LESVAC 61

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La Emperatriz se volvió a casar 61

Una oportunidad para borrar el pasado



Algunos de los maestros que Sovieshu asignó a Rashta me habían dado lecciones en el pasado.

"¡No puede ser!"

La cara de la Condesa Eliza se puso blanca de ira cuando escuchó la noticia. Mientras tanto, yo estaba relajando mis pies en agua tibia.

La Condesa Eliza se esforzó por calmarse, mientras yo le pedía a otro diputado más información.

Rashta no tenía mucho conocimiento de la etiqueta de la corte, así que esperaba que recibiera lecciones, pero no pensé que tendría la misma educación que yo. ¿Estaba realmente tratando de copiar mi educación? Además, ¿cuántos maestros tenía realmente?
"No es la misma educación de una princesa heredera, sino la misma que usted recibió cuando aún estaba con el Duque Troby."

Ah... eso era todo. Fue cuando me convertí en princesa que mi educación se superpuso con la de Sovieshu. Había asumido que aquellos que enseñaron al príncipe y la princesa herederos también enseñarían a Rashta. Pero...

"Debe tener más de uno o dos maestros."

Eso fue un hecho obvio. El diputado asintió.

"Tiene lecciones de etiqueta de la corte, danza, filosofía de la vida, pintura, piano, etcétera. Todo lo básico que los maestros de los jóvenes aristócratas sociales enseñan."

"Ya veo."

Le indiqué al diputado que podía irse. Salió de la habitación, y me recosté cómodamente en mi silla.

"¿Por qué esa mujer sigue siguiéndola, Su Majestad?"

La expresión de la Condensa Eliza era de fría cólera.

"Primero copia tu vestido, ahora tu educación."

Murmuré en respuesta.

"Quiere ser como yo."

"¿Usted cree eso?"

Asentí. No era raro en la sociedad imitar la carrera educativa del modelo a seguir preferido. Los educadores también recibían un aumento en el estatus cuando sus estudiantes pasaban a tener una mayor importancia en la sociedad. El sistema educativo que nutrió a la Duquesa Tuania y a mí se había hecho famoso de esa manera.

Si Rashta fuera una aristócrata ordinaria, podría haber considerado lindo que ella estuviera siguiendo mis pasos. Sin embargo, era la mujer que se llevó a mi esposo. Una sensación de inquietud y disgusto se agitó en mis entrañas. Sentí lo mismo que la Condesa Eliza ante esta noticia...

Recordé el banquete especial durante la celebración del Año Nuevo, cuando Rashta imitó mis acciones y mi voz mientras saludaba a los enviados. Ayer, la vi escribir algo en su libreta.

'¿Hasta dónde llegará para imitarme?'

En este punto, ya no podía sentir la calidez del agua. Terminé el baño de pies y llamé a Sir Artina.

"¿Cómo va la investigación?"

Tan pronto como llegó, pregunté por el Vizconde Roteschu y Rivetti.

"Nada importante aún."

Sir Artina respondió en voz baja, y asentí para mostrar que era libre de irse.

La idea de que Rashta me imitara se cernía sobre mí como una nube. Comprendí que no podía esperar ningún resultado de una investigación en solo un día o dos, e incluso si se revelaba un gran secreto, aún no había decidido cómo manejarlo.

"Bueno... Su Majestad."

Sin embargo, en lugar de irse, Sir Artina habló tentativamente. Lo miré con curiosidad, y él se acercó a mí y volvió a bajar la voz.

"No hay nada importante que revelar, pero hay una cosa."

"¿Qué?"

"Ha habido un gran número de sirvientes que han sido despedidos mientras trabajaban para el Vizconde Roteschu."

Como dijo Sir Artina, esto no era necesariamente información condenatoria. Había muchos nobles cuya naturaleza dura y exigente provocaba una alta rotación de los empleados domésticos.

"Ya veo."

Asentí cuidadosamente y no me dejé decepcionar por la insuficiente información de Sir Artina. Pero sus palabras no terminaron ahí.

"Me acerqué a aquellos que fueron despedidos por el Vizconde Roteschu, y escuché una historia de una de las sirvientas."

Bajó la voz aún más.

"Hay un área secreta en la mansión a la que solamente pueden acceder los miembros de la familia y el mayordomo jefe."

"¿Área secreta ...?"

La Condesa Eliza intervino en la conversación.

"Pero Su Majestad, Sir Artina. Muchos nobles tienen áreas secretas en sus hogares."

Estuve de acuerdo con la Condesa Eliza. Los nobles a menudo tenían habitaciones o áreas secretas para esconder tesoros o reliquias. Sir Artina asintió también de acuerdo.

"Sí, por eso no informé de inmediato."

"Entiendo…"

"Pero hay una cosa más extraña."

"¿Qué es?"

"El Vizconde Roteschu tiene un bebé pequeño, pero nadie ha visto su rostro. Está siendo criado en el área secreta."

Así que no se trataba de tesoros o reliquias... sino de una persona. ¿El bebé?

"Que interesante."

Escuché que el Vizconde Roteschu había traído un bebé cuando se mudó a la mansión. ¿Era ese mismo bebé? Traté de deducir varias cosas al respecto: quizá el bebé era de uno de sus hijos solteros, o de un sobrino, o de algún otro pariente lejano. Pero, ¿por qué esconde al bebé? Eso despertó mi curiosidad.

¿Y si el bebé no era solo el secreto del Vizconde Roteschu?

"..."

'¿Estoy pensando demasiado en esto?'

















***














Fue cuatro días después del baile de debutantes cuando el Vizconde Roteschu finalmente se enteró de los eventos que ocurrieron allí. Rivetti trató de guardar silencio al respecto, pero finalmente no pudo seguirlo conteniendo.

"¡Simplemente me quedé quieta, y Rashta me hizo parecer una tonta! ¡Descubrió qué vestido llevaba y a propósito se puso el mismo! ¿Cómo lo hizo?"

Sin saber que su vestido fue elegido por Rashta, Rivetti pensó que ella había conseguido de alguna manera obtener información al respecto. La cara del Vizconde Roteschu se puso morada y no le dijo a su hija que había chantajeado a Rashta para que le diera un vestido.

Al día siguiente, el Vizconde Roteschu se enfrentó a Rashta.

"¡Te pedí un vestido para mi hija para el baile de debutantes, no para convertirla en un hazmerreír!"

Ante la ira del Vizconde Roteschu, Rashta simplemente se sentó en su silla mientras estudiaba su pequeña libreta.

"¡Rashta!"

Cuando él le gritó, ella colocó su libreta al revés e inclinó la cabeza.

"¿Qué?"

Ante la vista, el Vizconde Roteschu se enfadó mucho más.

"Haces una broma solo por un vestido. No saldrás de esta situación tan fácilmente."

"¿Quién te dio un vestido gratis cuando no tenías uno?"

"¡¿?!"

El Vizconde Roteschu retrocedió sorprendido cuando habló en un tono tranquilo. Era extraño que Rashta mantuviera su expresión lo más reservada posible cuando discutía con ella.

"Eso no te queda bien."

"¿No me queda bien?"

"Parece que te estás poniendo una máscara."

"¿Sí?"

Rashta inclinó su cabeza hacia un lado otra vez, luciendo fría y distante. Ella lo miró fijamente mientras alzaba la voz para reprenderlo.

"Discute con tu hija, no con Rashta. Deberías mantener a tu hija a raya."

"¿Quién crees que está a cargo aquí?"

La mandíbula del Vizconde Roteschu se abrió con incredulidad. Fue como si fuera Rashta, no Rivetti, quien pasó por el baile de debutantes. Solo habían pasado unos días desde la última vez que vio a Rashta, entonces, ¿cómo podía haber cambiado tanto su forma de hablar?

Rashta volvió a mirar su libreta que había puesto en su regazo. La volvió a dejar y luego levantó la cara antes de continuar hablando.

"Rivetti tiene una lengua floja. ¿Realmente vas a permitir que ella esté cerca de la Emperatriz? ¿Qué pasa si ella dice algo que no debería?"

"Ella no es de lengua floja."

"Estás demasiado ciego para ver cualquier defecto en tu hija."

"Tú ni quieres ver a tu propio hijo, y mucho menos sus defectos."

Rashta se estremeció ante la acusación del Vizconde Roteschu. El vizconde se alegró de ver que la máscara de Rashta finalmente se deslizaba un poco. Prefería tratar con ella así, en lugar de la forma asertiva que lo puso nervioso antes.

Sin embargo, el escudo de Rashta volvió a rodearla como las agujas de un erizo.

"No amenaces a Rashta."

"No tienes que hacer algo de lo que puedas arrepentirte."

"…Vizconde. ¿No dijiste que si caías, yo también caería?"

"¿?"

"Es lo mismo al revés. Si caigo, no lo haré sola."

El Vizconde Roteschu soltó una aguda carcajada. Todavía despreciaba a la antigua esclava, y no se tomaba en serio su amenaza.

"¿Y?"

Rashta lo miró fríamente mientras descansaba su barbilla sobre su mano. Con la otra mano se tocó el vientre, que crecía poco a poco cada día.

"Aunque el pasado se revele y pierda el favor de Su Majestad, Rashta todavía tiene un bebé con su sangre. El Emperador todavía está con Rashta aunque sabe que fui una esclava, así que puede que incluso acepte todo mi pasado."

"¡!"

"Pero no tú. Recuérdalo."

De camino a visitar a Rashta, Sovieshu se encontró con una figura familiar y desagradable. Era el Vizconde Roteschu, el hombre que una vez fue dueño de Rashta como esclava. Cuando el Vizconde vio al emperador, rápidamente hizo una profunda reverencia.

"Oh, Su Majestad el Emperador. Nunca esperé verle aquí..."

Sovieshu entrecerró los ojos. Las manos y los pies de Rashta tenían una historia de callosidades y cicatrices. Era la evidencia de sus días en la esclavitud, y el vizconde fue quien le infligió todo eso, y casi también la había enterrado en los círculos sociales. A Sovieshu no le pareció bien que un hombre así visitara a Rashta ahora.

"Te veo por aquí con demasiada frecuencia."

El Vizconde Roteschu abrió mucho los ojos mientras Sovieshu lo miraba y torcía los labios.

"Dije que te veo aquí con demasiada frecuencia."

"Ah... ¿Su... Majestad?"

El Vizconde Roteschu desvió la mirada al notar las olas de hostilidad que venían de Sovieshu.

"¿Con qué frecuencia visitas a Rashta?"

"No muy a menudo, Su Majestad."

"No contradigas las palabras del Emperador."

El Vizconde Roteschu mantuvo los labios firmemente cerrados ante el tono autoritario de Sovieshu. Sovieshu había sido un príncipe fuerte desde la infancia. Era fácil pensar en él como un hombre que estaba envuelto alrededor de los dedos de una antigua esclava, pero su expresión ahora hacía difícil mirarlo directamente.



"Le ruego que me perdone, Su Majestad."

El Vizconde Roteschu permaneció lo más tranquilo posible mientras pedía perdón,  antes de añadir rápidamente,

"Antes causé un malentendido, y ahora estoy haciendo todo lo posible para compensar a la Señorita Rashta. Es por eso que estoy aquí."

"¿Alguien como tú querría ayudar a Rashta?"

El Vizconde Roteschu se enrojeció ante la pregunta de Sovieshu, su orgullo fue herido. Al mismo tiempo, temía la agudeza del emperador hacia él. Rashta tenía razón— era incierto si Sovieshu se volvería contra ella incluso si se enterara de su pasado.

"El Emperador se ocupará de Rashta, y no se requiere nada de ti."

"Por supuesto, Su Majestad."

Sovieshu le lanzó una mirada sucia al Vizconde Roteschu antes de pasar por su lado. La piel del Vizconde Roteschu estaba cubierta de sudor frío, y fue solo cuando Sovieshu desapareció por completo que finalmente logró recomponerse. Incluso con la ayuda de Rashta, no podría hacerse un nombre en la alta sociedad si el Emperador lo odiaba. La mirada helada de Sovieshu le preocupaba.

Mientras la mente del Vizconde Roteschu estaba atrapada en el Emperador, el propio emperador, olvidó todos los pensamientos del Vizconde Roteschu tan pronto como se separaron.

Sovieshu abrió la puerta de la habitación de Rashta y entró. Rashta estaba descansando cómodamente en un sillón y leyendo una pequeña libreta. Su pecho se apretó al ver su redonda barriga, que comenzaba a notarse. Estaba emocionado con el solo hecho de pensar que su hijo estaba creciendo allí.

'Desearía que fuera con la Emperatriz, pero...'

Sacudió la cabeza. A pesar de su negativa a admitirlo, él creía a medias que la Emperatriz era de hecho estéril.

"¿Su Majestad?"

Rashta notó que Sovieshu se acercaba y levantó la cabeza para sonreírle.

"¿Como te sientes?"

Rashta dejó su libreta sobre la mesa, mientras que Sovieshu se arrodilló para sujetar su cintura y apoyar su mejilla contra su vientre.

"Estoy bien. Es un placer tenerte aquí."

"... ¿Cambiaste tu forma de hablar?"

"Estoy aprendiendo modales. Todavía tengo que mejorar más, Su Majestad."

"No lo sé. La forma en que solías hablar era linda."

"Aunque cambie mi forma de hablar, Rashta sigue siendo Rashta, ¿verdad?"

"¿Es así?"

Él se rió entre dientes y le pidió que se quedara en su sillón mientras se sentaba frente a ella.

"¿Cómo van tus estudios?"

"Acabo de empezar. Pero es muy divertido."

Sonrió y señaló el escritorio. Estaba repleto de libros abiertos y montones de papeles, evidencia de alguien trabajando duro.

"Rashta será la persona que amas de la que podrás presumir."

"Ya eres adorable, Rashta."

"Quiero que estés orgulloso."

Sovieshu rió levemente.

"Como emperador, por supuesto que me gustaría presumir de ti."

"Yo…"

Rashta vaciló y parpadeó. Ella casi quería que él dijera "Solo quiero que seas encantadora." Pero era difícil decirlo en voz alta.

Ella lo miró tiernamente, cuando notó que la expresión de Sovieshu era más oscura de lo habitual.

"¿Su Majestad?"

Aunque Rashta lo llamó con cuidado, no respondió de inmediato.

"¿Su Majestad? ¿Pasa algo malo?"

¿Y si se encontró con el Vizconde Roteschu de camino aquí? ¿Le dijo algo?

Inquieta, Rashta forzó una sonrisa. Después de un largo tiempo, Sovieshu finalmente habló.

"Alguien está detrás de ti y del Vizconde Roteschu."

"… ¿Quién?"

"No lo sé. De todas formas, no lo llames tan a menudo."

Ella no le pidió a ese detestable vizconde que viniera aquí. La boca de Rashta se torció de resentimiento, pero no podía decir nada. Sovieshu la miró seriamente.

"Y Rashta. Si alguien te está amenazando, por favor dímelo. Puedo presentar cargos para que sea expulsado o ejecutado."

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