La Emperatriz se volvió a casar 267
SS1: Navier en Luipt (5)
En el puerto de Luipt, las personas procedentes del Continente Wol llamaron la atención. Los transeúntes del Continente Hwa señalaban y cuchicheaban sobre sus extrañas ropas y la nueva ruta comercial del Imperio Occidental.
Parecieron aún más interesados cuando el sirviente del Gran Duque Kapmen transmitió un mensaje urgente a los soldados de Luipt.
"¿Qué les pasó?"
"Esos son los Comerciantes de Wol, ¿cierto? Se ven muy afectados."
"No se puede confiar en nadie de Wol."
"Pero están llorando..."
Quienes desembarcaron del buque no se percataron de las miradas de la multitud, mucho menos de los susurros. Todavía estaban conmocionados por la pérdida de la Emperatriz y el Gran Duque.
Sir Artina se abalanzó sobre el primer soldado de Luipt que vio,
"¿Alguien ha encontrado supervivientes de algún naufragio recientemente? Un hombre y una mujer. Al menos... a uno."
El Vizconde Langdel se sumó,
"Estamos buscando a una mujer de nuestro continente. Se reconoce a simple vista. Estaba acompañada por un hombre de Hwa..."
Pero sin importar con quién hablaron, nadie del Imperio Occidental obtuvo información. Finalmente, todos se reunieron con expresiones sombrías.
"¿Alguna novedad?"
Preguntó Sir Artina al grupo.
El Vizconde Langdel y los comerciantes negaron con la cabeza. Por otra parte, Laura enterró la cara entre sus manos y gritó,
"¡Imposible! ¿Por qué el monstruo marino atacó nuestro buque? Cómo Su Maje— quiero decir, ¡cómo Lady Navier y el Gran Duque Kapmen pudieron caer por la borda tan fácilmente!"
El mensajero del Gran Duque Kapmen bajó la cabeza,
"No hay una ruta marítima fiable entre los dos continentes, por lo que no es raro que ocurran catástrofes."
Las piernas de Laura cedieron. Se desplomó en el suelo,
"Esto no puede ser cierto."
El segundo al mando se volvió hacia el capitán,
"Deberíamos volver. Exploremos la zona donde ocurrió el siniestro. Puede que haya una isla cerca que hayamos pasado por alto."
El capitán frunció el ceño,
"Sin duda iniciaremos una operación de rescate. Sin embargo..."
"¿Cuál es el problema?"
Preguntó el Vizconde Langdel.
"También debemos llevar los bienes comerciales. La fruta aún está congelada, pero no permanecerá así mucho tiempo sin magia de hielo."
***
Después de unas horas de discusión, el segundo al mando envió un pájaro mensajero urgente al Continente Wol. Entonces el grupo se dividió. Un puñado regresaría al Imperio Occidental para informar del siniestro. Los demás se unirían a la operación de rescate o se dirigirían a la capital de Luipt.
"Tengo la sensación de que no se ahogaron."
Ante las palabras de Sir Artina, el Vizconde Langdel asintió,
"Yo igual. Tal vez una vez que estén a salvo, buscarán la manera de llegar al puerto de Luipt. Si no nos encuentran aquí, irán a la capital."
"El Gran Duque Kapmen está con ella. Eso debería ser de ayuda."
"Por supuesto, existe la posibilidad de que él no— me disculpo."
El Vizconde Langdel se detuvo cuando vio que a Laura se le salieron las lágrimas,
"Sir Artina tiene razón. El Gran Duque la ayudará."
Laura, que se dirigiría a la capital, se aferró a Sir Artina, quien planeaba quedarse en el puerto.
"Sir Artina, ¿no puedo quedarme con usted? Su Majestad probablemente vendrá aquí."
"Laura, si Su Majestad no arriba a este puerto y se dirige directamente a la capital, estará encantada de ver una cara familiar."
***
El mar que nos había arrojado al Gran Duque Kapmen y a mí por la borda ahora estaba en calma. Incluso las aves marinas planeaban pacíficamente.
Pero ni las aves ni el mar parecían tan tranquilos como el Comandante de la 4ª División. Ángel estaba sentado frente a mí sorbiendo su té.
"¿Así que algo atravesó el agua cerca del buque... pero no viste qué era?"
Cerré los ojos, tratando de recordar,
"Parecía... como una pierna enorme. Pero no una pierna humana."
"¿Un calamar gigante?"
Sacudí la cabeza,
"Realmente sólo vi la ola. Eso, y un montón de peces pequeños saltando. No pude ver lo que causó todo."
Fui sincera con él. No era el momento para una confrontación por las alianzas.
Ángel asintió. Mirando a su subordinado, preguntó,
"¿Anotaste todo eso?"
El subordinado respondió tan pronto terminó de escribir los apuntes,
"Sí."
Entonces, Ángel se volvió hacia el Gran Duque Kapmen,
"¿Usted vio lo mismo, Gran Duque?"
El rostro del Gran Duque permaneció inexpresivo. Incluso sus labios apenas se movieron,
"No vi nada."
"¿Pero no estaba usted también en la cubierta?"
"Sí, pero mi mente estaba en otra parte."
"Si no es molestia, ¿se puede saber qué ocupaba su mente en ese momento?"
Preguntó Ángel. El Gran Duque no respondió, simplemente bebió un sorbo del té que nos había traído su subordinado. Los ojos de Ángel se entrecerraron mientras sonreía. El Gran Duque Kapmen frunció el ceño.
Me pregunto qué estará pensando Ángel. El Gran Duque parecía sentirse ofendido.
"Bueno, en conclusión, Su Majestad Navier vio algo, pero no lo tiene claro. Y usted no vio nada en absoluto. Ninguno de los dos es de mucha ayuda."
Ángel chasqueó la lengua.
No hacía falta que este cretino dijera sus pensamientos en voz alta, podía imaginarme lo desagradables que eran. Fantaseé con volver a golpearle con un abanico. Cada vez que me encontraba con Ángel, me cuestionaba si yo era en realidad una persona violenta.
El Gran Duque Kapmen se rió entre dientes antes de poder contenerse.
Ángel entrecerró los ojos. Preocupada de que el astuto zorro descubriera otro secreto, me aclaré la garganta,
"¿Por qué se dirige a Luipt, Comandante Ángel?"
Ángel apartó la mirada del Gran Duque para mirarme a mí,
"¿Cómo supiste que iba a Luipt?"
Preguntó, sorprendido.
"Porque sabías que me dirigía al Continente Hwa. Nunca te ofreciste a llevarnos de vuelta a Wol ni te disculpaste con tus hombres por desviarte hacia Hwa. Eso debe significar que ibas en la misma dirección que nosotros desde el principio."
La expresión de Ángel se iluminó,
"Siempre acabamos yendo en la misma dirección, incluso si Su Majestad toma un camino diferente."
'¿Se supone que eso es un cumplido?'
Uno o dos días no eran suficientes para llegar a Luipt. Dado que no tenía ropa de recambio, tendría que ponerme también el uniforme de la 4ª División. Antes de cambiarme, levanté el uniforme blanco, luchando contra mi orgullo.
'¿Debería cambiarme la ropa sucia por una limpia, aunque fuera ropa de mi enemigo?'
"¿Su Majestad?"
El Gran Duque Kapmen llamó a la puerta de mi camarote. Debió preocuparse porque entré a cambiarme y no volví.
"Enseguida salgo."
Con un suspiro, me puse el uniforme de la 4ª División. Me miré en el espejo.
'Qué extraña me siento.'
Una vez, durante un desfile, había llevado el uniforme de un caballero del Imperio Oriental. Pero ahora, vestía el uniforme de los Caballeros Transnacionales...
Está bien. Es lo más conveniente. Sería más extraño que continuara llevando ropa que apestara... o peor aún, que no llevara nada.
Finalmente, abrí la puerta del camarote. Me quedé paralizada en la entrada al ver una multitud de caballeros de la 4ª División mirándome boquiabiertos. Resistí el impulso de volver al camarote y cerrar la puerta de golpe.
'¿Por qué me miran todos?'
Apreté con fuerza el pomo de la puerta. En ese momento, Ángel caminó hacia mí, riendo,
"Lo siento, Su Majestad. Mis hombres están emocionados de verla usando su uniforme."
Aun así, ¿tenían que amontonarse en mi puerta? Miré furiosamente a su comandante, deseando que los ahuyentara.
'Eres un hombre detestable.'
Cuando me paré de brazos cruzados, la sonrisa de Ángel se hizo más amplia,
"Su Majestad, por favor salga. Les diré a todos que se retiren. No puede quedarse en su camarote para siempre."
***
Durante tres días, o tal vez cuatro, el viento sopló con tanta vehemencia que el buque se estremeció. Me dio náuseas, pero aparte de eso, nuestro viaje fue tranquilo.
Bueno, Ángel también se burlaba de mí cada vez que nos cruzábamos.
"El uniforme le queda bien, Su Majestad. Es una lástima que no se una a nosotros."
"Incluso si me uniera, no habría razón para que llevara el uniforme."
"¿Por qué no?"
"Porque sería yo quien te daría las órdenes. Como Líder de la Alianza."
Ángel se limitó a sonreír,
"Creo que disfrutaría que Su Majestad me diera órdenes. Si alguna vez se postula a Líder de la Alianza del Continente Wol, tiene mi voto."
'¿Este hombre es un zorro o una serpiente?'
Se suponía que era el ayudante más cercano del Líder de la Alianza. Pero actuaba como si estuviera por encima suyo.
Justo entonces, el vigía anunció que había avistado tierra. El Gran Duque Kapmen y yo nos apresuramos a la cubierta. Un caballero me pasó su telescopio. Mirando a través del mismo, vi un puerto en la distancia.
"¿Es allí?"
Pregunté al Gran Duque, cediéndole el telescopio. Una vez que él miró a través del telescopio, lo bajó y me sonrió,
"Sí. Ese es mi hogar."
Al poco tiempo pudimos ver el puerto a simple vista. Mi corazón se llenó de emoción ante la exótica escena,
"Tu hogar es muy animado."
"Ciertamente. Durante mucho tiempo he soñado con mostrar a Su Majestad mi tierra natal."
"Pasaste por mucho para que este comercio se hiciera realidad. Me alegro de que finalmente hayamos llegado a este punto."
"Igualmente. De hecho, me hace más feliz haberlo logrado con alguien a quien aprecio."
Fruncí el ceño, estudiándolo.
'Si es así, ¿a qué viene esa expresión?'
Pensé, sabiendo que me oiría.
'¿Estás preocupado por el matrimonio?'
Su rostro se ensombreció aún más, pero no respondió.
'Debe haberme oído. ¿Tal vez no quiere hablar de eso? No insistiré.'
Me puse a observar el puerto con el telescopio. Era extraño ver otro continente por primera vez. Mi corazón se aceleró con un tipo de emoción distinta a la que sentía por Heinley.
'¿Vendré aquí con Heinley algún día?'
***
Por fin, el buque echó anclas. Su enorme casco acechaba en el puerto. Los trabajadores instalaron un puente entre el buque y el puerto. Finalmente pisé tierra firme. Las piernas me temblaron mientras me readaptaba.
Me sentía extraña, pero me forcé a permanecer firme y hacer como si no pasara nada. Todavía llevaba el uniforme de la 4ª División, así que tenía que mantener todo el honor que pudiera.
"No te rías."
Exclamé al sonriente Gran Duque Kapmen. Estaba tratando de preservar mi orgullo,
"Finge no darte cuenta."
"Eso es lo que siempre hago."
"Es obvio que estás sonriendo."
"Mis disculpas, no puedo evitarlo. Miraré entonces hacia otro lado."
Le fulminé con la mirada, pero la escena que nos rodeaba no tardó en atraer mi atención. Hacía mucho más calor que en el Continente Wol.
'Me pregunto si hace tanto calor todo el año o si simplemente es verano.'
"Siempre hace calor. Todo el año."
Murmuró el Gran Duque.
"Por eso tu ropa siempre..."
Hice una pausa. Preferí decirlo en mi mente.
'Por eso tu ropa siempre muestra mucha piel...'
"Sí. Pero a veces, cuando el sol está demasiado fuerte, nos cubrimos para evitar los daños causados por el sol."
"Toc, toc."
Dijo Ángel, acercándose a nosotros. Los dos nos quedamos callados, frente a él.
"¿Adónde se dirige ahora, Su Majestad? ¿A la capital?"
Si digo que no, no me creerá. No podía ocultar del todo mi destino.
"Necesito comprobar si el resto de mi grupo llegó a un puerto cercano. Luego planeo ir a la capital."
Ángel asintió,
"Eso es lo que imaginaba."
Hizo una pausa. Un momento después, dijo con una amplia sonrisa,
"Yo también tengo negocios en la capital. ¿Vamos juntos?"
Para ser honesta, me lo esperaba. Pero, ¿debería dejar que nos acompañara? Para empezar, ¿por qué vino a Luipt? ¿Ir juntos ayudaría o perjudicaría a nuestra causa?
Me esforcé por pensar una respuesta, mirando a Kapmen. Nadie entendería mejor que él los motivos de Ángel. Tal vez podría darme una pista sobre si deberíamos aceptar o no.
Aunque el Gran Duque Kapmen notó claramente mi mirada, se quedó en silencio. Se limitó a mirar fijamente a Ángel. Finalmente, se volvió hacia mí y abrió la boca.
***
"¡¿Su Majestad Navier se cayó por la borda?!"
McKenna exclamó atónito al leer la carta del pájaro mensajero. Pero éste era un pájaro normal, incapaz de responder. Se dejó caer, exhausto.
McKenna se tapó la boca con una mano.
"¿Cómo pudo pasar esto?"
Él se apresuró a la oficina de Heinley, pero no estaba allí.
"¿Dónde está Su Majestad Heinley?"
Preguntó al caballero más cercano. El hombre negó con la cabeza. McKenna corrió por el palacio, preguntando por todas partes hasta que finalmente localizó a Heinley en la sala de las joyas con los dos bebés en brazos.
"¡Su Majestad!"
Con una expresión radiante, Heinley se giró para mirar a McKenna. Estaba en medio de mostrar su colección de joyas a los bebés.
"McKenna, mira. Laura tiene los mismos gustos que yo."
McKenna sacudió la mano, agitado,
"Estoy seguro de que tienen más de unos pocos intereses en común. Pero tenemos un problema."
"¿Qué ocurre?"
Kai aprovechó la distracción de su padre y agarró una joya, metiéndosela en la boca. Heinley se la sacó antes de que la mordiera.
"Por favor, eche un vistazo a esto."
McKenna le extendió la carta. Heinley le pasó los bebés, y luego aceptó la carta. McKenna agarró a Kai y Laura, luego retrocedió apresuradamente, su conmoción se transformó en miedo.
Heinley se inclinó sobre el papel. Sus ojos lo recorrieron de un lado a otro. Cuando llegó a la última línea, se quedó helado. Parecía una escena de una obra de terror. McKenna tragó fuertemente.
Lentamente, Heinley levantó la cabeza,
"¿Quién... se cayó por la borda?"
En el momento en que sus enormes ojos púrpuras se encontraron con los suyos, McKenna pensó,
'Tenemos un gran problema.'
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