LESVAC 35

LESVAC 35







La Emperatriz se volvió a casar 35

¿Quién usará el vestido rojo?



Últimamente estaba teniendo la sensación de que alguien estaba siguiéndome. Sabía exactamente quién era.

Era Rashta, la concubina de mi esposo.

"Muy bien. Entonces el concepto del baile será el de una mascarada."

"Ha sido muy bien recibido en el reinado del anterior emperador, así que estamos seguros de que todos lo disfrutarán."

"Pero con todos cubriéndose el rostro, la seguridad tiene que ser—"

Hice una pausa.

"¿Su Majestad? ¿Qué sucede?"

"—estricta."

El ministro de cultura me miró con una expresión perpleja. Giré la cabeza y me disculpé por mi descortesía.

Había visto a Rashta por el pasillo. No estaba viéndome, pero podía verla hablando con sus sirvientas.

"..."

Este comportamiento venía ocurriendo desde hace días. No era perjudicial, pero me fastidiaba levemente. Cuando volteé a verla de nuevo, el ministro me observó y habló cuidadosamente.

"Su Majestad, ¿quiere decir algo respecto a la Señorita Rashta?"

 "¿No estuvo ella aquí ayer?"

"Sí."

El miraba alternativamente a mí y a la otra mujer. Me mordí el labio. Ayer, cuando estaba trabajando en otra tarea, ella estaba cerca. Había sucedido lo mismo con otro ministro dos días antes. A los ojos de los diferentes ministros, parecía un breve encuentro, pero desde mi punto de vista no había ninguna coincidencia.

Tan pronto como continué mirándola, el ministro de cultura comenzó a reírse.

"He oído mucho acerca de ella, pero no se preocupe demasiado, Su Majestad. Solamente es una concubina nacida en lo bajo y aún no conoce la etiqueta real, pero mejorará."

Si mostraba preocupación por alguien que estaba siguiéndome, ¿por qué eso me convertía en la más sensible? Me ofendí ante su intento de calmarme, pero no lo demostré.

"Puede retirarse."

El ministro caminó por el largo pasillo, todavía mirando entre Rashta y yo. Esperé unos momentos hasta que desapareciera, y después le pedí a Sir Artina que la trajera hasta mí. Ella siguió fingiendo conversar con las sirvientas y me miró con sorpresa cuando el caballero se acercó a ella. Después de unos momentos de vacilación, caminó en mi dirección.

"¿P-Para qué requieres a Rashta?"

Rashta se acercó con una expresión de miedo, mientras sus dos sirvientas la acompañaban una a cada lado. No había necesidad de desperdiciar tiempo en conversaciones vacías así que fui directo al grano.

"¿Por qué estás siguiéndome?"

"¿Qué?"

"No digas que no lo has estado haciendo. He estado viéndote alrededor de mí durante los últimos días."

"Ah..."

Se sonrojó y se torció los dedos. No podía verlos, pero asumí que estaba jugueteando con los dedos de sus pies también. Sus sirvientas miraron alrededor con expresiones de miedo, como si fuera a gritarles con la más mínima provocación. Le ordené a las sirvientas que se fueran, ya que estaban haciendo que la atmósfera fuera más incómoda, y se alejaron vacilantes.

"Bueno..."

Rashta habló con una voz cuidadosa.

"Duque Elgy dice que usted es una Emperatriz típica."

"¿?"

"Rashta no es de la nobleza, y hay muchas cosas acerca de las cuales no tengo conocimiento. Algunas cosas no tienen sentido incluso si Barón Lant me las explica..."

"¿Entonces?"

"Entonces quiero aprender de usted, Su Majestad."

"..."

Rashta me miró con unos ojos suplicantes.

"Quiero ser como Su Majestad la Emperatriz. Pero... no creo que usted quiera enseñarme etiqueta... así que quería aprender desde la distancia."

Aunque se hubiera dado cuenta o no, tenía razón en algo. Yo no iba a enseñarle etiqueta.

"Si quieres aprender, entonces pídele al Emperador o a Vizcondesa Verdi que te enseñen."

Rashta movió una ceja al mencionar el nombre de Vizcondesa Verdi. Aunque la Vizcondesa era su dama de compañía, no parecían estar en buenos términos de momento.

"Lo que yo quiero es ser como usted, Su Majestad. Duque Elgy dice que usted es la emperatriz perfecta."

"Y por eso quieres seguirme."

"No quiero molestarla, así que ¿podría fingir no verme? Estaré a cierta distancia y no me notará. ¿Está bien?"

"No habría hecho que te llamaran si no te hubiera notado."

"Seré más cuidadosa."

Repentinamente recordé la vez que Rashta imitó mi manera de hablar en frente de Gran Duque Kapmen y otros invitados en el banquete especial de Año Nuevo. El solo recuerdo me dio escalofríos. No estaba moralmente mal que intentara observarme y aprender de mí, y como esclava fugitiva lo más probable es que quisiera llegar a los escalones más altos. Sin embargo, odiaba a la mujer que se había quedado con mi esposo e imitaba mi comportamiento.

"No sé de dónde sacaste esa idea, Rashta."

"¿?"

"Sovieshu está enamorado de ti, y tú eres totalmente diferente a mí."

"¡!"

"Además, tienes la amistad de Duque Elgy. ¿Por qué crees que necesitas seguirme?"

Después de forzarme a ser educada con ella todo ese tiempo, ya no me quedaba paciencia para ser civilizada.

"Si me sigues sin que yo lo note, no seré capaz de detenerte. Pero si te veo con mis propios ojos, le diré a los caballeros que te lleven a otra parte. Así que mantente lejos de mí."

















***














Durante los siguientes días, fue como si Rashta fuera realmente invisible. Aunque aparecía de vez en cuando, la frecuencia disminuyó considerablemente. Para un extraño, podría parecer que estaba exagerando, pero sabiamente comenzó a evitarme y no hubo necesidad de enviar un caballero para alejarla de mi presencia.

Aún así, no me sentía mejor.

El tiempo pasó, y el día del baile público finalmente llegó. Era un baile donde toda la gente, sin importar su posición social, podía asistir. Los plebeyos y la nobleza solamente se encontraban en pocas ocasiones. Cuando la percepción pública de la nobleza empezaba a caer, la corte imperial organizaba un baile para impulsar su aprobación. Aunque la percepción pública no era mala bajo el gobierno de Sovieshu, aun así era importante mantener la buena voluntad, y lo que elegí para facilitar esto, fue un baile de máscaras.

Me puse un vestido hecho totalmente de una vívida tela roja, y llevé una máscara de plumas blancas en mi rostro. Mi identidad como emperatriz no estaría oculta, ya que estaría acompañada de mis guardias de todas maneras, pero aun así quería estar vestida para la ocasión.

"Todos estarán maravillados."

"Ojalá llevara este color todo el tiempo, Su Majestad. Su piel combina muy bien con este tono de rojo."

"No estarán sorprendidos. Habrá todo tipo de hermosas vestimentas en el baile de máscaras."

"Pero es difícil llevar un color tan fuerte como este, Su Majestad."

"¿Es eso un cumplido?"

"Hmm..."

Entré al salón de baile intercambiando ligeras bromas con las damas de compañía, pero pronto resultó ser que sus bromas eran demasiado literales. Poco tiempo después de entrar al salón de baile, todos estaban maravillados por mi vestimenta.

"Su Majestad..."

Solo que no era el tipo de asombro que las damas de compañía esperaban.

Traté de mantener mi expresión lo más recta posible mientras los murmullos en la habitación se volvían más fuertes. Había otra mujer con un vestido casi idéntico al mío. La reconocí al instante por su inusual cabello plateado y su delicada boca.

"Oh, Dios mío."

Condesa Eliza murmuró con voz sorprendida mientras la habitación se agitaba frente a mis ojos. Desde el vestido rojo brillante hasta los zapatos, el collar, los pendientes e incluso la máscara blanca con plumas— el concepto y la disposición eran los mismos.

Rashta giró la cabeza hacia la dirección del interés de la multitud, luego dio un sorprendido "¿Oh?" Cuando me vio.

La habitación quedó en silencio. Nadie habló, pero sus pensamientos estaban claramente escritos en sus rostros. Si observaron mis expresiones y las de Rashta, estaba claro que ninguna de nosotras planeó esto a propósito. Todos contuvieron la respiración con ansiedad e interés.

Me quedé quieta y miré a Rashta. Tenía mucho que decirle, pero no me le acerqué. Ya sea para disculparse o excusarse, ella era quien tenía que acudir a mí. Me enseñaron que la emperatriz no iba a sus inferiores para dar excusas.

Rashta se me acercó, pareciendo realmente sorprendida.

"Su Majestad, su vestimenta... como Rashta..."

Ella dudó.

"¿Te pusiste algo como yo intencionalmente?"

Condesa Eliza tuvo un estallido de ira.

"Eso es grosero, Señorita Rashta."

Un sentimiento desagradable se elevó hasta mi garganta, pero permanecí tranquila y le di una leve sonrisa.

"Vine aquí como yo misma. ¿No eras tú quien quería imitar todo de mí?"

Sonreí pero mantuve mi voz lo más fría posible, mientras Rashta me miraba con una expresión perpleja.

"¿Por qué haría eso ahora? Esta vez, Su Majestad, está vestida como yo, ¿verdad?"

"¿Por qué lo hiciste?"

"!"

"Esto sólo nos convertirá a las dos en el hazmerreír, así que no hay necesidad de tal cosa. Deberías entenderlo de ahora en adelante."

Deliberadamente le dije, 'Si usas el mismo vestido, ambas perdemos, y lo sé.' Cualquiera que haya escuchado esto sabría que no me esforzaría por hacer el ridículo, excepto aquellos que no quisieran creer en mis palabras.

Rashta inhaló bruscamente con una expresión de asombro. Como política, sabía cómo defenderme con líneas calculadas, mientras que ella se defendía con su cara. Cuando pasé por delante de ella, se quitó la máscara que llevaba puesta y la tiró al suelo. Caminé directamente a mi asiento preparado sin mirar atrás, Condesa Eliza y las otras damas de compañía se acomodaron cerca de mí.

Mientras tanto, un grupo de hombres se acercaron a Rashta para animarla. "No llores," les escuché decir. Entre ellos parecía haber gente común, que miraban alternativamente entre Rashta y yo con sorpresa y curiosidad. Algunas personas hablaron en voz baja, pero no pudieron silenciar por completo su conversación.

Sir Artina se inclinó hacia mí y habló en voz baja.

"¿Debo ocuparme de los que dicen cosas groseras?"

"Déjalo pasar."

Respondí tan despreocupadamente como pude y me recosté contra mi asiento. Era fácil ejercer poder en público, pero hacerlo podría conducir a grandes efectos posteriores. A la gente le gustaban los poderosos, pero odiaban que usaran su poder. Si tratara de evitar que hablaran solo por mi estado de ánimo, inevitablemente tendría consecuencias.

"La persona que llegó primero debe ser considerada la primera en usar el vestido."

"¿Te refieres a la noble de cabello plateado?"

"A mí me parece inocente."

"¿Por qué la Emperatriz intentaría copiar la ropa de otra persona?"

"Oh, escuché que la mujer de cabello plateado es la concubina del Emperador. ¡Y no es una noble, vino de la gente común como nosotros!"

"¿En serio? ¿Entonces la emperatriz intentó sabotearla?"

Ignoré la conversación frustrante y mantuve mi compostura fría. Parecía que esos hombres eran plebeyos, y estaban completamente poseídos por la misteriosa e inocente apariencia de Rashta. La miraban como si fuera un hada de otro mundo.

Escondí mis pies temblorosos. Escuché a otros ponerse de mi lado y decir que Rashta fue quien me copió, pero fueron las malas historias las que me afectaron más. Rashta se veía igual— a pesar de que la gente la apoyaba, su expresión no era buena.

Aparté mis ojos de su figura y me obligué a pensar en otra cosa. Por ejemplo, ¿quién le dio los detalles de mi atuendo? Aunque estaba enojada con ella en este momento, no era lo más importante.

'¿Quién fue el que le filtró la información?'

Era difícil identificar al culpable, ya que el vestido no fue elegido en un día. Hubo muchas ocasiones, métodos y personas que podían comunicar esas palabras.

Una vez más, fue Laura quien habló con furia abiertamente por mí.

"Condesa Eliza, ¿es así como se comportan otras concubinas? ¡Estoy muy enojada!"

"Debido a que las concubinas son legales, es difícil tocarlas cuando son favorecidas. Muchas concubinas han hecho cosas peores, Señorita Laura."

"¿Cómo podría ser peor?"

"Si nos fijamos en las emperatrices anteriores—"

Condesa Eliza se detuvo de repente, cubriéndose la boca con su abanico y mirando algo por encima de mi hombro. Giré la cabeza y encontré a Sovieshu entrando en la habitación. Había ignorado el código de vestimenta y vestía un traje sencillo, mientras Rashta se apresuraba alegremente a su lado.

"¡Su Majestad!"

Ella lo llamó con voz dulce. Sus ojos estaban rojos cuando se aferró a Sovieshu y le dijo algo, pero no pude distinguirlo desde aquí. Sin embargo, miró en mi dirección y nuestros ojos se encontraron. Le sonreí vagamente y asentí. Rashta también me miró mientras colgaba del brazo de Sovieshu, y también le di una sonrisa indiferente, luego deliberadamente me giré hacia Condesa Eliza. Podía escuchar la charla de los jóvenes hombres y mujeres emocionados de ver al Emperador y a Rashta de cerca.

"Su Majestad."

Condesa Eliza dijo mi nombre con ansiedad. Le di una sonrisa tranquilizadora y tomé mi copa de vino. Una vez que la toqué, inmediatamente me arrepentí, pero ya era demasiado tarde. Levanté mi copa y tomé un sorbo. Sin embargo, Condesa Eliza seguía tratando de decirme algo con los ojos. Miré a un lado otra vez y vi que Sovieshu se acercaba. Oh... debe estar viniendo aquí para sentarse a mi lado. Rashta todavía se aferraba a su brazo.

"¡Ja, ja, ja, me sorprendió mucho cuando la Emperatriz y la Señorita Rashta entraron con el mismo vestido!"

Incluso Gran Duque Liltiang participó en los chismes.

"En realidad, la Señorita Rashta lo usó primero y luego apareció la Emperatriz."

"Pero se ve diferente porque cada una tiene una atmósfera distinta."

Sonreí ligeramente y tomé otro sorbo. Los que se pusieron del lado de Rashta decían que la copié.
Las personas que no me agradaban estaban aquí, y mi corazón se apretó aún más. Sin embargo, mi sonrisa se borró de mi rostro ante el siguiente comentario de Sovieshu.

"Sí, es increíble. Le pedí a la Emperatriz que viniera con un vestido rojo."

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