LESVAC 64

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La Emperatriz se volvió a casar 64

El guardián de los secretos



"¿Quieres que la ayude con su bebé?"

Koshar estalló en una risa burlona.

"¿Esa tu súplica sincera? ¿Por qué no te expresas correctamente?"

El Vizconde Roteschu gritó de repente.

"¡No, quiero decir que Rashta tuvo un bebé antes de escapar!"

"¿Eh?"

Koshar lo miró por un momento y luego le dio un lánguido zumbido de satisfacción.

"¿En serio?"

Koshar sospechaba que el Vizconde Roteschu tenía la llave para destruir a Rashta. No esperaba que fuera un bebé.

"¿Quién es el padre?"

"No lo sé."

"¿Cómo que no lo sabes?"

"Aunque mi finca es pequeña, tengo muchos esclavos. ¡No puedo vigilarlos a todos!"

"Hmmm."

"Dado que fue un milagro en ese momento, tal vez fue un viajero de paso..."

Por miedo, el Vizconde Roteschu no reveló que el amante de Rashta era su hijo Alan. No podía arriesgarse a arrastrar a su hijo en esto. Afortunadamente para el Vizconde Roteschu, Koshar no estaba interesado en saber quién era el padre.

"¿Dónde está el bebé?"

"No sé quién es el padre, y la madre abandonó al niño y se escapó. Tuve que criarlo yo mismo."

Koshar rugió con una risa triunfal. Tenía la intención de cazar la debilidad de Rashta, ¡y este fue el tesoro con el que fue recompensado!

El Vizconde Roteschu tragó nerviosamente mientras veía a Koshar celebrar. ¿Destruiría esto a Rashta? El Vizconde giró la cabeza, tratando de encontrar una forma de escapar.

La risa de Koshar se desvaneció y le dirigió una sonrisa agradable al Vizconde Roteschu.

"Bueno. ¿Qué más?"

"¡No hay nada más, es en serio!"

"Piensa cuidadosamente. Tiene que haber."

"¡No, no hay!"

Koshar se inclinó frente al Vizconde Roteschu y lo miró fijamente a los ojos, como si estuviera aburrido de sus pensamientos internos. El vizconde tragó saliva y soportó la penetrante mirada. Era tan vulnerable como si lo hubieran arrojado desnudo frente a un tigre. Por suerte, Koshar parecía creer en sus palabras.

"¿Hay alguna evidencia de que Rashta era una esclava?"

"¿Evidencia?"

"Evidencia suficiente para convencer a la gente de que es verdad."

"Si voy y lo digo—"

"Ya lo has hecho y luego te retractaste. Tu testimonio carece de credibilidad."

Koshar habló en un tono casual, pero sus dedos bailaron en la empuñadura de su espada. El Vizconde Roteschu no necesitaba que le explicaran la amenaza, y gritó rápidamente.

"Tengo un certificado de venta!"

"¿Un certificado de venta?"

"¡Es un certificado de comercio de esclavos! Contiene una descripción de la apariencia de Rashta."

















***














Vizconde Roteschu y Koshar no estaban solos en la mansión abandonada. Si bien Koshar era un excelente guerrero con sentidos agudos, no podía detectar cada pequeño ruido, especialmente por los gritos del Vizconde Roteschu. Uno no tenía que ser extraordinariamente talentoso para esconderse.

'¿Cómo puede ser esto?'

El otro hombre que se coló fue un investigador enviado por el secretario en jefe del emperador, Marqués Karl. Se le había ordenado seguir al Vizconde Roteschu, y había venido a presenciar la escena. Era difícil distinguir las palabras del Vizconde a causa de su rostro hinchado, pero el investigador sabía que estaban hablando de Rashta.

Aparentemente, ella era una esclava y había dado a luz a un bebé antes...

Sin embargo, las concubinas de los emperadores no siempre eran solteras. Algunas estaban casadas e incluso tenían hijos. Sin embargo, mentir sobre eso no era común, y parecía que el Vizconde Roteschu y Rashta habían estado engañando activamente a Sovieshu.

El hombre contuvo el aliento y escuchó más, pero la conversación se había quedado en silencio. Él tragó. Marqués Karl le había ordenado que descubriera qué se estaba usando para chantajear a Rashta, y su tarea estaba cumplida. Sin embargo, no estaba seguro de qué hacer con la terrible situación.

'¿Debería salvar al vizconde Roteschu?'

No estaba seguro de poder vencer a la famosa bestia que era Koshar. También se había colado bajo el refugio de los gritos del Vizconde Roteschu, pero la mansión estaba en silencio ahora. El hombre siguió conteniendo la respiración durante mucho tiempo, confiando en su reloj biológico para calcular el paso del tiempo. Vio a Koshar sonreír y despedirse del Vizconde Roteschu.

"Adiós."

Koshar se dio la vuelta. Parecía que se iba solo.

"¡E-Espera! ¡¿Y yo qué?!"

El Vizconde Roteschu gritó. Estaba aterrorizado de ser abandonado solo en esta vacía y decrépita mansión.

"No te preocupes, me iré. Alguien más te rescatará pronto."

Koshar rechazó el comentario casualmente. El hombre que se escondía se alarmó por un momento, pero pronto lo descartó como una coincidencia. Si Koshar supiera de su presencia, ya lo habría atrapado y arrastrado. Muchos hombres de la villa probablemente entraban y salían de esta mansión, así que era probable que Koshar se refiriera a que uno de ellos vendría por el Vizconde Roteschu.

'Espera, ¿no es eso más peligroso?'

El hombre se limpió discretamente sus palmas sudorosas con su camisa. Los gritos pidiendo ser liberado del Vizconde Roteschu le perforaron los tímpanos, pero no lo salvó. Escapó y fue directamente a reunirse con Marqués Karl para reportarle lo sucedido.

"Mi Señor, he descubierto con qué el Vizconde Roteschu está chantajeando a Rashta."

Marqués Karl rápidamente llevó al hombre a una habitación.

"Dime rápidamente."

El hombre le contó a Marqués Karl todo lo que vio y oyó, los ojos del marqués se abrieron de par en par ante la información. Algunos de los secretarios del emperador sabían o estaban convencidos de que Rashta era una esclava fugitiva, incluido Marqués Karl, por lo que no fue una sorpresa. Pero un bebé...

"Bien."

Marqués Karl caminaba nerviosamente por la habitación, y el hombre habló con cuidado.

"¿Qué hará?"

Era una pregunta difícil de responder para el marqués. Miró por la ventana y murmuró para sí mismo.

"El emperador está ausente."

Después de media hora de reflexión, fue a su escritorio para escribir una carta al Emperador, luego llamó a un sirviente.

"Su Majestad se fue a Greenram. Es una visita oficial, y no será difícil encontrar su ubicación. Entrégale esta carta de inmediato."

"Sí, mi señor."

Cuando el sirviente se fue, Marqués Karl se recostó en su asiento y se rió débilmente.

"Un bebé…"

"Entonces, ¿el número de magos en verdad está disminuyendo?"

"Sí, ha estado sucediendo durante casi dos décadas. El problema es que la tasa de disminución ha aumentado dramáticamente en los últimos años."

"¿Cual es la causa?"

"Todavía estamos tratando de averiguarlo."

Era medianoche. Sovieshu se recostó en el sillón mientras recordaba su conversación con el jefe de la oficina de magos. Juntó los dedos y los colocó debajo de su barbilla, pensando en las consecuencias que tendría la situación.

El número de magos preciosos estaba disminuyendo...

El Imperio Oriental todavía tenía una gran fuerza nacional, siendo su ejército la siguiente fuerza más poderosa a su disposición. Sin embargo, los magos los superaban por mucho en poder. ¿Qué pasaría si los magos desaparecieran? Otros países aprovecharían este vacío para fortalecer sus propias naciones.

"Tendremos que aumentar el tamaño y el presupuesto del ejército."

Tan pronto como tomó su decisión, sacó una hoja de papel y escribió una lista de directivas para entregar a sus funcionarios. Iba por la mitad cuando un sirviente se le acercó, informándole de la llegada de uno de los mensajeros del Marqués Karl.

'¿Marqués Karl?'

Sovieshu le ordenó entrar. Marqués Karl sabía que estaba ocupado en su viaje de inspección. El mensajero que entró en la habitación parecía exhausto, como si hubiera venido con mucha prisa.

"¿Qué pasa?"

Sovieshu se saltó el saludo y fue directo al grano, preguntándole sobre la causa de la urgencia. El mensajero se arrodilló y le tendió un sobre.

"Marqués Karl me ordenó entregarle esto a Su Majestad."

"¿Una carta?"

Sovieshu tomó el sobre y sacó el papel.

"..."

Los ojos de Sovieshu se posaron en la carta mientras la leía. Luego, en un momento dado, se congeló como una marioneta de madera.

El hombre que entregó la carta miró a Sovieshu con preocupación. ¿Qué era? Cuando la expresión de Sovieshu se volvió más oscura, el mensajero se sintió aún más incómodo. Finalmente, Sovieshu cerró la carta.

"Primero, salven al Vizconde Roteschu, y luego confinen a Koshar en su casa."

El hombre miró a Sovieshu con sorpresa. No tenía ni idea de lo que contenía la carta, pero fue impactante que el hermano de la Emperatriz fuera puesto bajo arresto domiciliario. Sin embargo, el mensajero no estaba en condiciones de expresar sus opiniones al Emperador.

"Sí, Su Majestad."

El hombre hizo una reverencia y volvió a salir rápidamente.

















***














El Vizconde Roteschu había dicho que visitaría el Palacio Imperial, pero aún no había regresado. Alan, que había estado cuidando distraído al bebé, comenzó a preocuparse cuando su padre aún no había regresado al día siguiente.

'¿Paso algo?'

Inquieto, Alan se vistió con su mejor ropa y se preparó para entrar en el Palacio Imperial. Era obvio con quién se fue a encontrar su padre.

Rashta.

Alan le preguntaría sobre su padre, pero también quería volver a verla.

Antes de salir de casa, le cortó un mechón de cabello al bebé, lo envolvió en un paño suave y se lo guardó en el bolsillo del pecho.

El Palacio Imperial tenía varias entradas, algunas de fácil acceso y otras no. El corazón de Alan latía salvajemente luego de ingresar por una de las entradas de más fácil acceso, y esperó nerviosamente en el patio con el mensaje de que quería encontrarse con Rashta. Poco después, una sirvienta se acercó a Alan y lo condujo a otro jardín pequeño y tranquilo. No estaba familiarizado con las áreas del Palacio Imperial, pero ciertamente este no era el lugar de Rashta.

Rashta apareció y Alan sonrió reflexivamente cuando la vio. Sin embargo, la expresión de ella permaneció fría como una piedra.

"¿Qué sucede?"

Se detuvo a cinco pasos y habló en voz baja, pero aguda. Alan se estremeció ante su hostilidad, pero después de un momento de vacilación sacó la tela de su bolsillo.

"¿Y bien?"

"Quería darte esto..."

"¿Qué es?"

"Cabello."

"¿Esto es una broma?"

"El cabello en el interior."

Rashta le dio una palmada en la mano y la tela cayó al suelo. La fina tela se desdobló, revelando un mechón de cabello plateado del mismo color que el de Rashta.

"Oh... lo siento. Pensé que te gustaría..."

"Ese niño es tuyo, no de Rashta. ¿Por qué me gustaría?"

"Claro. Si. Lo siento."

Alan se disculpó, pero no pudo reprimir la decepción que crecía en su interior. Pensó que el hecho de que Rashta les organizara una mansión en la capital significaba algo.

"¿Viniste aquí por esto?"

Miró a Alan con la molestia escrita en su rostro. Cualesquiera que fueran sus intenciones, ella consideraba al hombre que tenía delante una amenaza. Estar los dos juntos no se vería bien.

Alan hizo un pequeño ruido al recordar su verdadero propósito de venir aquí.

"¿Te reuniste con mi padre ayer?"

¿El Vizconde Roteschu? No."

Rashta frunció el ceño ante su respuesta.

"¿No vino?"

"¿Por qué?"

"Dijo que iba a verte, y no lo he visto desde..."

Alan se apagó débilmente.

Después, Rashta ordenó a la sirvienta que escoltara a Alan. Cuando él se fue, ella apretó los labios con inquietud.

¿El Vizconde Roteschu iba a visitarla y luego desapareció? En cualquier otra circunstancia ella habría asumido que simplemente cambió de opinión, pero Sovieshu le había dicho hace poco que alguien estaba detrás del vizconde. ¿Había una conexión? Sovieshu estaba fuera, y no había nada que él pudiera hacer aquí.

Rashta maldijo por dentro y estaba a punto de abandonar el jardín, pero se detuvo cuando vio la tela y el mechón de cabello en el suelo.

"..."

Miró a su alrededor, y luego se agachó para recoger la tela y el cabello. El cabello realmente era del mismo color que el suyo, pero era más suave, como el de un bebé. Rashta lo miró con ojos temblorosos, luego enrolló la tela y volvió a su habitación.

















***














Esa noche.

El mensajero llegó a la capital y transmitió la orden de Sovieshu a Marqués Karl, quien hizo los arreglos para rescatar al Vizconde Roteschu de la mansión abandonada.

Se dejó en manos de la Guardia Imperial del Emperador el confinamiento de Koshar en su casa. Era difícil controlar a Koshar por pura fuerza física, así que se hizo con la autoridad del Emperador.

Koshar le contó a su amigo el Marqués Farang lo sucedido con el Vizconde, quien escuchó su historia y lanzó alabanzas. Fueron interrumpidos por una conmoción afuera, y el Marqués Farang salió a la escalera y observó el vestíbulo de entrada. Los guardias estaban informando a la Duquesa Troby de las órdenes del Emperador. El Marqués Farang se apresuró a volver a la habitación de Koshar.

"La guardia del Emperador está aquí. Te están poniendo bajo arresto domiciliario."

"Ja."

"Tal vez él sabe que amenazaste al Vizconde Roteschu y quiere silenciarte."

Se escuchó el sonido de varias personas subiendo las escaleras.

"No me quedaré aquí. Iré a ver a la Emperatriz y le contaré sobre esto."

Marqués Farang abrió la ventana y saltó.

















***














"Su Majestad."

Estaba leyendo el último libro sobre Luipt dejado por el Gran Duque Kapmen, cuando la Condesa Eliza se acercó y me susurró nerviosamente al oído.

"El Marqués Farang ha venido a verla."

"¿A esta hora?"

Mis ojos se posaron en el reloj. Era muy tarde.

'Algo malo está ocurriendo.'

Para que el Marqués Farang viniera a visitarme en este momento, tenía que ser algo serio.

"Déjalo entrar."

Cerré el libro y lo puse en la ventana, luego me levanté para ir al salón. Un momento después, la puerta se abrió y entró el Marqués Farang con una expresión ominosa.

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