LESVAC 80

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La Emperatriz se volvió a casar 80

Esperando la felicidad



Sovieshu le mintió a su madre. Navier se había comido las galletas mezcladas con drogas.

"Los efectos secundarios no se manifiestan con todos."

Después de que Sovieshu terminó su historia, presionó su mano contra su sien y cerró los ojos.

"Hasta la edad adulta, pensé que estaría bien, ya que solo sucedió una vez. Mi madre había usado mucha droga, pero Navier y yo éramos jóvenes y saludables. Nuestra dieta también había sido reemplazada por ingredientes que neutralizarían los efectos de la droga."

Pero no tuvieron ningún bebé.

"Cuando me convertí en adulto, me pregunté si la razón por la que no teníamos hijos era porque la droga afectó a la Emperatriz o a mí, o a ambos."

Sin embargo, después de que Rashta quedó embarazada, estaba seguro de que era la Emperatriz la que era estéril.

El Sumo Sacerdote escuchó seriamente la historia de Sovieshu. La Emperatriz no había quedado embarazada, todo debido a una droga que había consumido sin saberlo años atrás. Bastaba con eso para asumir que era estéril.

Además, el incidente involucró a la anterior emperatriz, la madre de Sovieshu. Ella ya había estado envuelta en una serie de escándalos, y había hecho sufrir mucho a varias concubinas. Otro escándalo no podía ser colocado sobre ella, y Sovieshu tuvo que mantener la boca cerrada para proteger su honor.

El Sumo Sacerdote pensó que era inusual que la antigua emperatriz no hubiera separado a la joven pareja, a pesar de que su futura nuera podría ser estéril. La emperatriz promedio probablemente habría reemplazado a la Princesa Heredera como medida de precaución. Parecía que la anterior emperatriz albergaba cierta debilidad por Navier. El Sumo Sacerdote estaba convencido de esto.

"No puedo renunciar a mi único hijo. Tengo que protegerlo."

Ante las duras palabras de Sovieshu, el Sumo Sacerdote suspiró.

***

Me quedé mirando las palabras impresas frente a mí, pero no pude encontrarles ningún sentido. Leí el documento nuevamente. Todo se resolvería pronto; quién sabe cómo resultarían las cosas. Mi mente no dejaba de preguntarse qué tipo de conversación tenían el Sumo Sacerdote y Sovieshu.

Tres horas después, cuando recibí la noticia de que el Sumo Sacerdote quería verme, sentí una extraña sensación de alivio.

'Él vendrá.'

Cerré los ojos y respiré hondo.

"¿Por qué te visita el Sumo Sacerdote?"

La Condesa Eliza me había informado que había llegado, pero su expresión era intranquila.

"No lo sé... tendré que verlo primero."

La Condesa Eliza asintió y salió de la habitación. Después de un momento, la puerta se abrió nuevamente y entró el Sumo Sacerdote. Recordé cómo se veía cuando se había burlado de Sovieshu y de mí mientras hacíamos nuestros votos matrimoniales, pero esta vez su barba era blanca debido a los años.

Cerró la puerta, pero no se acercó a mí de inmediato. Simplemente me observó detenidamente. Sus ojos, aunque cálidos, temblaban bajo su rostro arrugado. Le sonreí incómodamente, y él murmuró, "Lo sabes," luego sus hombros y su pecho cayeron repentinamente como si finalmente hubiera descubierto cómo respirar. Había estado preocupado por cómo decirme que Sovieshu quería divorciarse de mí.

"Por favor, venga aquí."

Me levanté de mi escritorio y saqué una silla para él. Avanzó con pasos pesados, decidiendo las palabras correctas para decir.

"Entonces se llegó a esto."

"Sí."

"Emperatriz Navier. Ustedes dos estaban muy unidos."

"Era solo un castillo de arena."

El Sumo Sacerdote apretó sus labios. Quería objetar y decir que eso no era cierto en absoluto, y en parte, yo pensaba lo mismo. Todas las sonrisas que Sovieshu y yo compartimos no estaban hechas de arena.

Pero eso ya estaba en el pasado. Él había encontrado un nuevo amor, y yo solo era un transeúnte.

El Sumo Sacerdote puso sus manos sobre la mesa y apretó los puños varias veces. Mientras tanto, la Condesa Eliza trajo café y galletas, mirando la escena con ojos ansiosos. Ella dejó el refrigerio en la mesa, pero el Sumo Sacerdote no tocó la comida.

"No es demasiado dulce."

Lo invité a comer, pero él negó con la cabeza. No, miró fijamente las galletas y se agarró el pecho.

'¿Él odia las galletas?'

Su reacción fue más intensa de lo que esperaba. ¿Debo hacer que retiren las galletas? Mientras pensaba en qué hacer, volvió a hablar, informándome de la razón por la que Sovieshu solicitó el divorcio.

"El Emperador Sovieshu ha declarado que las razones del divorcio obedecen a que el hermano de la Emperatriz, Lord Koshar, empujó a la concubina embarazada del emperador, secuestró y dañó al Vizconde Roteschu para averiguar las debilidades de la concubina, además de sobornar a los padres falsos para estafarla."

"Eso no tiene sentido."

"... Y debido a que la Emperatriz es estéril, el Emperador Sovieshu debe proteger al bebé de la concubina."

"Una vez más, eso no tiene sentido."

El Sumo Sacerdote suspiró, pero antes hablé en un tono más firme.

"No puedo aceptar nada de eso."

Incluso sabiendo que Sovieshu se estaba preparando para divorciarse de mí de antemano, no podía aceptar tales razones insultantes. Tenía que decir que no, aunque eso no tuviera mucho efecto en el proceso de divorcio.

El Sumo Sacerdote dio otro pesado suspiro, y juntó las manos en un gesto de súplica.

"¿Por qué se han distanciado tanto?"

"Solo hay una razón."

"¿Una?"

"El corazón del Emperador se fue a otra persona. Eso es todo."

El Sumo Sacerdote exhaló, y luego me miró con ojos graves.

"Continuaré con el proceso de divorcio, pero esto no será fácil para ti. ¿Lo entiendes?"

En lugar de responder, sonreí ligeramente.

Luego, el Sumo Sacerdote se fue. Me comí todas las galletas que dejó intactas, y después me senté de nuevo en mi escritorio. Mi corazón estaba tranquilo a pesar de que el Sumo Sacerdote había venido aquí para darme malas noticias. No importa lo terrible que fuera la situación, siempre mantuve la compostura. Afortunadamente, no era difícil concentrarme en mi trabajo.

Llegó la noche y una sirvienta vino a informarme que Sir Artina había regresado. Dejé caer mi pluma por la sorpresa. ¿Sir Artina? Era tarde, pero no tenía otra opción.

Salí corriendo al salón y vi a Sir Artina de pie con la cara llena de cansancio. Su cabello, que normalmente estaba limpio y arreglado, estaba embarrado y enredado.

"Lo siento, Su Majestad."

Le pedí a Sir Artina que se sentara en una silla. Quería preguntarle de inmediato si había entregado la carta, pero parecía estar en pésimo estado. La dama de compañía preguntó si queríamos café o té, y Sir Artina, en lugar de hablar, le hizo un gesto afirmativo. Tan pronto como la dama de compañía se fue, finalmente habló.

"El Marqués Farang se había marchado muy deprisa y me llevó más tiempo del esperado alcanzarlo. Pero logré entregársela antes de que cruzara la frontera."

"¿Entregar? ¿La carta?"

"Sí."

"Regresé de inmediato, pero si el Marqués Farang seguía viajando a la misma velocidad de entonces, ya habría cruzado la frontera del Reino Occidental... de hecho, puede que ya esté en la capital."

Sentí que estaba a punto de estallar. ¡Por fin, por fin, la carta fue entregada!

Sin embargo...

Fue demasiado tarde. Llegó el Sumo Sacerdote y terminó la entrevista. La corte de divorcio se llevaría a cabo pronto. El Rey Heinley no podría llegar hasta aquí a tiempo.

Al mismo tiempo.

El Vizconde Roteschu todavía estaba furioso con Rashta. Cuando solo eran los dos, Rashta lo despreciaba hasta cierto punto, pero estando con sus padres, se mostraba descaradamente irrespetuosa. Aunque el Vizconde Roteschu no era uno de los nobles más poderosos, todavía reinaba como un rey sobre su finca. Se quedó atónito al ser insultado por su propia antigua esclava.

"Ya veremos. ¿Ella piensa que esto se quedará así?"

Se sonó la nariz con la manta. ¿Cómo podría vengarse de Rashta sin arruinar su valor? ¿Cómo podría quebrantarla y hacerla obediente a él?

Cuando volvió a desplomarse en la cama, vio pasar a su hijo Alan. En sus brazos llevaba al bebé que se parecía a Rashta. Ahn se rió amorosamente mientras Alan le hacía sonidos de arrullo.

¡Ese estúpido idiota! El Vizconde Roteschu sacudió la cabeza, lamentando que su hijo adorara tanto a un niño que no podía tomar oficialmente el apellido. Sin embargo, cuando el Vizconde Roteschu miró al bebé, un pensamiento le vino a la mente y gritó "¡Ajá!"

El bebé. ¡Su nieto era la debilidad de Rashta! ¿No debería mostrarle el bebé a Rashta al menos una vez? No importa cuánto la favoreciera el Emperador, eso no significaba que fuera invulnerable. El Vizconde Roteschu sonrió y llamó a Alan.

"Ven aquí, Alan."

"¿Qué sucede, padre?"

Cuando Alan se acercó, el Vizconde Roteschu extendió las manos como si fuera a cargar al bebé.

"¿Padre?"

Los ojos de Alan se abrieron de par en par. Parecía extraño que su padre, que una vez se negó a tocar al bebé, quisiera cargar a Ahn por su propia cuenta. El bebé extendió sus manos, sonriendo alegremente. El Vizconde Roteschu, sonrió con maldad y dijo, "Sí, soy tu abuelo."

Sin embargo, el vizconde cambió de opinión menos de media hora después. Un amigo que a menudo venía a informarle de las noticias de la sociedad lo visitó.

"Vizconde. ¿Se enteró?"

"¿Qué? ¿Algo inusual?"

"¡El Emperador podría divorciarse!"

El Vizconde Roteschu lo miró asombrado.

"¿Qué quieres decir? ¿Divorcio?"

"No lo sé. El Sumo Sacerdote llegó de la nada y conversó tanto con el Emperador como con la Emperatriz."

"¿?"

"¿Lo dudas? Por supuesto que significa divorcio. ¿No lo entiendes?"

El Vizconde Roteschu no lo entendió. Desde su infancia, vivió una vida lejos de la política de la capital, y no sabía cómo procedería el divorcio de la Emperatriz. Cuando escuchó a su amigo, finalmente le trajo claridad. Su amigo bebió tres vasos de agua como si también estuviera sorprendido por esta noticia.

"Debe ser por la Señorita Rashta. Su Majestad está completamente cautivado por ella. ¡Totalmente loco!"

El Vizconde Roteschu tuvo una reacción muy diferente de la emoción de su amigo. ¿El divorcio del Emperador fue a causa de Rashta? Decidió que tenía que observar cuidadosamente la situación. No sabía cómo se desarrollaría todo esto— ¿Rashta se beneficiaría o se vería perjudicada por el divorcio? No había forma de saberlo. Si las chispas salpicaban a Rashta, entonces él abandonaría la capital inmediatamente. Si eso la beneficiaba, ¡entonces él se aprovecharía de ello!

Sin embargo, Rivetti, tuvo una reacción muy distinta. Ella había venido a recoger el té de su padre incapacitado y de su amigo cuando escuchó la noticia. Dejó caer la taza que sostenía y gritó.

"¡Imposible!"

El amigo se sorprendió por el sonido de los cristales rotos. Los ojos de Rivetti estaban muy abiertos por la sorpresa. ¿Dije algo malo? Mientras el amigo parpadeaba confundido, Rivetti se dio la vuelta y salió corriendo.

"¿Rivetti? ¡Rivetti!"

El Vizconde Roteschu sabía que Rivetti veneraba a la emperatriz como un ídolo, se levantó de la cama y llamó a su hija. Sin embargo, le dolían tanto las piernas que cayó al suelo con un fuerte golpe.

Rivetti fue a su habitación, se puso la capa y los guantes, luego se marchó. Pronto llegó al palacio después de instar al conductor de su carruaje a ir rápido, se acercó a un guardia y solicitó ver a la Emperatriz. Rivetti tomó el té con la Emperatriz, y ella le pidió que la llamara hermana, así que tal vez eran cercanas...

Cuando la joven noble rompió en llanto, el guardia finalmente llamó a una de las damas de compañía de la Emperatriz y le contó la historia.

"Rivetti Rimwell está llorando porque desea visitar a Su Majestad."

La dama de compañía conocía el nombre de Rivetti y se lo comunicó a Navier.

***

No esperaba que Rivetti viniera llorando a verme esta noche.

'¿Qué esta pasando?'


Parpadeé perpleja, pero no podía rechazar a una joven que había venido a verme tan tarde. Cuando salí al salón, ella estaba llorando con una taza de chocolate caliente que las damas de compañía le habían dado. Ante mi aparición, ella saltó y lloró más fuerte.

"¿Lady Rivetti?"

Al acercarme a ella con sorpresa, vi más claramente el río de lágrimas que corría por su cara.

"Su Majestad. Su Majestad. ¿Es verdad?"

"¿?"

"¿D-De verdad va a divorciarse?"



Las damas de compañía se pusieron notablemente rígidas después de su pregunta. Pude ver que la misma pregunta estaba en sus labios después de la visita del Sumo Sacerdote, pero cerraron sus bocas y fingieron no saber. La franqueza de Rivetti las sorprendió.

"¡Lady Rivetti!"

La Condesa Eliza la regañó rápidamente, pero la curiosidad también era evidente en su rostro.

Ya había llegado a esto— ¿qué más podía ocultar? Todos sabían sobre el proceso de divorcio entre un emperador y una emperatriz.

"Está bien, Condesa Eliza."

Le respondí con toda la calma que pude, y le di una sonrisa amable.

"Eso es correcto, Lady Rivetti."

Laura gritó. Las otras damas de compañía también comenzaron a murmurar entre ellas. Rivetti estalló en lágrimas, y las damas corrieron hacia mí.

"¿Es esto cierto?"

"¿Fue por eso que el Sumo Sacerdote vino a hablar con usted?"

"¿El Emperador le está pidiendo el divorcio, Su Majestad?"

"¡No puede ser!"

"¡No puede aceptarlo!"

Cuanto más hablaban las damas, más rojos se ponían sus rostros. Rivetti se las arregló para calmarse un poco, y habló con una voz audaz.

"Es por Rashta, ¿verdad?"

"..."

"Su Majestad. ¿Lo que está sucediendo es por culpa de Rashta?"

Las damas se callaron al mismo tiempo. Todas parecían tener el mismo pensamiento, a pesar de que no dijeron nada.

Reflexioné por un momento sobre qué decir. Rashta tiene una relación con mi esposo, se acuesta con él, me imita, se burla de mí, y miente sobre mi hermano y mi persona. Sovieshu se involucró con otra mujer, se acuesta con ella, me humilla, nos convierte en el hazmerreír y destruye nuestra confianza. Lo que sea que hizo Rashta, él se puso de su lado, quería hacerla emperatriz, y decidió divorciarse de mí. Si alguien tenía una mayor responsabilidad por el divorcio, era Sovieshu. Hablando emocionalmente, ambos eran responsables. Rashta era tan mala como Sovieshu. Pero, ¿cómo podría expresar un sentimiento tan complicado en unas pocas palabras?

"Ven—Vengaré a Su Majestad."

Cuando no dije nada, Rivetti habló, apretando el puño.

"Definitivamente la vengaré."

"... Esta bien."

Sonreí y le di unas palmaditas en la espalda. ¿Cómo podría vengarse? Uno es el emperador, y el otro pronto sería emperatriz. Rashta odiaba a Rivetti. Había una mayor posibilidad de que Rashta se vengara.

"Rivetti. Piensa en ti misma, no en la venganza."

"¡No! Si... si se divorcia, ¡la seguiré, Su Majestad! ¡Puede vivir conmigo! ¡La apoyaré!"

Eso ciertamente no era posible. Es un honor entre los nobles servir a la emperatriz, pero no a una que fue destituida de su puesto. Además, no podía llevar a Rivetti al Reino Occidental conmigo.

"Lady Rivetti, eres una persona muy amable y maravillosa."

Después de sonreír y calmarla, me incliné y le susurré al oído.

No te enredes con Rashta.

No te obsesiones con el pasado, y concéntrate en ser feliz en el presente.

Después de pedirle a un caballero que escoltara a Rivetti a su casa, fui a mi habitación y escribí una carta a mis damas de compañía y a Sir Artina. Si mi nuevo matrimonio tuviera éxito o no, igualmente tendría que despedirme de ellos. Quería hacerlo de antemano.

Muchas gracias. Gracias por todo. Olviden toda su ira y sean felices.

"..."

Las lágrimas se formaron en mis ojos mientras escribía. Las gotas cayeron sobre el papel, así que miré hacia el techo.

De repente, hubo un fuerte golpe en la ventana.

'¿Es el pájaro azul?'

Giré la cabeza sorprendida. McKenna sabía lo de las flechas. ¿Estaba aquí otra vez? Corrí hacia la ventana con asombro, y había un pájaro en el alféizar de la ventana. Pero no era el pájaro azul.

"¡Reina!"

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