y vigílala para que no se haga daño.
Era algo que nunca había oído en toda la vida de Raúl, que se había dedicado a cuidar a Inés. Ahora le parecía que Kassel era algo raro. No sé si siquiera se da cuenta de que es él quien ha recibido los golpes de Inés.
—Y otra cosa.
—¿Sí?
—¿Qué más hay? Aparte de que Inés me golpeara, ¿qué otra cosa hizo de adorable por mí, algo que la hiciera perder la cabeza?
—…....
Sí que se da cuenta... pero en un sentido peligroso. A Kassel le parece precioso que Inés haya perdido la cabeza. Sus ojos y su boca, incapaces de contener la sonrisa, reflejan todos sus sentimientos.
Si muriera a manos de Inés, hasta los fantasmas se alegrarían de su muerte. ¿Cómo ha podido llegar a ser tan grave...? La crítica de Raúl a Kassel pasó de Bueno, yo lo haría... a Para ser él, no está mal..., luego a Sorprendentemente, parece que sí que piensa en mí, luego a Pensé que no se había dado cuenta de..., luego a Es bastante bueno, finalmente a Por qué lo hace tanto....
Y ahora ya es algo asombroso. Incluso el culpable no lo entendería.
—…Comprobó si el capitán respiraba.
—Qué adorable.
—Le levantó los párpados.
—Ah, qué adorable.
—Cuando le dijimos que parecía que solo estaba durmiendo, se enfadó.
—Adorable...
—Le pedimos que lo trasladara a otra habitación, pero ella quería seguir vigilándolo.
—Eso significa que no podía apartar la mirada de mí...
—Se enfadó y se preocupó porque pensara que se iba a morir por su culpa.
—Adorable... Tan rígida de cabeza, pensar que me iba a morir por una simple gripe... Qué adorable...
—…...
—Maldita sea, ni siquiera pude verlo.
Se le puso la cara como si fuera a derretirse, y de repente se puso furioso y soltó una palabrota. Es por eso que dice esas cosas. ¿Quién podría entender a un hombre así?
—Así que al final le dijimos lo que dijo el capitán, que en dos horas se recuperaría...
—Solo dos horas, si lo sabe, ¿para qué se preocupa? ¿Por qué dijo eso?
—…Al final, le dijimos que a la señora Inés no le gustaba que se preocupara tanto...
—Claro que no le gusta que se preocupe, si solo es por un rato. ¿No puedo disfrutar de eso? ¡Yo ni siquiera pude ver esa parte adorable!
Ya pasó, así que se comporta así. ¿Qué caprichos tendrá la próxima vez que le pase algo así? En fin, es imposible entender el humor de las personas importantes. Como los dos Escalante a los que sirve.
—…Señora Inés no hizo caso ni a mis palabras ni al diagnóstico del capitán, así que no te preocupes. Se preocupó demasiado, hasta el punto de ser innecesario. Supongo que si el capitán vuelve a desmayarse, hará lo mismo.
—No digas tonterías, que se va a desmayar.
—Lo siento.
—Pero, ¿podría volver a desmayarse?
—…
—Maldita sea... Mi cuerpo está demasiado sano. ¡Debería haberme despertado cuando Inés me estaba golpeando!
Seguro que solo quiere ver con sus propios ojos a Inés perdiendo la cabeza.
—…Y aunque el capitán dijo que no era nada grave, la señora Inés seguía sin estar de acuerdo...
—Ni siquiera se conformó.
—Decía que usted se había excedido y que ella le había contagiado la gripe. Al final, el capitán reconoció la influencia de la señora, pero en realidad le dijo que usted era un poco débil para el estrés...
—…¿Qué?
—Ah, ¿no lo ha oído? El capitán dijo que usted, por lo general, no tiene que pensar mucho, así que si se pone demasiado nervioso o piensa demasiado, su cuerpo se resiente...
—…....
La felicidad desapareció por completo del rostro de Kassel.
—¿Quiere decir que soy un tonto?
—No, es que piensa demasiado...
—¿Quiere decir que soy un inútil que no piensa en nada?
Claro que lo quiere decir, pero no solo eso. Raúl negó con la cabeza con rapidez.
—Es que se pone demasiado nervioso. Yo entendí que usted es un poco sensible al estrés...
—Sensible al estrés, ¿quiere decir que soy como un jarrón de cristal? ¿Un tipo frágil que se rompe si lo tiras?
—¿Quién pensaría eso?
Con ese cuerpo tan robusto... Raúl solo parpadeó con rapidez. Parece que lo que debía omitir no era la paliza de Inés.
—Esa tontería, Inés lo ha oído todo.
—…También dijo que era por el cansancio físico...
—Valan. ¡Te dije que lo echara hace tiempo! No quería preocuparla.
¿Y ahora que se ha vuelto loco por la preocupación, se ríe? ...Qué vergüenza, debe de tener asco de que se haya enterado de todo... Kassel hizo una mueca de rabia y reprendió a Raúl por su incapacidad.
—Tranquilo, se lo echó de inmediato, diciendo que era un charlatán.
—…Ese charlatán......
Si supiera que esa noche Alondra dijo: Capitán Maso es un poco guarro, pero parece que en su trabajo es bastante bueno, y que Inés solo asintió con la cabeza al oírlo, no podría imaginar lo miserable que se sentiría Kassel.
Raúl asintió con la cabeza. Un silencio solemne se apoderó del ambiente por un momento.
—…Ya que hablamos del asunto de ese infiel...
—¿Se refiere a Capitán Maso?
—Necesito un plan.
—Por cierto, lo mencionó en el cuartel general...
—Sí, eso.
—Sí.
—Voy a hacer correr el rumor de que estoy loco.
—¿Qué?
—Voy a hacer correr el rumor de que estoy completamente loco por Inés.
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