HDH 866




Hombres del Harén 866

El triunfo de Kallain





Un día, llegó una mala noticia.


—¿Los miembros del Escuadrón Anti Monstruos han desaparecido otra vez?


El secretario, con una expresión seria, comenzó a dar algunas explicaciones: qué habían estado haciendo los miembros antes de desaparecer, a dónde se dirigían y otros detalles.

Latil frunció el ceño y, tras sumirse en sus pensamientos por un momento, sacó el calendario de escritorio. Al revisar la fecha, se dio cuenta de que era un incidente que no ocurría desde hacía casi siete meses.


—Los miembros desaparecidos esta vez… ¿son los que fueron reclutados como reemplazo tras la desaparición anterior?

—No, son miembros originales del escuadrón.

—Esto es problemático. Están desapareciendo los más experimentados.

—¿Qué deberíamos hacer?

—¿Sir Baekhwa y Sir Anya?

—Han ido a inspeccionar el lugar del incidente.

—¿Otra vez? ¿Igual que la vez anterior?

—Sí. Dicen que las circunstancias son exactamente las mismas.


Latil reflexionó un momento y luego llamó a Kallain para hacerle un pedido.


—Kallain, ¿podrías traerme a cinco mercenarios del Escuadrón de la Muerte Negra?

—Puedo traerle diez, si lo desea.

—Entonces, tráeme a todos los que puedas.


Dos días después, Latil salió del palacio por primera vez en mucho tiempo para reunirse con los mercenarios de Kallain.

Kallain intentaba no mostrar demasiado entusiasmo, pero mientras caminaban juntos, sin darse cuenta, se acercaba cada vez más a ella.


—Es por aquí.


Latil entró en el edificio que Kallain le señaló como la sede del Escuadrón de la Muerte Negra.


—…!


Apenas cruzó la puerta, salió de inmediato.


—¿Ocurre algo?


Sorprendido por su reacción, Kallain intentó seguirla adentro, pero ella lo detuvo señalando la entrada y susurró:


—Hay gente extraña ahí dentro.


Kallain arqueó una ceja y abrió la puerta para comprobarlo él mismo.

Cuando la puerta se abrió, la escena que había dejado en shock a Latil volvió a quedar al descubierto: dentro del edificio, había hombres corpulentos vestidos con coloridos disfraces de animales.

Latil se quedó petrificada ante la surrealista imagen. Kallain, sin embargo, abrió aún más la puerta y explicó con naturalidad:


—Les pedí que se cambiaran de ropa porque su aspecto sombrío no era adecuado para un niño. Si mantienen esa atmósfera tétrica y el niño acaba pareciéndose a Ranamoon, sería un problema.


Latil, con la boca entreabierta, miró a Kallain, pero él tenía una expresión de total inocencia, como si no entendiera cuál era el problema.


—¿No le gusta? ¿Tal vez habría sido mejor algo aún más colorido?


Sin palabras, Latil desvió la mirada….. entonces vio a Damon, el asistente de Kallain, escondido detrás de una columna, encogiéndose lo más posible. Llevaba puesto un disfraz de foca.

Sin decir nada más, Latil entró resignada en el incómodo edificio.
















⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅
















Aunque los atuendos de los mercenarios vampiros eran impactantes, por suerte, una vez que Latil se acostumbró, no tuvo problemas para conversar con ellos.

Primero, les explicó la información recopilada desde la primera desaparición ocurrida meses atrás.


—Sir Anya, que es un vampiro, el Jefe de los Paladines, Baekhwa, tienen habilidades extraordinarias. ¿Lo saben, verdad?

—Por supuesto.

—Los enemigos parecen saberlo también, porque han estado atacando solo cuando ellos no están. Tanto la vez anterior como esta, el Escuadrón fue emboscado cuando cumplía misiones sin ellos.

—Eso es lógico, ¿no? Cualquier enemigo atacaría cuando su objetivo está en su punto más vulnerable.


Después de unos 15 minutos dando vueltas sobre el mismo tema, Kallain intervino con una pregunta.


—¿En qué tipo de misión desaparecieron?

—En una misión de exterminio de monstruos. El Escuadrón Anti Monstruos solo se encarga de eso.


Al escuchar esto, Damon—que intentaba esconder su disfraz de foca agachándose bajo la mesa—preguntó:


—¿Mi señora? Entonces… ¿el culpable es un monstruo?


Latil negó con la cabeza.


—No lo sé. Todos los miembros del Escuadrón llevan consigo talismanes sagrados y agua bendita, ambos creados por el sumo sacerdote en persona. Por eso pedí que Kallain reuniera a ustedes.


Ante sus palabras enigmáticas, los mercenarios dejaron de hablar y dirigieron la mirada a un mismo punto.


—Hemos estado investigando durante meses, pero no hemos encontrado rastro de los desaparecidos. Seguiremos buscándolos, pero puede que tampoco encontremos a los que desaparecieron esta vez. Y no solo eso… aún no sabemos quién es el responsable.


Latil recorrió con la mirada los atuendos de foca, tigre, tejón y loro que llevaban los mercenarios antes de decir:


—Aun así, necesitamos reemplazar a los desaparecidos. Creo que lo mejor sería que ustedes se infiltraran en el escuadrón haciéndose pasar por humanos. Si entran disfrazados como nuevos reclutas, podrán vigilar si hay señales extrañas antes de que ocurra otro ataque, o si acaso el enemigo ya está dentro del escuadrón. Además, si hay otra emboscada, podrán proteger a los demás.


Los ojos de los mercenarios se abrieron de par en par.

Latil notó que parecían más sorprendidos de lo necesario y preguntó con curiosidad:


—¿No habrá algún vampiro… que quiera presentarse como humano?
















⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅
















Como todos los mercenarios levantaron la mano al mismo tiempo, Latil tuvo que elegir personalmente a los vampiros que asumirían la misión.

Seleccionó a cinco que tenían la apariencia menos sospechosa y les entregaron identificaciones falsas antes de dispersarse por diferentes aldeas. Su objetivo era integrarse poco a poco en la comunidad y, dentro de dos meses, unirse de manera natural al reclutamiento del escuadrón.

Si en esos dos meses lograban encontrar a los miembros desaparecidos o al culpable, Kallain se encargaría de avisarles para que regresaran de inmediato.

Sin embargo, no lograron dar con los escuadrones desaparecidos ni descubrir quién estaba detrás de los ataques.

Dos meses después, los mercenarios se presentaron al proceso de selección y, como era de esperarse, fueron aceptados como nuevos reclutas gracias a sus destacadas habilidades.

Pero al igual que entre la primera y la segunda desaparición hubo un intervalo de siete meses, tras la infiltración de los mercenarios en el escuadrón tampoco ocurrió nada inusual.

Mientras Latil esperaba alguna señal, el tiempo pasó rápidamente, antes de darse cuenta, ya estaba a punto de dar a luz a su tercer hijo.
















⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅
















Mientras en la habitación solo se encontraban el médico imperial, sus asistentes y la Emperador, los Consortes tuvieron que esperar en el pasillo por tercera vez.

Después de las dos experiencias anteriores, las damas de compañía ya habían comprendido que la capacidad de recuperación de la Emperador no tenía comparación con la de una persona común, por lo que, en esta tercera ocasión, pudieron esperar con más tranquilidad.

Ahora todas confiaban en que la Emperador podría dar a luz sin problemas.

Sin embargo, los Consortes seguían mostrando expresiones de ansiedad e inquietud mientras paseaban de un lado a otro o se quedaban pegadas a la pared, incapaces de apartarse.

Los que tenían la expresión más tensa, por supuesto, eran Ranamoon y Kallain.

Klein, observando a Kallain, que permanecía completamente inmóvil como una estatua, no pudo evitar maldecir en su mente.

Todo el palacio conocía el acuerdo entre Ranamoon y Kallain.

Para Klein, Kallain era astuto y Ranamoon, un tonto.

Él jamás habría hecho un trato así respecto a su propio hijo, mucho menos intentaría proteger a Ranamoon para quedarse con su descendencia.


—Qué idiotez. Basta con mirar a las dos princesas. El tercero será igual a Ranamoon. ¿Cómo podría criarlo con amor si tiene su misma cara?


Cuando Condesa Agnes fue llamada por el médico imperial y entró en la habitación, se produjo un pequeño cambio en el ambiente.

Klein, incapaz de contenerse, le susurró algo a Vanil.

Vanille estaba de acuerdo con él, pero al notar que Ranamoon y Kallain los miraban, decidió quedarse en silencio.


—¿Qué pasa? ¿Por qué todos me miran? ¿Será porque saben que tengo razón?


Klein interpretó la situación de forma completamente opuesta a la de Vanille.

Vanille, tratando de aparentar que no tenía nada que ver con Klein, giró la cabeza hacia otro lado y se encontró con Meradim, quien, de cara a la pared, murmuraba algo para sí mismo.


—Había un huevo... ¿Uno o dos? ¿Dónde lo puse? Estoy seguro de que lo dejé en algún sitio...


¿Qué demonios dice ese tritón? Vanille negó con la cabeza y luego miró a Tasir, que estaba de pie con las manos detrás de la espalda en la parte delantera del grupo.

Tras haber asumido todas las responsabilidades durante las dos semanas de descanso del emperador, tenía unas ojeras tres veces más profundas de lo habitual.


—Su Majestad, ya puede entrar.


Cuando el médico imperial salió y se dirigió a Tasir, el orden de ingreso cambió con respecto a la vez anterior.

En la ocasión previa, las damas de compañía habían entrado primero. Pero esta vez, como ya se había decidido el estatus del recién nacido, el primero en entrar fue Tasir.

Los Consortes aprovecharon la oportunidad y lo siguieron en fila.

Klein, que entró al final, pensó para sí mismo: "Otro clon de Ranamoon. Ahora hay tres".

Y cuando vio la expresión de Kallain al mirar al bebé, Klein confirmó su pensamiento: 'Definitivamente, tres copias de Ranamoon. Su cara ya no es especial. Ahora, la mía es la más atractiva'


—¡Oh, por Dios!

—No lo puedo creer.

—Finalmente...

—Su Majestad, el bebé...


Mientras los Consortes reaccionaban con asombro, Klein se acercó con calma a la cama.

Tasir sostenía al bebé en sus brazos.


—¿Otra vez con la cara de Ranamoon?


Klein rió mientras se acercaba a Tasir. Pero en cuanto vio el rostro del bebé, su sonrisa desapareció de golpe.


—Espera… Es Su Majestad.


Atónito, Klein alternó la mirada entre el bebé y el emperador, que estaba acostado en la cama.


—A la tercera va la vencida. Finalmente, un hijo que se parece a Su Majestad.


Tasir miró al bebé, completamente fascinado, luego expresó su admiración a Latil.

Latil, agotada, sonrió con satisfacción. La nana ya le había mostrado al bebé, haciéndolo llorar de emoción.


—Se parece a mí… esta vez es un príncipe.


Ante esa nueva información, los Consortes miraron alternativamente a Latil y al bebé con asombro.

Y luego, todas miraron a Kallain con el mismo pensamiento: "Suerte la suya".

Ranamoon se mordió el labio. Cuanto más adorable le parecía el bebé, idéntico a la Emperador, más insoportable le resultaba el dolor que sentía.


—Qué ternura… Es realmente adorable.


Incluso la forma en que Tasir susurraba con cariño mientras sostenía al bebé le resultaba una tortura.

Después de todo, la persona que debería estar sosteniendo a ese niño no era nadie más que él.


—Oh, Kallain. Aquí está tu hijo.


Pero Tasir le entregó el bebé a Kallain en lugar de a Ranamoon.

Ranamoon sintió el impulso de golpearlo.

Kallain, en cambio, estuvo a punto de llorar.

Él sabía que todos en el palacio se burlaban de él, diciendo que su hijo también heredaría el rostro de Ranamoon.

Después de todo, las dos hijas anteriores se parecían completamente a su verdadero padre.

Se había preparado para ello.

Pero Kallain no se habría sentido mal incluso si el bebé tuviera la apariencia y el carácter de Ranamoon. Porque, al fin y al cabo, seguía siendo su hijo.

Sin embargo, nunca se le había ocurrido que podría recibir un hijo que fuera una copia exacta de Latil.


—¿Eh? ¿Rey Mercenario? ¿Está llorando?


Tasir inclinó la cabeza con curiosidad.

Kallain simplemente abrazó al bebé y se dio la vuelta.


—¿Kallain? ¿De verdad estás llorando?


Latil se incorporó bruscamente, pero Girgol lo empujó de vuelta a la cama.


—Descansa, jovencita. Acabas de hacer un truco de clonación.


Cuando Latil rió, Girgol tomó su mano y comentó:


—Aunque, entre el bebé 1, el bebé 2 y el bebé 3, debo admitir que el tercero es mi favorito. Jovencita, ¿te gustaría que le enseñara a usar la lanza en el futuro?

—Si alguien va a enseñarle, seré yo, Girgol.


Kallain advirtió con severidad.

Pero Girgol no cedió.


—Pero amigo, tú eres débil.


En toda la escena, la única persona que se mantenía racional era Gesta.

Si no era su hijo, simplemente no le importaba.

Un niño con el rostro de Latrasil y solo un poco de su sangre no era Latrasil. Para él, era solo otro humano.

Después de que pasó su breve curiosidad, Gesta perdió el interés y miró por la ventana.

Allí, su reflejo le mostró a Ranamoon.

Gesta alzó una ceja.

Ranamoon tenía la expresión más triste que jamás había visto en él.

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