La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 79
"Claro. Cómpralo todo, y cualquier otra gema que sea barata".
Cuando acabe la crisis de la Rubina, la demanda de joyas volverá a la normalidad.
O tal vez se disparará durante un tiempo, ya que algunas personas vendieron lo que tenÃan porque compraron Rubina.
"Entendido".
Como si nada, Leather salió de la habitación.
Unos dÃas después, presentó una enorme letra de cambio por gemas.
Exageró un poco la cantidad que habÃa comprado, suficiente para llenar el palacio.
Junto con ella, trajo a un mago que habÃa creado él solo una piedra llameante.
"¿Perdón...? ¿De verdad vas a producir esto en masa?".
El mago tenÃa cara de estupefacto, como si no se hubiera dado cuenta de que me iban a elegir como patrocinador.
Sonreà satisfecho.
"Asà no, ¿puedes bajar un poco la temperatura?".
"SÃ, eso es fácil, pero ¿para qué lo vas a usar?".
"Compresas calientes".
La mandÃbula del mago cayó como el cuero al darse cuenta del valor de mi invento.
Qué desperdicio. Además, debÃa de hacer frÃo fuera, y podrÃa haber estado sentado sobre una gallina de los huevos de oro.
Pero era demasiado tarde. Ya habÃa redactado un acuerdo de reparto de ingresos.
Le dije al mago demacrado
"Te pagaré lo que quieras. Sólo hazlo rápido y que sea mucho".
Poco después, el hot pack fue lanzado por Luminous.
Unos dÃas antes de que el paquete caliente fuera lanzado.
Hice una visita al Palacio Imperial. Ostensiblemente para dedicar el nuevo producto de Luminous, pero en realidad para deshacerse de una mina abandonada que Luminous habÃa comprado.
Una vez que el paquete caliente se libera, Rubina está condenado. Necesitaba poner algunas cosas en orden antes de eso.
La compré para Raven, asà que no me importa que la mina se convierta en un pedazo de basura, pero serÃa un desperdicio no convertirla en dinero.
Tengo que aprovechar las oportunidades cuando se presentan.
"Has recorrido un largo camino, Pequeño Marqués Lavirins".
La Reina salió inmediatamente al enterarse de mi llegada.
Ella era conocida por enviar a los nobles lejos para ser domesticados y luego volver una o dos horas más tarde.
Pero conmigo, salió enseguida.
El lugar al que me llevaron era una de las salas de audiencias más grandes de todo el castillo, y estaban sirviendo tés y refrescos raros de otros paÃses, raramente vistos incluso en la finca de Lavirins.
Supongo que los rumores eran ciertos'.
Chasqueé la lengua en mi cabeza.
'La mina abandonada del marqués Cherish al oeste no es suficiente para abastecer de rubina'.
El marqués Cherish era presionado cada dÃa para vender la mina. Cuanto más aguantaba, más subÃa el precio, asà que estaba intentando ver hasta dónde llegaba, pero necesitaba vender antes de que valiera una mierda.
Después de tomar un sorbo de té, la Reina habló.
"He oÃdo que te han nombrado marquesito, enhorabuena".
"Gracias. DeberÃa haber venido a saludaros antes, pero las circunstancias me lo impidieron".
"No, he oÃdo que ha ocurrido algo en Lavirins. Espero que las cosas se estabilicen rápidamente. Gracias por su comprensión".
Después de intercambiar cumplidos, hubo un breve silencio.
La Reina parecÃa querer que sacara primero el tema de la mina abandonada.
Pero me tomé el té en silencio, fingiendo que no sabÃa nada.
Si necesitas algo, apuñálame.
No tengo intención de doblegarme a la voluntad de los demás.
Finalmente, la Reina, cansada de esperar, habló primero.
"Estás aquà hoy como representante de Luminous, ¿no es as�"
"SÃ."
"Entonces, ¿también tiene autoridad para hablarle de las minas de Luminous?".
Dejé mi taza de té y bajé los ojos dócilmente.
"Por supuesto".
"Me alegra oÃr eso. Verás, la construcción del Palacio Rubà está a punto de terminar. Los pilares están hechos de los mejores rubÃes, el techo es de oro y zafiros, y las paredes están salpicadas de diamantes y amatistas. El marqués quedará maravillado cuando lo vea".
"Sólo puedo imaginar lo hermoso que debe ser, aunque, por supuesto, no se puede comparar con la belleza de Su Alteza Imperial".
"Oh, gracias por el cumplido... Es una pena, la verdad. Si hubiera descubierto la rubina un poco antes, habrÃa decorado todo el lugar con ellas".
"Yo también creo que es una pena."
"Lo sé, ¿verdad? Por eso".
La Reina se inclinó hacia mà y bajó la voz a un susurro.
"Últimamente, he estado intentando que la decoración del salón principal y la estatua central del ángel sean de rubina, pero lo que tiene el marqués Cherish no es suficiente...".
"Si puedo contribuir aunque sea con una pequeña cantidad, estaré encantado de vendérselos a Su Alteza. Estoy seguro que el Alto Señor Luminoso estará complacido."
"Oh, gracias."
¿Por qué, pensaste que te lo darÃa gratis?
No serÃa mala idea regalarlo y socializar con la Reina, pero incluso con Reynos, Ãbamos a tener que luchar por él en algún momento.
No era tan estúpido como para gastarme una fortuna en unas acciones que se convertirÃan en papel mojado.
Pero que la Reina se decepcionara conmigo tampoco era una buena opción, asà que dejé que saltaran chispas hacia Essit.
"Es un honor indescriptible que nuestros bienes se utilicen en la construcción del Palacio Imperial. En mi corazón, desearÃa poder devolverle a Su Alteza esta gran oportunidad, pero..."
Hice una pausa, jugueteando con el borde de mi taza de té.
Hablé con expresión amarga, como quien ha puesto precio a regañadientes a una mina abandonada.
"Por favor, comprenda que los precios de Rubina dificultan que los pequeños grupos de comerciantes como el nuestro tomen este tipo de decisiones".
"Lo comprendo".
La Reina asintió, volviendo a su benevolencia habitual.
"El conde Essit compró la mina abandonada a un precio ridÃculo".
"Gracias por su comprensión, y este es mi regalo inesperado para Su Alteza".
Le tendà la caja que habÃa traÃdo a la doncella de la Reina.
La doncella confirmó que el contenido de la caja no era peligroso y se la entregó a la Reina.
Al ver el regalo, la Reina soltó una pequeña exclamación.
"Madre mÃa".
La caja contenÃa un paquete caliente que parecÃa un bonito guijarro y unos cuantos pergaminos del prototipo.
La Reina cogió el pergamino de sus temblorosas manos y se maravilló ante él.
"Un regalo tan precioso".
El pergamino no contenÃa más que un hechizo de luciérnaga que brillaba al rasgarse, pero la Reina, que siempre se habÃa interesado por la magia, quedó impresionada.
'No te impresiones sólo por el papel, mira las piedras'.
le recordé a la Reina, que apenas podÃa apartar los ojos del pergamino.
"La piedra de al lado también es una herramienta mágica".
"¿Ésta?"
La Reina dejó el pergamino y sacó una bolsa caliente. Estaba frÃa, pero en cuanto la tocó, empezó a calentarse.
La Reina abrió los ojos sorprendida.
"¿Está caliente?"
"Dijiste que tenÃas las manos y los pies frÃos, asà que te la he preparado. Es una herramienta mágica llamada 'Hot Pack' que pronto lanzará Luminous".
"Oh mi..."
Tras un largo momento de admiración, la Reina hizo rodar la compresa caliente entre sus manos. Estaba bastante satisfecha, y una leve sonrisa apareció en su rostro.
"Está realmente caliente, estaré calentita este invierno gracias a usted, mi señora. Aún no has celebrado tu nombramiento como Pequeño Marqués, ¿verdad? ¿Qué tal si la celebras en el Palacio RubÃ, si no te importa?"
"¿En el Palacio Rub�"
"SÃ, ya que la construcción está casi terminada. Me gustarÃa que fueras el primero en encender la primera vela en el nuevo Palacio RubÃ".
Ohhh... Me maravillé interiormente.
Esta era definitivamente una buena oportunidad.
El Palacio Rubà no era algo que pudieras tomar prestado sólo porque quisieras; era el primer anfitrión después de la reorganización.
Como en todo, ser el primero es simbólico.
Por lo que he oÃdo, varias familias han hecho esfuerzos extraordinarios para reclamar el honor de ser el "primer anfitrión".
He oÃdo hablar de gente que pagaba sobornos caros e incluso que les estampaban la cara al saludarse por la mañana, al mediodÃa y por la noche.
Eso es lo que me vino a la mente.
Pero no respondà de inmediato.
'Esto podrÃa hacer que Reynos malinterpretara la relación entre la Reina y yo'.
Lo último que quiero es sembrar la semilla de la discordia.
Me inventé una excusa adecuada.
"Gracias por esta inmerecida oportunidad. Sin embargo, es difÃcil para mà hacer el trabajo de un salón de banquetes por mi propia iniciativa. ¿Puedo pedir permiso a mi padre para proceder?"
"Por supuesto, por favor envÃeme su respuesta cuando le plazca".
La Reina aceptó amablemente.
Esto me dio tiempo para preguntar a Reynos.
Y asÃ, después de una exitosa reunión privada con la Reina, fui escoltado fuera del palacio por sus criadas.
'Ugh.'
Fruncà el ceño al ver a los humanos venir desde la otra dirección. Qué mala suerte, encontrarse en un lugar como éste.
Delante de mà estaba el conde Essit, y detrás de él ese bastardo de Duval.
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