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Anillo Roto: Este matrimonio fracasará de todos modos 128

Las brasas están en todas partes (5)





...cuando me vistes y ....

Cuando dijiste que deberíamos tener sexo más a menudo.

Así es, pero.......

¿Y si me lo imagino y no puedo soportarlo?

¿A quién se le ocurriría eso?

¿Quién te dijo que te vistieras tan sexy?


¿Un vestido negro con escote pronunciado, mangas que le envolvían toda la muñeca y sin volantes? Erótico estaba en su mente. Cuando Inés rió, un sonido incorpóreo, él retorció el agarre sobre sus pechos, retorciendo los sensibles pezones entre sus dedos.


Eres tan divertida y tan despreocupada, Inés.

Tú eres la graciosa.

¿También te parece divertido?


Apretó los labios contra su hombro: '¿Y esto?', luego contra su esternón: '¿Y esto?', y luego contra su espalda: 'Y esto', y luego contra la parte baja de su espalda.... Infantil...... pretendía ser aún más gracioso.

Inés soltó una pequeña carcajada. Sus labios trazaron la curva desde la punta de su cintura hasta sus caderas y, en ese momento, la mano que había estado tanteando hacia abajo se introdujo profundamente en su interior.


¡Ah......!


Apretó los labios contra la hendidura de su cadera, aún a través de la ropa interior, y mordisqueó la redondez de sus nalgas mientras introducía los dedos un poco más.

Las caderas de ella se movieron a lo largo de los dedos cuando salieron, la opresión del hueco hizo que volvieran a entrar, todo su cuerpo se estremeció cuando los dedos rozaron sus paredes internas. Los jugos que habían salido goteaban por el interior de sus muslos.


¡Hmm, sí, ah... ah!


La otra mano agarró con fuerza su pelvis, inmovilizándola. Los pulgares tiraban simultáneamente del interior curvilíneo de sus nalgas y de las bragas que se había bajado sobre el perineo, separando aún más su coño. Sentía las miradas clavadas en mi desnudez. Cuando ya no pude mover las caderas para absorber la descarga de placer como antes, mis dedos se deslizaron hacia fuera, se frotaron dentro y la sensación de ser empujado de nuevo hacia dentro se hizo más aguda.

El placer se intensificó. Siempre había sido un proceso innecesario para Inés. No era una prueba para producir un heredero, ni para excitarle a él, un extraño, sino únicamente para su placer.

Kassel siempre se había esforzado, pero siempre había sido algo a lo que ella no podía darle mucha importancia. No es importante, así que vayamos al grano....

La parte racional de ella lo pensó por un momento. Sabía que necesitaban tener tanto sexo como necesitaran, que necesitaban estar tan excitados como fuera necesario para tener sexo, que necesitaba mojarse ahí abajo, entre las piernas, para que le resultara más fácil aceptar aquella cosa inhumana....... Esto estaba fuera de lugar. Mi mente brillaba de blanco.

Deseaba llegar al clímax cuanto antes. Lo estaba haciendo a propósito. Para burlarse de ella durante mucho, mucho tiempo, sin tocarla donde más lo sentía, sin darle el tipo de caricias burlonas que la llevarían al clímax rápidamente.

Kassel sacó los dedos del interior de Inés y los deslizó a lo largo de su húmedo conducto. Desapareció en su interior y su polla salió de ella con un movimiento fluido. El vacío arañaba su interior. Deseaba que se diera prisa en correrse. Quería que la llenara, que la llenara tan profundamente que no pudiera pensar en nada más. Quería que fuera más despacio, que se impacientara con ella.

Pero su aliento aterrizó de repente cerca de su húmedo coño. Inés se estremeció y retorció las caderas.


No huyas, Inés.

Ni siquiera te has lavado todavía ... Hmm, no hagas eso. Kassel... para... estoy sucia....

Siempre estás limpia. Eres perfecta.

¡Haha, sí...! ¡Hmph!

Shh ... sí. Deberías quedarte así.......


Kassel agarró con firmeza la pelvis de Inés, se dejó caer detrás de ella como un perro y enterró sus labios en los de ella. Su lengua emitió un sonido lascivo mientras lamía con fuerza los labios de la mujer, haciendo que el sensible coño de ésta se retorciera vergonzosamente con cada exhalación. Las yemas de los dedos de Kassel volvieron a tocar su clítoris, que nunca antes había tocado, salvo para rozar su ropa interior al principio.

Lo frotó con fuerza, mordiendo con fuerza la prominente carne entre su escote. Sus labios, succionando ávidamente hacia abajo, emitieron un sonido grave.

Las comisuras de mis ojos se humedecieron al instante. Su lengua se hundió en su orificio vaginal, luego bajó los labios y el duro puente de su nariz se enterró en su coño. Inés gimió con un sollozo y se desplomó en sus brazos. Sus pechos desaparecieron en la prenda que se le había caído y se desplomó sobre la cama, con la espalda desnuda pero aún vestida y el culo desnudo en alto.

Su cara se hundió entre sus nalgas.


Kassel, ahhh... para, hehe....

Ha, Ines....

Para, ha, ha, no hagas eso.... urgh.......

Créeme, estás muy guapa aquí.......


Su culo se sacudió y se retorció, soltando un torrente de lágrimas. Kassel se lo tragó todo. Se le pusieron los pelos de punta. Sus gemidos se hicieron incontrolablemente fuertes.

Aquello era más placer del que necesitaba. No tenían por qué acostarse así, como si se gustaran tanto que no pudieran soportarlo. Incluso caricias unilaterales como esta, rozando la adoración de un hombre....

Su relación podría ser mucho más fácil si él pensara un poco más en sí mismo. Si sólo se preocupara de satisfacer sus propias necesidades, como la mayoría de los hombres....

Ah, ah...... Inés se tragó un gemido que se elevó sin sonido hasta convertirse en un grito.

Se sentía tan bien, tan vergonzosa; nunca lo había deseado así. Tras alcanzar el clímax una y otra vez en cuestión de instantes, Inés pensó que había perdido la cabeza. Su cuerpo se retorció hacia un lado mientras se desplomaba, Kassel le dio la vuelta y la tumbó en el suelo.

Sus piernas se abrieron de par en par mientras él volvía a enterrarle la cara en el coño como un loco.

'Loco, loco, tú.... Cabrón loco......'

Inés maldijo y se retorció como si estuviera perdiendo la cabeza, pero ya la estaba perdiendo cuando él la agarró por debajo de la cintura y tiró de ella hacia su boca.

Kassel inclinó su rostro esculpido mientras le lamía el agujero, pasando la lengua por sus labios temblorosos, chupando y besando su clítoris. Sus caderas subieron y bajaron involuntariamente, y entonces su visión se quedó en blanco, sus dedos se pusieron rígidos.

Un placer aterrador, ahora en un reino sobre el que no tenía control, invadió todo su cuerpo, seguido de un lánguido letargo que la dejó incapaz de mover un solo dedo. Apenas conseguía mantener los ojos abiertos y, mientras respiraba pesadamente en el resplandor de sus repetidos clímax, Kassel se tragó los jugos transparentes que brotaban de su interior, lamió la zona que la rodeaba y sólo entonces se puso de rodillas.

Su enorme polla ya sobresalía de los pantalones, erecta y lista para estallar ante ella. La punta ya estaba transparentemente mojada, y su cara, desde la punta de la nariz hasta la barbilla, estaba empapada de sus jugos. Inés se dio cuenta de que no podría hacer nada mañana.

A duras penas conseguía no desmayarse. No quedaría mucho en su cuerpo para recibir un arma como ésa, él se aseguraría de confinarla a la cama mientras la temía...... Mientras Inés se preparaba tan tranquilamente, él movió la rodilla entre sus piernas aún abiertas y se acomodó entre ellas.

Kassel la miró, lamiéndose los labios lujuriosamente húmedos. La punta de su nariz se estremeció con sus jugos. Ella ya podía sentir cómo le llenaba el vientre, aunque sabía que sería una ilusión una vez que la cosa grande estuviera realmente dentro de ella.......

Los ojos de Kassel recorrieron lenta y largamente a la persona, su mirada descaradamente lasciva entre las piernas de Inés. Todo su cuerpo estaba lánguido, como adormilado, pero sólo su evidente necesidad era evidente. Inés levantó y separó sus piernas indefensas mientras él las reconstruía. Su coño se abrió ante él. Él se acercó, como si fuera a clavarle la polla en cualquier momento, luego iba a sentarse a horcajadas sobre ella.......

¿......Kassel...?


Él no contestó, sólo bajó los ojos para mirar fijamente a Inés como si quisiera devorarla, pasó su gran mano por la longitud de su polla.

Kassel la miraba, masturbándose. Durante lo que pareció una eternidad, movió la mano sin prisa, luego apretó los dientes y la sacudió con rapidez.


Haah.......


Los músculos del pecho de Kassel se contraían y relajaban visiblemente con cada fuerte exhalación. Su polla, que había subido hasta lo alto de su vientre, palpitaba y goteaba líquido transparente, del mismo modo que él no podía apartar los ojos del cuerpo desnudo de Inés ni un instante, ella no podía apartar la vista de sus rasgos distorsionados.

El pelo rubio y sudoroso se balanceaba y despeinaba sobre su frente. Se le cortaba la respiración. Incluso más ahora, viéndole masturbarse, que cuando habían estado enredados en un frenesí, retorciéndose y gimiendo.

Dejó escapar un pintoresco y lujurioso suspiro mientras su mirada viajaba de entre sus piernas a su vientre plano y su esbelta cintura, luego a sus pechos firmes y su esbelto escote, después a su barbilla respingona y sus labios entreabiertos.

Su marido la observaba ahora, masturbándose ante sus ojos.

Kassel sólo la miraba a ella. Sin tocar nunca el cuerpo de Inés. Era una paciencia minuciosa, como si supiera que si la tocaba, aunque sólo fuera un instante, ya no habría vuelta atrás. Sentía como si se hubiera convertido en un hombre muy lujurioso, aunque no estuviera haciendo nada más que estar allí tumbado.

Estaría bien que quisiera huir despavorido, ya fuera por preocupación o por cuidado, pero no lo hizo, lo cual era una lástima, pensó Inés con una extraña satisfacción mientras le tendía la mano.

En lugar de entregarse a ella, Kassel enterró la mejilla en sus delgados dedos y apretó los dientes, gimiendo con dureza. Su mano se deslizó cada vez más abajo, hasta que estuvo encima de ella.

Pero sin romperse, sin tocarla, eyaculó sobre su vientre. Un fino chorro de lechita le salpicó el pecho. Kassel la levantó y la abrazó.

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